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domingo, 30 de agosto de 2009

Christopher Cross canta con nosotros

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Ride like the wind





It is the night. My body's weak.
I'm on the run. No time to sleep.
I've got to ride.

Ride like the wind to be free again.
And I got such a long way to go.
To make it to the border of Mexico.
So I'll ride like the wind.

I was born the son of a lawless man.
Always spoke my mind with a gun in my hand.
Lived nine lives
gunned down ten.
Gonna ride like the wind.

And I got such a long way to go.
To make it to the border of Mexico.
So I'll ride like the wind.
Ride like the wind.
Ride like the wind.

Accused and tried and told to hang
I was no where in sight
when the church bells rang.
Never was the kind to do as I was told.
Gonna ride like the wind before I get old.

It is the night. My body's weak.
I'm on the run. No time to sleep.
I've got to ride.
Ride like the wind to be free again.

And I got such a long way to go.
To make it to the border of Mexico.
So I'll ride like the wind.
Ride like the wind.

And I got such a long way to go.
To make it to the border of Mexico.
So I'll ride like the wind.
Gonna run like the wind.


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martes, 25 de agosto de 2009

Queso & dulce

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por Juan Sasturain



Hubo un tiempo sui generis –que no necesariamente fue hermoso pero que en general lo era– en el que uno fue un chico de clase media y se jugaba en la calle y se comía en casa. Había una hora de comer, una hora de cenar y lugares fijos en la mesa familiar con sifón y panera. En ese mundo reglado y subrayado con regla, la ceremonia de la comida estaba generalmente pautada por un rígido menú que no sabía su nombre, enmarcado a su vez por apertura y cierre inevitables: la sopa iniciática y el postrero postre, instancias que tendían al contrapeso.
Asignatura obligatoria en aquellos tiempos AM –antes de Mafalda–, la sopa se vendía maternalmente como vehículo insoslayable de la nutrición y el crecimiento infantiles. Opcional gratificante, el postre aparecía a menudo como posibilidad compensatoria, el placer tras la obligación de “terminar” la comida, lo dulce tras lo salado. En la ética alimentaria sui generis de aquel tiempo ídem, había un orden rígido que no admitía per saltum alguno e incluso un sistema de premios y castigos: “Si no tomás la sopa te quedás sin postre”.
Si los dedalitos, el cabello de ángel y otros anodinos fideos navegaban la rutina del caldo, el postre que se comía en casa no ofrecía tampoco demasiadas variantes: fruta o queso y dulce eran habitualmente la primera opción, la única casi siempre, acaso porque no requerían elaboración alguna. Estaban ahí, pertenecían a la dotación estable de la heladera. El arroz con leche y el budín de pan no dejaban de ser, como las compotas y el dulce de zapallo, excepcionales. Y ni hablar de los panqueques o el flan, maravillas propias de días festivos.
Como sucedía con el glorioso pan con manteca, esa condición familiar y accesible del queso y dulce (nunca en otro orden, siempre el lácteo primero) lo hacía impensable/indeseable extramuros, alternativa vulgar que no asomaba siquiera a las listas de los postres del restaurante, territorio sólo apto para los helados o los arrebatos complejos con cremas y chocolates: “No vas a comer lo que tenés en casa...”.
Pero así era antes. Esa situación ha cambiado. Hoy el queso y dulce ha abandonado la generalidad de las mesas hogareñas de clase media corrido por la pésima prensa, las sectarias dietas sin calorías y los precios recalentados. Y a la inversa, por cierta extraña lógica, el queso y dulce se ha hecho definitivamente habitué de los listados de bares y bodegones que repiten las opciones caseras de minutas y guisos –pero peor–, mientras irrumpe también por sorpresa en contextos chetos: ya dio toda la vuelta y no es más cosa “de vigilante”, o lo es más que nunca.
Así, instituido postre nac & pop, el queso y dulce se cristaliza en opciones, pares dobles primordiales que vienen de lejos: fresco y batata, Mar del Plata y membrillo. Esa divisoria de gustos, texturas y colores marca una pauta que va de lo suave homogéneo a la aspereza contrastada. Porque mientras la relación entre el queso fresco y el dulce de batata es amable y propone un continuum soft de sensaciones blandas; el membrillo y el “de cáscara colorada” –como decía mi viejo– se apoyan en el choque y el contraste. Con sus variantes y combinatorias abiertas, claro, porque las parejas básicas se cruzan de vereda y de plato, se forman matrimonios mixtos, se incorporan terceros, se tensan los sabores.
Yendo por partes, el espectro del lado dulce se agota en pocas variedades cada vez más amaneradas del abatatado, contaminándolo de chocolate y algún otro exabrupto colorido, pelajes veteados de los que el criollo desconfía. El membrillo, en cambio, es clásico por naturaleza y sólo admite grados de opacidad y transparencia. Ambos, sin embargo, participan de una misma gloriosa oscuridad de origen, soberbio perfil bajo. A diferencia de los dulces que provienen de frutas –y que son, en realidad, mermeladas–, estos sólidos pero accesibles bloques dulces enlatados y encajonados no son la prolongación natural de un gusto famoso o reconocido sino el resultado de una milagrosa metamorfosis: la tuberculosa batata que aterriza en el puchero, se dora junto a la papa o colorea el puré no tiene nada que ver con la dorada masa que sonríe debajo de La Gioconda; y ni hablar del ignoto membrillo, anónimo en el árbol, irreconocible en la verdulería, escondedor por naturaleza, hijo duro del rigor y del hervor, puro dulce avatar impensado.
Si los dulces son así de acotados, los quesos ofrecen un espectro más amplio que desborda por derecha al fresco en el mantecoso y por izquierda al Mar del Plata hacia el “de rallar” o incluso el roquefort con todas las escalas y agujeros intermedios. En ese abanico de posibilidades de bar y restaurante, sólo descalifica el incalificable “queso de máquina”, anónimo neutro, espécimen acartonado, ladrillo pálido a menudo de corazón helado. Incapaz de acompañar con dignidad, tirar una pared de gusto, el “queso de máquina” sin máquina, cortado grueso es una grosería sólo equiparable a una tostada fría, un crónico mal estacionado que pide una boleta definitiva que lo saque de postrera circulación.
Más allá de orígenes y descalificaciones, lo más rico del queso y dulce es el análisis de sus posibilidades combinatorias. Hay que diferenciar, como siempre, la sujeción a las previsibles variaciones que supone el menú de restaurante de los usos no reglamentados de la mesa familiar. En el primer caso, pedir queso y dulce es elegir el lugar plebeyo de la lista, y tanto puede ser el gesto coherente para coronar una jornada de descontrol, último permiso –“Para hacerla completa...”–; el sorpresivo ademán populista en un contexto sofisticado o el guiño a la pareja, tanteo de un terreno aún sin alisar en la primera salida: “¿Compartimos un queso y dulce?”. Ella jamás se animaría a pedir sola el fresco y batata –las chicas suelen elegir esa variante soft–, pero puede aceptar un par de cortes bicolores con tenedor compartido de por medio. No es tiempo aún de confesar que por las noches suele atacar el dulce de leche con cuchara.
Finalmente, están las prácticas a menudo salvajes de entrecasa. La generosa presencia in situ de los elementos a segmentar y combinar –que están ahí, en vísperas del café, sobre la mesa y entre miguitas– suele provocar desbordes de gula inusitados, cuchillos personales que van impunemente de una a otra fuente dejando huellas de su último destino –dulce en el queso, sobre todo–, detalle que marca el índice del disfrute y el límite del bochorno. A la inversa, la escasez, el rastreo laborioso de sobrantes, puchos y residuos de heladera derivan en las mayores aberraciones combinatorias pero también ciertos hallazgos creativos: el roquefort con membrillo que suele ir acompañado por la última botella de tinto, y el batata con una imperdonable cucharada de queso crema colindante con el lemoncello son ademanes extremos, lugares de los que no se vuelve fácilmente.


Diario Página12, 7/6/2005



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lunes, 17 de agosto de 2009

Post número 300!!!



Amigos míos, este blog ha completado otro centenar de producciones, gracias a Dios el ingenio no descansa y me regala continuamente motivos para pensar y sorprenderme. Les prometo seguir en este intento.

Hasta los próximos 100!!!










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sábado, 15 de agosto de 2009

El monito

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por Roberto Fontanarrosa


a Osvaldo Ardizzone



Llore Monito, llore. Usted puede. A usted se le permite que no es vergüenza llorar cuando las lágrimas tienen la pureza recóndita de aquello que llega desde el corazón que no quiere aflojar ante terceros. Tal vez, pibe, tal vez Monito, son las mismas lágrimas que, años atrás, no tantos quizás, usted tuvo que enjugar con el revés de la mano sucia de tierra en el fondo de la casita del patio con geranios y malvones de barrio Arroyito. Tal vez son las mismas lágrimas vertidas por la rabia, la impotencia, la vergüenza, ante el coscorrón justiciero de su viejita laburante cuando usted no llegaba a la hora establecida para tomar la leche.¿Cómo iba a entender su madre, Monito, aquel cariño entrañable por la pelota de fútbol, que lo mantenía lejos de la casa, demorado,en ese romance infantil con la de cuero, en los yuyales sabios del campito que no sabía de redes ni de cal, tras de la vía? ¿Cómo podía entender su viejo, pibe, su viejo, don Telmo, el genovés terco de canzonetta y nostalgia, su noviazgo purrete con la de gajos y ese lenguaje dulcemente nuestro de los túneles, la pisada, el chanfle, los taquitos y la rabona? Porque no era, no, una piba quinceañera, rubia y pizpireta, de ojos celestes como los de la pulpera de Santa Lucía, lo que a usted le impedía volver en el horario, a gritos reclamado por su madre. No era, no, Monito, el despertar púber del primer amor enredado en los últimos giros de un trompo o en la galleta enojo sa del hilo de un barrilete, el que lo hacía terminar los deberes de la escuela a las corridas y escapar luego, gorrión ansioso, pájaro encendido, hacia la complicidad abierta de la calle, el griterío alborozado de los pibes y el llamado seductor de un taconeo. No Monito, lo suyo era más simple, como son simples las cosas que nacen del corazón y eluden las frías especulaciones de la mente. No. Lo suyo era tan sólo la caricia tierna de la capellada de su botín zurdo en la pelota, el toque, la volea, la suela que aprieta el fútbol indócil y lo convence, lo persuade, lo amaestra. Lo suyo era el amague, el pique corto, el freno seco, y el pecho amigo para que allí se durmiera la bella amada cuando caía desde el cielo como un globo cansado de volar sin rumbo cierto. ¡Mire qué fácil, pibe, que era aquello! De la misma forma en que el amor, el puro amor, se presenta, florece y crece como una flor nocturna, como un clavel del aire brotado en la luminosidad escasa de un pasillo, así creció en usted el sortilegio. Nadie le enseñó, como no se enseña el dolor ni la paciencia, ni se sabe de dónde surge el gusto por silbar o el de hablar bajo. Usted ya lo traía impreso, se lo digo, quizás desde el fondo de la historia de ese barrio que ha visto nacer a tantos ídolos y guarda en el aire la vibración, el eco, el reverbero de mil goles gritados en la tarde, atronando el cemento, quebrando la quieta y asombrada calma de su río. O lo aprendió como se aprenden estas cosas, mirando a los demás, tratando de atrapar con ojos asombrados el misterio metafísico del chanfle, la secreta ley física que hace que el balón vaya hacia allá y dé una vuelta. Por eso, por todo eso, pibe, no se inquiete si lo ven aflojar y su mirada se empaña como el cristal de una ventana cuando recibe el tamborileo sonoro de la lluvia. No. Llore Monito, llore. Usted puede. A usted se le permite.Así lo soñó usted tal vez, un día, allá, aferrado a la alomhada confidente de su cama, en la casita del patio con geranios y malvones, alguna de esas noches de verano cuando el calor aprieta y el sueño viene:Ya está el mago de varita presta. Ya está el ilusionista sutil que hace creer en cosas que no existen y miente que en el dorso de su mano se ocultan pañuelos, palomas y barajas. Está en el medio de la cancha y su eterna enamorada, la pelota, parece que se ha ido y está inmóvil, simula emprender vuelo y no se aleja, o bien hace creer que se le escapa pero vuelve bajo la presión apenas ruda de la suela. Ahora el estadio enmudece, el mago muestra el juego. El Monito arranca y empieza el toque, el pelotazo sabio, el amague que argumenta una cosa y dice otra. De la zurda precisa del insider brotan conejos, luces multicolores, toques lujosos, las dos cortas sabidas y una larga, la cabeza alta, el ojo inquieto. El público se deleita. Ya la metió de nuevo bajo el pie, la mostró, “ahí la tenés, es tuya” ha dicho, pero no está más, la sacó, la puso en otro lado, la cambió de lugar, la amarreteó de nuevo. Allá está el compañero, el wing derecho, no lo ha visto, pero gira y le pone el pelotazo desde cuarenta metros, en el pecho. Sólo faltan los clarines, los clarines, las fanfarrias, el galope incesante de los corceles blancos girando en torno de la cancha y las ecuyères de pie sobre sus ancas.Así lo soñó usted, tal vez, un día, Monito. Ya el espectáculo termina y, a pesar de la magia del insider, a pesar de sus moñas y regates, pibe, a pesar de las cuatro pelotas de gol que usted puso en los pies del centrofoward, el partido se agosta en la chatura aburrida del empate. Pero faltaba, nomás, la carcajada. El cierre magistral, la pincelada justa que el artista deposita por fin sobre la tela e ilumina el azul, aviva grises y ruboriza la macilencia de los sepias. Faltaba nomás, la carcajada. Ese balón que llega de atrás, como un balazo. El pecho receptor del entreala tan afecto a refrenar, mullido, el rebote previsto de la bola. Ya empieza la danza, el giro sobre un pie para enfrenta el arco y el resbalar mansamente de la globa del pecho a la rodilla y de allí al suelo. Allí, en la temible ferocidad del área, allí, donde la puerta de las dieciocho se convierte en muralla pertrechada, donde hay piernas, codos, tapones alevosos y guadaña, allí la puso en el piso el entreala. Allí, en esa media luna, en lo que algunos llaman la empanada, allí donde uno se olvida de la novia, del primer amor, de lo aprendido en la'escuela, de la Vieja, “vení conmigo” le dijo el Monito a su amiga del alma. Y se metió en el área con pelota dominada.No sé si hubo un caño o fueron cuatro. Quebró la cintura, pisó el cuero, pareció en un momento que pateaba, se le vinieron dos, se cerró el cuatro pero el Monito la llevaba atada.Tal vez ya no me acuerdo, decime vos si miento, pero quedó frente al arquero y la puso en un rincón, de cachetada. No el cachetazo mordaz, el del reproche, sino el empujón cordial, el que te aprueba, la palmada que se le da a un pibe y se le dice “cruzá que yo te miro”. La pelota entró pidiendo permiso y ni tocó la red de puro cauta. Luego, el pibe se fue hasta su tribuna y adentro de su puño apretó el gol, lo abrió de golpe y fue otra vez paloma y carcajada.Llore Monito. Así lo soñó usted tal vez un día, en la casa de malvones y geranios del barrio Arroyito. Y se quedó en sueño nomás, no se dio nunca.—¡Tan bueno que parecía de purrete! Nunca llegó a jugar ni en la tercera. Y en el equipo que se arma en la oficina a veces lo ponen un rato y otras, nada. Está gordo, pibe, algo pelado. Y me han dicho que ni va a la cancha.
Nada del otro mundo - Ediciones de la Flor
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jueves, 13 de agosto de 2009

“El medioevo es la fuente de muchas teorías políticas de la modernidad”

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por Leonardo Moledo y Nicolás Oslzevicki


La Edad Media se presenta a menudo rodeada por un limbo de oscurantismo y muerte, de persecuciones y hogueras, de brujas e inquisidores. Pero la Edad Media es también la fuente de teorías tan actuales como el liberalismo y la soberanía popular. Francisco Bertelloni, titular de Historia de la Filosofía Medieval en la UBA, cuenta cómo fue el gigantesco paso del pensamiento político pragmático al pensamiento político conceptual.




–Cuénteme, antes que nada, qué es el medioevo.
–Es un período que va desde el siglo IV de nuestra era hasta el siglo XV y que está signado por el encuentro de una religión y una filosofía: el cristianismo y el pensamiento griego, o grecolatino. Yo soy, antes que nada, investigador: la facultad en la que trabajo le exige al docente justificar su existencia académica no sólo como alguien que transmite conocimientos sino como alguien que los crea. Obviamente, cada uno de nosotros se dedica a algún tema en particular. El mío es la teoría política de la Edad Media. Es lo que pensaron los autores medievales acerca de la vida del hombre dentro de un orden político. No utilizo la palabra “estado” porque sería anacrónico, pero le puedo decir que los hombres de la Edad Media eran muy conscientes de la necesidad de fundamentar teóricamente el orden político, de justificar racionalmente el nacimiento del orden político y de las relaciones de dominación del hombre por el hombre.
–¿Por qué nos interesa eso hoy?
–Por varios motivos. Hay una tradición iluminista en la historia de la filosofía, sobre todo en la investigación argentina, que ha estado signada por un sello muy laical, que ha sesgado de alguna manera el interés por el período medieval. Sin embargo, hoy se empieza a descubrir, en estudios realizados en Europa y Estados Unidos, que el mundo medieval podría haber sido la fuente que generó muchas de las teorías políticas que luego se retomaron en la modernidad (me refiero a la filosofía política inglesa, sobre todo Locke y Hobbes). Por otra parte, el interés en la filosofía medieval se focalizaba fundamentalmente en la metafísica. Hoy en día las posibilidades de generar estudios académicos originales en metafísica medieval no se han agotado, pero son muy pocas y difíciles: el medio está muy saturado. En la búsqueda de espacios más vírgenes, uno se encuentra con la filosofía política, que es una parte de la filosofía práctica.
–Habría que aclarar que no hay una Edad Media sino varias.
–Bueno, creo que ésa es la salvedad central que se debe hacer antes de hablar de la Edad Media. No debemos olvidar que estamos tratando de un período que se extiende a lo largo de mil años. Es difícil categorizar con las mismas etiquetas el siglo XIII que el siglo VII. Cada sub-edad se caracteriza por un tipo de producción intelectual que la tipifica.
–¿Cómo evoluciona, a lo largo de esas sub-edades, la teoría política?
–Es una evolución interesante. Yo diría que es la evolución hacia la teoría, hacia el pensamiento conceptual. ¿Por qué? Porque la teoría política medieval se puede dividir en dos etapas. Una, en el siglo IX, es la de la época carolingia, en la cual se generó lo que es la Europa actual. La otra época, que comenzó a gestarse a partir del siglo XIII, es la que tiene como punto de referencia a Tomás de Aquino. Vamos al siglo IX, a la época carolingia. Hubo allí un género literario, que transmitió la teoría política, que se llamaba “Los espejos del príncipe”.
–Que eran...
–Eran como listas de virtudes en las cuales el príncipe se tenía que mirar para ver si era un buen o un mal príncipe. De hecho, hay un texto del siglo IX que se llama Perpendiculum (que significa plomada): este texto era una plomada con la cual se tenía que medir el gobernante para verificar si era recto o no era recto. De este género, que no era otra cosa que un elenco de virtudes, se fue transitando hacia la teoría política en términos teóricos, en términos fuertemente conceptuales. Esto sucedió cuando, en el mundo medieval, se produjo un viraje fundamental en la disponibilidad de textos que sirvieran para pensar la política: cuando vuelve Aristóteles y cuando la Política de Aristóteles se reinstala en el siglo XIII. No es una coincidencia casual ni solamente cronológica: con el ingreso de la Política de Aristóteles, la teoría política medieval comienza a mostrar sus mejores textos. A partir de la segunda mitad del siglo XIII comienza a haber una reflexión racional, encabezada por Tomás de Aquino, que trasciende el estilo narrativo de “Los espejos del príncipe” por teorías: es decir, por ideas políticas en un sentido propio.
–¿Y entonces?
–Bueno, allí se ve claramente la influencia no sólo del pensamiento aristotélico sino ciceroniano, que generan un pensamiento político novedoso. Aquí habría que hacer una salvedad. Hay algunos clisés canonizados por la historiografía, que suelen sostener que hubo una especie de continuidad entre el pensamiento aristotélico y el pensamiento tomista. No fue así: Tomás de Aquino fue un gran lector de Aristóteles, pero, al mismo tiempo, se sintió muy libre para producir sus propias teorías.
–Cuente en qué rompe con Aristóteles.
–Bueno, para Aristóteles la polis, la comunidad política, es un ámbito de iguales en el cual se realiza el hombre tanto ética como racionalmente. Para Aquino, si tomamos su texto político por excelencia (Regno), el ámbito de la política y del dominio del hombre sobre el hombre no es el resultado de la conciliación entre iguales sino el efecto del conflicto. Sobre todo, para Aristóteles, lo que está en juego al hablar de política es el dominio de lo público: lo privado ha quedado atrás. En el caso de Tomás, no: el gobernante parecería irrumpir para juzgar de quién es cada cosa dentro de los dominios del reino. Hay una especie de trastrocamiento de lo que Aristóteles había visto como ámbito político: si Aristóteles identificaba lo político con lo público, Tomás va a trasponerlo al ámbito doméstico y económico, en el sentido de que todavía el reino, que es el ámbito en el cual piensa Tomás, está al servicio del proveer las necesidades de los individuos.
–Es una idea nueva.
–Hay, en Aquino, una cosa muy fundacional que rompe con la teoría aristotélica por excelencia. El que verdaderamente termina por romper con Aristóteles es Jean Guidot, un dominico francés y discípulo de Aquino que escribió un tratado sobre el reino alrededor del 1300 y que realmente canonizó la teoría política como una teoría acerca del ámbito de lo privado. Puso como fundamento de todo lo político una teoría de la propiedad privada, en lo cual anticipó el liberalismo de John Locke, donde la autoridad surge como necesaria a los efectos de garantizar o intervenir sobre los presuntos derechos de los individuos.
–Estaba pensando que para un teórico del siglo XII no había una idea muy clara de lo que era lo público. También depende del lugar de Europa...
–Sí, y de la cultura, y del autor. El ámbito de lo público es el ámbito de lo común: la polis aristotélica es el ámbito de lo común, donde los hombres no discuten acerca de lo que pasa en su casa ni de lo que necesitan para subsistir, sino que discuten acerca de lo que es bueno o malo, lo que es justo o injusto, lo que es racional o irracional. Es un ámbito donde predomina el logos, la racionalidad; lo que hace a la subsistencia, a lo propio y lo ajeno, a lo particular, se resuelve en las sociedades prepolíticas. El salto de las comunidades prepolíticas a las comunidades políticas es un salto muy fuerte en Aristóteles, que implica el salto del ámbito en el cual se satisfacen las necesidades de los individuos al ámbito en el cual, con esas necesidades ya satisfechas, se puede discutir sobre lo comunitario.
–¿En ese sentido habría, en Aquino, una especie de vuelta a la teorización del ámbito prepolítico?
–No, al contrario. Se empieza a leer lo político con el lenguaje de las comunidades prepolíticas. Ahí entramos en una terra incognita: no sabemos bien por qué Tomás, y los sucesores de él, en esta cadena de textos que constituyen la médula de la teoría política medieval, se apartan tanto de Aristóteles. No se sabe si es porque no lo han entendido, si es porque han querido irrumpir con una manera propia o por cualquier otro motivo. Lo que yo diría es que hay que tener en cuenta muchos aspectos si uno quiere ser un buen intérprete de la teoría política. Uno de estos aspectos es que ninguno de los autores leyó a Aristóteles en griego: a pesar de que la Política fue un descubrimiento europeo, no árabe, se tradujo al latín. Lo cual tiene sus inconvenientes, porque al leer una traducción se está leyendo, también, la interpretación de un traductor y no el propio texto. Muchas veces el que traduce, al interpretar, usa palabras que en la época no se corresponden con el significado originario. Acá entra a jugar un trabajo que podríamos denominar de deconstrucción de los textos, para efectivamente ver qué pasó en este nacimiento de la teoría política: si hubo una mala interpretación, una falsa traducción o un intento de usar a Aristóteles de una forma no servil.
–Yo estaba pensando que los contextos de producción son muy diferentes. Aristóteles puede pensar en una comunidad con las necesidades satisfechas, mientras que eso es una cosa absolutamente extraña en la Edad Media.
–Sí, es extraño porque exige una serie de requisitos que en la Edad Media no estaban dados. El hombre es un hombre libre, que de alguna manera tenía toda una casa a su servicio, a los efectos de satisfacer sus necesidades. El que no la tenía formaba parte del servicio de ese señor. Pero hay problemas teóricos que valorizan el ámbito de lo político que van más allá del problema del oykos, de lo económico. Los medievales perdieron de vista este aspecto no económico de lo político, porque fueron sustituyendo este discurso aristotélico acerca de la racionalidad y de lo que el hombre puede ser por un discurso acerca de la causa por la cual el rey ejerce el poder sobre el súbdito. En Aristóteles no existe esa justificación...
–Sobre todo porque no había rey.
–Y porque el ciudadano que gobierna y el que es gobernado son iguales. Hay una relación de horizontalidad. Aristóteles veía los vínculos verticalistas como propios de los pueblos bárbaros. El vínculo despótico del rey sobre el súbdito estaba muy mal visto. Lo que trata de hacer Tomás de Aquino, por el contrario, es encontrarle una racionalidad a este tipo de vínculo.
–Otro de los problemas políticos que atraviesa la Edad Media, especialmente a partir de Carlomagno y ese intento de restauración fallido, es el conflicto macro entre el imperio y lo que podríamos llamar las ciudades, o el sentimiento de identidad nacional. Eso no se resuelve hasta que un tipo como Guillermo de Occam decide políticamente separar una cosa y la otra.
–¿Cuál es el orden político último? Ese es el tema que está en juego en la teoría política medieval. Esta suerte de imperio entendido como un orden político transnacional aparece con fuerza en muchos tratados. Aparece, por ejemplo, en el tratado de Dante De monarquiis (Sobre la monarquía) en el que se expide utilizando muy bien todas las categorías filosóficas que tiene a su disposición para justificar por qué el imperio es el mejor de los sistemas posibles. Hay otros autores que impugnan la existencia del Imperio como el orden político máximo y rechazan que los hombres se amparen dentro de este súper paraguas, para defender las monarquías nacionales.
–Además está el problema entre la Iglesia y el imperio.
–El tema de la teoría política medieval, si queremos reducirlo a su expresión mínima, es la disputa entre el poder espiritual y el poder temporal: el papa y el emperador, o el rey, o unidades menores (los duques). Ese imperio, esas monarquías o esos ducados son lo que se conoce como orden político.
–¿Qué es lo que defiende Occam?
–En realidad, él defiende el imperio sobre todo. Es interesante desde el punto de vista filosófico ver cómo esta teoría se articuló en las relaciones entre dos poderes. Porque antes de establecer las relaciones tuvo que explicar ontológicamente a cada uno de los dos. ¿Qué era el poder temporal y qué era la Iglesia? Ahí tenemos una serie de textos fascinantes, que utilizan toda la artillería de la filosofía a efectos de definir qué es el orden político, sea la comuna, el reino o el imperio. Aparecen modelos de relación causal, aparece el neoplatonismo, el neoaristotelismo: aparece toda una tradición filosófica que está tratando de apuntalar esta suerte de definición a partir de pequeños escorzos.
–La idea de espacio público, ¿existe en la Edad Media? Pienso, por ejemplo, en la feria comercial, en las ciudades cuando empiezan a cobrar fuerza. Me parece que es una construcción que lleva un montón de siglos y que recién va a estar lista sobre el final.
–Es exactamente así. La teoría política medieval, si queremos que corra entre Aquino y Nicolás de Cusa, se ocupó de tipificar ontológicamente los dos poderes y de establecer una relación conceptual entre los dos. A la pregunta de si existía espacio público en la Edad Media le contestaría ambiguamente: sí y no. “Sí” porque existía físicamente el espacio público, pero “no” porque no había conciencia teórica de ese espacio. El tránsito de lo privado a lo público, en la teoría política, se empieza a conceptualizar fuertemente a partir de Hegel. La feria existía, la Iglesia también: posiblemente en esos ámbitos existiría la publicidad, lo público. Pero en la teoría política no hay un intento de fundamentar racionalmente lo público en tanto público.
–¿La Reforma no es una reivindicación de lo público en relación con la estructura vertical de la Iglesia Católica?
–Es interesante esa conexión. Yo diría que el espacio público se redimensiona, porque la Iglesia como espacio público pierde su carácter burocrático (marcado por la cualidad de los curas de intermediarios entre Dios y los fieles) y comienza a transformarse en una cosa más democrática, porque la relación del fiel con Dios es directa. Porque el pastor es un igual.
–Y además se le da más valor a la subjetividad.
–Sin duda. Lo que hay que entender es que son cambios graduales, no se dan de un día para el otro.
–Claro, además si lo puede expresar la teoría es porque, de alguna manera, está volando en el aire.
–Y ahí hay que hacerse eco de la sentencia hegeliana que asegura que la filosofía siempre llega tarde, siempre teoriza conceptualmente lo que está sucediendo en la realidad. Lo que le decía es que este avance hacia la recuperación de la subjetividad se da hacia el final de la Edad Media, encabalgado con la Reforma. Y no hay que olvidar nunca la figura de Marsilio de Padua, un maestro de artes de la Universidad de París, médico y filósofo, que escribió un tratado sobre el cual estamos haciendo un seminario, y que es el primer autor que teorizó el tema de la soberanía popular. En este texto se puede encontrar la primera teoría acerca de por qué la decisión de la mayoría es soberana. Es un medieval decadente en su latín pero un renacentista en los temas que aborda en sus teorías.
–Trataremos, de ahora en más, que la filosofía no llegue tarde.
–No se preocupe tanto por la demora de la filosofía: es casi estructural.
Diario Página12 16/2/2009.-
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La misma neurona reacciona al mismo concepto visto u oído

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por Sonia Moreno


La misma neurona responde a un concepto, independientemente de que se represente con una imagen, un sonido o una palabra. Un estudio realizado por el grupo de científicos de Rodrigo Quian, en la Universidad de Leicester, así lo demuestra en Current Biology.
Un estudio realizado con pacientes epilépticos que tenían implantados electrodos como parte de la preparación quirúrgica aporta nuevos datos sobre la forma en que el cerebro responde a los estímulos y almacena la información. Al ver la fotografía de una persona famosa, en los pacientes se registraba una respuesta en una neurona concreta del hipocampo; esa misma neurona respondía también cuando el paciente escuchaba el nombre de la persona en cuestión o cuando lo leía. Los resultados, obtenidos en el laboratorio de Rodrigo Quian, de la Universidad de Leicester (Reino Unido), aparecen en la edición digital de Current Biology y se publicarán en la impresa el próximo 11 de agosto.

"Fotografías diferentes de Marilyn Monroe pueden evocar la misma imagen mental, incluso si se trata del retrato que Andy Warhol hizo de la actriz. Esto plantea una de las cuestiones más fascinantes de la neurociencia: ¿cómo consigue el cerebro obviar los detalles abstractos e irrelevantes para poder reconocer en imágenes diversas a una misma persona?", apunta Quian.

En colaboración con neurocientíficos de la Universidad de California en Los Ángeles y del Instituto Tecnológico de California, el grupo de Quian lleva años trabajando sobre esa cuestión. En su última publicación han recurrido, además de a imágenes, a la representación en forma auditiva y escrita de las personas que sirvieron como conceptos. La respuesta obtenida en los pacientes fue igual, independientemente del tipo de estímulo: la misma neurona reaccionaba ante el mismo concepto visto, oído y leído.

"El procesamiento de los estímulos auditivos en el cerebro es completamente diferente del que atañe a los visuales, involucra a otras áreas y grupos neuronales; así que lo interesante es que vimos que esos recorridos visuales y auditivos de alguna manera convergen en las mismas neuronas en el hipocampo", explica Quian a DM.

Estas neuronas hacen la conexión entre la percepción de la información y el almacenamiento en la memoria. "Lo creemos así por el área en la que están localizadas (el hipocampo se relaciona con la memoria) y también por el tipo de representación se corresponde con lo que se guarda normalmente en la memoria: en general, no recordamos los detalles (el atuendo de una persona, si miraba de frente o de perfil), sino el concepto (la persona)". Con todo, no es probable que cada neurona codifique un concepto, sino que variará la información asimilada en aras de la plasticidad neuronal. De hecho, se registraron neuronas que respondían a fotos del propio Quian, al que los pacientes conocieron un par de días antes del experimento, lo que indica que tardaron muy poco en crearse una nueva representación cerebral.
Además de a comprender mejor cómo funciona el cerebro, este tipo de estudios podría ser útil para ayudar a comunicarse a los pacientes que se encuentran en estado de consciencia mínima.
Rodrigo Quian Quiroga publicó en 2006 un estudio en Nature que actualizaba la teoría de la neurona de la abuela (hay una neurona especializada en cada miembro familiar), postulada por el neurobiólogo Jerome Lettvin. Quian, usando fotos de famosos como Jennifer Aniston, mostró que cada personaje provocaba una respuesta en la misma neurona. Y lo ha vuelto a mostrar empleando representaciones visuales y auditivas de Oprah Winfrey, Luke Skywalker y Maradona.
Diario Médico 27/7/2009.-
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martes, 11 de agosto de 2009

La transferencia: de la suposición a lo no domesticado

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por Laznik, David
Profesor Regular Adjunto de la asignatura Psicoanálisis: Freud (Cat II) Facultad de Psicología, UBA. Director del Proyecto "Configuraciones de la transferencia" programación científica 2004-2007. Docente de Maestría. Docente Investigador categoría II
y Lubián, Elena
Jefa de Trabajos Prácticos de la asignatura "Psicología" (CBC). Docente del Centro de Salud Mental Nº 3 "Dr. Ameghino". Integrante del Proyecto "Configuraciones de la transferencia" programación científica 2004-2007



"De la suposición a lo no domesticado "
"...es muy difícil después de todo no advertir que, en lo que respecta a la técnica analítica, si el sujeto que está frente a nosotros no dice nada, la dificultad es, para decir lo menos, muy especial".
J. Lacan S XX
I

En diversos artículos Freud se ocupa de interrogar el campo de aplicabilidad que concierne a la práctica psicoanalítica.Así ya en 1904, en "El método psicoanalítico" y en 1905 en "Psicoterapia: tratamiento por el espíritu" al exponer las características del método psicoanalítico señala la técnica de la que se sirve el método y las operaciones que a partir de este soporte son posibles.La conceptualización de la asociación libre se centra en la comunicación de las ocurrencias del paciente, consideradas como retoños de los productos psíquicos reprimidos. Estas ocurrencias refieren a pensamientos involuntarios, casi siempre sentidos como perturbadores y por eso apartados en circunstancias corrientes, que suelen cruzarse en la trama de una exposición deliberada. La posibilidad de aplicar el método requiere que el paciente soporte un encuentro inesperado con su propia palabra, relación a la palabra que no es ajena a los modos de relación del sujeto a la castración. Esta formulación es solidaria con diversas cuestiones que demarcan los límites de la aplicabilidad del método y conducen a Freud a afirmar que la naturaleza del método psicoanalítico supone indicaciones y contraindicaciones. El método, tal como Freud lo delimita, es solidario de una concepción del síntoma y por lo tanto su eficacia exige la existencia de un conflicto psíquico A su vez en tanto nadie "asocia" acatando sencillamente un pedido, la asociación libre debe ser entendida como una respuesta concomitante a la instalación de la transferencia.Resulta necesario reparar en algo que no es simple sutileza, Freud pone el acento en los límites del método y no en la gravedad del caso. Es el dispositivo construido el que determina su alcance.

En "La terapia analítica" Freud se ocupa de fundamentar las diferencias entre el tratamiento psicoanalítico y cualquier otro tipo de terapia basada en la sugestión. La diferencia central se sostiene en el trabajo en torno de la transferencia. Ordena, entonces, la dirección de la cura respecto de dos fases: "en la primera, toda la libido es esforzada a pasar de los síntomas a la transferencia y concentrada ahí, y en la segunda se libra batalla en torno de este nuevo objeto, y otra vez se libera de él a la libido". (Freud, 1916).A la vez sostiene que "muchos intentos de tratamiento fracasaron en la época inicial del análisis porque se emprendieron en casos para los que en modo alguno resulta apto este procedimiento" (Freud, 1916). Desde esta perspectiva las entrevistas preliminares adquieren una importancia decisiva ya que una de sus dimensiones apunta a discernir la posibilidad de aplicabilidad del método. Si bien en este sentido el período de prueba o tratamiento de ensayo, como lo denomina Freud, sólo formará parte del análisis aprés-coup de la entrada en él, el mismo pone en juego la escucha del analista, condición necesaria pero no suficiente para la instalación del dispositivo.

Solemos encontrarnos, cada vez con mayor frecuencia, frente a modalidades del padecimiento que forman parte de la lista para la cual, en el decir de Freud, el método psicoanalítico está contraindicado: presencia de síntomas violentos, peligrosos, o que imponen como tarea perentoria su rápida eliminación, agotamiento nervioso generalizado, confusión o desazón melancólica, malformaciones acusadas del carácter, personas que no se sienten llevadas a la terapia por su padecer, sino que sólo se someten a ella por orden de sus familiares, del médico o incluso un juez... (Freud, 1904)Es decir casos en los que la consulta nos enfrenta a formas del padecimiento que no se organizan según la vía de las formaciones del inconciente y en las cuales lo pulsional adquiere una pregnancia que indica una dimensión de fracaso en el anudamiento simbólico del malestar. En este sentido ponen de relieve la elección de una modalidad de satisfacción que se da a ver sin el soporte que otorga la cobertura del síntoma en articulación con el ideal y por lo tanto complican la instauración de la neurosis de transferencia.Ahora bien: ¿De qué síntoma1 podría apoderarse el analista cuando no lo hay? Esta cuestión introduce un interrogante acerca del soporte de la acción analítica respecto de situaciones en las que no se trata de propiciar una modificación de la relación del sujeto a su decir, sino de producir, a través de una tarea previa, un anudamiento que posibilite el decir.Situar estas intervenciones por fuera de la transferencia conlleva el riesgo de resignarlas al dominio de la mera sugestión. Reinterrogar la conformación del campo que delimita la aplicabilidad del método psicoanalítico instaura, por el contrario, otra posibilidad: abrir la pregunta en torno a la existencia de otras modalidades de la transferencia, no ordenadas en términos de neurosis de transferencia, respecto de las cuales el deseo del analista puede operar.

II

Recortaremos algunas de las coordenadas que permiten cernir el problema.A pesar que Freud mantiene hasta final de su obra la distinción entre Neurosis de Transferencia y Neurosis Narcisistas, distinción centrada en la capacidad de transferencia, el giro conceptual que introduce la formu-lación del Más allá del principio del placer ubica en el seno mismo de la Neurosis de Transferencia, la aparición de fenómenos que obstaculizan la prosecución de la cura: rasgos de carácter, necesidad de castigo, transferencia negativa, sentimiento inconciente de culpa, RTN.En la medida en que la resistencias surgen como efecto del dispositivo, Freud se ve llevado a recurrir a dos categorías que han dado lugar a numerosas controversias dentro de los desarrollos psicoanalíticos posteriores. Controversia que, por otra parte, señala la magnitud del problema. Plantea que la resistencia suele ser concomitante a la caída de la transferencia positiva, en su dimensión tierna, lo que no equivale a la caída de la transferencia sino a la emergencia de una transferencia negativa o erótica que presentifica la vertiente obstáculo de la transferencia y por lo tanto actualiza su dimensión resistencial, ya sea por la aparición de sentimientos hostiles como por la manifestación de las pulsiones eróticas no atemperadas por el velo que le presta el ideal. (Freud, 1924) Por otro lado es la existencia de esta vertiente de la transferencia la que le permite argumentar que el psicoanálisis no opera por sugestión.2La posición que sostiene la eficacia de las intervenciones del analista no es ajena al modo en que Freud conceptualiza la transferencia: en tanto supone al analista colocado en el lugar de Otro, Otro ordenado respecto de las imagos parentales, va de suyo que la autoridad devenga -son términos de Freud- uno de los soportes centrales sobre los que se apoya la eficacia de la intervención.(Freud, 1916)Complicada la transferencia positiva -a la que Lacan definirá bajo el nombre de sujeto supuesto saber3 , (Lacan, 1977)- la autoridad ya no puede ser el elemento que soporte la intervención.4De otro orden son los obstáculos que Freud sitúa en diversos momentos de su teorización cuando interroga configuraciones subjetivas que hacen obstáculo a la instalación misma de la neurosis de transferencia.Esta problemática lleva a Freud a afirmar que la técnica no puede ser la misma ni siquiera aún para todos los casos de psiconeurosis. Lo complican fundamentalmente las fobias graves, incluidas en el campo vía la creación de un nuevo cuadro: histeria de angustia, que no soluciona el meollo del problema, ya que la angustia no deviene de ninguna representación reprimida. La producción de la transferencia no se sostiene entonces en la línea del falso enlace y muestra sin velos que no hay qué interpretar.El recurso: mitigar la angustia recurriendo a una operación de otra índole "la traducción del inconsciente" ¿Traducción? ¿Construcción? ¿Invención? Insiste una cuestión: ¿qué soporte transferencial avala la eficacia de la misma?La aplicación del psicoanálisis en niños conduce también Freud a reflexionar acerca de necesarias modificaciones en la técnica, en la medida que "el niño es, psicológicamente, distinto del adulto; no posee todavía un superyó; en su análisis, el método de la asociación libre resulta insuficiente, y la transferencia desempeña un papel completamente distinto, ya que el padre y la madre reales existen todavía al lado del sujeto." (Freud, 1918)

Encontramos en Freud interrogantes, y también afirmaciones que modulan la división taxativa entre Neurosis de Transferencia y Neurosis Narcisistas en términos de la capacidad de transferencia, al admitir la existencia de ciertos modos de transferencia que no se ordenan en la vía de la vertiente "motor" de la misma.En la "Presentación Autobiográfica" admite que en las psicosis a menudo la transferencia no está ausente de manera tan completa que no se pueda avanzar cierto tramo con ella. (Freud, 1924). En cambio, en "Puntualizaciones sobre el amor de transferencia" "las mujeres de pasiones elementales", al desarrollar una transferencia amorosa que no tolera subrogados llevan al fracaso la posibilidad de continuación del análisis. (Freud, 1914)Modulaciones, interrogantes, indicios, que dan cuenta de una complejización de los conceptos que Freud esboza sin que precipite una conclusión y que lo llevan a no descartar que los límites de aplicabilidad de psicoanálisis puedan ser ampliados, allí invita a que otros acepten el desafío y continúen la tarea.

Lacan por su parte a partir del Seminario "Los cuatro conceptos" vincula la transferencia al Sujeto Supuesto Saber. Parte de las siguientes premisas: "La transferencia es un fenómeno esencial, ligado al deseo como fenómeno nodal del ser humano". "Desde que en alguna parte hay el sujeto supuesto saber... -hay transferencia". "El analista mantiene este lugar por cuanto es el objeto de la transferencia". (Lacan, 1964)Sin embargo se ocupa de remarcar que la experiencia nos prueba que el sujeto, cuando entra en el análisis, dista mucho de concederle este lugar.Luego afirmará que en tanto al analista se le supone saber, también se le supone salir al encuentro del deseo inconsciente. Creemos necesario señalar que esta suposición de saber no es homóloga a que se le conceda ese lugar. La construcción de ese lugar supone un operador previo, el deseo del analista que opera como condición para que esta suposición de saber devenga, efecto de la intervención del analista, despliegue del saber inconsciente y adquiera entonces el estatuto de entrada en transferencia. En este último sentido SSS y saber inconsciente son homólogos, incluso indiscernibles.Pero, si homologamos transferencia a SSS, ¿cómo maniobrar cuando la misma no se ha constituido como tal?, ¿cómo abordar aquellos fenómenos que no se ordenan en términos de saber del inconsciente?

III

La transferencia salvaje, la transferencia amorosa de las mujeres de pasiones elementales, la transferencia en las psicosis introducen un borde en el cual transferencia y sujeto supuesto saber no coinciden. Es decir problematizan un campo que se ordena respecto de la afirmación: "Desde que en alguna parte hay el sujeto supuesto saber... hay transferencia" 6 en tanto parecieran dar cuenta que su inversa no es siempre recíproca.La categoría "transferencia salvaje" propuesta por Lacan en el seminario de "La angustia", da cuenta de esta problemática. (Lacan, 1963 ) Se trata de una dimensión de la transferencia no domesticada por la ligadura significante y por lo tanto no abordable en términos de despliegue del saber inconsciente. Tanto Freud como Lacan recurren a una operación de índole diferente a la interpretación: "manejo de la transferencia".Es, a su vez, esta vertiente de la transferencia la que obliga a Freud a recurrir a la controvertida categoría de transferencia negativa. Más allá de las críticas que Lacan desplegó respecto de la misma encontramos en sus desarrollos algunas menciones que sirven para orientar el problema en tanto la conectan con la emergencia de lo pulsional. (Lacan, 1964)

Es necesario subrayar que la Neurosis de Transferencia enmarcada por la constitución del SSS supone dos dimensiones: una que atañe al saber y un movimiento de investidura libidinal, que comporta al campo de la pulsión. La problemática delimitada apunta a interrogar desde que coordenadas podemos operar cuando lo que comanda la escena es un movimiento libidinal que no se ordena respecto del despliegue de la cadena significante. poniendo en juego lo vano de la repetición.7El esfuerzo de Lacan por demostrar que no todo lo que se pone en juego en un análisis es del orden del significante encuentra en el objeto a un punto de anclaje que permite situar las diferentes dimensiones que atañen a la posición del analista. Sin embargo la escritura del algoritmo de la transferencia presentado en la Proposición del 9 de octubre pareciera permanecer dentro de los límites de formalización sustentados en la existencia de la dimensión significante en tanto soporte material objetivable.El movimiento llevado adelante por Lacan en los comienzos de su obra, destinado a situar la particular incidencia del campo del lenguaje respecto del inconsciente, posibilitó encontrar un sustento que demuestra la distancia entre el psicoanálisis y una práctica de lo inefable. La existencia de esta dimensión significante asegura en el decir de Lacan una matematización combinatoria diferente de la cuantificación.8 A esa altura de su enseñanza Lacan está ocupado en resaltar las desviaciones que se han producido respecto de la letra freudiana. Ubicar la pertenencia del psicoanálisis al ámbito de las ciencias recortando una lógica inherente a su campo es un recurso para interpelar las desviaciones que amenazan la existencia misma del psicoanálisis más que una preocupación epistemológica respecto de la práctica psicoanalítica y sus orígenes. El soporte material de la lengua permite situar cuál es la lógica a la que responden las formaciones del inconsciente y por lo tanto dar cuenta de la lógica que guía las intervenciones del analista allí donde se pone en juego el equívoco significante propio de las formaciones del inconsciente.Sin embargo la formalización del objeto a introduce un campo en relación al cual la lingüística e incluso el programa estructuralista resultan insuficientes ya que la lógica del significante no permite demostrar cómo opera este punto de vacío.El hecho que Lacan escriba el algoritmo de la transferencia sin incluir en esa escritura el objeto a, aún cuando lo designa como referente latente, no deja de tener consecuencias. (Lacan, 1967). Esta escritura pareciera haber contribuido, quizá efecto de una lectura sesgada, a equiparar el campo de la acción analítica al marco del SSS. Equiparación que incide en el modo en que se concibe nuestra praxis. Desde esta perspectiva: ¿De qué modo dar cuenta de la intervención analítica cuando no es el SSS en términos de saber inconsciente lo que ordena la escena?

"...Es allí donde hay que buscar el secreto del análisis", es decir, en el "manejo de la transferencia". Este secreto dice aún de esa instancia que sigue sosteniendo la interrogación por el estatuto del acto analítico.


Notas


1Diferenciamos síntoma de padecimiento, en tanto abordamos al síntoma en términos de formación del inconciente y por tanto efecto de la existencia de un conflicto psíquico.
2 "Además, el hecho de que durante la cura tenemos que luchar incesantemente contra resistencias que saben mudarse en trasferencias negativas (hostiles) opera en sentido contrario a la producción de sugestiones singulares. Tampoco dejaremos de mencionar que un gran número. de resultados singulares del análisis, que de otro modo caerían bajo la sospecha de ser productos de la sugestión, nos son corroborados desde otra fuente inobjetable. Nuestros testigos son en este caso los dementes y los paranoicos, insospechables, desde luego, de recibir una influencia sugestiva".
3 "No siempre se sabe lo que es la transferencia positiva. Yo traté de definirla bajo el nombre de sujeto supuesto saber." (Seminario XXIV)
4 A modo de ejemplo: la maniobra jugada por Freud respecto del análisis del Hombre de los Lobos, intento probablemente desesperado y errado de apostar a restaurar la autoridad incrementándola, no convence siquiera al mismo Freud, quien significativamente destaca que produce una lucidez sólo comparable con la obtenida bajo los efectos de la hipnosis. El resto, los restos transferenciales se mantienen incólumes y por lo tanto la última fase del análisis- que la libido quede a disposición del yo, truncada.
5 Las diferentes interpretaciones que Lacan otorga al SSS varían a lo largo de sus seminarios. Mientras que a la altura del S XI se trata de un sujeto al que se le supone un saber, predominando aquí el valor transitivo del verbo saber, en seminarios posteriores prevalece el valor intransitivo del mismo lo que lleva a postular un saber al que se le supone un sujeto. Formulación coherente con la afirmación "un sujeto no es nunca más que un supuesto" lo que implica la caída del sujeto colocado en el lugar del agente. Esta significación de la fórmula reafirma que ya no se trata del Otro como garante de la verdad sino del Otro en tanto inconsciente, significación que permite que Lacan equipare años más tarde el inconsciente al sujeto supuesto saber. Quizá esta duplicidad de la significación permite dar cuenta de dos vertientes del SSS que operan en momentos lógicos diferentes. Así afirmar que desde que hay SSS hay transferencia pondría en juego la vertiente en la que prepondera el valor transitivo del verbo que sostiene el engaño de la existencia de un Otro como garante de la verdad. Efectivamente sin otro no hay transferencia pero esa transferencia no es suficiente para que se produzca la entrada en análisis es decir para que se le conceda al analista ese lugar, esto implica, aunque el analizante no lo sepa, sostener su tarea en el despliegue del saber de su inconsciente, vertiente que pone en juego el valor intransitivo del verbo es decir el despliegue de un saber sin sujeto. Esta diferenciación permitiría entonces postular una transferencia salvaje en tanto no soportada en el saber del inconsciente pero sin embargo en referencia al Otro.
6 En el seminario "Los cuatro conceptos" da una definición que lejos de ser conceptual es sin embargo sumamente ilustrativa dice: "Diremos con más exactitud que la transferencia positiva se da cuando aquel del que se trata, el analista en este caso, ¡pues bien! cae simpático -Y negativa, cuando no se le quitan los ojos de encima."
7 En "El saber del psicoanalista" frente a la pregunta: Qué es el psicoanálisis? encontramos como respuesta:"Hacer un modelo de la neurosis es en suma la operación del discurso analítico. Es en la medida en que quita la dosis de goce. El goce exige en efecto ese privilegio: no hay dos formas de lograrlo para cada uno. Toda reduplicación lo mata. No sobrevive más que si la repetición es vana, es decir, siempre la misma. Es la introducción del modelo lo que acaba con esta repetición vana."Ateniéndonos a la lógica propuesta por Lacan a partir de la conceptualización del plus de goce, la repetición supone pérdida . Sin embargo esto no supone una modificación de la posición del sujeto frente a ese goce, modificación a la que apunta la dirección de la cura y que de no producirse perpetua una recuperación incesante, que merece entoces el calificativo de repetición vana.
8 Matematización del mismo orden que la que está presente en la lingüística y que "... hace de la lingüística la más avanzada de las ciencias humanas".


Bibliografía


1. Freud, S. (1904) "El método psicoanalítico de Freud" En Obras completas, Bs. As., Amorrortu editores, 1979, Volumen 7
2. Freud, S. (1916) "La terapia analítica" Lecciones Introductorias al Psicoanálisis". En Obras completas, Bs. As., Amorrortu editores, 1979, Volumen 16.
3. Freud, S. (1916) "La transferencia" Lecciones Introductorias al Psicoanálisis". En Obras completas, Bs. As., Amorrortu editores, 1979, Volumen 16.
4. Freud, S. (1912 ) "La dinámica de la transferencia" En Obras completas, Bs. As., Amorrortu editores, 1979, Volumen 12
5. Freud, S. (1938) "Esquema del psicoanálisis" En Obras completas, Bs. As., Amorrortu editores, 1979, Volumen 23
6. Freud, S. (1924) "Presentación autobiográfica" En Obras completas, Bs. As., Amorrortu editores,1979, Volumen 20
7. Freud, S. (1918) "Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica" En Obras completas, Bs. As., Amorrortu editores, 1979, Volumen 17
8. Freud, S. (1914) "Puntualizaciones sobre el amor de trasferencia" En Obras completas, Bs. As., Amorrortu editores, 1979, Volumen 12
9. Lacan, J. (1977) "Lo no sabido que sabe de la una-equivocación" S XXIV Inédito
10. Lacan, J. (1964) "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis" S XI . España, Barral Editores, 1974.
11. Lacan, J. (1963) "La angustia" S X Inédito.
12. Lacan; J. (1967) "Proposición del 9 de octubre de 1967"




LAZNIK, David and LUBIAN, Elena. The transference: from the supposition to the not domesticated. Anu. Investig. - Fac. Psicol., Univ. B. Aires. [online]. Jan./Dec. 2005, vol.12 [cited 11 August 2009], p.229-233. Available from World Wide Web: . ISSN 1851-1686.


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lunes, 10 de agosto de 2009

La energía oculta del universo

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por Federico Kukso



Las preguntas ¿qué es el universo?, ¿de dónde viene y a dónde va?, ¿existirá para siempre?, son el campo de trabajo de los cosmólogos, a quienes ahora la vida se les complicó con la energía oscura.



Los cosmólogos y demás científicos que estudian el universo a gran escala suelen ser personas embebidas de preguntas de peso del tipo ¿cómo nació el cosmos?, ¿de qué manera evoluciona? o, peor, ¿cuál será su destino final? Pero cuando pensaban que tenían suficiente con estos interrogantes y sus implicancias filosóficas (como de dónde venimos y adónde vamos), en 1998 salió a flote un nuevo ingrediente cósmico que complicó aún más las cosas: la “energía oscura”, vasta y misteriosa –que nadie vio porque no se puede ver– que estaría desgarrando el espacio. “Todavía no hay nada seguro que diga ‘la energía oscura es esto’; sin embargo, hay indicios”, preocupa y tranquiliza al mismo tiempo el físico Gabriel Bengochea, miembro del Grupo de Teorías Cuánticas Relativistas y Gravitación (encabezado por Rafael Ferraro) del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE/UBA).

–¿Cuáles son esas pistas?

–El modelo del Big Bang, o sea, el modelo cosmológico que intenta explicar el universo en el que nos encontramos, sostiene que el espacio está constituido por tres formas de energía o materia. Una es la materia hecha por átomos: las galaxias, los planetas...

–Y nosotros.

–Claro. Todo eso constituiría solamente el 4 % de todo el contenido del universo. Se cree que otro 23% está formado por la “materia oscura”, que a diferencia de la materia común y corriente no estaría hecha por átomos, sino por algo que no sabemos qué es pero que tiene presencia. Y lo demás, el 73 %, sería energía oscura, que tampoco sabemos muy bien lo que es.

–Entonces, ¿qué se sabe?

–Desde 1929, gracias al astrónomo norteamericano Edwin Hubble sabemos que el universo se está expandiendo. A partir de 1998, un equipo de cosmólogos encontró que sus observaciones hechas a supernovas, estrellas muertas que sirven para medir distancias entre galaxias, se ajustaban solamente si se agregaba un nuevo contenido al universo. Ocurre que el universo además de expandirse se expande cada vez más rápido. Y ahí se empezó a hablar de energía oscura.

–Pero, ¿dónde estaría?

–Primero es preciso decir que la energía oscura no tendría masa y que estaría distribuida uniformemente por todo el universo actuando de manera no gravitacionalmente atractiva sino repulsiva. La energía oscura estaría en todo el espacio, llenándolo de manera uniforme. La materia común y corriente y la energía oscura no interactuarían. Y se llama “oscura” porque no se la puede ver en ninguna longitud de onda. Sí se infiere su presencia indirectamente. Lo que se trata de descifrar es la naturaleza de esta energía.

–Sería pues una cualidad más del universo, ¿no?

–Algo así como la culpable de la aceleración; algo inherente al espaciotiempo.

–Todo el universo que podemos ver, todas las estrellas, todo, en el inicio estaba contenido en una región del tamaño de un átomo. ¿La energía oscura también?

–Sí, lo que sucede es que actualmente uno u otro componente dominaría en el negocio del universo. La energía oscura hasta hace relativamente poco –en el sentido cosmológico– no se manifestaba. El universo se venía expandiendo pero cada vez más despacio; se venía frenando porque la materia ejercía su atracción gravitatoria que reducía el ritmo de expansión. Pero llegó un momento, cuando el universo tenía siete mil millones de años (la mitad de los años que tiene hoy), en el que la energía oscura pasó a dominar por sobre la materia hecha por átomos. Y a partir de ese momento el universo dejó de desacelerarse para acelerarse.

–Con todo esto, el universo sería aún algo más difícil de imaginar.

–Puede ser. Las mediciones actuales indican que el universo sería un plano gigante en expansión.

–Lo malo es que no podemos salir del universo, mirarlo y decir cómo es.

–Exacto, habría que agregar una dimensión más a las cuatro que se conocen (tres espaciales y la otra, el tiempo).

–Se dice que esta aceleración a medida que pase el tiempo hará que veamos cada vez menos cosas lejanas en el cielo pues acabarán desapareciendo ante nuestros ojos al alejarse de nosotros cada vez más de prisa. Y que dentro de 100 mil millones de años, el universo visible habrá desaparecido.

-Sí, eventualmente el universo morirá. Posiblemente se expanda cada vez más rápido (teoría del “Big Rip”). También hay modelos que dicen que esa expansión algún día comenzará a frenarse y a colapsar (teoría del “Big Crunch”). Es difícil de imaginarlo porque no podemos armar un universito en un laboratorio.

–Pero hay simulaciones...

–Sí, claro. Usando muchas computadoras se puede poner ciertos ingredientes en el universo, digo cómo están ligadas las cosas y hago que la computadora resuelva las ecuaciones y diga cómo esas cosas se van a mover y veo adónde llega. Justamente si ponés sólo materia hecha por átomos al día de hoy no hay ninguna simulación que logre reproducir el universo que observás. Sí o sí tenés que poner materia oscura y para modelar otros detallitos, energía oscura.

–Todo esto es bastante oscuro. Al lado de tanto espacio, ¿qué lugar tiene el ser humano?

–Un simple cálculo: nosotros estamos al lado de una estrella; esta estrella, el Sol, forma parte de una galaxia llamada la Vía Láctea que contiene –una más, una menos– aproximadamente 300 mil millones de estrellas. Y eso ocurre en solamente una galaxia, de las miles de millones que se cree que existen.

–Y eso es sólo el 4 por ciento de todo.

–Sí, hay que admitirlo: somos (casi) nada.



Diario Página 12 29/6/2005.-


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jueves, 6 de agosto de 2009

Cómo nos condiciona el pasado familiar

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Por Gabriela Navarra



Un novedoso enfoque toma en cuenta a los antepasados



Entre las cuestiones que dejan en herencia los antepasados no están solamente la sangre, el apellido, los bienes o los parecidos físicos. También nos entregan sus conflictos, a menudo irresueltos, y los dejan sin querer en manos de sus descendientes, nosotros, que tampoco sabemos bien qué hacer con ellos.

Así, pueden repetirse durante varias generaciones enfermedades, situaciones trágicas, relaciones difíciles o muertes prematuras en una misma familia, sin que se advierta su conexión. Es que buena parte de los dramas familiares radica en lo no dicho, en los secretos que se pretende ocultar y que siempre, por una u otra ranura, escaparán.

Anne Ancelin Schützenberg, psicoanalista francesa especialista en psicodrama, terapeuta de grupos y profesora emérita de la Universidad de Niza, es una reconocida especialista internacional en el tema, y recientemente visitó Buenos Aires.

Después de dos horas de conferencia y media hora más dedicada a firmar autógrafos sobre la primera página de su libro “Ay, mis ancestros”, puesto en venta al cabo de la charla, la psicoanalista francesa recibe a LA NACION. Con sus 85 años a cuestas y una bronquitis que la abatió durante toda su estada en Buenos Aires, ensaya un almuerzo rápido consistente en obleas y frutas. La charla, que ha prometido durará 10 minutos, se extiende bastante más, porque la experta, que al principio se muestra reticente, finalmente se entrega al intercambio y se explaya sin reparos.

-¿Hay familias o casos en que es más útil su forma de trabajo?

-(Piensa y demora en responder.) Es más útil cuando hay repeticiones históricas en una familia.
-¿Pero cómo se conocen las repeticiones si uno de los problemas es que las familias guardan secretos?

-(Otra vez piensa y se demora.) A veces la gente siente que hay "algo" ahí que no está del todo claro.

-¿Entonces?

-Entonces busca. Por ejemplo, me tocó ver a una joven que tenía una hermana melliza. Después de la muerte de su madre, esta muchacha se enfermó mucho. El médico de su madre le dijo que estudiara un poco qué había pasado en el momento de su nacimiento. La joven buscó, investigó y descubrió que eran dos niñas adoptadas, que no eran mellizas aunque se las vestía como si lo hubieran sido. Sufrió mucho, pero estuvo mejor desde que supo la verdad. Hizo una psicoterapia y se restableció.

-En tanto el hijo adoptado no conoce su historia familiar biológica, ¿no sufre un daño aunque sea amado y se le diga la verdad? ¿Desaconseja la adopción?

-No, no la desaconsejo. Los chicos están mucho mejor en una casa adoptiva que en un orfelinato. Muchos hijos adoptados sufren por haber sido o sentirse rechazados por sus padres biológicos. Pero lo más traumatizante no es nunca la adopción, sino el secreto.

-Usted trabaja con un genosociograma, un árbol genealógico donde incluye varias generaciones, consignando nombres, parentescos, profesiones... ¿Lo construye a partir de lo que el paciente dice?

-El paciente lo hace de memoria y se verifica después. A veces la persona dice: Nací tal día... No, me equivoqué, nací otro día, y en ese caso la fecha supuestamente falsa es tan importante como la fecha verdadera.

-¿Cree que existe un alma familiar transgeneracional a través de la que viajan ciertos conflictos?

-No. Personalmente creo en el alma, pero pienso que el alma es individual. Pienso como Freud, que lo que no conocemos es como un iceberg: las dos terceras partes están bajo el agua, y eso es lo que nos está gobernando.

-¿Entonces cree en un inconsciente familiar o colectivo?

-Freud descubrió el inconsciente individual, Jung el inconsciente colectivo, Moreno el inconsciente familiar y ahora hablamos de un inconsciente familiar transgeneracional.

-Usted relata casos de personas que enferman a la misma edad en que enfermó o murió un familiar muy cercano con frecuencia trágicamente y que de esa manera se establecen lealtades invisibles entre ellos. Si se advierten esas coincidencias, ¿la persona se cura?

-Hay un efecto sorpresa, de catarsis o de shock. Y a veces la persona se cura, aunque lo importante es que la sanación permanezca.

-¿Y cómo se logra?

-Para que los cambios perduren es necesario que se inscriban en el inconsciente y en el cuerpo, en el sistema biológico. Y esto lleva tiempo.

-¿Hay gente en la Argentina formada con su estilo de trabajo?

-No. Hay psicoanalistas y psicodramatistas que están empezando a trabajar sobre repeticiones familiares.

-¿Siempre se logra catarsis?

-No siempre. Hay un fin simbólico que se le da a la historia. Por ejemplo, hice una demostración en Alemania con una mujer que no tenía hijos, aunque ella y su marido eran fértiles.
Le pedí que hiciera el árbol genealógico. Le pregunté cuál era la profesión del padre. Era militar. La profesión del abuelo, militar y la misma del bisabuelo. Y me dijo: No busque más. Es una familia de prusianos; son militares desde la época de las Cruzadas . Le pregunto si habían participado en las Cruzadas, me dice que sí.
Yo utilizo mi inconsciente cuando trabajo, no para decir lo que siento sino para utilizar lo que estoy sintiendo. Entonces me pasa por la cabeza un libro que se llama "Las Cruzadas vistas por los musulmanes", escrito por un musulmán, y le digo que en este libro cuentan que los cruzados tomaban a los chicos musulmanes por los pies y les rompían la cabeza contra los muros. Cuando le digo esto, la señora empieza a gritar. Grita y llora, y le digo: Deje salir la emoción . Después yo murmuro "pobres chicos", y ella dice "sí, pobres chicos." "Estos chicos deberían estar en paz", agrego, y ella asiente. Entonces pregunto qué podríamos hacer, y dice que habría que cantar una canción de cuna en árabe. Era difícil porque estábamos en Alemania, en un congreso de europeos. Creo en mi propia suerte. Pregunté en la sala si alguien conocía una canción de cuna árabe y alguien dijo "soy partera, de Yemen", entonces cantó una canción de cuna árabe. La mujer se calmó. Después de eso su vida cambió positivamente.

-¿Cree en la reencarnación?

-Tuve una conversación muy interesante con el Dalai Lama. El me preguntó qué pensaba de la reencarnación, y le respondí que no puedo ver a mi abuelo como una vaca sagrada. Es respetable, pero no es mi cultura. Lo que veo es que se repiten cosas de la propia familia y que cuando se busca se encuentran las repeticiones. A veces hace falta tiempo, a veces es imposible. Y otras veces se encuentra, y mucho.


Diario La Nación 18/1/2003.-


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Internet e información: ¿Una nueva era?

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por Carlos F. De Angelis
Sociólogo y docente - Universidad de Buenos Aires



¿Es Internet un espacio realmente democrático como sostienen muchos? ¿Es verdad que la información en Internet desplazará en breve a los medios impresos y a otros medios de comunicación? Son preguntas que intenta responder Carlos De Angelis, a partir de estudios sobre “Internet informativa”.
Internet como medio de información seduce a millones de argentinos. Se trata de una herramienta de enorme facilidad que ofrece información en tiempo real. De aquí surgen dos preguntas fundamentales: ¿Cuál es el lugar de la “Internet informativa” con respecto a los demás medios?, ¿cuáles son las preferencias del internauta en busca de noticias?

Encuestas realizadas en Capital Federal y Gran Buenos Aires durante 2008 identifican que internet como fuente informativa ya ocupa un lugar de importancia. De sus múltiples fuentes de información, el 80% de los consultados refieren a la televisión, contra el 27,6% de radio, el 26,5% de diarios, mientras que acude a internet el 24,3%.

No obstante, el desarrollo de los medios “on line” durante 2008 da por tierra la idea de un reemplazo arrollador de los diarios papel por internet. Se comienza a comprender que el consumo de información a través de la red presenta un comportamiento variable en el tiempo, en función de momentos del país, o temáticas específicas. Un ejemplo de esto fue el conflicto con el campo durante el 2008, que aumentó la necesidad del análisis del diario papel, sobre la inmediatez de la información vía web. Se trata de soportes que, a veces, están en competencia y a veces funcionan en forma complementaria. Sin embargo, con algunas excepciones, al día de hoy, el diario papel gana la batalla.

Mientras que el mercado de los periódicos tiene una estructura estable y madura, poco permeable a los cambios bruscos, la web informativa presenta un panorama innovador y cambiante donde encuentran espacios otros jugadores.

En este sentido, “Internet informativa” es todavía un barajar y dar de nuevo. Medios con escasa o ninguna presencia en papel, y aun medios locales, asoman su cabeza, buscando lectores con intereses específicos, como deportes y finanzas.

También es curioso que algunas menciones apunten a medios inexistentes pocos años atrás. Los buscadores Yahoo! y Google también surgen como respuesta de quienes dicen informarse por Internet. Son especialmente elegidos por las nuevas generaciones, que se alejan progresivamente de los soportes característicos de década pasadas. Ambos buscadores son hoy difusores globales de noticias, con cierto parecido a las tradicionales agencias de noticias, pero con una llegada global. Al igual que MSN, la página de Microsoft Hotmail, Yahoo! y Google presentan resúmenes informativos personalizables, pero aún basados en los medios tradicionales. La presencia de ambos gigantes de la web mundial como medios abre el debate sobre la difundida teoría de la democratización informativa en internet.

Finalmente surge una mención sorprendente: es el caso de Youtube. A la gravitación de la “gran noticia” tradicional se le agrega el “pequeño testimonio” de quien “sube” su grabación casera en una página de videos. Allí donde las esferas públicas y privadas se confunden es donde Internet se configura como un medio distinto, donde lo efímero y lo breve tienen su primacía. Esta presencia en la “Internet informativa” tiene aún un rol marginal (el peso de estas respuestas no es significativo), pero ayuda a pensar si la idea misma de la información está mutando de concepto y contenido.


Diario Página 12, 22/4/2009.-


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martes, 4 de agosto de 2009

La mente de los expertos en excusas

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por Benedict Carey
The New York Times


NUEVA YORK.- Cada examen con mala calificación, cada fecha de entrega perdida y cada proyecto trunco da la oportunidad de intentar nuevas excusas. Fue por una pelea en casa, por el gato enfermo, por una emergencia en el trabajo.

Esta clase de conversación es tan familiar que la mayoría de la gente la rechaza rápidamente, incluso cuando sale de sus propios labios.

Esta es una razón por la que los genuinos artesanos de la excusa, y hay millones de ellos, no esperan hasta ahogarse para practicar su habilidad. Ellos se frenan a sí mismos, en serio, antes de comenzar con un objetivo o ante la realización de un logro. Sus excusas ya vienen con anterioridad: nunca asistí a clase, estaba con resaca en la entrevista, no tenía ni idea de los requisitos para ser aceptado en la universidad.

"Esto es un verdadero autosabotaje, como beber mucho antes de una prueba, saltearse las prácticas o utilizar un equipo realmente pobre -afirmó el doctor Edward R. Hirt, psicólogo de la Universidad de Indiana-. Algunas personas hacen esto seguido y a menudo no queda claro si son completamente conscientes de que lo hacen o del precio que se paga por ello."
Bajas expectativas

Los psicólogos han estudiado este tipo de conducta desde por lo menos 1978, cuando Steven Berglas y Edward E. Jones utilizaron la frase "auto perjuicio" para describir a los estudiantes de una investigación que eligieron tomar una droga que les dijeron iba a inhibir su rendimiento en un examen (la droga en realidad era neutra).

El impulso va mucho más allá de producir una mera baja de expectativas y tiene más que ver con proteger la propia imagen que con conflictos psicológicos enraizados en etapas tempranas del desarrollo, en el sentido freudiano. Investigaciones recientes han ayudado a clarificar no sólo quién tiene esa inclinación sino también a conocer sus consecuencias, y sus posibles beneficios.
En la concepción original, los doctores Berglas y Jones identificaron ese comportamiento de autoperjuicio en estudiantes a los que se les dijo que habían pasado un test hecho con preguntas imposibles de contestar. Ellos habían tenido éxito sin saber cómo ni por qué.

"Esta es la gente a la que se le dice que es brillante, sin saber cómo se llegó a esa conclusión", aseguró el doctor Berglas, que hoy es instructor ejecutivo en el área de Los Angeles. El comprendía el impulso, dijo, porque él mismo había tomado drogas en la escuela secundaria antes de rendir el SAT (sigla inglesa de Scholastic Aptitude Test, Test de aptitud escolástica) en el que se esperaba que obtuviera clasificaciones perfectas, una proeza excesiva que aportó la semilla para la teoría.

El impulso de atacarse uno mismo parece ser más fuerte en los hombres que en las mujeres. En los estudios, el doctor Hirt y otros han medido la tendencia al pedir a los voluntarios que evaluaran hasta qué punto una serie de afirmaciones describían su propia conducta, como por ejemplo: "Trato de no involucrarme demasiado en actividades competitivas para no salir demasiado herido si pierdo o si obtengo un resultado pobre".

Los hombres tienden a tener un puntaje más alto en estas mediciones, y en los estudios de laboratorio tienden a perjudicarse a sí mismos más que las mujeres.

Sin embargo, si se les da la oportunidad y una buena razón, la mayoría de las personas declararan una cierta tendencia a buscar las desventajas. En un estudio publicado el último verano, Sean McCrea, psicólogo de la Universidad de Konstanz, en Alemania, describió experimentos en los cuales manipuló los puntajes de los participantes en varios tests de inteligencia. En algunos, los sujetos podían elegir prepararse antes de dar el examen o podían unirse al grupo "sin práctica previa".

Con bastante seguridad, el doctor McCrea encontró que los que obtuvieron malas calificaciones lo atribuyeron a la falta de práctica, si era el caso, y que citar esa desventaja amortiguaba el golpe a la confianza en sí mismos.

Pero la desventaja también tuvo otro efecto. En otro experimento, los participantes que tuvieron una buena excusa para sus bajas clasificaciones como ruidos que los distraían a través de los auriculares que utilizaban durante el examen, estaban menos motivados a prepararse para otro examen que los que no tenían excusas. "La desventaja les permitía decir «considerando todo esto, en realidad lo hice bastante bien» -afirmó el doctor McCrea en una entrevista por teléfono-. Y no hay forma de mejorar."

El malestar que produce el bochorno es, de alguna manera, lo que dispara la motivación.
A corto plazo

Como estrategia a corto plazo, el ponerse en desventaja uno mismo es a menudo nada más que un ejercicio de autoengaño. Estudios en alumnos universitarios encontraron que los que lo hacen habitualmente, que faltan a las clases, que no cumplen con los plazos de entrega, que no compran los libros de texto, tienden a considerarse dentro del 10% mejor de la clase, a pesar de que sus calificaciones son bajas y se ubican entre la C y la D.

Los que tuvieron éxito a pesar de su coqueteo con el desorden habitualmente se hacen cada vez más afectos a esta conducta ya sea por el alcohol o drogas o por resistir las reglas. "Al tener éxito, crecen las expectativas y su conducta se vuelve más extrema", aseguró el doctor Berglas, autor de Reclaiming the Fire: How Successful People Overcome Burnout (Reclamar el fuego: cómo hace la gente exitosa para superar el bochorno).

Pero la táctica no engaña a muchos. En un estudio reciente, Jamos C. McElroy, de la universidad Iowa, y Michael Crant, de Notre Dame, hicieron que 246 adultos evaluaran la conducta de personajes de varias anécdotas. La impresión de los participantes comenzó a empeorar luego de la segunda vez que el personaje recurría a citar desventajas.

"Lo que sucede acá es que si uno lo hace a menudo, los observadores atribuyen el resultado de sus acciones a uno mismo, pero comienzan a verlo como parte de su propia disposición, por ejemplo, lo ven como un quejoso", escribió el doctor McElroy en un mensaje por e-mail. "Pero se puede evitar que esto suceda si otro habla de las desventajas por uno, y sorprendentemente, aunque ellos también lo hagan con frecuencia.

Eso también es muy conocido entre los mejores inventores de excusas: para mejores resultados hay que reclutar a algún defensor.

Lo importante para algunos es, sin importar el método, evitar considerar una explicación alternativa.


Traducción de Maria Elena Rey


Diario La Nación 10/1/2009.-


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Otros usos de la tecnología

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por Inés Dusell
Doctora en Educación, Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos.
Coordinadora del área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)



A estas alturas, poco puede dudarse de que las nuevas tecnologías, en los formatos que conocemos o en otros que nos sorprenderán dentro de poco, llegaron para quedarse entre las nuevas generaciones.

La investigación presentada muestra evidencias de que una abrumadora mayoría de los chicos son usuarios avezados y frecuentes de los nuevos medios. Es interesante observar que Internet compite con el tiempo de estudio escolar y la lectura, pero también con la televisión. Estamos siendo contemporáneos de un proceso de transformación de los propios medios, de las formas de consumo y del tipo de interacciones que proponen. No sabemos cómo ni dónde desembocará ese proceso -si es que en la historia hay algo así como un fin o desembocadura-, pero podemos prever algunas tendencias que plantean tareas para el presente.

Aunque no aparecen referencias al sector socioeconómico en la información provista, pueden sospecharse disparidades en la forma de acceso (a través de banda ancha o teléfono, computadora propia o cibercafé) y en los usos que se hacen de las tecnologías disponibles.

Este no es un dato menor. Hay por lo menos cuatro usos posibles de las nuevas tecnologías: simulación, navegación, comunicación y entretenimiento. Que los chicos y jóvenes se concentren en las dos últimas y tengan pocos recursos para interrogarse sobre qué posibilidades de interacción se les abren con otros mundos de conocimiento tendría que preocuparnos más a docentes y padres. El currículum escolar, muchas veces centrado en enseñar programas de software que serán inútiles dentro de poco, tendría que revisarse para ayudar a las nuevas generaciones a hacer un uso más relevante y más desafiante de lo que proponen las nuevas tecnologías.


http://educacion.blog.unq.edu.ar
UNQ - Universidad Nacional de Quilmes


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