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jueves, 20 de octubre de 2011

Tercer cumpleaños!!!

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Y cumplimos tres años, a veces más rapido otras mas lento pero sin perder el paso. Sigo en el camino con la seguridad y fuerza que me dan todos los que me han acompañado y acompañan cotidianamente. Solo tengo palabras de agradecimiento. Pero a propósito del cumple quería dejarles un regalo de mi cosecha. Para todos ustedes un poema mío de mí.


Entretiempos






Cuando te vas
revuelvo los cajones
buscando pistas, anclas...
cosas de ayer, insisto
miro una foto vieja
reviso servilletas y cuadernos
y no me reconozco,
pues, no parece mi letra
es otro el que escribe?
es,.. escritura de domingo
plena de silencios
alborotada todavía
con un dejo de perfume
a almizcles nocturnos
y vinos prematuros



Es una letra atiborrada,
repleta a tope que derrama
engaños consentidos
promesas a incumplir
dolores pospuestos
una letra.. de ocasión
vacia de esperanza
como un plazo fijo
agotada en si misma



Y no es mi letra lo aseguro,
yo, siempre escribo, apurado
una letra redondita,
prolijamente entinta.



Y sin embargo arteramente
hago míos estos versos
aunque los sienta ajenos
porque sé de tus ausencias
me apuro, alzo la voz
sumo pasión apasionada
a viejos códigos y claves
aprieto el paso sin hesitar,
seguro de dominar tu ciudadela
pero con certeza y a sabiendas
de mi precaria arquitectura



Cuando te vas...
suenan las alarmas
miro sobre el hombro
y me agito, el pecho pleno
corazón sabiondo
de la espera permanente
pertinaz y tozudo
de regalo y moño
te espero...







Buenos Aires, 19/10/2011.-


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miércoles, 12 de octubre de 2011

Yo no tengo la culpa

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por Roberto Arlt





Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se me hacen algunos elogios. Pues bien, hoy he recibido una carta en la que no se me elogia. Su autora, que debe ser una respetable anciana, me dice:
"Usted era muy pibe cuando yo conocía a sus padres, y ya sé quién es usted a través de su Arlt".
Es decir, que supone que yo no soy Roberto Arlt. Cosa que me está alarmando, o haciendo pensar en la necesidad de buscar un pseudónimo, pues ya el otro día recibí una carta de un lector de Martínez, que me preguntaba:
"Dígame, ¿usted no es el señor Roberto Giusti, el concejal del Partido Socialista Independiente?"
Ahora bien, con el debido respeto por el concejal independiente, manifiesto que no; que yo no soy ni puedo ser Roberto Giusti, a lo más soy su tocayo, y más aún: si yo fuera concejal de un partido, de ningún modo escribiría notas, sino que me dedicaría a dormir truculentas siestas y a "acomodarme" con todos los que tuvieran necesidad de un voto para hacer aprobar una ordenanza que les diera millones.
Y otras personas también ya me han preguntado: "¿Dígame, ese Arlt no es pseudónimo?".
Y ustedes comprenden que no es cosa agradable andar demostrándole a la gente que una vocal y tres consonantes pueden ser un apellido.
Yo no tengo la culpa que un señor ancestral, nacido vaya a saber en qué remota aldea de Germanía o Prusia, se llamara Arlt. No, yo no tengo la culpa.
Tampoco puedo argüir que soy pariente de William Hart, como me preguntaba una lectora que le daba por la fotogenia y sus astros; mas tampoco me agrada que le pongan sambenitos a mi apellido, y le anden buscando tres pies. ¿No es, acaso, un apellido elegante, sustancioso, digno de un conde o de un barón? ¿No es un apellido digno de figurar en chapita de bronce en una locomotora o en una de esas máquinas raras, que ostentan el agregado de "Máquina polifacética de Arlt"?
Bien: me agradaría a mí llamarme Ramón González o Justo Pérez. Nadie dudaría, entonces, de mi origen humano. Y no me preguntarían si soy Roberto Giusti, o ninguna lectora me escribiría, con mefistofélica sonrisa de máquina de escribir: "Ya sé quién es usted a través de su Arlt". Ya en la escuela, donde para dicha mía me expulsaban a cada momento, mi apellido comenzaba por darle dolor de cabeza a las directoras y maestras. Cuando mi madre me llevaba a inscribir a un grado, la directora, torciendo la nariz, levantaba la cabeza, y decía:
–¿Cómo se escribe "eso"?
Mi madre, sin indignarse, volvía a dictar mi apellido. Entonces la directora, humanizándose, pues se encontraba ante un enigma, exclamaba:
–¡Qué apellido más raro! ¿De qué país es?
–Alemán.
–¡Ah! Muy bien, muy bien. Yo soy gran admiradora del kaiser –agregaba la señorita. (¿Por qué todas las directoras serán "señoritas"?) En el grado comenzaba nuevamente el vía crucis. El maestro, examinándome, de mal talante, al llegar en la lista a mi nombre, decía: –Oiga usted, ¿cómo se pronuncia "eso"? ("Eso" era mi apellido.) Entonces, satisfecho de ponerlo en un apuro al pedagogo, le dictaba:
–Arlt, cargando la voz en la ele.
Y mi apellido, una vez aprendido, tuvo la virtud de quedarse en la memoria de todos los que lo pronunciaron, porque no ocurría barbaridad en el grado que inmediatamente no dijera el maestro:
–Debe ser Arlt.
Como ven ustedes, le había gustado el apellido y su musicalidad.
Y a consecuencia de la musicalidad y poesía de mi apellido, me echaban de los grados con una frecuencia alarmante. Y si mi madre iba a reclamar, antes de hablar, el director le decía:
–Usted es la madre de Arlt. No; no señora. Su chico es insoportable.
Y yo no era insoportable. Lo juro. El insoportable era el apellido. Y a consecuencia de él, mi progenitor me zurró numerosas veces la badana.
Está escrito en la Cábala: "Tanto es arriba como abajo". Y yo creo que los cabalistas tuvieron razón. Tanto es antes como ahora. Y los líos que suscitaba mi apellido, cuando yo era un párvulo angelical, se producen ahora que tengo barbas y "veintiocho septiembres", como dice la que sabe quién soy yo "a través de su Arlt".
Y a mí, me revienta esto.
Me revienta porque tengo el mal gusto de estar encantadísimo con ser Roberto Arlt. Cierto es que preferiría llamarme Pierpont Morgan o Henry Ford o Edison o cualquier otro "eso", de esos; pero en la material imposibilidad de transformarme a mi gusto, opto por acostumbrarme a mi apellido y cavilar, a veces, quién fue el primer Arlt de una aldea de Germanía o de Prusia, y me digo: ¡Qué barbaridad habrá hecho ese antepasado ancestral para que lo llamaran Arlt! O, ¿quién fue el ciudadano, burgomaestre, alcalde o portaestandarte de una corporación burguesa, que se le ocurrió designarlo con estas inexpresivas cuatro letras a un señor que debía gastar barbas hasta la cintura y un rostro surcado de arrugas gruesas como culebras?
Mas en la imposibilidad de aclarar estos misterios, he acabado por resignarme y aceptar que yo soy Arlt, de aquí hasta que me muera; cosa desagradable, pero irremediable. Y siendo Arlt no puedo ser Roberto Giusti, como me preguntaba un lector de Martínez, ni tampoco un anciano, como supone la simpática lectora que a los veinte años conoció a mis padres, cuando yo "era muy pibe". Esto me tienta a decirle: "Dios le dé cien años más, señora; pero yo no soy el que usted supone".
En cuanto a llamarme así, insisto: Yo no tengo la culpa.



Aguafuertes porteñas. Ediciones colihue. 




domingo, 9 de octubre de 2011

Una aplicación telemática ayuda a dejar de fumar

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por María Lázaro Santiago




CP-F (Control de Pacientes Fumadores) es una herramienta telemática creada por la empresa Hesoft Group junto con la Unidad de Tabaquismo del Hospital Santa María de Lleida. En palabras de Josep Cuadrado, creador del proyecto junto a Francesc Solana, “CP-F es una aplicación que disminuye el tiempo de trabajo del especialista y ofrece un seguimiento más constante del paciente”.



El objetivo que persigue esta aplicación telemática es conseguir que el tratamiento de deshabituación del tabaco se logre de “la forma más agradable posible”. Por ello, se le hace al paciente un seguimiento técnico y psicológico a través de mensajes SMS de refuerzo, de manera que se sienta en todo momento arropado por su médico y se le motive a no recaer.

Durante el año que dura el tratamiento, el paciente va recibiendo mensajes SMS diferentes y originales por parte de su médico. Esos apoyos serán más intensos durante los primeros meses, llegando a alcanzar un máximo de 12 SMS al mes y un mínimo de 4 SMS. Dentro de esos caracteres que se envían, el paciente encontrará 8 mensajes de apoyo y de motivación de su conducta junto a un test semanal donde se le pregunta sobre su estado de ánimo. La biodireccionalidad es la principal novedad que presenta CP-F frente a otros métodos existentes para dejar de fumar.

Además, CP-F le facilita enormemente la labor al médico, ya que según palabras de Cuadrado, “los mensajes SMS son una vía de comunicación más directa que las llamadas telefónicas o los mensajes de correo electrónico usados anteriormente”.

Este programa también permite el seguimiento estadístico y gráfico de todo el proceso del tratamiento al incluir la historia clínica del paciente junto a otras variables como los niveles de ansiedad, de impulsividad, de dependencia, de cooximetría, etc, que van a permitir una posterior interrelación y mayor adherencia al tratamiento. Todo ello facilita a los médicos la gestión, el análisis y el seguimiento de sus pacientes, ayudando a detectar los casos que no siguen el tratamiento o en los que la evolución no es la adecuada.

CP-F tiene 4 tipos de usuarios: los médicos, el personal auxiliar sanitario, los pacientes y el personal de administración y servicios. Cada uno de ellos tiene acceso a diferentes perfiles de la aplicación.

Las características principales de CP-F son:

•Funcionalidad: permite insertar, modificar y suprimir pacientes, visualizar la fase de tratamiento, representar gráficamente la evolución y el estado de los pacientes, visualizar los SMS enviados y recibidos y configurar plantillas de mensajes (como por ejemplo de alertas, refuerzo positivo y test). También tiene soporte multilingüe (castellano, catalán e inglés).

•Usabilidad: los usuarios pueden utilizar el sistema sin ningún tipo de aprendizaje previo. La interfaz es fácil de entender y de utilizar.

•Accesibilidad: desde cualquier punto, tanto dentro como fuera del hospital.

•Prestaciones: el servidor donde está instalado tiene gran conectividad y capacidad de procesamiento. Su diseño sigue la tecnología “Cloud”, que migra las aplicaciones de escritorio hacia servidores virtuales garantizando una gran calidad de servicio.

•Costes: debido a la utilización de la tecnología “Cloud”, el coste de mantenimiento de la aplicación así como del equipamiento informático es muy reducido.



RESULTADOS
El uso de CP-F comenzó en septiembre de 2010 y hasta el momento la han utilizado 210 pacientes con un resultado del “95 por ciento de personas que no han recaído. El 5 por ciento restante lo constituyen pacientes que se lo han pensado mejor y han decidido que no quieren dejar de fumar”, según ha explicado Cuadrado a diariomedico.com.

A 50 de esos 210 participantes se les encuestó para que evaluaran su grado de satisfacción: el 90 por ciento estaba satisfecho y el 70 por ciento lo consideraba la herramienta más útil para dejar de fumar al compararlo con otros tratamientos. En cuanto a su uso, menos de un 10 por ciento de los encuestados habían sufrido problemas de recepción o envío de SMS y un 94 por ciento tenían la sensación de que el médico había estado permanentemente de su evolución.

La gran demanda que presenta este producto está relacionada con la entrada en vigor el pasado 1 de enero de 2011 de la nueva Ley Antitabaco.

Esta herramienta se puede aplicar a todas aquellas patologías que requieran cierto seguimiento por parte del profesional, como la hipertensión, la diabetes, las dietas o el alcoholismo.



Diario Médico 18/5/2011



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viernes, 7 de octubre de 2011

Julio Sosa canta con nosotros

Pa' que sepan como soy



Música: Emilio González
Letra: Norberto Aroldi




Abran cancha... y no se atoren que hay pa' todos y tupido,
tome nota la gilada que hoy da cátedra un varón,
y aunque nunca doy consejos, porque no soy engrupido,
quiero batir mi prontuario... pa' que sepan cómo soy.

No me gusta ser ortiva, ni nací pa' lengua larga,
y aunque me apure la yuta sé callar en la ocasión,
no le doy bola a los grasas que me miran y se amargan,
conservando la distancia sé engrupir con distinción.
En la timba soy ligero, yo nací pa'l escolaso,
no se afane la muñeca cuando sobra calidad,
yo conozco muchos vivos que cayeron en el lazo,
el que liga y se embalurda se deschava sin pensar.

Pa' las pilchas soy de clase
siempre cuido mi figura,
para conquistar ternuras
hay que fingir posición.
Yo conozco bien el fato
para mí el chamuyo es juego
lo bato sencilio y reo
pa' que sepan cómo soy.

Sé muy bien que entre los buscas hay algunos que me chivan,
y me quieren dar la cana por envidia o por rencor,
pero para mí no hay contra, los dejo tragar saliva,
son borrados que no corren, son bagayos de ocasión.
Con guita, cualquiera es vivo, son anzuelos los canarios.
La cuestión es ser un seco y que te llamen señor;
yo la voy de bacanazo, mas si junan mi prontuario
sabrán que soy sin más vueltas... ¡un porteño flor y flor!

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jueves, 6 de octubre de 2011

“Medievales serán ustedes”

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por Leonardo Moledo



Entrevista a Silvia Magnavacca, directora del Centro de Estudios Medievales de la UNSAM - Universidad Nacional de San Martín




–Bueno, en la foto no salió muy medieval, que digamos.

–Mejor así.

–Usted es doctora en filosofía, investigadora del Conicet y dirige el Centro de Estudios Medievales de la Universidad Nacional de San Martín. ¿por qué nos interesa la Edad Media?

–Nos interesa porque, como decía un viejo medievalista, no discutiríamos así a propósito de los hititas. Quiero decir que la Edad Media sigue viva en nosotros. Esta es la razón por la cual hay una ambivalencia. En cierta manera está lejos obviamente y en cierto modo está muy cerca. Esa es la razón por la que la colección de libros sobre Estudios Medievales que dirijo en la Editorial Miño y Dávila se llama “Lejos y Cerca”. Está lejos por los avances de las tecnologías, el desarrollo de las formas de convivencia democráticas, los derechos civiles, pero nuestra vestimenta, los anteojos que usamos, los libros, el derecho de huelga...

–Las universidades...

–Sí, y también los hospitales son creaciones de la Edad Media. Lo que ocurre es que nuestra Edad Media es de alguna manera imaginada, soñada. Porque hay una opacidad en el pasado, especialmente en pasados no recientes. Inevitablemente carecemos de los materiales suficientes. Podemos hacer un tipo de historiografía más exacta sobre la Segunda Guerra Mundial, contamos con filmaciones, documentación que nos permiten una reconstrucción más exacta. En cambio un pasado más lejano como la Edad Media tiene que ser reconstruido por nosotros. Por supuesto que esa reconstrucción tiene que evitar tanto el escollo de la idealización como el escollo de la demonización que tantas veces se hizo sobre la Edad Media. Una de la más grandes medievalistas, María Teresa Fumagalli, dirige la cátedra de filosofía medieval de la Universidad de Milán y tiene un artículo de divulgación cuyo título muy provocador es “Medieval será usted”. Como para pensar, le digo que los campos de concentración por ejemplo son un invento “nuestro”, no son medievales.

–Sí, las persecuciones de brujas también fueron modernas. Además hay muchas “edades medias”, ¿no? No es lo mismo el siglo V que el XIII. Lo que sí es verdad es que a partir de la revolución científica y el Humanismo, hay una ruptura con la atmósfera teológica. Uno lee a Guillermo de Okham, el que quizá llegó más lejos, que habla de libertad de pensamiento pero deja a salvo la teología.

–Guillermo de Okham, sí. Para mí el siglo XIV, en el que pasa de todo, es el gran siglo de crisis; inflaciones, la peste negra que mata a más de la mitad de la población europea, tres papas a la vez un mismo día...

–Como el “día de los tres gobernadores”...

—... el cisma de la Iglesia más grande de la historia. Es un siglo caótico que también se refleja en la discusión intelectual. En esa discusión lo que Guillermo de Okham intenta hacer no es salvar la teología de la discusión filosófica sino salvar la fe. Me parece que es una figura fascinante, por eso Umberto Eco lo rescata.

–Sí, es Guillermo de Baskerville... ¿y Adso?

–Adso es el pasado que lo está mirando. Lo genial que hace Umberto Eco es poner ese pasado en los ojos de un joven que al final contempla el propio desierto de ese pasado.

–El mundo medieval tiene eso que decía Marc Bloch: “ese mundo que se creía tan viejo estaba manejado por gente muy joven”.

–Es cierto, hay documentos históricos en los que se aparece fulano de tal “llegado a la avanzada edad de 50 años”. Y un joven universitario tenía 14, 15 años de edad. De cualquier manera la Edad Media está protagonizada por jóvenes en otro sentido. Es una Edad hecha por disidentes, por autores que han hecho una ruptura con algo anterior. Es una Edad que de algún modo tuvo que iniciarse desde cero, porque lo que quedaba de la Antigüedad fue muy poco. Hubo mucho que reconquistar. Una de las claves de la Edad Media, sobre todo con el Renacimiento carolingio, es que es una gran nostalgia de Roma.

–Porque era el único tipo de civilización que se recordaba.

–La Iglesia misma estaba organizada sobre un sistema romano. Los siglos centrales de la Edad Media son el XI, XII, XIII y son tres formas de escolástica distintas: con Aristóteles, sin Aristóteles y cuando el aristotelismo no pudo satisfacer algo que es una ilusión recurrente.

–¿Y qué es lo que no pudo satisfacer?

–No pudo satisfacer lo que se le exigió: ser la llave maestra de acceso a toda clase de “verdades”. Y cuando el aristotelismo no puede cumplir esta expectativa que se había generado con su reingreso a Occidente, allí empieza a declinar la Edad Media.

–Y a deslizarse hacia el Humanismo.

–Sí. Con el Humanismo se establece una relación diferente con lo divino, con la dimensión trascendente. Hay una espiritualidad nueva. El Humanismo con lo que rompe es con la Iglesia como institución y con que toda “verdad” sea tramitada por la Iglesia. Deja de haber una verdad institucional sacramental y aparece una nueva verdad subjetiva no sacramental.

–De alguna manera esta revolución humanística prepara el terreno para la Reforma.

–Sí, no podría haber habido Reforma sin esta preparación anterior, con estas nuevas formas de fe que van surgiendo.

–Están los que ponen el énfasis en la continuidad entre la Edad Media y la Edad Moderna, y quienes lo ponen en la ruptura. ¿Usted cómo lo ve?

–Conviven líneas de continuidad y líneas de ruptura. Esa convivencia es el gran problema para el historiador. Por ejemplo, un autor como Petrarca en el 1333 escribe una carta que se considera el documento fundacional del Humanismo. Un siglo después sigue habiendo autores muy medievales.

–Bueno, Petrarca se anticipó mucho.

–En pleno movimiento humanístico, en Florencia del siglo XV hay períodos en los que los “intelectuales” ya escriben en vulgar. Una década después se vuelve al latín, el conocimiento vuelve a la torre de marfil. Esto dependía de los vaivenes políticos.

–Usted investiga en esta área, ¿cuál es su objeto de investigación?

–En general nuestros proyectos duran unos tres años. Personalmente en este momento estoy siguiéndoles la pista a las distintas concepciones de la palabra “filosofía” del siglo XII al XIV en autores claves.

–Antes dijimos que no hay “una” Edad Media, hay “mundos medievales”.

–Sí, y hay dos grandes corrientes que prevalecen en los distintos mundos medievales que se suceden. Una de esas corrientes es la filosofía concebida como un saber riguroso, casi científico, escolástico, aristotélico, con reglas que presiden el ejercicio, y la otra que toma la filosofía como una escuela de vida, como preparación para la muerte, mucho más agustiniana. Me estoy dedicando más que nada a Aubrey de Reims que fue rector de la Universidad de París, que hace una defensa de la autonomía de la filosofía en pleno siglo XIII que no se puede creer.

–¿Y en el grupo de Estudios Medievales de la Universidad de San Martín?

–Bueno el CEM (Centro de Estudios Medievales) está integrado por investigadores experimentados como Carlos Ruta, Antonio Turzi, Enrique Corti y jóvenes doctorandos. Estamos investigando acerca del problema del mal. El próximo 3 y 4 de octubre se hará un coloquio en el Edificio Tornavías sobre este tema, para el que hemos convocado a una serie de especialistas. El mismo rector de la Unsam, Carlos Ruta, es un especialista en Meister Eckard.

–Bueno, y ya que estamos... ¿Cómo es el problema del mal en la Edad Media?

–Fuimos a rastrear de qué males se acusa a los filósofos, según ellos mismos, en la Edad Media. Aparecen la soberbia, la melancolía.

–Qué curioso. La melancolía no parece un sentimiento medieval.

–Justamente, por eso es un mal. La tristitia en la Edad Media era considerada un mal, materia prima de la acidia, que fue mal traducida por “pereza”, cuando surge el capitalismo. Pero la acidia es sobre todo un negarse a gozar de los bienes espirituales. Es cuando aquella persona laxa a quien se le dice: ¡mirá qué lindo día de sol!, responde “no, a mí me molesta”.

–Bueno, a veces yo hago eso, en verdad.

–Es curioso. En Italia escuché la expresión “más melancólico que un argentino”. Me pregunto cómo podemos llamar oscura a una Edad que amó tanto la vida, que considera un pecado bajar los brazos ante ella.



Diario Página12 1/10/2008.-



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