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miércoles, 25 de enero de 2012

Imagine por los Playing for change

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Imagine

Letra John Lennon





Imagine there's no heaven
It's easy if you try
No hell below us
Above us only sky
Imagine all the people living for today

Imagine there's no countries
It isn't hard to do
Nothing to kill or die for
And no religion too
Imagine all the people living life in peace

You, you may say
I'm a dreamer, but I'm not the only one
I hope some day you'll join us
And the world will be as one

Imagine no possessions
I wonder if you can
No need for greed or hunger
A brotherhood of man
Imagine all the people sharing all the world

You, you may say
I'm a dreamer, but I'm not the only one
I hope some day you'll join us
And the world will live as one


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jueves, 5 de enero de 2012

El hombre que calculaba

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por Adrián Paenza




El hombre que calculaba es uno de los clásicos de la historia del siglo XX. Pocos libros generaron más adicción entre los difusores de la matemática. Pero lo notable es que siempre quedó claro que era una novela, en donde los problemas y planteos que aparecen son parte de una trama elaborada, en donde el autor participa sin ser el protagonista principal.

El libro fue publicado por primera vez en el año 1949 en Brasil [1]. Su autor fue el matemático brasileño Julio Cesar de Mello e Souza, quien lo firmó con un seudónimo: Malba Tahan. Lo curioso es que el libro (O homem que calculava) no sólo invita a pensar la solución de varios problemas, sino que está escrito en el marco de la cultura árabe con un estilo muy similar al de Las Mil y Una Noches. De hecho, en una de las biografías de Mello e Souza, se sostiene que “varias generaciones de brasileños se introdujeron en la cultura árabe gracias a la influencia del ‘más árabe de los cariocas’” (o sea, los nacidos en Río de Janeiro).

El libro lleva 63 ediciones y ha vendido más de dos millones y medio de ejemplares. Además, fue traducido a más de doce idiomas, que incluyen el inglés, francés, italiano y castellano. El material que presenta de Mello e Souza generó la admiración de diversos autores, pero sobresale uno en particular: Jorge Luis Borges. Borges comentó que después de haber leído El hombre que calculaba había quedado fascinado con los cuentos árabes.

Es muy difícil hacer justicia si uno quiere seleccionar un solo problema. De todas formas, elegí uno que no es ni el más conocido ni el mejor, pero –para mí– contiene la sencillez de lo que seduce como perfecto. Léalo con tranquilidad y dedíquele un rato a pensar la solución. Créame que no se va a arrepentir. Eso sí: voy a escribir una versión libre para no tener que reproducir todo el capítulo, pero verá usted qué interesante que es. Acá va.

Dos personas, digamos A y B, tienen unos panes para compartir con una tercera, a la que llamo C.

A trajo 5 panes y B trajo 3. En cambio C, no aportó ninguno.

Entre los tres comen los ocho panes y, por la generosidad de haberlo compartido, C les ofrece 8 monedas en muestra de agradecimiento.

¿Cómo indicaría usted que se haga la repartición? Cinco monedas para A porque aportó cinco panes, y tres monedas para B porque aportó los tres restantes. ¿Le parece razonable?

Sin embargo, hay otra manera de pensar el problema: C le entrega 7 (¡siete!) monedas a A y la restante (una sola) a B.

¿Por qué esta distribución es más justa que la anterior?


Solución

Como usted advierte, parece “antiintuitiva” esta distribución de monedas por parte de C. ¿Por qué habrían de corresponderle siete a A? Sin embargo, la explicación que provee Malba Tahan es impecable.

Las personas que van a comer son tres: A, B y C.

Sígame ahora con este argumento: como hay en total 8 panes para repartir, cada uno de ellos comerá la tercera parte. O sea, para hacer las cuentas más fáciles, en total hay 24/3 (= 8 ) panes que van a comer entre los tres.

De estos 24/3, cada uno de ellos va a comer 8/3.

Ahora bien: ¿cuántos tercios de pan –de esos 24/3– aportó A y cuántos B?

Como A contribuyó 5 panes, aportó 15/3; mientras que B, que entregó 3 panes al pozo común, ofreció 9/3.

Y ahora llega el momento clave del razonamiento: como A comió 8/3 pero aportó 15/3 de pan, entonces quiere decir que de lo que entregó sobraron 7/3 para que comiera C.

En cambio como B, que aportó 9/3 de pan, se comió 8/3, sólo quedó 1/3 para ofrecerle a C.

Es decir, A aportó 7/3 de la comida de C y B en cambió solamente 1/3. Por eso, en la distribución de las monedas, C optó por darle siete a A y solamente una a B.

¿Por qué uno comete el error de creer que la primera distribución era la correcta? ¿Quiere pensarlo usted por sus propios medios?

Es que esa distribución sería justa si C se quedara con todos los panes para él. Entonces sí, estaría bien que les pagara de esa forma, pero ése no es el caso. C come, es cierto, pero A y B también.

Me imagino que usted estará pensando (lo que pensé yo en el momento que leí el argumento que escribí más arriba): ¡Qué interesante! ¿Cómo no se me ocurrió?

Pero ése es el atractivo mayor que –creo– tiene esta historia. Es sencilla, impecable en su lógica y nos exhibe (una vez más) falibles en nuestras conjeturas. Es obvio que no tiene nada de malo que uno intuya equivocadamente, pero es bueno confrontar con uno mismo y con la realidad cuán frecuentemente esto nos pasa. Al menos, yo sé que a mí me pasa con asiduidad.

[1] Los datos sobre El hombre que calculaba son muy controvertidos. Hay quienes sostienen que el libro fue publicado por primera vez en 1949 y otros, que su primera edición data de 1938. Quienes lean este artículo tengan la generosidad de comprender que mi idea es rendirle tributo a la esencia: el contenido. La veracidad de la historia que rodea al libro no sólo se me escapa sino que, a los efectos de lo que pretendo hacer acá, resulta irrelevante.



Diario página12 5/1/2012



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miércoles, 4 de enero de 2012

Leonardo: los papeles de un genio.

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Por José Andrés Carrazzoni
Extraído de una nota publicada en
Revista "Ciencia Hoy". Volumen 5 N°25



En los años en los que la imprenta se perfeccionaba y Colón llegaba a Latinoamérica, vivía un artista y sabio de condiciones excepcionales, continuador de la pleyade de artistas-técnicos que se iniciara con Brunelleschi en el Quattrocento. El personaje en cuestión, que encarnaba toda la fuerza y el espíritu del Renacimiento, era Leonardo da Vinci. En esta figura universal, el arte, la ciencia y la técnica estaban indisolublemente unidos, como lo prueban las libretas de apuntes que Leonardo llevaba siempre consigo y en las que anotaba, entremezclados, esbozos de figuras para sus cuadros, indicaciones de gastos, pasajes de los autores que leía y dibujos de máquinas que pensaba construir. Sin embargo, hasta fines del siglo XVIII su fama de artista predominó netamente por sobre la del hombre de ciencia, sin duda debido a que los testimonios que dejara de su labor científica quedaron confundidos en un fárrago de papeles difíciles de interpretar; a eso se agregó el deplorable destino que sufrieron tales documentos después de la muerte de su autor, acaecida en 1519. Hace sólo dos siglos que los manuscritos del artista-científico han comenzado a estudiarse seriamente. Leonardo legó todos sus papeles a Francisco Melzi, el fiel discípulo que lo acompañara hasta su lecho de muerte. Cómo aconteció, entonces, su actual dispersión? Melzi, conservó la preciosa herencia hasta su fallecimiento, ocurrido en 1570; luego, Lelio Gavardi, un conocido de la familia, intentó vender 13 de los manuscritos a Francisco de Médici, a quien un asesor, demostrando notable clarividencia, señaló: "Nada de esto puede ser del interés de vuestra Excelencia". Gavardi, desilusionado, entregó los papeles a un amigo llamado Mazzenta, para que los devolviese al hijo de Melzi, Orazio, pero éste no los aceptó y los regaló al segundo de los nombrados. En ese momento entra en escena un escultor de la corte de Felipe II de España, Pompeo Leoni, quien evidenciando gran interés por los manuscritos de Leonardo, consigue que Orazio y Mazzenta le cedan la mayoría de ellos. Entre 1582 y 1590, gran parte de los documentos quedó en manos de Leoni, quien no vaciló en desmembrarlos y reagrupar sus páginas. Esto modificó la disposición original de los escritos de Leonardo, ya que alteró el orden de composición, la cronología y el número inicial de cuadernos. Leoni cedió algunos de ellos a Felipe II y vendió otros, pero entregó la mayor parte a su yerno, quien, hacia 1622, vendió al conde Arconati lo que se conoce como el Codex Atlanticus, que actualmente se encuentra en la Biblioteca Ambrosiana de Milán. Otra parte de los documentos que poseía Leoni fue adquirida por el conde de Arundel y se denomina Colección Windsor. Con el episodio anterior, las aventuras de los manuscritos leonardinos parecían haber terminado; sin embargo, en 1967, la Biblioteca Nacional de Madrid anunció el hallazgo de dos códices que se creían perdidos. Según parece, entre 1620 y 1630, Leoni vendió a Juan de Espina, acaudalado colleccionista español, una parte del corpus leonardino. Espina murió en 1642 y legó sus bienes al rey de España, entre ellos, los libros de Leonardo, que integraron la biblioteca del palacio real hasta 1830, fecha en que pasaron a la Biblioteca Nacional, donde permanecieron ignorados por un siglo y medio.




Revista ConCiencia Año 2 N°3
Revista de divulgación científica de la Secretaría de Ciencia y Técnica
UNL - Universidad Nacional del Litoral



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Entrevista a Antonio Marín Ruiz - Parabienes de la divulgación científica

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Antonio Marín Ruiz es licenciado en filosofía, se ocupa del área de comunicación del Vicerrectorado de Investigación y Relaciones Internacionales de la Universidad de Granada y coordina el proyecto de la Agencia Universitaria de Noticias “Diálogo Iberoamericano”, conocido como AUNDI





Desde allí se brinda un servicio gratuito de noticias sobre informaciones acerca de investigaciones, relaciones internacionales e intercambios universitarios del que participan 530 medios de comunicación de quince países iberoamericanos. La iniciativa es coordinada por la Universidad de Granada y dirigida por profesionales de ANUIES y UNAM, de México; las universidades de Costa Rica; Los Andes –Venezuela-, de Buenos Aires, La Habana y Autónoma de Madrid.
La ciencia y la tecnología hoy, el rol de los medios de comunicación y la relación entre la ciencia y el periodismo, son el eje de este diálogo con Marín Ruiz, quien Además, es profesor de Comunicación en los Estudios de Relaciones Institucionales que imparte la Escuela Internacional de Protocolo en colaboración con la Universidad de Granada.
- ¿Qué respuestas deben estar dando la ciencia y tecnología en el mundo actual?
La ciencia y la tecnología son parte de la cultura humana. Si se habla de qué respuestas “deben” dar ha de pensarse, obviamente, en los grandes males que afectan a la humanidad. Estos pueden ser males que arrastra el hombre por su condición de especie animal (enfermedades), pero también otros males que ha producido el propio desarrollo de la ciencia (contaminación, efecto invernadero, muevas enfermedades, etc.). Ciencia y tecnología deberían estar al servicio de un desarrollo equilibrado de la humanidad, ... deberían.

- ¿Cómo intervienen los medios y qué se puede hacer desde la divulgación científica?
Ya en el siglo XVIII las gacetas de entonces encontraron que la ciencia “vendía”, suscitaba un gran interés por parte de los lectores. Se ha caído siempre, no obstante, en tentaciones obvias: sensacionalismo, novedad, superficialidad y “globalización”. Es un hecho constatable que venden ciencia, fundamentalmente, las grandes agencias de comunicación, igual que venden política internacional, información económica, deporte o imágenes de cosas curiosas.
Tendría que ir a una neta distinción entre difusión de la ciencia, hacia los especialistas en cada materia, y divulgación, hacia el público en general. Pero haciendo que ésta sea el producto de aquella y concediendo interés también a la ciencia de la vuelta de la esquina, la que está más cerca de la realidad cotidiana del público. Quizá así, con una buena formación de base, se consiga que aquello que llega al público contribuya a una mejor comprensión de nuestro mundo.

- ¿Cómo se articulan la ciencia y el periodismo?
Poco a poco las universidades y centros de investigación se están dotando de poderosos servicios de comunicación, capaces de hacer llegar a la sociedad el sentido de las investigaciones en que se trabaja. Asistimos, además, a un fuerte incremento de la información que los medios de comunicación publican acerca de logros científico-tecnológicos, historia de la ciencia, etc. La articulación, pues, habría de ir creciendo. El problema está en que “los chicos” lo tenemos más difícil y nuestra ciencia parece no interesar tanto. Grave error: para el ganadero del Km. 5 de la carretera que va de su ciudad a tal otra ciudad es más importante que se divulguen los avances en investigación veterinaria, que fotos espectaculares de un eclipse de sol más.
Hay, pues, problemas de articulación. El trabajo de la prensa, en general, está siendo muy bueno, es obligación de nosotros, “los chicos”, hacer que nuestra información llegue.

- ¿En qué consiste su propuesta de divulgación científica?
La propuesta de un amplio grupo de profesionales ligados a universidades iberoamericanas de, hasta ahora, nueve países, es crear una Agencia Universitaria de Comunicación de nombre “Diálogo Iberoamericano”. El objetivo básico es mostrar aquello que hacen nuestras universidades, en especial en investigación e I+D (investigación y desarrollo).
Entendemos que si somos capaces de hacer llegar información de calidad a los medios de comunicación, éstos acabarán por prestar más atención a lo que hacemos en investigación básica y aplicada. Ello redundará en un mejor conocimiento de lo universitario y en un mayor prestigio social.

- ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan?
La lista real sería interminable, la confesable tiene sólo algunos puntitos:
-primero nos enfrentamos a las distancias. El correo electrónico es una gran ayuda, pero no soluciona todo. Las personas que creamos el proyecto de Agencia nos hemos visto en persona a lo sumo una vez y durante poco tiempo, hubiera sido necesario trabajar juntos algún tiempo. Trabajar en el sentido más rutinario: seleccionar temas, hacer entrevistas, redactar, contactar con los profesionales de los medios de comunicación, etc.
-consecuencia directa de no haber podido discutir en persona es el hecho más problemático: no contamos con un manual de estilo común. La intuición nos dice cuál es a la mayor parte de los que empezamos a trabajar, pero ¿cómo explicar esa intuición a alguien -de una nueva Universidad- que quiere sumarse a la Agencia, que no ha participado en un debate que mantenemos vía correo electrónico desde hace un año?
-en relación con lo anterior, es muy difícil aplicar a cada caso real los criterios que nos hemos dado para la selección y redacción de las noticias.
-que nuestra información llegue a los medios de comunicación supone tener buenos contactos en los medios para puedan valorar un producto nuevo: información universitario-científica de nueve países. Nuestra fuerza y nuestra debilidad es ésta.
-el proyecto AUNDI no es para mañana; es cierto que ya estamos sacando boletines y que éstos llegan a cientos de direcciones electrónicas de universidades y medios de comunicación, pero el objetivo es a medio y largo plazo. Necesitamos uno o dos años de rigor en el trabajo. No sé si todas nuestras instituciones académicas están en condiciones de entender y de apoyar este esfuerzo.
-obviamente, la dificultad mayor son los medios: necesitamos llevar adelante los proyectos de información para prensa escrita, radio y TV, “llenar” la página Internet ya creada, ampliar los contactos a través de directorios más amplios, crear un “estilo” en la forma de elaborar los boletines informativos, etc. Todo esto exige medios, una redacción central y redacciones regionales (por áreas de países).

- ¿Tiene mercado la ciencia y la tecnología en la prensa?
Sin duda. Un ejemplo definitivo: encuestas realizadas en Japón, Canadá y la Unión Europea demuestran que (con ligeras oscilaciones) el público valora por debajo de 35 la información política o la deportiva, en una escala de 1 a 100. En esas mismas encuestas la información científico-tecnológica pasa siempre de 70 y llega, en el caso de la medicina, a 80 puntos. Ello explica la aparición en revistas especializadas o la inclusión de suplementos sobre ciencia en los grandes diarios, etc.
Ciertamente he citado el caso de los países más desarrollados, no creo que la situación sea diferente entre el público lector habitual de los países menos desarrollados económicamente.

- ¿Cuál cree que será el futuro del periodismo científico?
El periodista científico argentino Enrique Belocopitov afirma que desde los 10 años no siente ningún interés por el fútbol, a pesar de lo cual, y muy a su pesar -valga la redundancia- sabe hasta qué desayunó tal o cual jugador. Sin llegar a ese extremo -propio del mundo de panem et circensis en el que vivimos y viviremos- en no mucho tiempo el periodismo científico ocupará espacios que ni soñamos.
Le pongo un ejemplo muy simple: En la ciudad en que vivo, Granada, hay un solo diario local, en el último año ha insertado seis veces en primera página -al menos a tres columnas- información científica originada en la Universidad de Granada. Nunca antes había pasado esto. ¿Qué ha sucedido? Les llega más información científica desde la Universidad, hay un par de redactores que se interesan por esa información, algunos de los temas son muy actuales (sequía, perspectivas del turismo). Y lo mejor de todo fue el tratamiento de la información: bastante riguroso.



Interciencia - Boletín de divulgación científica de la UNRC. AñoIV - Nº 4 - Marzo de 2000




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domingo, 1 de enero de 2012