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viernes, 30 de abril de 2010

Nacidos para viajar

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por Martín Cagliani




Hace 200 mil años hablar de humanos implicaría englobar a varias especies diferentes, y justamente la nuestra era la más nueva, una recién llegada. Los restos fósiles más antiguos de Homo sapiens datan de 195 mil años, y fueron descubiertos en una pequeña localidad de Kenia, Africa, en el valle del río Omo.

Allí, en ese estrecho valle del este de Africa, comenzó la aventura de nuestra especie, una especie que se fue caracterizando cada vez más por lo rápido que se adaptaba a los cambios en el clima, y cómo los aprovechaba. Estos cambios climáticos del pasado le dieron rumbo a la ruta migratoria que llevó al Homo sapiens desde Africa al resto de los continentes. Comprender e identificar ese paleoclima es entender cómo y por qué hoy poblamos el mundo entero.

¿Cómo podemos reconstruir estos eventos climáticos del pasado? Para retroceder tan atrás como 200 mil años se pueden estudiar los sedimentos de los lagos, o las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida, que permite ver la variabilidad del clima a nivel global. Para ir más a los climas locales se pueden analizar las capas terrestres en busca de lagos extintos, y evidencias de fauna y flora del pasado que pueden indicar qué tipo de clima se vivía en esa época, si húmedo, si seco, si desértico, etcétera.

Los cazadores recolectores históricos tienen y tuvieron una movilidad amplia. Sus territorios eran tan vastos como toda la Patagonia y parte de la provincia de Buenos Aires, si usamos a los tehuelches como ejemplo. Pero en este caso estamos hablando de humanos que ya contaban con estrategias de adaptación y tecnologías muy superiores a las que tenían nuestros primeros antepasados del valle del río Omo.

Los cambios climáticos puede ser que hayan dictado de donde era mejor irse, y adonde era posible moverse, pero fue la evolución cultural de nuestra especie la que nos permitió conquistar nuevos territorios.


Africa cambiante

Los primeros Homo sapiens tenían herramientas de piedra rudimentarias. Pero hace unos 130 mil años su tecnología era un poco superior, y les permitió aprovechar los cambios climáticos que se vivieron en Africa en ese período. Lo que hasta esa época había sido desierto, se volvió una tierra húmeda y más selvática como las que habían acogido a los humanos del valle del Omo en el este de Africa.

Los desiertos de los que hablamos eran los actuales Sahara y el de Arabia, que ampliaron y redujeron alternativamente sus arenas a lo largo de cientos de miles de años. Evidencias geológicas muestran que entre 130 mil y 100 mil años atrás hubo corredores húmedos que fueron ocupados por nuestros antepasados, lo que les permitió llegar a lo que hoy es Medio Oriente. Esa fue la primera salida de Africa que hizo nuestra especie.

El tema es que a la vez que se ve un aumento de las lluvias en el norte de Africa, se evidencian grandes sequías en el este del continente, allí donde vivió el sapiens más antiguo. Estos períodos de severa aridez se dieron entre 135 y 75 mil años atrás. Lo que hace pensar a varios especialistas que éste podría haber sido el motivo para que nuestros antepasados migrasen hacia climas más benignos.

No sólo para el norte migró el sapiens antiguo, sino también a otras regiones de Africa, y esto es importante porque fue en el sur de Africa, hace unos 70 mil años, donde surgieron cambios culturales y tecnológicos muy importantes. Cambios, como por ejemplo las armas de proyectiles o la ropa con costura, que posibilitaron la expansión demográfica, y también la conquista de ecosistemas que antes no podían aprovechar.

Se conoce como Still Bay y Howieson’s Poort a dos tipos tecnológicos que surgieron en el sur de Africa, que utilizaban herramientas de piedra y hueso muy refinadas, el uso de adornos personales, junto con cambios culturales que demuestran ya un pensamiento simbólico en nuestros antepasados. Esta es la que se suele llamar la primera evidencia de comportamiento plenamente moderno en nuestra especie.


Out of Africa

Este comportamiento moderno se va viendo luego en otras regiones de Africa, e incluso en Europa con los neandertales, por lo que no es exclusivo de nuestra especie. Pero lo que sí fue exclusivo de los Homo sapiens fue cómo aprovecharon esas innovaciones para conquistar todo tipo de nichos ecológicos. Ya que es hace unos 60 mil años cuando empieza la migración que llevaría a nuestra especie a Europa, Asia, Oceanía y a América en tan sólo 30 mil años.

Medio Oriente estaba poblado por los neandertales cuando llegaron los Homo sapiens allí hace unos 120 mil años; fue la primera convivencia de nuestra especie con otra del mismo género humano. Se cree que ambas especies dejaron la zona luego de un período de aridez. Los neandertales no volverían más, pero los sapiens sí lo hicieron, con la expansión ya imparable de hace 60 mil años.

Se cree igualmente que de esa primera oleada infructuosa surgieron migraciones que llegaron hasta la India, el sudeste asiático y el sur de China. Estos Homo sapiens vieron reducida su población casi al mínimo, como vimos aquí en Futuro, durante la erupción del super volcán Toba, 73 mil años atrás.

Pero la segunda salida de Africa ya sería imparable. El Homo sapiens llevaba consigo el comportamiento moderno que ya caracterizaría a la especie hasta el día de hoy. El de valerse de la tecnología y la cultura para adaptarse a cualquier medio ambiente.


Llegamos a Europa

La nueva oleada salida de Africa colonizó Medio Oriente otra vez, y para el 40 mil antes del presente los sapiens ya avanzan sobre Europa, el territorio que fue de los neandertales durante la misma cantidad de tiempo que Africa fue de los Homo sapiens.

Cabe aclarar que justo antes de la llegada de nuestros antepasados, Europa se vio sacudida por cambios climáticos drásticos, ocurridos en muy cortos períodos, que hicieron que pasase de ser un gran bosque continental a tan sólo tener parches boscosos con una especie de sabana en medio de ellos.

Estos cambios se deben a lo que se conoce como Evento Heinrich 4 y la Ignimbrita campaniana. El primero es un evento cálido en el norte de Europa que desprendió grandes bloques de hielo del Círculo Polar Artico que enfriaron las aguas de las costas de Europa oeste, con cambios en el clima rápidos. Ignimbrica campaniana se le llama a una gran erupción que hubo en el sur de Italia que afectó la flora, fauna y clima de gran parte de Europa.

Con los resultados de estos dos eventos se encontró nuestro antepasado sapiens cuando entró a Europa, o posiblemente estos cambios hayan sido los que le permitieron entrar en un principio. Los neandertales estaban en retroceso y terminaron sus días en el refugio que fue la Península Ibérica. Los sapiens, por el contrario, avanzaron por toda Europa hasta colonizar cada sector.

El clima y los ecosistemas que había en esa Europa de hace 40 mil años no eran muy diferentes a los que venían viendo los sapiens en Africa y en Medio Oriente, por lo que no fue un gran cambio. Sí lo fue para los neandertales, que durante decenas de miles de años fueron adaptándose al clima de Europa, pero no pudieron superar los rápidos y repetidos cambios que se dieron en unas pocas decenas de años. Así fue que retrocedieron mientras el Homo sapiens avanzaba.

Nos habíamos quedado a la otra punta del mundo con otra oleada que pobló Asia desde el sur, que se completó con un avance que se dio desde Medio Oriente y desde Europa, terminando hace unos 50 mil años en Siberia, y hace unos 35 mil Corea y Japón. Cabe aclarar que como en Europa, allí en China y el sudeste asiático, los Homo sapiens no se encontraron con continentes vacíos, sino que había otras especies humanas, los descendientes de Homo erectus, a los que nuestro antepasado reemplazó, todavía no se sabe cómo, si con violencia o sin ella.


Australia por mar, y America por tierra

Quedaban libres de humanos los llamados Nuevos Mundos, que son Oceanía y América. Sobre el poblamiento de América ya escribimos aquí en Futuro en detalle, pero veamos un repaso.

Vimos que la migración humana que nos llevó a cada rincón del mundo muchas veces estuvo dictada o posibilitada por el medio ambiente, como sucede con otros animales migrantes. Más que una búsqueda espiritual de nuevos espacios que colonizar y conocer, la expansión se habrá dado, seguramente, de forma paralela a la de otros animales depredadores en busca de alimentos.

En el caso de América fueron muchos grandes cambios que se dieron para que el ser humano entrase allí. Fue durante la última glaciación, cuando las temperaturas globales bajaron mucho y los hielos se acumularon sobre los continentes, que se dio una reducción enorme del nivel del mar.

Así quedó al descubierto una vasta región conocida como Beringia, que hoy está bajo el mar en el Estrecho de Bering. Por allí entraron los que serían luego los americanos, se cree que tal vez siguiendo a sus presas en las migraciones anuales. No hay consenso total sobre la fecha, pero la más aceptada es unos 30 mil años antes del presente.

El caso de Oceanía es más complicado. Por los tiempos en que fue poblada, hace unos 50 mil años, Australia estaba unida a la isla de Nueva Guinea y a Tasmania, por la misma razón que Beringia estaba emergida en América. Pero igualmente esta masa continental estaba separada por al menos unos 87 kilómetros del sudeste asiático. O sea que los colonizadores tuvieron que haber navegado, y tal vez sin tierra a la vista en el horizonte.

¿Qué motivo pudieron tener los primeros colonizadores de Australia para navegar en pequeñas embarcaciones hacia tierras desconocidas? ¿Qué nos llevó a colonizar todo el mundo, todo tipo de climas y medio ambientes? Nunca lo sabremos, pero no cabe duda de que el ser humano es la especie que mejor se adapta a los diferentes ambientes, ya sea aprovechando su inteligencia y tecnología o evolutivamente. Tal vez nacimos para viajar.


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martes, 27 de abril de 2010

Entrevista a Angélica Gorodischer

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por Ma. Susana Olcese y Miguel Gómez




Rosario, Mayo de 2008.


Por qué una entrevista a Angélica Gorosdischer. Porque por su obra ha alcanzado el relieve que le permite ser considerada una de las tres mejores escritoras de Hispanoamérica, desde la impronta de la ficción y el feminismo. Es prácticamente rosarina, tiene mucho de chica Almodóvar y le encanta hablar. Con una puntualidad extrema nos encontramos con ella en el Bar Victoria, nos pidió que la tuteáramos y en medio del desayuno hablamos de estas cosas...



- A propósito de tu incursión por los medios escritos, en la columna de los sábados en el Diario Perfil vos solés ser muy audaz en tus consideraciones, no tenés miedo.
- No, en general yo no tengo miedo, por ahí digo cosas que suenan a disparate pero no me importa.

- El disparate cumple una función en la lengua...
Sí, obvio, es una especie de esos espejos de feria, esos que vos te mirás y estás toda deformada.

- ¿Dirías que no hay que ser tan serio?
No, ojo, a mi por ahí me dicen "!Ay¡ cómo usaste el humor" y yo no uso el humor, el humor me usa a mi, porque a mi no me interesa el tipo que se cae por pisar una cáscara de banana, lo que me interesa es el humor del lenguaje. Cuando yo doy una conferencia soy capaz de hablarla en un lenguaje más de café y no me pongo solemne y me dicen "!Ay¡ ¿cómo dijiste en el medio de la conferencia: me importa un corno tal cosa?" y ¡¿cómo no voy a decir lo que es?!

- ¿Cuál es el discurso desde el que se dice… "cómo vas a decir en una conferencia tal cosa"? ¿Cómo lo llamarías a ese discurso?.
¡Boludo!, la solemnidad es boluda.

- Visto desde la vereda de enfrente, desde la vereda de la solemnidad ¿Qué sería?. No se, sería lo correcto, a mi lo correcto me importa poco, en eso no.

-¿Y qué versión de lo correcto te interesa?
A mi lo correcto me interesa en la relación interpersonal, ahí si me interesa, en cosas básicas. Me acuerdo que mi papá decía: "la palabra vale más que la firma" y eso me quedó y no me lo puedo sacar de encima, si alguien le había hecho alguna cagada él decía: "no puede ser, si nos dimos la mano". Ahora te piden firmas, escribanos y sellos.

- ¿Quiénes fueron tus maestros, los que te iniciaron en el oficio de la escritura?
- Tengo un padre y una madre literaria. El padre es Flash Gordon. La madre es la Duquesa de Alba, el retrato de la Duquesa, con un traje blanco y una faja roja, es un paisaje. Al padre Flash Gordon me volvía loca leyéndolo. He leído historietas toda mi vida, es muy interesante porque te da el ritmo de la narración, porque en cada cuadrito tiene que suceder algo, sino agarrás la revista y la tirás. Yo empecé a leer a los 5 años, y cuando leía estas historietas tendría 7 u 8 años y me daban vuelta la cabeza.

- ¿Cómo aprendiste a escribir?
- Leyendo, a escribir se aprende leyendo.

- ¿Qué idea tenés de lo que es la infancia, qué es un niño para vos, en este momento?
- No, no tengo la menor idea, mi infancia fue triste. Tenía una familia muy rígida. El otro día estaba con unas amigas charlando y todas se acordaban cuando jugaban con los primos, que salían a la siesta, que agarraban la bicicleta, y yo no podía decir nada porque no podía salir, no podía tener amigas, no iba al colegio, tenía maestras en mi casa, fue horrible. Hasta que el viejo Recalde, el pediatra, le dijo a mis viejos: "mándenla al colegio sino nunca van a tener una chica normal, porque esta chica vive a través de los libros" y cuando llegué al colegio yo no lo podía creer, no sabía qué era eso. Esto habrá sido cuando tenía 8 años.

- ¿Y eso te convirtió en escritora?
Creo que sí, porque lo único que hacía era leer, no hacía otra cosa más que leer, yo aprendí a leer a los 5 años. Mi mamá decía que había aprendido sola, pero me parece que no fue así, alguien me debe haber enseñado, no me acuerdo. Cuando mi vieja se dio cuenta de que yo leía y que leía de corrido, entonces me dijo "estos libros de acá los va a leer cuando sea grande, todo lo demás los puedes leer ahora". Cuando se fue al otro cuarto, agarre todos los libros que me había prohibido y los leí. Algunos los entendí y me parecieron muy interesantes y otros me parecieron un plomazo insoportable. Pero bueno, es la única manera de aprender a escribir: leer. Creo que también es la única manera de aprender gramática. Ayer unas chicas me dieron una nota para que yo leyera y encuentro unos errores de gramática tremendos y digo: "Escuchame una cosa, ¿cómo puede ser que no sepas lo que es la pasiva impersonal?" Y bueno, se aprende gramática, sintaxis y ortografía leyendo.

- Desde el punto de vista político, el abandono delas aulas por parte de los maestros en los paros docentes durante tantos años ¿tiene algo o mucho que ver con esto de no saber leer o escribir bien?
Y sí, por supuesto. A los paros y a ciertas pelotudeces como por ejemplo: no enseñar castellano, o no tener libro de lectura.

- Pensás que eso tiene que ver con la situación económica que nos atraviesa? Las familias no le pueden comprar el manual a los chicos, incluso en algunas escuelas públicas se manejan con unas fotocopias que hace imposible tener ganas de leer eso.
- Toda la enseñanza está percudida y deteriorada por todas esas cosas y otras que habrá que no alcanzo a ver. Yo me acuerdo cuando era chica que tenía de compañera a la hija del portero y podían comprarle los libros, a mi no era raro que me los pudieran comprar, pero a las chicas que eran hijas de hogares humildes y modestos también podían comprárselos.

- En este momento no todos pueden comprar libros, lo vemos en la facultad, y la cultura de la fotocopia se ha instalado de una manera excesiva...
- Fotocopiar un libro es delito, porque estás quitando dinero al señor que lo escribió, yo no leo nada de fotocopia, no se si por principio, es que me horroriza.

- Muchos estudiantes universitarios tampoco adquieren el hábito de ir a la biblioteca a consultar...
- En el colegio donde yo iba, que era público, el Normal 2, bueno en ese momento era un gran colegio junto al Normal 1, porque los colegios malos eran los privados, y nosotros teníamos la biblioteca del colegio a la que íbamos todas, era un colegio de niñas y todas en algún momento íbamos a la biblioteca. Además cada aula tenía su biblioteca, había una de las alumnas que se encargaba de anotar qué libro te llevabas y así se iba rotando.

- Quería preguntarte sobre esas cosas que marcaron tu vida, ya que vos nos contabas hechos significativos como eso de no haber accedido temprano a la escuela porque tus padres te "guardaban", ¿quizás tendrá que ver con lo de "Angélica"?
- Mi mamá también se llamaba Angélica.

- Escribiste un libro sobre tu madre.
- Sí, que yo creía que era un ajuste de cuentas y resultó una especie de reconciliación, porque me llevé mal con mi vieja toda la vida. Cuando fui madre yo traté de hacer todo lo contrario a lo que hizo mi vieja, me salió mal por supuesto, pero bueno de todas maneras las cosas con mis hijos andan bien. La relación madre-hija es jodida siempre.

- Y sí, Freud ya lo decía.
- Ese Sr. Freud que vivía en Viena... sí, yo no lo he leído a Freud pero me imagino.

- ¿No leíste nada de Freud?
-Bueno, la Interpretación de los Sueños sí, pero porque se lee como una novela. A mi la cabeza para lo teórico mucho no me da, me aburre mucho, yo prefiero la épica, eso es lo mío.

- ¿Qué otras marcas fueron significativas en tu vida?
- La lectura, los libros, en mi casa había libros. Nací entre libros, lo cual no creo que es determinante porque mirá: Griselda Gambaro, que creo que es una de las mejores escritoras argentinas, nació en una casa muy pobre donde no había libros, no había ni siquiera guías telefónicas porque no podían tener teléfono. Es cierto ella tuvo al alcance libros porque a la vuelta de su casa había una biblioteca, pero ella entró a la biblioteca no a la juguetería. Yo creo que el estar rodeada de libros te condiciona.

- ¿Y otras marcas de tu historia; de lo político, del matrimonio..?
- Bueno yo nací en una familia muy jodida, muy disfuncional, donde la cosa andaba siempre muy mal, pero muy mal, entonces a mi me salvaron los libros. Sin ellos yo me hubiera vuelta loca, estoy segura de eso.

- Me recuerda una pregunta que planteaba: ¿de qué nos salva la memoria? Era en el marco de unas jornadas donde se trabajaba el tema del relato... y bueno, por analogía ¿de qué nos salvan los libros?
- Y a mi me salvaron de mucho.

- Cuando la familia es agradable, no ayuda a hacer el esfuerzo de salir de allí, entonces la "mejor madre" y el "mejor padre" tienen ese hijo que no se casa nunca porque ¿qué va a encontrar mejor que eso? Por ahí lo que salva, lo que empuja, es no haber estado cómodo.
- Puede ser, porque entonces yo busqué donde estar cómoda y era en las páginas de un libro. Esa fue para mí la única manera.

- ¿He leído por ahí que empezaste a escribir alrededor de los 50 años, cuando tus hijos ya estaban grandes?
- ¡Ah, no! Dije que había empezado a escribir en forma profesional, en ese momento yo dije "bueno soy una profesional de la escritura" entonces empecé con los libros.

- ¿Como una autorización?
- Claro, yo dije: "ahora empiezo", era un momento que no era muy favorable porque tenía hijos chicos, marido, casa y un empleo fuera de mi casa, tenía triple jornada. Como será que mi marido una vez me llevó a un endocrinólogo porque me dijo: "vos debés estar enferma", porque yo me dormía en todas partes, iba a una cena y me dormía.

- ¿Dónde trabajaste?
- En una biblioteca médica, ¡por lo menos había olor a libro!, yo hice toda la clasificación, en ese momento no había computadora pero hice una clasificación decimal de los libros, venían desde otros lugares a ver esta biblioteca, después me fui y la tiraron…Era interesante el trabajo, yo lo odiaba porque me quitaba mucho tiempo. He llegado a dormirme en el trabajo porque escribía a cualquier hora, quizás escribía a las tres de la mañana, porque entre la casa, el marido, los chicos, el perro y la gata... no había demasiado resto.

- Terminaste el secundario en el Normal Nº 2 y después... ¿Seguiste estudiando?
- Estudié Letras. Me gustaba, aunque no estaba muy entusiasmada, pero me gustaba. El seguir la carrera de Letras me dio cierta organización, porque yo leo cualquier cosa, lo que venga, he leído cualquier cosa, ahora ya no, pero he leído desde pornografía hasta el Cine de Oro español, novelas rosa, de todo, además leo fluidamente el inglés y el francés así que me "pasé al cuarto todo". La Facultad me dio cierta sistematización de todo eso. Además me enseñó el griego antiguo que me pareció maravilloso y tuve un buen profesor. El latín no me interesaba pero el griego me volvió loca. En 4º año aproveché que me casaba y dejé. Me dije: "yo no quiero ser profesora, lo que quiero es escribir".

- ¿Y hasta cuándo trabajaste en la Biblioteca?
Hasta que me jubilé, 30 años trabajé en esa biblioteca. Me fue útil, ya que, por ejemplo, aprendí a hacer historias clínicas que no es una cosa fácil. Vos no podés decir: "a fulano le duele más o menos…" no, vos tenés que decir: "a fulano le duele tal cosa" y eso es importante.

Después también me sirvió porque yo escribía bastante en la biblioteca, hacía el trabajo rajando y después tenía un enorme escritorio con un montón de libros y papeles y escribía, entonces por ahí llegaba algún medico y me decía: "Señora yo necesito algún libro sobre..." y entonces le decía: "como no, Dr. en este momento no puedo porque estoy terminando un trabajo para el Dr.…venga dentro de un par de horitas" y ese par de horitas lo usaba para escribir.

Después le hacía todos los trabajos científicos a todos los médicos, porque los médicos son muy brutos no saben redactar, no saben poner una frase después de la otra, ¡menos mi hijo eh!, bueno entonces me decían: yo quiero decir tal cosa y tal otra y les decía: bueno vaya y se los escribía, porque la estructura de los trabajos científicos es siempre la misma.

- Vos hablás de sus hijos, ¿ellos han heredado algo de esas virtudes tuyas...?
- Mis hijos han sido lectores y son lectores, ninguno se ha puesto a escribir literatura, cada uno tiene su propia profesión, pero si, ellos me veían leer, veían los libros, lo veían leer a su padre, había libros sobre la mesita de luz, había libros por todas partes. Un chico ve eso y termina por leer. Mis nietos tienen cada uno su biblioteca. Desde el que tiene 19 años hasta la más chiquita, que viene a mostrarme sus muñecas y sus libritos, porque ella también tiene su estante con sus libros. Siempre le regalo libros, por supuesto.

- ¿Pensás que transmitir algo de la lectura o de la lecto-escritura tiene que ver con la subjetividad? ¿eso salva?
- Claro, por supuesto, a mi me salvó, yo creo que sí, por ahí te sume en otro tipo de infierno pero te saca de donde estás.

-En relación al contrapunto entre la tecnología, los juegos virtuales y la lectura... ¿en qué crees que puede afectarnos la digitalización de la cultura?
Mirá no tengo la menor idea, no se. Creo que pueden coexistir, hay que tener un control sobre eso, los jueguitos una hora por día y chau… el resto: los deberes, jugar a las bolitas, las figuritas, etc.

-Cuando usás la palabra "control" me recuerda que hace poco, Rubén Chababo comentaba que a propósito de algunas cuestiones políticas, ciertas palabras de la lengua adquirieron un peso tan terrible y tan mortífero que no se pueden usar y si uno las usa queda como si hubiera dicho algo tremendo... A mi me pasa por ejemplo con la palabra disciplina, suena medio fea, pero la disciplina permite hacer un uso del tiempo que te ensancha la vida.
- Seguro, disciplina es lo que yo uso para escribir.

- Recién usaste la palabra control, a vos te interesa el uso de la lengua, ¿qué idea tenés sobre esas expresiones tan posmodernas... "todo vale" o "todo bien"...?
No, todo vale no, mentira. Uno tiene una especie de limite moral. Hoy venía hablando con el remisero y decíamos como habían cambiado los tiempos, entonces él mencionaba la fortuna de los Kirchner, y yo le decía: "es facilísimo, es robar y ya está..." lo malo es que a uno lo criaron de otra manera, y claro, uno tiene eso que adquiriste o que construiste vos misma, pero es algo que te marca el panorama en donde actuas y como actuas.

- ¿Crees que es importante declarar la posición política cuando uno trabaja en el ámbito de la cultura?
- Sí, seguro, yo no puedo dejar de ser honrada, no te voy a robar ni a engañar, porque no puedo, así como no puedo matar, bueno, no se. Si alguien atacara a alguno de mis seres queridos agarro una metralleta y lo hago pelota, y por ahí me sale "no quiero justicia quiero venganza" pero bueno, sería defensa propia.

Una vez me acuerdo que hice una diligencia que tenía que ver con un abogado, que es muy amigo mío, y le digo "che, por favor, no podríamos estafar a alguien", y me dice "encantado...si vos me decís cómo" y no... ¡¡porque no se me ocurre!!

- ¿Tenés algún personaje malvado en alguna de tus novelas?
- Sí, en la que estoy escribiendo hay un personaje que es un hijo de puta, es terrible, corrupto, tremendo…se llama Hermes Nicolás Silva, es un nombre que me encanta. Además Hermes es el Dios de los ladrones, Mercurio es en Roma y Hermes en Grecia.

- ¿Qué otra mujer escritora te entusiasma?
- Liliana Hecker me interesa mucho porque ella está constantemente buscando otra manera de contar. No siempre me gusta, no siempre me atrae, pero reconozco que es muy interesante, muy importante, leo una cosa de ella y siempre hay varios pliegues allí. Hay muchas que escriben muy bien.

- ¿Y europeas?
- Mirá, el prestigio en la literatura es masculino. Estas escritoras escribieron mucho mejor que Vargas Llosa y sin embargo nadie las reconoce, el prestigio es de Vargas Llosa. Después me gustan todas las cuentistas norteamericanas que son muy buenas. Patricia Highsmith tiene una novela que se llama "Ese dulce mal" que es una maravilla, en general las cuentistas del sur son una maravilla de minas. Virginia Wolf siempre fue uno de los amores de mi vida. También Simone de Beauvoir en sus memorias porque sus novelas son bastante malas y muy ideologizadas, cosa que a mi me rompe las pelotas.

- ¿Cual sería el límite?
- Y mirá, cuando vos lees la ideología está ahí, yo no escribo para demostrar nada, escribo por escribir, pero bueno, alguien que sabe descifrar las palabras se da cuenta donde estoy parada en el mundo.

- ¿Y el cine, qué lugar ocupa en tus intereses?
- Yo he ido mucho al cine, hace mucho que no voy muy seguido porque no tengo tiempo, pero yo he ido al cine toda mi vida. Cuando era chica mi papá me llevaba a la matinée del cine Córdoba, que estaba donde está ahora la Galería La Favorita. Después de almorzar mi viejo me llevaba al cine, me sentaba y se iba, y el cine estaba lleno de chicos, no había ni un adulto. Daban dibujitos, series que generalmente eran de cowboy y además todos los chicos hacían comentarios en voz alta, a los gritos y pateaban y comíamos maní con chocolate y bueno, después venía mi viejo a las 5 me buscaba y me iba para mi casa a tomar el Toddy. Eso era cuando era niña. Después ya crecida nos mudamos al centro a un departamento y a una cuadra estaba el cine Broadway que todos los martes daba el continuado francés, tres películas por 20 centavos. Tenía prohibido ir a verlo porque mi mamá suponía que era inconveniente para una niña, entonces yo me guardaba las moneditas que me daban para tomar una gaseosa en el colegio y el martes decía "tengo que ir a la biblioteca del colegio" y me iba al cine como una reina, tenía 12, 13 años. A veces tenía alguna amiga que me hacía pata, alguna que me permitían porque había que ver cómo era el apellido de esa chica. Me vi todo el cine francés que se puedan imaginar, incluso películas mudas, todo me vi, también vi cada porquería que ni te cuento, pero vi todas las grandes películas: "Amanece", "El muelle de las brumas" todo lo vi, una maravilla. Y después ya de más grandecita empecé a ir al cine con amigas los domingos a la tarde. Teníamos algunos cines permitidos: el Palace entre ellos. Siempre íbamos arriba porque los muchachos iban arriba y ahí vi un montón de películas interesantes.

-Recién decías que no tenés tiempo, pero actualmente dejaste de tener los chicos, dejaste el trabajo en la biblioteca y ¿tenés menos tiempo que antes?
- Pero escribo y además estoy muy dedicada al Goro, a mi marido.

- Adoptaste el apellido de él...
Claro, y algunas de mis amigas me dicen: "¡ay! vos que sos feminista, ¿por qué usás el apellido de él?" Lo uso porque se me canta, porque todos los apellidos que hay son apellidos de hombre, no hay apellidos de mujer. Si yo uso el apellido de mi mamá es el apellido de mi abuelo. Yo no conozco más que un apellido de mujer, el de una muchacha amiga mía que vive en Canadá que es muy permisiva. Ella opina como yo que todos los apellidos son de hombre, entonces fue al juez y pidió que le pusieran un apellido que ella iba a inventar porque era un apellido de mujer y le dieron permiso. Es una académica y además es feminista. Fíjate como es el tema de los apellidos que en Islandia no hay apellidos, no existen apellidos. Vos sos: "hija de...", por ejemplo vos serías "fulanita hija de Luis" y tu papá es tu papá porque su mamá tuvo un hijo, y en Islandia yo sería "Angélica hija de Fernando".

- Los romanos decían que el padre es el que dice "este es mi hijo" ¿Cómo pensás esto de que las mujeres homosexuales hacen inseminación artificial y tienen hijos con otra mujer? Cuando oís hablar a estas mujeres la idea es que haya dos madres, el discurso es "somos dos madres" y pensaba pobre hijo, nosotros tuvimos la suerte de tener una sola madre, ¿como será esto de tener dos?, ¿como pensás estas dinámicas en la cultura hoy?.
- Estuve un tiempo en Canadá, fui para un Congreso y me quedé bastante tiempo. Estuve parando en casa de dos mujeres que eran pareja y que habían adoptado cuatro chicos, eran tres nenas y un nene. El nene decía "yo soy el macho de esta casa". Ellas decían que los chicos sabían que su familia era una familia atípica y sabían que tenían dos madres. Y bueno no tenían padre pero las cosas funcionaban perfectamente bien, no creo que tenga algo que ver el género porque en mi casa había un padre y ¡...más vale que con los padres que yo tenía!, esa casa era un infierno. Bueno, Canadá es una sociedad permisiva y este no era el único caso.

- Volvés a decir que tu infancia fue un infierno, sin embargo ¿no pensás que eso tuvo algo que ver con tus capacidades? Como si eso hubiera sido el fuego para alimentar lo que hiciste.
- Claro, las cosas que te tranquilizan no son precisamente las más fructíferas. Como decía Susan Sontang: "el arte tiene la característica de poner nerviosa a la gente" y claro, te tiene que poner nerviosa o por lo menos te tiene que hacer algo adentro.

- No siempre las discusiones o la provocación del otro es negativo, a veces es interesante cuando el otro provoca o pone nervioso, o te apela porque es un modo de relación intenso ¿Cuándo pensás que esto sería negativo?
- Cuando te encontrás con algo que realmente te repugna o te hace mal. Por ejemplo, anoche fuimos a comer a casa de unos amigos y había un tipo que era un estafermo*, viste esos muñecotes, bueno así y a mi me puso loca, prefiero un tipo que me discuta aunque me ponga loca, que pase algo, que diga algo.

- Un colega psicoanalista decía el otro día en una conferencia que hoy en día cría que era preferible que madre y padre piensen distinto ¿te acordás de cuando se decía que no había que discutir delante de los chicos?
- ¡Yo nunca pude! Después hay que explicarles a los chicos, si es que se angustian, que eso que pasó no tiene importancia.

- Y tu marido, ¿Cómo se lleva con esto de que sos tan famosa?
- Bien, es un santo.

- ¿Lo volverías a elegir como marido?
- ¡Ay, sí!

- ¿Qué es el matrimonio para vos?
- Una definición del diccionario no puedo dar, puedo dar sólo mi definición. Para mi fue realmente maravilloso, lo cual no quiere decir que no nos hayamos peleado nunca y que estemos como angelitos uno al lado del otro, no. Hemos tenido unas peleas tremendas, y todavía ahora, va ¡ahora estoy más tranquila! antes él era más peleador, pero yo soy capaz de decir de todo, de pelearme y después a los cinco minutos me olvidé. El otro día no se por qué nos gritamos, y al otro día me dice: ¿por qué fue que nos peleamos anoche?, le contesté ¡vos sabés que no me acuerdo!.

Pero bueno, es elegir una vida de a dos, y es fabuloso, a mi me ha resultado así. Me acuerdo una tía mía, yo tuve 12 tías, todas se casaron, todas mataron oportunamente a su marido y ninguna tuvo hijos, unas mujeres divinas, fuertes con sentido del humor, y los maridos no servían para un carajo. Ellas eran unas mujeres sensacionales. Una de ellas me acuerdo que cuando murió el marido sufrió mucho, y el día en que murió me dijo; "bueno yo no tengo por qué llorar porque Ricardo me dio 30 años de felicidad", y yo estaba recién casada, ahora ya hace 56 años.

- ¿Y eso implica no llorar?
- No, yo soy muy llorona, a mi me hace bien llorar y soy capaz de hacerlo a los gritos, soy capaz de llorar de emoción también. Cuando fui a Grecia con mi hija y dos amigas, una de ellas profesora de Historia del Arte, me acuerdo que llegamos al Partenón pero yo no lo veía porque subimos por atrás, porque esta muchacha que era profesora ya lo conocía; entonces subimos por las montañas y había unas viejitas haciendo collares sentadas en la puerta y de repente veo el Partenón. Cuando llegué y vi eso me senté en una piedra y lloré ¿Qué voy a hacer? Ese día me acuerdo que estaba furiosa porque había mucha gente, ¡yo quería estar sola ahí! y decía: ¡esto está lleno de turistas! y mi amiga me miró y dijo; "en el sigo V antes de Cristo también estaba lleno de turistas", y tenía razón.

- ¿Qué nos podés contar de tus viajes?
- He viajado mucho, porque la gente se cree que soy importante y me invitan. La primera vez que me invitaron fue en el año '81 a México, yo fui y la que organizaba el congreso me dijo: "ahora que has tenido tu primera invitación te van a invitar a todas partes" y después empezaron a venir invitaciones y además yo seguí publicando... Yo he estado en todos los países de América Latina menos en Paraguay, he estado en México, en EEUU, en Canadá, allí he estado en muchos lugares hasta en la Isla del Príncipe Eduardo, he estado en España, en Francia, Inglaterra, Grecia, Israel.

- Y a Bs. As. ¿con qué frecuencia vas? ¿Qué vas a hacer?
- Depende, voy a mis editoriales, ahora tengo que ir porque la Sociedad de Escritores y Escritoras de Argentina me habló para decirme que me van a nombrar socia honoraria y si quiero ir a dar una charla.

- ¿Te pensaste llegando a estos lugares?
- No, yo no pensé nada, lo único que quería en la vida era escribir.

- ¿Y ahora qué significa que te nombren socia honoraria?
- Y está bien, pero tampoco te la crees, porque si te la crees estás frita. Cuando salen las críticas y veo esos críticos que dicen: "qué lindo libro, qué bárbaro", pienso "mirá que bien" pero no me la creo, porque cuando veo ciertos colegas que ponen cara de que son importantes me da una bronca y digo: ¡este boludo qué se cree!

- ¿Se cura la boludés?
- Y, yo creo que no se cura, al menos que la vida te de con un hierro de una forma impresionante.

- O sea que en ese sentido sería algo así como que no todos se pueden psicoanalizar.
- No, pero yo de vez en cuando caigo al diván, hace poco caí, porque tengo una prótesis en la rodilla derecha. En su momento el cirujano dijo: "o silla de ruedas o cuchillo", y yo dije ¡cuchillo ya! Y me operaron la rodilla derecha, ¡tengo cada anécdota de esa operación! Me sacaron toda la articulación y me pusieron una articulación de Titanio. Ya me olvidé que tengo una prótesis; camino, voy y vengo y subo escaleras. Eso fue en el 2006, después tuve un año entero de rehabilitación y al año estuve bien. Me operaron con anestesia peridural porque yo ya no tengo 20 años, entonces no me enteré de nada, oía cosas pero no me importaban. Terminó la operación y a mí me dolía la rodilla, entonces apareció un médico al lado mío y estábamos en el quirófano, todavía tenía el barbijo puesto, y me dice: ¿cómo te sentís? A mi, que me revienta que me tuteen de entrada, le dije: ¡¿y usted quién es para tutearme?!, entonces me dice:¡mamá soy yo! Era mi hijo. ¿Y saben qué le dije yo?: "Sergio, que suerte que estás acá, andá y avisale a mi mamá".

- ¿Fue ahí que decidiste ir a análisis?
- Fui a análisis no por eso sino porque tenía la fantasía de que me iban a cortar la pierna y yo sabía que no iba a ser así pero tenía esa fantasía.

- ¿Y lo de llamar a tu mamá?
- No, eso no me importó demasiado, yo me dije "y bueno, claro, cuando uno se siente desamparada ¿qué hace?: grita ¡mamá!..."

Entonces me empecé a sentir mal, me sentía inválida, pero no lo estaba. El médico me decía: "párese y camine" y yo le decía "Dr. usted está loco, no se acuerda que me operé ayer" y me decía "párese y camine", y caminé. Pero yo me sentía inválida, entonces agarré el teléfono, llamé al analista y le dije "tengo que ir a hablar con usted".

- ¿Cómo pensás estos encuentros con un analista?
- A mi me parece maravilloso que alguien pueda ir sentarse y hablar. La primera vez que fui a análisis fue en el año '75 cuando tuve una "depre"**. Después de esa experiencia nunca más volví a tener "depres", nunca jamás. Ese año me pasó de todo. Mi mamá se enfermó de cáncer. Se me murió una de las tías que yo quería. Mi hija tuvo un accidente que no se murió no se por qué. Yo estaba en un pozo espantoso y de ahí me sacó el análisis. Me querían dar medicamentos y dije "no, no quiero medicamentos" y me mandoneó el médico y me dijo: "usted tome esas gota", y al mes yo estaba mejor y pude empezar a dormir.

- ¿Qué buscás cuando vas al analista?
- Yo confío en él, quiero que él me saque de eso, si ese es su trabajo, ¡¿qué se cree?!

- Además tu hija también es psicóloga.
- Sí, es mi hija, pero bueno ella pesca algunas cosas. Cuando escribí sobre mi madre, fue ella la que me empujó, porque cuando se murió la última de mis tías que estaba un poco a mi cargo, yo pensé ¡puta! toda esta familia de mujeres divinas, todos esos recuerdos que ellas guardaban, todo eso que yo conozco se va a perder. Y mi hija me dijo: "mami, vos lo que querés es escribir de eso", y yo dije: ¡ay que viva que es mi hija!. Y empecé a pensar y a hacer algunos ensayos. No me salían bien las cosas, hasta que descubrí la estructura del libro y cuando descubrí la estructura, que es la de un diario intimo mío, donde yo digo "hoy estuve con fulanita y..." entonces vuelvo para atrás y cuento algo, el libro está escrito no linealmente. Así salió el libro y escribí todo lo de mi madre, todo, con detalles, nombres, apellidos, situaciones, todo. Y ese libro que se publicó no es el que yo escribí, el libro que yo escribí es mucho más grande, tiene fotos y empieza con mis abuelos, de ese libro yo hice tres ejemplares uno para cada uno de mis hijos, a ese libro yo lo achiqué, le saqué la parte de mis abuelos y salió "Historia de mi madre", hice un recorte.

- ¿Qué hicieron tus hijos con ese ejemplar?.
- Creo que lo tienen guardado, si no lo tienen guardado les rompo el alma ¡mocosos de porquería!

- ¿Crees que hay que transmitir todo o se hace un recorte?.
- No, lo que se escribe es un recorte. No se puede transmitir todo, es imposible, en ningún caso se puede, lo que uno escribe es el residuo, es lo que queda después de corregir y corregir.

- ¿Con quién le gustaría dialogar en un programa radial?
- Con quien diálogo a menudo es con Jorge Isaias y sino me gustaría hacerlo con Santiago Kovadloff.

- ¿Cuál es tu actividad hoy en el taller literario?
- Coordino dos grupos de escritura. Primero que nada, antes de empezar tomamos café y comemos torta hechas por mis blancas manos de hada. No podés hablar de literatura si tenés hambre, ese asunto de la bohardilla y del hambre son mentiras. Tenés que estar satisfecho, tranquilo y contento para hablar de literatura. Entonces yo durante una hora hablo de un tema ¡si me dejan! Y después doy por sentado que tienen que leer pero no doy consignas, cada uno tiene que averiguar sobre lo que quiere escribir ¿Cómo voy a decirles o a saber yo sobre lo que tienen que escribir? Ponele que yo te diga "escribí sobre tu abuelita" ¡y a vos tu abuelita te importa tres cornos! Entonces escriben y yo les respeto los tiempos. Hay algunos que me traen un cuento cada vez que vienen y hay otros a los que los tengo que esperar cuatro meses, yo respeto eso. Entonces después, todo el grupo opina, pero yo no corrijo. Una vez una mina me dice: "vos sabés que yo antes de venir acá iba a la casa de fulana y era como un templo, y esto es un burdel ¡pero acá yo escribo!"

Notas


(*) Se llamaba estafermo a una maniquí con figura de hombre que se utilizaba en la Edad Media para entrenamiento de la caballería.
WordReference.com: Estafermo
Wikipedia - Categoría: Edad Media

(**) "depre". Modismo vulgar que hace referencia a la figura de la depresión.


Extensión digital Año 1 Nº 2 Agosto 2008
Sec. de Extensión Universitaria - Facultad de Psicología
Universidad Nacional de Rosario


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"Cuando ya no pueda pensar, quiero que me ayuden a morir con dignidad"

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por Miguel Mora



El 22 de abril cumple 100 años Rita Levi-Montalcini. La científica italiana, premio Nobel de Medicina, soltera y feminista perpetua -"yo soy mi propio marido", dijo siempre- y senadora vitalicia produce todavía más fascinación cuando se la conoce de cerca. Apenas oye y ve con dificultad, pero no para: investiga, da conferencias, ayuda a los menos favorecidos, y conversa y recuerda con lucidez asombrosa.

Sobrada de carácter, deja ver su coquetería en las preciosas joyas que luce, un brazalete que hizo ella misma para su gemela Paola, el anillo de pedida de su madre, un espléndido broche también diseñado por ella. Desde sus ojos verdes vivísimos, Levi-Montalcini escruta a un reducido grupo de periodistas en la sede de su fundación romana, donde cada tarde impulsa programas de educación para las mujeres africanas.

Por las mañanas visita el European Brain Research Institute, el instituto que creó en Roma, y supervisa los experimentos de "un grupo de estupendas científicas jóvenes, todas mujeres", que siguen aprendiendo cosas sobre la molécula proteica llamada Factor de Crecimiento Nervioso (NGF), que ella descubrió en 1951 y que juega un papel esencial en la multiplicación de las células, y sobre el cerebro, su gran especialidad. "Son todas féminas, sí, y eso demuestra que el talento no tiene sexo. Mujeres y hombres tenemos idéntica capacidad mental", dice.

Con ella está, desde hace 40 años, su mano derecha, Giuseppina Tripodi, con quien acaba de publicar un libro de memorias, La clepsidra de una vida, síntesis de su apasionante historia: su nacimiento en Turín dentro de una familia de origen sefardí, la decisión precoz de estudiar y no casarse para no repetir el modelo de su madre, sometida al "dominio victoriano" del padre; el fascismo y las leyes raciales de Mussolini que le obligaron a huir a Bélgica y a dejar la universidad; sus años de trabajo como zoóloga en Misuri (Estados Unidos), el premio en Estocolmo -"ese asunto que me hizo feliz pero famosa"-, sus lecturas y sus amigos (Kafka, Calvino, el íntimo Primo Levi), hasta llegar al presente.

Sigue viviendo a fondo, come una sola vez al día y duerme tres horas. Su actitud científica y vital sigue siendo de izquierdas. Pura cuestión de raciocinio, explica, porque la culpa de las grandes desdichas de la humanidad la tiene el hemisferio derecho del cerebro. "Es la parte instintiva, la que sirvió para hacer bajar al australopithecus del árbol y salvarle la vida. La tenemos poco desarrollada y es la zona a la que apelan los dictadores para que las masas les sigan. Todas las tragedias se apoyan siempre en ese hemisferio que desconfía del diferente".

Laica y rigurosa, apoya sin rodeos el testamento biológico y la eutanasia. Y no teme a la muerte. "Es lo natural, llegará un día pero no matará lo que hice. Sólo acabará con mi cuerpo". Para su centenario, la profesora no quiere regalos, fiestas ni honores. Ese día dará una conferencia sobre el cerebro.

Pregunta. ¿Cómo es la vida a los cien años?

Respuesta. Estupenda. Sólo oigo con audífono y veo poco, pero el cerebro sigue funcionando. Mejor que nunca. Acumulas experiencias y aprendes a descartar lo que no sirve.

P. ¿Se arrepiente de no haber tenido hijos?

R. No. Era adolescente cuando decidí que nunca me casaría. Nunca habría obedecido a un hombre como mi madre obedecía a mi padre.

P. ¿Recuerda el momento en que decidió estudiar? ¿Qué dijo su padre?

R. Era el periodo victoriano. Mi padre era una persona de gran valor intelectual y moral, pero un victoriano. Desde niña estaba contra eso, porque veía a mi padre dominar todo, y decidí que no quería estar en un segundo plano como mi madre, a la que adoraba. Ella no mandaba. Dije a mi padre que no quería ser ni madre ni esposa, que quería ser científica y dedicarme a los otros, utilizar las poquísimas capacidades que tenía para ayudar a los que necesitaban. Que quería ser médica y ayudar a los que sufrían. Él me dijo: "No lo apruebo pero no puedo impedírtelo".

P. ¿Qué momentos de su vida han sido más emocionantes?

R. El descubrimiento que hice, que hoy es más importante que entonces. Cuando cada experimento confirmaba mi hipótesis, que iba completamente contra los dogmas de ese tiempo, viví momentos emocionantes. Quizás el más emocionante. Por el resto, el reconocimiento de Estocolmo me dio mucho placer, claro, pero fue menos emocionante.

P. Su tesis demostró que, de los dos hemisferios del cerebro, uno está menos desarrollado que el otro.

R. Sí, el cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional. Y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que este cerebro arcaico domina al de la verdadera razón. Por eso debemos estar alerta. Hoy puede ser el fin de la humanidad. En todas las grandes tragedias se camufla la inteligencia y el razonamiento con ese instinto de bajo nivel. Los regímenes totalitarios de Mussolini, Hitler y Stalin convencieron a las poblaciones con ese raciocinio, que es puro instinto y surge en el origen de la vida de los vertebrados, pero que no tiene que ver con el razonamiento. El peligro es que aquello que salvó al australopithecus cuando bajó del árbol siga predominando.

P. En cien años usted ha conocido esos totalitarismos. ¿Cómo se puede evitar que vuelvan?

R. Hay que comenzar en la infancia, con la educación. El comportamiento humano no es genético sino epigenético, el niño de dos o tres años asume el ambiente en el que vive, y también el odio por el diferente y todas esas cosas atroces que han pasado y que pasan todavía.

P. ¿Qué aprendió de sus padres? ¿Qué valores le transmitieron?

R. Lo más importante era comportarse de una manera razonable, saber lo que vale de verdad. Tener un comportamiento riguroso y bueno, pero sin la idea del premio o el castigo. No existía la idea del cielo y el infierno. Éramos religiosos, pero la actitud ante la vida no tenía que ver con la religión. Existía el sentido del deber, pero sin compensación post mortem. Debíamos comportarnos bien, eso era una obligación. Entonces no se hablaba de genética, pero era ese espíritu. Sin premio ni miedo.

P. Su origen es sefardí. ¿Hablaban español en casa?

R. No, nunca tuvimos mucha relación con esa lengua. Sabíamos que veníamos de la parte sefardí y no de la askenazi, pero no se hablaba de ello, no nos importaba mucho ser de una u otra. Spinoza me hacía feliz, era un gran referente cultural, y todo lo que sabíamos procedía de los grandes pensadores hebreos, pero no había un sentido de orgullo, de ser mejores, nunca pensamos así.

P. ¿Basta un siglo para comprender a Italia?

R. Es un país maravilloso, por el clima, por la historia del Renacimiento, y por sus enormes contribuciones, su historia formidable de capacidad y descubrimientos. Me sentí siempre judía e italiana, las dos cosas al 100%. No veía dificultad en eso.

P. ¿Cómo ve a Italia hoy?

R. Tiene un fortísimo capital humano, capacidad innovadora y de convivencia, orgullo del pasado, y no se siente demasiado afectada por las cosas negativas, como la mafia. Siempre sentí que era un país del que era una suerte formar parte y haber nacido. Ser italianos era parte de nosotros, nadie nos preguntaba si éramos italianos o no. También era una suerte ser judía. No conocí la Biblia, no tuve una educación religiosa, y me reflejaba en el capital artístico y moral italiano y judío. No pertenecí a una pequeña minoría perseguida, sabía que eso ocurría, pero no me sentía parte de ello. Desde niña me sentía igual que los demás. Cuando me preguntaban "¿cuál es tu religión?", contestaba: "Yo, librepensadora", y nadie sabía qué era eso. Y tu padre qué es: ingeniero.

P. ¿Cómo vivió el fascismo?

R. No siento rencor personal. Sin las leyes raciales, que determinaron que los judíos éramos una raza inferior, no hubiera tenido que recluirme en mi habitación para trabajar, en Turín y luego en Asti. Pero nunca me sentí inferior.

P. ¿Así que no sintió miedo?

R. Miedo, no; desprecio y odio sí, netamente por Mussolini. A mi profesor Giuseppe Levi lo seguí paso a paso y era feliz por lo que él valientemente osaba hacer y decir. Nunca sentí la persecución porque mis compañeros de universidad católicos me consideraban igual. Y no tuve sensación de peligro. Cuando empezaron las persecuciones, eran tan inmundas las cosas que se decían que no me daba por aludida. Estaba ya licenciada en 1936, había estudiado con Renato Dulbecco, católico, y Salvatore Luria, judío, y no tenía sensación de ser distinta.

P. ¿Cree que hay peligro de que vuelva el fascismo?

R. Sí, en los momentos críticos prevalece más la componente instintiva del cerebro, que se camufla de raciocinio y anima a los jóvenes a razonar como si fueran parte de una raza superior.

P. ¿Ha seguido la polémica sobre el Papa, los preservativos y el sida?

R. No comparto lo que ha dicho.

P. ¿Y qué piensa del poder que tiene la Iglesia? ¿Es demasiado?

R. Sí. Fui la primera mujer admitida en la Academia Pontificia y tuve una buena relación con Pablo VI y con Wojtyla, también con Ratzinger, aunque menos profunda que con Pablo VI, al que estimaba mucho. No la tuve en cambio con aquel considerado el Papa Bueno, Roncalli (Juan XXIII), que para mí no era bueno, porque era muy amigo de Mussolini y cuando comenzaron las leyes antifascistas dijo que había hecho un gran bien a Italia.

P. ¿Ha cambiado mucho su pensamiento a lo largo de la vida?

R. Poco, poco. Siempre pensé que la mujer estaba destruida porque el hombre imponía su poder por la fuerza física y no por la mental. Y con la fuerza física puedes ser maletero, pero no un genio. Lo pienso todavía.

P. ¿Le importó alguna vez la gloria?

R. Para mí, la medicina era la forma de ayudar a los que no tenían la suerte de vivir en una familia de alto nivel cultural como la mía. Esa línea recta no ha cambiado. La actividad científica y la social son la misma cosa. La ayuda a las mujeres africanas y la medicina son lo mismo.

P. ¿El cerebro sigue siendo un misterio?

R. No. Ahora es mucho menos misterioso. El desarrollo de la ciencia es formidable, sabemos cómo funciona desde el lado científico y tecnológico. Su estudio ya no es un privilegio de los expertos en anatomía, fisiología o comportamiento. Los anatomistas no han hecho gran cosa, quitando algunos. Ahora ya no hay barreras. Físicos, matemáticos, informáticos, bioquímicos y biomoleculares, todos aportan cosas nuevas. Y eso abre posibilidades a nuevos descubrimientos cada día. Yo misma, a los 100 años, sigo haciendo descubrimientos que creo importantes sobre el funcionamiento del factor que descubrí hace más de 50 años.

P. ¿Hará fiesta de cumpleaños?

R. No, me gustaría ser olvidada, ésa es mi esperanza. No hay culpa ni mérito en cumplir 100 años. Puedo decir que la vista y el oído han caído, pero el cerebro no. Tengo una capacidad mental quizá superior a la de los 20 años. No ha decaído la capacidad de pensar ni de vivir...

P. Díganos el secreto.

R. La única forma es seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte, porque la muerte no nos golpea a nosotros sino a nuestro cuerpo, y los mensajes que uno deja persisten. Cuando muera, solo morirá mi pequeñísimo cuerpo.

P. ¿Está preparada?

R. No hace falta. Morir es lógico.

P. ¿Cuánto desearía vivir?

R. El tiempo que funcione el cerebro. Cuando por factores químicos pierda la capacidad de pensar, dejaré dicho en mi testamento biológico que quiero ser ayudada a dejar mi vida con dignidad. Puede pasar mañana o pasado mañana. Eso no es importante. Lo importante es vivir con serenidad, y pensar siempre con el hemisferio izquierdo, no con el derecho. Porque ése lleva a la Shoah, a la tragedia y a la miseria. Y puede suponer la extinción de la especie humana.


Diario El País 19/4/2010.-


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domingo, 25 de abril de 2010

Finalmente, aparece el doctor Kroto

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por Leonardo Moledo


Lindau, Alemania, frente al lago Constanza. Súper encuentro de la ciencia: la 59ª edición del congreso anual que reúne a la plana mayor, en este caso a premios Nobel de Química, con los aspirantes a científicos de primera, venidos de todas partes del mundo.



Después de su horrible fracaso, el jinete pulula entre los 23 premios Nobel y los 600 jóvenes investigadores que se han concentrado en Lindau para hablar, discutir, escuchar conferencias de los grandes “Nobles” de la Academia de hoy. Pero al jinete no le interesan las conferencias, ni los investigadores, ni siquiera los premios Nobel. Al jinete lo acosa una única duda científica, una sola pulsión: ¿dónde está el doctor Harold Kroto, Premio Nobel de Química 1996, por su descubrimiento de los compuestos de carbono llamados fullerenos? Se sienta en un banco situado en el paseo que bordea el lago Constanza, a rumiar su desgracia. Frente a él, un pequeño embarcadero donde se menean algunos barquitos de vela que le recuerdan prodigiosa e irrespetuosamente al Tigre.

Y de repente... Dos camarógrafos toman posición frente a él..., iluminan, prueban, y al segundo un Premio Nobel elegante se sitúa frente a ellos. ¿Pero acaso no se trata del doctor Kroto? ¡Por supuesto! ¡Claro que es el doctor Kroto¡ El jinete derriba a los camarógrafos, que caen al suelo desangrándose, destruye los micrófonos y las cámaras y arroja los restos al lago, acorrala al doctor Kroto contra la pared y le empieza a preguntar. Sin preámbulos. Y el doctor Kroto, atemorizado a pesar de ser un Premio Nobel, contesta.

–Hay mucha gente que cree que la ciencia va a salvar a la sociedad, y hay mucha gente que le tiene miedo a la ciencia y piensa que nos va a llevar a la debacle. ¿Qué cree usted?

–Bueno, es un gran problema. Creo que nadie puede negar que la expectativa de vida ha aumentado muchísimo, que la tecnología ha ayudado a hacer mejores las vidas de las personas (a través de inventos como, por ejemplo, la penicilina). El gran problema es que la tecnología actualmente es extraordinariamente poderosa y está en manos de personas que podrían destruir a la humanidad. No sé la respuesta a su pregunta, no sé si la ciencia es en sí misma buena o mala. Creo que tenemos un problema.

–Hábleme, siga hablando...

–En el pasado (tal como ahora) había entre un 1 y un 5 por ciento de la gente que tenía serios disturbios mentales. Pero la diferencia es que, cuando mataban gente, debían hacerlo de a uno por vez. El asunto es que ahora, con la tecnología nuclear, uno puede destruir una ciudad entera. Está el caso de Hiroshima, de Dresde. El problema es, entonces, que seguimos contando con ese 5 por ciento de gente con serios disturbios mentales, pero ahora tienen en sus manos armas incomparablemente más poderosas y sacan provecho de eso. No hay más que mirar al Medio Oriente para darse cuenta de eso. Hay muchos niveles en los que se utiliza la tecnología para ejercer la violencia. Y siendo tan poderosa, corremos el riesgo de destruirnos a nosotros mismos. Yo no sé si podemos determinar si la ciencia y la tecnología son en sí mismas beneficiosas o perjudiciales. Por un lado, se ha aumentado notablemente la esperanza de vida, se ha disminuido la mortalidad infantil (en el siglo XVIII morían millones de chicos antes de los 8 años). Eso es un avance claro para el bienestar de la humanidad.

–Bueno, uno podría pensar en Troya, o Cartago, y la cantidad de muertes producidas allí también es pavorosa.

–Sí, pero es diferente. Porque, como le decía, tenían que matar de a uno por vez. No existía una bomba que uno tiraba y destruía todo en un segundo. Aunque se terminó destruyendo la ciudad, demoraron más de diez años. Hoy en día, 25 personas pueden matar tranquilamente a 5000 personas. Pienso en el caso del World Trade Center. Y ni hablar de las armas nucleares. Eso es algo que en la Antigüedad no pasaba, cuando no existía la tecnología moderna. Lo increíblemente estúpido es que sigamos creando los medios para que este 5 por ciento de lunáticos destruya a la humanidad de a poco. Eso es, ciertamente, un gran inconveniente.

–¿Y qué cree que va a pasar?

–Bueno, esa no es mi especialidad, y no soy demasiado bueno prediciendo cosas. No soy más inteligente que usted.

–Gracias.

–Lo que sí puede ser es que tenga un poco más de conocimiento técnico y, por lo tanto, conozca mejor los riesgos de las armas nucleares. Es terriblemente peligroso que estas tecnologías estén en manos de personas que no se caracterizan en absoluto por ser cuidadosas. El problema es que ahora estamos siendo llevados a la aplicación de tecnologías en una escala muy grande, pero no sabemos a dónde nos va a llevar esa aplicación. El ejemplo es el DDT, el arma más efectiva y poderosa contra la malaria que tenemos, que terminó provocando muchas muertes. ¿Qué pasará? Creo que es posible que de acá a 40 años naciones lunáticas (entre las que se incluyen los Estados Unidos y Gran Bretaña) continúen creando armas nucleares, que seguirán estando en manos de grupos de gente muy pequeños que seguirán utilizándolas de manera muy destructiva.

–¿Y qué piensa que deben hacer los científicos?

–Bueno, son muchos los científicos que trabajan duro para lograr que los países decomisen sus armas nucleares. Pero los países no se hacen demasiado eco de eso. Hasta que las naciones nucleares como Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos no se deshagan de sus armas nucleares, no creo que Corea o Irán se deshagan de las suyas. Pero eso no está del todo claro. ¿Por qué habría de desprenderse de sus armas Irán si EE.UU. y Gran Bretaña no lo hacen? Estos son temas socio-políticos y socio-económicos en los que yo no soy especialista.

–¿Y qué significa para usted la ciencia?

–Creo que tiene por lo menos tres aspectos.

–A ver...

–Uno es el conocimiento causal: sabemos, por ejemplo, algunos aspectos de cómo funciona el universo. El segundo es la aplicación tecnológica: ese conocimiento que adquirimos lo podemos utilizar para cosas útiles, como motores eléctricos, o automóviles. Y el tercero, el más importante, es el método que usamos para analizar la evidencia. Para mí es el único método válido de arribar a conclusiones sobre las bases de la evidencia. Creo que si no se hace eso, si no se utiliza el método científico, se recae necesariamente en errores. No quiero decir que el método científico sea infalible: también se pueden cometer errores utilizando este método. Pero si se observa bien la evidencia y se aprende a analizarla correctamente, y luego se aprende a ponerla a prueba y a ver si lo que se descubrió se corresponde con la realidad, entonces la posibilidad de error se minimiza. Para mí es una actitud que sirve para resolver cualquier problema: basarse en la evidencia, y no en lo que a uno le gustaría que fuera.

–¿La ciencia aprehende la verdad?

–Sin duda. Uno trata de conocer las cosas tal cual son, basándose en la evidencia (que es lo central). Cuando no se tiene evidencia, cualquier cosa vale y así emergen todas las visiones estúpidas de la raza humana, y uno tiene todas las religiones. Eso no significa que sean útiles o no. Pueden ser verdaderas. Pero no hay ninguna evidencia que las sostenga.

–Pero la pregunta es... la ciencia, ¿solamente construye modelos que más o menos encajan con la realidad? ¿O encuentra la verdad en un sentido más bien filosófico?

–Bueno, yo diría que no hay una verdad indiscutible, independiente de toda filosofía. Los experimentos siempre tienen razón. Uno no tiene una teoría que explica algo y luego a partir de esa teoría interpreta la realidad de tal manera que cuando algo coincida con la teoría uno sienta que está encaminado a comprender la realidad. Si hablamos, por ejemplo, de las verdades que hay en la cabeza de la gente, cada uno tiene su propia verdad particular. Se puede sentir que algo es verdad, aunque no lo sea, y de ahí que haya budistas, y católicos, y judíos, todos con sus verdades parciales. Eso no tendría por qué enfrentarlos.

–Mmmm...

–Yo lo pienso como científico: si yo descubro y publico que tal y tal cosa pasan y viene otro científico y dice que eso es mentira, no me voy a pelear con él.

–¿En serio?

–Vamos a contrastar nuestros resultados y vamos a llegar a alguna conclusión en conjunto. Esa es la causa por la que la ciencia es diferente de todo el resto de las cosas. Eso ocurre porque la ciencia es independiente de las creencias de la gente. La ciencia depende de la manera en que la ciencia es. Una teoría puede no ser lo suficientemente sofisticada, o nuestros experimentos pueden no ser lo suficientemente agudos como para determinar una verdad, pero todo eso es perfectible: las teorías se pueden refundar y refinar. Las teorías nos pueden servir para movernos hacia adelante, hasta encontrar un obstáculo que nos impide movernos y entonces tenemos que refinarlas. De todos modos, toda teoría es una buena aproximación a una teoría más precisa. Esos son aspectos de lo que la ciencia es. Pero al fin de cuentas, la ciencia es un método de análisis o de estudio de problemas que van más allá de las aplicaciones que se puedan hacer. Es una manera de enfrentarse al mundo y de mirarlo y de cuestionarlo y de acercarse a la verdad universal, que, por definición, tiene que ser completamente independiente de los hombres particulares. Con las teorías podemos aproximarnos muy bien a esa verdad, aunque tal vez no se pueda aprehender en su totalidad. Pero dígame (señalando a los camarógrafos que se desangran en el suelo)... ¿no habría que ayudar a estos hombres?

El jinete ni le contesta y se marcha satisfecho. El reguero de sangre cruza el asfalto del paseo, y se derrama en el lago, justo en el medio del embarcadero, tan prodigioso e impertinentemente parecido al Tigre.


Diario Página12 5/8/2009.-


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Secreto y poder en la vida social

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por Sergio Labourdette
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)



Introducción

Secreto y poder están indisolublemente unidos. Ambos términos parecen necesitarse mutuamente. Y retroalimentarse sin cesar. El secreto es siempre un dispositivo de poder. Tanto de poder defensivo como ofensivo, según los casos. El secreto, en su hermetismo, se da siempre una oportunidad de protección, de sobrevivencia e, incluso, de ataque si fuera necesario. En situaciones de peligro, la hermeticidad favorece al sujeto, al ser social y a la acción para resguardarse y aparecer en el momento oportuno. En situaciones favorables, en cambio, el ocultamiento permite reajustes y preparaciones que la exposición impide.
El poder se sirve del secreto para proteger su potencia, sea lo que esto fuere; y para incrementar su capacidad operativa. El secreto oculta partes vitales del poder cuyo develamiento sería peligroso. Y el poder mediante el secreto se instala, se inscribe y se infiltra en lugares adversos a su ejercicio. Y desde allí, secretamente escondido, puede elegir sus intervenciones sobre hechos, sucesos, acontecimientos y procesos sociales, culturales, políticos y científicos.
El poder y el secreto se conforman como estrategias operativas contundentes tanto en los perseguidores como en los perseguidos, tanto en los autoritarios como en los libertarios, tanto en los invasores como en los que resisten y devuelven el golpe.
El secreto es el no de la exposición. Para decir "no" hay que tener poder. El poder del no. Luego, no sólo hay que poseer poder para hacer y para decir, también hay que poseerlo para no hacer y no decir. Mucho más para hacer no y decir no. O para hacer en las sombras. El poder para ocultar. Para no ser descubierto. Y para operar desde el lugar recóndito. El secreto se basa en el poder de no exponer. El viejo refrán chino que indica que uno es dueño de su silencio y esclavo de las palabras, señala también que hay que tener poder para no ser obligado a decir. Y sostiene, además, que el silencio, al ocultar lo que revelaría lo dicho, protege y consolida el poder callar y, en consecuencia, decir, si fuera necesario.
Luego, el secreto es apto para el ataque y para la defensa. Desde la oscuridad se vive en dos planos: a) para los desarrollos en el mismo secreto, y b) para apuntar a zonas y problemas de la exposición con la precisión que da el mundo secreto. Los "otros", expuestos, blancos de la intervención secreta, quedan todavía más expuestos pues desconocen quiénes y desde dónde son tenidos en consideración.
El secreto favorece la invulnerabilidad o, al menos, dificulta exponer las zonas vulnerables. Una organización secreta, una estrategia secreta, una acción secreta cuando pueden funcionar de esa forma, con todas las dificultades que esto implica, observan y miden desde una especie de "ningún lugar" lo que el rival hace, y sus puntos fuertes y débiles. Y puede programar mejor cuándo y dónde aparecer, asustar, amenazar y golpear, aunque la intervención evite o administre el ejercicio de la violencia.
El secreto está asociado a una disminución de la vulnerabilidad y a un aumento del círculo de seguridad y protección propia. De allí que el secreto sea tan utilizado tanto en las prácticas específicamente secretas como en las de superficie y exposición. Muchas veces un gran impacto en el mundo expuesto es el producto de un tiempo de trabajo y preparación en el mundo oculto. Asimismo, una gran parte de la toma de decisiones se realiza y se planea en terrenos discretos, ocultos e invisibles, pues de este modo asegura su efectividad y su propia seguridad protegida.

El valor del secreto

El valor del secreto consiste en su capacidad de ocultar algo. Y ese algo es considerado, asimismo, valioso dado que debe ser protegido de la mirada o la observación de otros. El secreto, solitario o compartido, obliga a un escamoteo de la exposición. El ocultamiento es una acción, es una estrategia. Tiene un fin, al menos uno, que es el enmascaramiento de "eso" que no debe salir a la luz. A veces porque es un medio para producir otras cosas, efectos, resultados. A veces porque su solo develamiento representaría una amenaza para su creador.
Hay dos clases de secretos: los secretos que se saben que son secretos y los secretos que se ignoran y no se saben que existen. Estos últimos pueden no descubrirse nunca y acontecerán como algo inexistente aunque no lo hayan sido. Y también pueden aparecer, al menos como secreto, en algún momento de su historia, provocando la consecuente sorpresa en tantos que lo ignoraban. Por ejemplo, cartas secretas de algún personaje histórico, literario, etc., que cobran luz debido a alguna ruptura en la cadena de ocultamiento. Así también hay secretos de Estado que se saben que son secretos y hay actividades del Estado, de lo público y de lo privado, que se ignoran en su hermeticidad.
Derrida se preocupa por el tema del secreto. Y lo asocia con la democracia y la libertad. En " deconstrucción y pragmatismo "(1) nos dice que el secreto no debe ser perseguido en todos sus aspectos ni en todas sus manifestaciones. Antes bien, conforma un equilibrio con el decir y el exponer, pues nadie debe imponer qué decir y qué callar, excepto que afecte la vida de otros. Derrida relaciona el secreto con la experiencia de la singularidad. Asimismo, desconfía de concepciones democráticas que estigmatizan el secreto y que quieren proscribirlo de las prácticas de la democracia.
Este autor hace una lectura crítica de la teoría del secreto de Koyré en cuanto éste lo considera como una amenaza a la democracia. Si todo debe ser público, Derrida se pregunta dónde está el derecho al secreto como parte de la libertad. La postura de Koyré basada en un "politicismo integral" esconde una raíz totalitaria con aires democratizantes, como señala A. Spire en una entrevista al intelectual francés. Derrida sostiene que el hombre es un ciudadano de arriba abajo y esto implica un derecho al secreto en ciertas condiciones. No se debe exigir que todo el mundo diga todo a cada momento ni tampoco ignorar ciertas prácticas del secreto repudiables, como la conspiración en una democracia. De ahí que el secreto es inaccesible y heterogéneo al dominio de lo público. Y esta heterogeneidad, lejos de constituir una forma de despolitización, es más bien una condición de la politización de la pregunta por lo político, la historia y la genealogía de ese concepto.

El valor del poder

La política es el descubrimiento y ejercicio del poder. En realidad, la política es el arte, la ciencia y la técnica de la creación y uso del poder sobre distintos conjuntos de relaciones sociales. De esta manera, la política se conforma como un complejo entramado de relaciones de poder sobre todas las unidades sociales de cualquier comunidad existente. En un sentido restringido, la política se ocupa de las luchas y los modos organizativos de la esfera estatal (desde la global hasta la local). En un sentido más general, la política interviene en todos los órdenes de la vida social en cuanto origina relaciones de poder en las unidades estatales, militares, económicas, sindicales, eclesiásticas, educacionales, familiares, etcétera.
El poder es una entidad social altamente compleja, enigmática y paradójica. El poder es complejo pues está compuesto por diferentes elementos que abarcan todas las posibles actividades de la sociedad. El poder es enigmático pues es más lo que oculta que lo que muestra, lo que se desconoce que lo que se descubre, lo que escamotea que lo que presenta y ofrece. Además, el poder se mimetiza en las más sofisticadas formas del no-poder, tales como por ejemplo, el amor desinteresado y la educación generosa, el saber científico aséptico y el sacrificio solidario. Además, el poder se disfraza en el no-poder en todas las manifestaciones de la manipulación y del ocultamiento de intereses, medios y propósitos considerados inconfesables.
El poder es paradójico como lo es todo proceso social. Se hace y se deshace al mismo tiempo. Es obra de los actores sociales y, simultáneamente, éstos quedan a su merced. El poder es construcción social de actores activos y, a su vez, el poder contribuye activamente a la conformación de los actores sociales. Esta mecánica circular se complementa con otra paradoja. El poder es intenso e inestable; potente y etéreo; pujante y frágil; organizado y azaroso. Así, el poder manifiesta la tendencia a la expansión, a la reproducción y al crecimiento, mientras muestra signos inequívocos de desacumulación, desarticulación y dispersión azarosa.
El poder muestra, además, su multiplicidad compleja por la proliferación de sus funciones. Es decir, el poder desarrolla las funciones de obtención (creación de resultados o destrucción de los mismos), las de promoción y las de subordinación . Las concepciones reduccionistas y unilaterales han adjudicado al poder solamente la última función: ser agente subordinador. Sin embargo, las relaciones de poder y las estructuras de poder muestran claramente la diversidad de funciones que el poder cumple. Y tanto como subordina, promueve. Y tanto como promueve y subordina, obtiene. Luego, el predominio de una u otra función dependerá de la clase y tipo de poder utilizado, del campo donde se lo utilice, y de los objetivos y fines perseguidos.
El poder en su complejidad estable-inestable presenta una multiplicidad de elementos interrelacionados cuyas estructuraciones, nódulos fuertes y puntos de fuga dan cuenta tanto de su potencia como de su fragilidad. Hemos seleccionados algunos elementos principales de ese entramado social. Estos son: Ideas y Creencias, Liderazgo-conducción, Población-colectivos, Espacio, Recursos y Tecnologías, Tiempo, Estado y Organización . Estos elementos pueden estar presentes o ausentes, entrar y salir, crecer o deteriorarse; pueden ensamblarse o disgregarse. Pues nada ata definitivamente a nada.
Luego, el poder se construye, se consolida y se dispersa según el complejo juego de las articulaciones y disipaciones de las condiciones imperantes. Así, el poder puede ser tanto el instrumento noble de los hacedores como el ruin de los tiranos; tanto la lucha por la emancipación, la libertad y la justicia como el tortuoso mecanismo dominador y destructivo de los autoritarios y fanáticos.

Concepción del secreto

El secreto es lo oculto. Es lo que se esconde. Es lo que se pone "detrás" de las cosas visibles o tiene una existencia expresamente invisible. Luego, el secreto es la invisibilidad deliberada.
El secreto es como la doble vida de las cosas. De un lado hay exposición, del otro, ocultamiento. En realidad, parece que nada funciona sin secreto. Es como una dimensión inexcusable de la vida. Así la vida cotidiana transcurre parte de su acontecer en el secreto, y en numerosas circunstancias, en el más riguroso secreto. Luego, el secreto es indudablemente enigmático; se sabe que existe, pero no se sabe muy bien qué es, ni de qué se trata. El secreto es también, en muchos aspectos, seductor e intrigante; desafía e invita a descubrir. Y es también amenazador, pues está rodeado de un halo de peligrosidad dado que lo oculto implica una deliberada actitud o postura para evitar ser visto, sustraerse a la indagación, escapar a la intromisión indiscreta. Todo lo cual crea un círculo vicioso de retroalimentación continua donde lo enigmático, lo seductor y lo peligroso se atraen y se repelen continuamente.
Las relaciones entre pares, las relaciones sexuales, las parejas, las familias, las asociaciones de diversos tipos, las instituciones y las organizaciones -políticas, económicas, empresariales y sindicales, militares, religiosas, educacionales, etc.-, tienen sus zonas secretas. Es lo que no trasciende; en parte porque las actividades caen fuera de la vista y del conocimiento de los ajenos pero, especialmente, porque se hacen esfuerzos deliberados para que esto suceda así. La exposición permite la intromisión ajena y, en consecuencia, de descubrimiento y el centro de lo oculto. La exposición es la enemiga del secreto. Luego, las estrategias de la exposición se enfrentan permanentemente a las estrategias del secreto y todo depende de la disposición de fuerzas de ambas partes.
El secreto no es necesariamente malo ni implica necesariamente el lado oscuro e impuro de la moral y de la ética. En ocasiones es al revés, pues depende de quién se encuentre en cada lado. A veces, el secreto protege a los débiles, los excluidos, los pobres, los revolucionarios, los salvadores, los justos y los que quieren combatir a los corruptos, los privilegiados, los violentos y los exterminadores. Luego, hay secretos buenos y malos, pero esto depende de los códigos éticos.
De lo dicho hasta ahora se desprende que existen los aspectos secretos de las innumerables instancias de la vida social. Y que muchas de ellas están signadas en sus derroteros principales por esos aspectos ocultos. Esto, las más de las veces, es extremadamente difícil de comprobar pues la misma manera de ser del secreto consiste en no darse a conocer o en ocultarse bajo mil disfraces y máscaras. Los usos y costumbres de la vida social tienen un plano secreto que no necesariamente coincide con lo que se ve, ya sea ley, discurso o prácticas no discursivas. Inclusive es probable que los cambios y modificaciones de las cosas se produzcan primero en el secreto, ante posibles sanciones, y que luego se preparen para salir a la luz.
El secreto, por un lado, conforma el mundo más privado de los miembros de una sociedad. Cada sociedad y cada cultura tienen definiciones más o menos precisas acerca de lo que se considera "vida privada". Pero ésta, ya se corresponda con un sentido más extenso o con uno más reducido, tiene un núcleo secreto que constituye uno de los más valiosos recursos de los seres humanos. Es lo que los hace ser ellos mismos y que deben cuidar y proteger de las miradas ajenas, aunque éstas sean las más amadas, pues es el último reservorio de lo propio. Y este secreto permite mantener a resguardo los deseos y las apetencias más íntimas, especialmente si son condenables y rechazables por las culturas vigentes. Aquí se alojan los rescoldos más entrañables y más impropios, incluso los que llenan de vergüenza, ansiedad y "pecado" a sus mismos portadores.
Pero por otra parte, además de los aspectos secretos de todas las actividades de la vida, se encuentran las instituciones específicas del secreto: las "organizaciones secretas". Estas organizaciones hacen del secreto su razón de ser; viven en el secreto y desarrollan tecnologías del secreto aptas para producir poder. Estas organizaciones funcionan bajo un principio: el secreto ya no sólo quiere serlo, debe serlo, pues es su razón de ser o, al menos, la condición de su existencia; sin él, irían hacia su desaparición lisa y llana, se extinguirían irremediablemente. Y estas organizaciones clandestinas o semiclandestinas pertenecen tanto a las esferas oficiales como a las esferas que funcionan en paralelo o que combaten las legitimidades vigentes.

Vida cotidiana y secreto

La trama social de la vida cotidiana suele estar impregnada de secreto. Y en ese complejo entramado es posible encontrar niveles de exposición y de ocultamiento que obedecen a las más diversas circunstancias. Aquí no siempre el secreto es el ocultamiento de conductas indignas y degradadas. A veces, el secreto es la manifestación y la prueba de una confianza entre amigos, parejas, pares, miembros de una familia, etc. Es el resguardo de algo que se atesora y que se quiere proteger de la mirada ajena, no tanto por su carácter criticable sino más bien por su significación valiosa y privada. Y la violación del secreto se considera una falta y una afrenta por parte del depositario. Luego, ciertos secretos de la vida cotidiana no se basan en el escondite sino en el resguardo y la confianza mutua. Y guardar un secreto es un deber y una virtud. También, muchas veces, el secreto protege una falta, una caída, un quiebre de lo que se espera y se enaltece. En estos casos, el secreto parece proteger a seres y relaciones que quieren darse otra oportunidad sin dañar la imagen. Es decir, los secretos de la cotidianeidad pueden tener halos de inocencia y de buenas intenciones que escapan a las consideraciones de este trabajo. Incluso, los secretos entre ciertos profesionales y sus clientes o pacientes parecen estar bastante cerca de esta búsqueda de protección y confianza; por ejemplo, los secretos que pueden compartir médicos, psiquiatras o psicólogos con sus respectivos pacientes; abogados y clientes; periodistas e informantes, etcétera.
En un lugar intermedio se ubica la confesión, ya sea jurídica o religiosa, pública o privada. La confesión participa del secreto que revela, del secreto revelado que el confesor puede guardar, y del secreto que suele proteger al que confiesa, según sean las normas imperantes. La confesión religiosa, en especial, es una paradójica y extraña muestra de los artilugios del secreto y de la revelación y de la fuerza social y personal que encierran.
En las instituciones de encierro, como las cárceles, los manicomios e institutos para menores delincuentes, se constituyen diversos circuitos del secreto donde se cruzan la protección, la delación, la violencia y las relaciones de poder más crudas y, a menudo, más siniestras. También esas instituciones funcionan, a escala social, como una instancia especial del secreto: la que aísla a sus reclusos en estado de vergüenza frente a la sociedad que prefiere no saber, que elige ignorar. Aquí existe la duplicidad del secreto pues, desde el encierro y desde el exterior se propende simultáneamente a eludir la luz o a fomentar una penumbra culpable aunque tranquilizante.
De la misma manera, existe frente a la pobreza y la exclusión social una especie de manto de secreto que las protege de las miradas del resto de la sociedad. Aquí el secreto busca soslayar las culpas y los remordimientos y ocultar las zonas desgraciadas, apartarlas en lo posible de la vista y de la atención pública. Si la pobreza se transforma en un estigma, es probable que los mismos estigmatizados quieran ocultarse y esconderse, y que los otros quieran verse libres de una exposición vergonzante y cruel. Al mismo tiempo, algunos carecientes y excluidos desarrollan nuevas formas del secreto para protegerse y, en caso de ser necesario, atacar. Y así como hay barrios cerrados que sirven como ámbito de vivienda o descanso de grupos sociales de alto nivel económico, para evitar la intromisión de los advenedizos y de los delincuentes, hay también barrios cerrados de la pobreza y de la miseria, para que quienes no pertenezcan a ellos puedan considerarse intrusos y enemigos. Son lugares que pretenden "salirse" del sistema y practican la exclusión desde "adentro". Y cultivan el secreto como defensa de formas de vida diferentes. Curiosamente, en estas fortalezas de la pobreza, sólo pueden ingresar extraños mediante la violencia de las fuerzas represivas o solicitando humildemente un "permiso" o salvoconducto a sus líderes. Sin negar que estos barrios puedan albergar formas de vida delictiva, ofrecen otro tipo de ejemplo de maneras de protección secreta.
En su novela El nombre de la rosa , U. Eco hace jugar, entre otros, un rol policial a su monje protagonista. Y hay secretos en los símbolos religiosos y en los ritos litúrgicos. La historia recorre un sinuoso camino colmado de laberintos y pistas falsas que encubren lo que se quiere ocultar. En los relatos "El jardín de los senderos que se bifurcan" y "La secta del fénix", Borges nos señala, como en muchos de sus textos, la importancia del secreto. Así dice: "El Secreto es sagrado pero no deja de ser un poco ridículo; su ejercicio es furtivo y aun clandestino y los adeptos no hablan de él." (2) También aparece el problema del secreto en las intrigas policiales que urdió con Bioy Casares y en la gestación de la famosa serie policial del "Séptimo Círculo", donde dio a conocer a grandes -y algunos desconocidos- autores del género. En la pesquisa policial estaba la ocultación deliberada, obra de la actividad humana. Y este ocultamiento creaba una apasionante intriga que iba más allá de lo que se ignora por complejo. Creaba el deseo de descorrer un velo, de des-armar una pararrealidad urdida deliberadamente por una mente, en este caso, criminal. Aquí ya no es sólo el dato erróneo que lleva por mal camino para descubrir la verdad, característico de la práctica científica. Es otra cosa y algo más. Se trata de la pista sembrada para confundir, distraer y llevar a un callejón sin salida. Se trata de la estratagema urdida para engañar, de la celada construida para emboscar. Connan Doyle creó un personaje, Sherlock Holmes, que revolucionó el género literario policial con la lógica aplicada para desmontar secretos fabricados. Pero este aspecto no llegó hasta las ciencias sociales quizás por aquello de que a éstas no les corresponde descubrir criminales ni castigar a culpables. Las referidas ciencias sólo deberían ocuparse de hechos, procesos, tendencias y leyes. Lo que no se advirtió ni se advierte es que potentes estrategias del secreto estaban interviniendo en la construcción de esos hechos, procesos, tendencias y leyes.
Si las investigaciones sociales científicas tienen entre sus antecedentes a la pesquisa policial, con sus indagaciones sobre pistas, móviles y ocultamientos, resulta extraño que de esas prácticas y manuales de procedimientos se haya excluido el secreto. Se adoptaron y perfeccionaron métodos y técnicas utilizadas en las investigaciones criminales y judiciales, pero el ingrediente del secreto permaneció, paradójicamente, secreto.

Secretos en la ciudad, el Golem y la escultura

Ciudad

Hay quienes sostienen que las ciudades, lugares donde la persona establece relaciones particulares con la naturaleza y sus construcciones posibles, tienen más de un nombre, de una denominación. Y que el nombre secreto sería el más importante pues revelaría algunos dones que los nombres mundanos ignoran o soslayan. Murena (3), entre otros, nos dice que una gran ciudad, en ciertos períodos históricos como en la antigüedad, tenía tres nombres. Y estos eran impuestos en la ceremonia de la fundación de la ciudad. Estos rituales parecen haber sido practicados tanto en Europa como en China, India, América y África. Así sucedió con la ciudad de Roma. Roma era su nombre público. El nombre con que se presentaba a sus ciudadanos. También tenía un nombre sacerdotal que fue Flor o Florens y el día de su fundación coincidía entonces con las festividades de Floralia. Y según algunos historiadores y comentaristas, esta gran ciudad tenía un tercer nombre que era secreto. Hay cierta certidumbre para sostener esta afirmación pues Plinio, en su Historia Natural , sostiene que un magistrado fue ejecutado cuando intentó revelarlo. Lydas, el historiador bizantino, dijo que este nombre era Amor, es decir, el anagrama de Roma.
La pregunta es ¿por qué estos tres nombres? ¿cuál es su sentido? El nombre público se corresponde con el reino de la utilidad y es de uso profano. El nombre sacerdotal representa el aspecto exotérico de la religión, es su parte abierta y eclesiástica. El nombre secreto, en cambio, es el fundamento de los otros dos. Expresa la raíz mística esotérica de lo religioso y la construcción anagramática de lo público.
El nombre secreto es el creador de la esencial unión de la ciudad con los hombres que la habitan. Establece una manera de recta habitabilidad entre una ciudad y una clase de hombres de temple. El nombre secreto es el símbolo del matrimonio entre la tierra y el cielo mediado a través de los hombres. Es el ser del vivir en común poseído y comunicado. No es un valor de uso sino una "inutilidad" o la utilidad suprema. Es así lo más fuerte y lo más vulnerable, cuyo secreto funciona como protección (4) . Los hombres de temple mencionados arrancan a Dios el nombre y la disposición a ayudarlos siempre y cuando mantengan la unión humana y divina con los númenes de la tierra.

Golem

La leyenda del Golem plantea la posibilidad de dar vida a un ser conformado con barro, inerte y tosco. Entre las tantas versiones que tratan este tema, una de ellas sostiene que un rabino Jude, en Praga, construyó un proyecto de hombre con el barro de las orillas del río Moldava. Y que le dio vida introduciendo en su boca un pergamino con el nombre secreto y sagrado de Dios. Pues se afirma que el nombre de Dios es desconocido para los hombres, dado que la divinidad no lo quiere comunicar a sus criaturas. Pero también sostiene, y esto es una de las búsquedas de la Cábala, que si sabemos descubrir en los libros sagrados (y en consecuencia en sus letras) las posibles combinatorias para encontrar el nombre de Dios, ello nos posibilitará alguna relación con sus dones.
En el poema "Golem", Borges aclara que, según Cratilo (según Platón), "el nombre es arquetipo de la cosa" y luego, que si encontráramos las letras combinadas que componen el nombre secreto de Dios, habríamos establecido una línea vincular y recíproca con los dones del todopoderoso.

Arte y secreto

Rodin produjo una escultura que la denominó "El secreto". El tema está simbolizado por dos manos entrecruzadas, entrelazadas, ocultando en su interior algo desconocido, no visible. El símbolo es extremadamente sagaz para expresar las características de aquello que no debe ser conocido. A esto, el escultor le agrega una cuota de misterio y sorpresa pues ambas manos producen al ojo atento una sensación de extrañeza en su abrazo. Sucede que las dos manos son derechas. Y esto implica entonces que el secreto no pertenece exclusivamente a uno solo sino que es compartido por todos aquellos que estén representados por la "otra mano", cualquiera de ellas. El entrelazamiento de dos manos derechas abre un juego de interpretaciones infinito y saca al secreto de la ilusión de ser una actividad exclusivamente individual. El secreto pertenece a uno y a otro, sean los que fueren. Bianchi Villeli y Georgieff interpretan en la obra a un trío, pues estas dos manos de dos personas distintas guardarían el secreto de otro más. Así nace y se desarrolla, entre tantas, el juego de las interpretaciones, en este caso psicoanalítica. Según los autores, "el secreto supone un saber escondido entre dos... de un tercero" (5)

Freud y el Comité Secreto

L as actividades y organizaciones que contribuyeron a la creación y consolidación de una disciplina denominada psicoanálisis son, quizás, un ejemplo paradigmático de la utilización de las estrategias de poder de carácter secreto, fuera del nivel específicamente político, estatal y social. A principios del siglo XX, al menos en sus dos primeras décadas, Freud y sus seguidores tomaron sobre sus hombros una doble responsabilidad: a) abrir el curso para el desarrollo de esta disciplina, y b) enfrentar tanto a los que la rechazaban externamente como a los que discrepaban dentro del mismo campo. Lo curioso es que la lucha más encarnizada para imponer una disciplina de saber psicoanalítico parece haber estado más en los enfrentamientos internos que en los de afuera. Al menos se puede asegurar que las estrategias del secreto comandaron las actividades de los psicoanalistas, bajo la conducción de Freud, dirigidas a mantener viva y protegida una ortodoxia amenazada por las dudas, críticas y rechazos de Jung, Adler y algunos seguidores de éstos.
Lo cierto es que la disciplina psicoanalítica estaba naciendo y se constituía en un campo de fuerzas conceptuales y personales. Había que defender propuestas y atacar orientaciones divergentes y rivales. Y también había que criticar y expulsar a representantes de las líneas diferenciadoras y opuestas. Puede afirmarse que el psicoanálisis nace y crece en medio de extraordinarios esfuerzos esclarecedores por un nuevo saber sobre el mundo psíquico frente a la tradición psicológica y psiquiátrica. Y al mismo tiempo, en medio de una sorda lucha de poderes para imponer una u otra dirección intelectual y práctica. Aquí se construyen estrategias secretas de poder pues se advierte el valor de lo oculto frente a cualquier exposición franca pero más vulnerable.
Si se reconstruye la historia del psicoanálisis en esta época, basada en textos testimoniales, correspondencia y biografías de sus más conspicuos exponentes, se advertirá el uso y cuidado de los movimientos emprendidos para hacer prevalecer un grupo de poder, una línea interpretativa, un dominio del campo y una expulsión de los disidentes. Aquí hemos tenido en consideración los aportes de Martinez Filomeno (6) que aborda, entre otros, este tema, con fuerte apoyo documental. Veamos los hechos más significativos. Las acciones se desarrollaron siempre en un campo dúplice: un plano visible, expuesto, de propuestas y controversias a la luz de todas las miradas, y un plano invisible, oculto, donde se establecieron mejor los objetivos, propósitos, el quién es quién, el bando propio de los aliados y el bando rival y enemigo (que no siempre es el mismo). Aquí se reúne el espíritu combativo y conspirativo, el espíritu de grupo. Aquí se diseñan los planes para avanzar, prevalecer y derrotar al adversario. Aquí se desarrollan tecnologías del silencio y del ocultamiento para hacer más efectiva la intervención y para no mostrar a los demás un perfil que dañaría el prestigio de los actores y afectaría la confianza de los seguidores.
En este nacimiento disciplinario, el mundo del secreto es un mundo preferentemente de astucias, estratagemas, trampas y golpes realizados en y desde las sombras. El secreto hace más fuerte al poder pues le quita vulnerabilidad y le permite atacar al otro donde más duele, con el máximo de recursos y el mínimo de exposición. El secreto supera defensas preparadas para lo visible y lo expuesto. Y le permite, para colmo, desprenderse de pruritos y normas de convivencia y tolerancia exigidos en cualquier contienda legítima, pues lo que no se ve no se ofrece a la crítica moral y a sus límites. Freud y su séquito resultan buenos estrategas. Arduos, tesoneros, audaces y, a veces, un tanto despiadados.
La lucha por el dominio del campo para la constitución del psicoanálisis estriba en una rivalidad fundamental: la dirección freudiana o la dirección jungiana. La primera se basa en la dualidad pulsional y la teoría de la libido. La segunda, monista, se basa en el reconocimiento de una energía única y general, sin el carácter predominantemente sexual de su rival.
Freud resulta un activo militante del secreto y del poder. Primero utiliza una estrategia de persuasión sobre su amigo (y discípulo) / enemigo Jung, quien preside la IPA , la famosa asociación internacional psicoanalítica. El motivo principal es el rechazo de Jung a la teoría de la libido. Freud le escribe: "...y no se aleje demasiado de mí cuando está realmente tan cerca de mí, ya que si lo hace tal vez algún día eso nos enfrente" (7) . En realidad Freud y sus seguidores encaran una estrategia compleja en ambos planos, el expuesto y el secreto, incluso con interesantes variantes subversivas: el comité secreto. Estas estrategias abarcan simultáneamente cuatro niveles que se expresarán a través de trabajos y actividades. Veamos esto:

• Nivel teórico: Introducción al Narcisismo.
• Nivel clínico: El historial del "hombre de los lobos", en Historia de una neurosis infantil.
• Nivel histórico: Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico .
• Nivel político: fundación del Comité Secreto.

Sin duda son los puntos d) y c) los más ligados a las estrategias de poder y secreto empleadas por el freudismo. A la "Contribución..." el autor le atribuye el carácter de "bomba" y resalta los efectos que producirá sobre sus adversarios. En su correspondencia con Abraham, le dice: "así pues, la bomba estalló, pronto conoceremos sus efectos, quiere decir que tenemos que dejar a la víctimas dos o tres semanas para reagruparse" (8) .
En el nivel político d), el Comité Secreto ya es estrategia de poder en estado puro. La composición del Comité tiene seis miembros. Estos son: Jones (Presidente), Ferenczi, Abraham, Sachs, Rank y, posteriormente, Eitingon. Este Comité tiene una función manifiesta (una verdadera estratagema) que es conformar un grupo de ayudantes de Freud en las tareas cotidianas de discutir la literatura psicoanalítica, los artículos para el Anuario y dejar al maestro el tiempo libre para su producción creativa. La función principal es oculta y consiste en defender el psicoanálisis ortodoxo frente a las desviaciones heréticas y atacar a sus representantes. Esto significa excluir a Jung, Adler y otros de la pertenencia al campo psicoanalítico y echarlos de los lugares institucionales. El mismo Jones en carta a Freud expone claramente el carácter y los propósitos del comité que preside: "Mi idea es formar un Consejo no oficial e informal, por lo tanto necesariamente secreto, en estrecho contacto con usted, con instrucción y crítica. Lo que tendremos que hacer será purgar en lo posible todas las excrecencias teóricas" (9). Jung ve con asombro y temor cómo se lo margina de la toma de decisiones, se lo desinforma y se va creando un poder paralelo. No deja de llamar la atención el sentido despreciativo utilizado para caracterizar a ilustres colegas, el uso de términos y lenguaje militar y bélico para referirse a las acciones sobre los rivales, y las estrategemas empleadas para purgar el ámbito disciplinario de personas catalogadas como indeseables y peligrosas.
Nuevamente Freud en una carta a Abraham le dice: "...nos hemos librado por fin del brutal santurrón de Jung y sus loros repetidores" (10) .
En 1912 Ferenczi responde a Freud en estos términos: "Le doy mi más sincera enhorabuena por la enérgica expulsión de Stekel. Una tropa reducida, pero más fiable será mucho más productiva que un gran séquito de idiotas y egoístas desconsiderados. La era de la mano dura expulsará a los melindrosos y motivará a los convencidos" (11) .
También en 1912, Freud le comunica a Ferenczi: "Así que estamos iniciando hostilidades" (12) .
La historia es más extensa y presenta todos los elementos indispensables para conformar una potente estrategia secreta del poder disciplinario-científico. Se debe aclarar: la historia de las disciplinas, de las organizaciones, de las instituciones y de los sistemas políticos, sociales y culturales ofrecen innumerables ejemplos de este tipo. Sorprende ver a veces a las mejores mentes aplicadas también a objetivos y métodos que alarmarían a un espíritu como el de Maquiavelo en sus "Discursos sobre la primera década de Tito Livio". El concepto de "campo disciplinario" entendido como espacio de lucha de poderes para obtener un capital cultural en disputa, sostenido por P. Bourdieu, encuentra en estos ejemplos interesantes confirmaciones.
De todos modos, estas intrigas no opacan las imponentes estrategias de saber que crean espacios disciplinarios culturales y científicos reconocidos. A menudo parecen establecerse extrañas confluencias entre estrategias antagónicas y, al mismo tiempo, complementarias. Un problema a tener en cuenta sería, realizando un experimento mental al modo de Einstein, pensar qué alternativas de desarrollo hubieran alcanzado distintas disciplinas desde su matriz de origen considerando el triunfo de las estrategias de poder rivales.

Política, Estado y secreto

La vida política se mueve en la luz, en la oscuridad, y en esa zona gris donde ambas se entremezclan. En el secreto y en el semisecreto transcurre gran parte de la toma de decisiones más importantes. La política y, especialmente, la política estatal, utilizan permanentemente estrategias del secreto. Estas sirven tanto para la protección como para el ataque; tanto para el acuerdo como para la lucha; tanto para la búsqueda de consenso como para la confrontación, la competencia y la influencia. Las organizaciones políticas, opositoras y gubernamentales, los gobiernos, los parlamentos y los diversos tipos de instituciones que conforman el campo político, desarrollan intensas actividades secretas, muchas de ellas más importantes que las que ven la luz. Las relaciones basadas en acuerdos, alianzas, distanciamientos y enfrentamientos, en las propias líneas de fuerza y entre rivales, adversarios y enemigos, transcurren la mayor parte del tiempo en las sombras. Los grandes acuerdos y las resonantes declaraciones de ruptura o de guerra suelen estar precedidas por series de intercambios, negociaciones y colapsos realizados a espaldas de la gente. La exposición de las conductas, el territorio del discurso, la elaboración de los tratados y las leyes son sólo la cúspide del "iceberg" que permanece sumergido. Luego, no hay que confiar tanto en lo que se explicita, en lo que se dice, en lo que se expone, si no se cuenta con la información restringida, secreta, oscura, que está detrás. Pues ésta puede provocar un fuerte vuelco sobre lo que se quiere presentar a la exposición pública, o de públicos más seleccionados. La paradoja estriba en que hay que conocer el secreto para saber, y el secreto es tal porque no se lo conoce. Pues indagar en el secreto es destruirlo.
Estas consideraciones permiten sostener que las dirigencias de las distintas organizaciones e instituciones poseen más poder que el que muestran. Pues manejan el secreto más relevante y exclusivo, el que corresponde a las decisiones de mayor envergadura. A medida que se desciende en la escala del poder de decisión, se desciende paralelamente en los manejos de secretos cada vez menos importantes, hasta llegar al ciudadano o público llano donde el secreto es sólo una sospecha, una intriga y una desconfianza, sin poder saber. Luego, es posible establecer una escala segmentada entre los niveles de secreto que manejan las dirigencias y los dirigidos. En las alturas están las altas dirigencias que dominan el secreto y la exposición y discriminan, además, lo que debe saberse a lo largo de la escala descendente. Hacia abajo aumenta la exposición y disminuye el conocimiento del secreto. Esta es una de las dimensiones de la manipulación. "Arriba" se elabora lo que hay que hacer, lo que hay que decir y lo que hay que ocultar. El secreto de las grandes decisiones es francamente elitista. Afirma que sólo muy pocos están en condiciones de conocer toda la "cocina" del poder. Y esto no sólo por saber, sino también, por capacidad para soportar y resistir las decepciones y los desengaños, y las características despiadadas de la lucha. Si hay algo que caracteriza a una elite es el monopolio del secreto de las grandes decisiones. Es decir, el secreto de todo lo que hubo que hacer para llegar a ellas. A los que descienden en la escala les está permitido, de mayor a menor, ciertas dosis de secreto hasta llegar a la mera sospecha sin asidero.
Foucault descubre el papel del secreto cuando critica las concepciones del poder basadas en la Ley, el Soberano y el Estado, es decir, el gran lugar donde presuntamente habitaría. Señala también que el secreto es parte constitutiva del poder. En su trabajo "La voluntad de saber", primer volumen de su Historia de la sexualidad , dice:
"(...) el poder es tolerable sólo con la condición de enmascarar una parte importante de sí mismo. Su éxito está en proporción directa con lo que logra esconder de sus mecanismos" (13)
Y agrega más adelante:
"Para el poder, el secreto no pertenece al orden del abuso; es indispensable para su funcionamiento" (14)
Es un régimen de aceptabilidad pues sin él, el poder derramaría toda su riqueza productiva, estratégica, positiva. Y Foucault afirma que el complejo, complicado y paradójico juego de fuerzas y de estrategias se hacen aceptables, especialmente a quienes somete, cuando se presenta reducido a instancias de regulación, de orden, de arbitraje, ocultando todo lo demás (15) .
Coincidimos con Foucault en que el poder se vuelve más aceptable y tolerable en función de conservar en secreto una serie de actividades reprensibles. Sin embargo, notamos que el secreto abarca dimensiones más extensas y diversificadas. Las estrategias del secreto son parte de las estrategias del poder. La zona de sombras del secreto permite operaciones altamente sofisticadas y calificadas. En consecuencia, hay secretos en todos los niveles de la escala descendente, aunque varían en importancia y significación.
Los secretos cultivados en cada nivel de la escala decisional tienen el atractivo que otorga cierta o mucha impunidad y cierta o mucha efectividad. En el terreno político las estrategias del secreto se proponen obtener logros con mayor rapidez y contundencia y menor riesgo. El secreto evita, entre otras cosas, quedar expuesto. Y esto sirve especialmente cuando las exposiciones aumentan el peligro de frustrar las acciones y los proyectos ante la posible reacción de los rivales directamente implicados o de colectivos mayores. Cuando las estrategias se ven expuestas, aumenta la incertidumbre, pues se moviliza todo el campo social involucrado y se muestran los defectos y los puntos de vulnerabilidad de lo proyectado. Las estrategias del secreto, parte siempre acompañante de las estrategias de poder en cualquiera de los niveles sociales en los que intervenga, y a veces parte principal, saben que la luz abre paso a la crítica, la oposición, la corrosión y la destrucción. Y que la sombra cubre con un manto de invisibilidad lo que se hace o pretende hacer. Además, la sombra evita confrontar con los gustos y percepciones de las distintas franjas de la sociedad. Los mismos liderazgos, de hecho con peso y poder, y obligados necesariamente a la exposición -pues allí radica su encantamiento-, apelan sin embargo a las más cínicas y despiadadas prácticas del secreto para ganar espacios y eludir muestrarios poco edificantes.
El arte secreto de la política consiste en regular las dosis de exposición y secreto que deben emplearse. El secreto está en mostrar y ocultar lo que se sabe, lo que se dice, lo que se calla y lo que se hace y deja de hacerse, de acuerdo con las necesidades y exigencias de las situaciones cambiantes. El secreto crece en la medida que se esperan respuestas adversas, antagónicas y desfavorables ante las exposiciones. El arte del manejo del secreto estriba en saber distinguir a qué conductas le corresponden la clandestinidad y a cuáles la luz. Luego, se pueden sostener una serie de hipótesis relacionadas con esto. La primera nos dice que las estrategias de poder están compuestas por instancias del secreto e instancias de la exposición, en las proporciones que cada situación exija. La segunda indica que esas articulaciones proporcionadas tratan de controlar los acontecimientos en la mayor medida posible y de sufrir el menor control posible por parte del exterior. La tercera hipótesis sostiene que existe una fuerte asociación entre el secreto y la utilización de conductas enfrentadas con los códigos morales. Es decir, hay una fuerte correlación entre las zonas oscuras y las actividades inescrupulosas y manipuladoras. No es casual que Bobbio señale la contradicción entre los principios democráticos de visibilidad y la invisibilidad del poder.
El Estado es un conjunto de instituciones y estrategias que ofrece paradigmáticamente la doble instancia de la exposición y el secreto. El Estado muestra, ostenta, disfraza y oculta en distintas proporciones, según sea su tipo, régimen, sistema político y gobierno. El llamado Estado de Derecho posiblemente ofrezca la mayor exposición de sus organizaciones y comportamientos, y el mayor control sobre el secreto en general y sobre los organismos del secreto en particular. Sin embargo, aun en estos casos, las prácticas del secreto de los organismos pertinentes y de los sectores de la clase política y de la burocracia, siguen siendo importantes, y en numerosas circunstancias, decisivas. El Estado tiene sus propias burocracias ("representativas" y "de carrera", según Panebianco) que cultivan el secreto como una fuente de poder. Y esto plantea serios problemas con los ideales de democracia, ciudadanía y distribución más igualitaria del poder.
Bobbio parece tener una concepción del poder un tanto juridicista y crítica, al mismo tiempo. Eso lo hace, respecto del poder, desconfiado -lo que es positivo-, y reduccionista -lo que es negativo-. Sostiene que el poder tiene una tendencia natural a esconderse, a enmascararse y a ocultar sus intenciones, mintiendo. Afirma que el poder trata de sustraerse a las miradas indiscretas y de hacerse inaccesible. Y a esto se le opone el principio de visibilidad del poder, que reviste una forma revolucionaria frente a estos ocultamientos, lo que se relaciona con la democracia, pues una de sus características es la publicidad de los actos de gobierno. La base de esta exigencia radica en que los actos públicos son visibles, pueden ser juzgados y, en consecuencia, permiten el control de los ciudadanos sobre los gobernantes.
Bobbio sostiene que la tendencia natural del poder es esconderse, sustraerse a la mirada ajena, no declarar en público sus intenciones o hacerlo de manera mentirosa. Así dice:
"Al igual que Dios, el poderoso tiende a hacerse inaccesible (....)" (16)

Este autor insiste en que el poder resiste todo intento, por parte de sus víctimas, de mostrarlo, sacarlo a la luz, quitarle la máscara y decir la verdad. Y hace uso de dos argumentos habituales para justificar su negativa y su rechazo de la transparencia: a) los asuntos de Estado son demasiado complejos para que los entiendan los legos, y b) no hay que dejar conocer nuestras intenciones al enemigo. Luego, los destinatarios de estas máximas de gobierno son los súbditos y los otros Estados (17) .
No hay duda de que Bobbio, así como habla de un principio de visibilidad (revolucionario) característico de las democracias, también afirma una especie de principio de invisibilidad del poder. Esto implica pugna y tensión entre ambos principios y, en consecuencia, entre democracia y poder. No compartimos el maniqueísmo de Bobbio respecto de esta relación social por cuanto consideramos que hay tanto poder oculto como transparente, tanto autoritario y dictatorial, como democrático; no obstante, estas reflexiones sobre el ocultamiento del poder nos parecen un aporte fundamental a los estudios sobre el secreto.
Bobbio cita sus textos La democrazia e il potere invisibile (1980) y su prefacio a La strage. L'atto di accusa dei giudice di Bologna (18) . También cita el trabajo de M. Brutti, "Democracia y poder invisible" (19) y el ensayo "Democracia y secreto" (20) . Menciona además los trabajos de Elías Canetti sobre el secreto en tanto esencia del poder, tema especialmente tratado en el ensayo Masa y Poder . Canetti dice:
"El detentor del poder conoce las intenciones de otros, pero no quiere que se conozcan las suyas. Debe ser sumamente reservado: nadie puede saber lo que piensa, lo que se propone." (21)
Max Weber tocó tangencialmente el tema del secreto, especialmente cuando analizó el papel de las burocracias en sus conceptos de "sociología de la dominación" y "sociología del Estado". A Weber le llamó la atención el incremento de poder que lograban las burocracias mediante la utilización del "secreto del cargo" (también llamado, en sentido más amplio, "secreto profesional"). Ese secreto no sólo era la manifestación de un saber específico sino el aprovechamiento de su uso exclusivo y una forma de escapar a los controles y a la crítica externa. Dice textualmente:
"Toda burocracia procura incrementar esta superioridad del saber profesional por medio del secreto de sus conocimientos e intenciones. El gobierno burocrático es, por su misma tendencia, un gobierno que excluye la publicidad. La burocracia oculta en la medida de lo posible su saber y su actividad frente a la crítica" (22)
Y refiriéndose a la dominación también sostiene:
"Toda dominación que pretenda la continuidad es hasta cierto punto una dominación secreta " (23)
Weber, en su análisis de la "sociología del Estado", habla de los escalones superiores de la burocracia, la diplomacia, la organización militar y religiosa, del poder del mercado, el empresariado y los monopolios, y de los usos que esos altos estamentos hacen del secreto para escapar a la exposición pública y, en consecuencia, a los posibles controles. Así dice:
"La mayor fuerza del funcionarismo consiste en la conversión, a través del 'secreto profesional', del saber relativo al servicio en un saber secreto , o sea, en un medio, en última instancia, para asegurar a la administración contra los controles" (24)
No obstante estos señalamientos, Weber no desarrolló las posibilidades que el concepto de secreto encerraba para la teoría, la investigación empírica y, especialmente, para los estudios sobre el poder y la dominación. Estos aportes yacen perdidos en solitarios puntos de su obra.
El secreto, en muchas oportunidades, ha encubierto la violación de los derechos humanos. Los usos de la violencia, las vejaciones y las prácticas del exterminio contra distintos sectores sociales se han beneficiado de la clandestinidad. Los Estados, especialmente cuando han sido ocupados por quienes manejan las tecnologías de la violencia (militares, ejércitos irregulares, guerrilleros y grupos de otras procedencias), han desarrollado, en distintos lugares y momentos históricos, acciones autoritarias, totalitarias y dictatoriales sobre la población; a veces, desgraciadamente, con importantes consensos. Y han utilizado diversas formas de coerción violenta amparándose en el secreto; en muchos casos, en el llamado "secreto de Estado". Es decir, han pretendido legitimar todo tipo de extralimitaciones aduciendo la defensa del orden, la seguridad del Estado y la Nación. No hay duda de que estas acciones estuvieron sustentadas en "imaginarios sociales" que ejercían la justificación e, incluso, la reivindicación y la apología de estos actos violentos y represivos.
En situaciones de agudos conflictos sociales y ante posibles amenazas de poderes subversivos, las fuerzas armadas de diversos países fueron protagonistas de numerosas intervenciones políticas desde el Estado. En algunos casos prevalecieron la ambición personal o caudillesca y la ambición de poder. En otros, la sensación de que se estaba ante el abismo y que sólo quedaba como último recurso acudir a la única institución con poder propio y con galardones suficientes ganados en el pasado. Por las razones que fueran, el poder militar-estatal pudo comandar las decisiones políticas y obtener una victoria militar. En estos emprendimientos se hizo uso y abuso del secreto como instancia protectora y eficiente. Pero, además de la victoria, y acompañándola, se rompieron todas las barreras de la convivencia humana y de sus respectivos derechos. Se recurrió a la amenaza, la prepotencia, el miedo, la violencia y la muerte, en gran medida bajo la cobertura del secreto. Es como si éste alimentara un imaginario con valores salvacionistas y de demonización del adversario/enemigo, y gozara de absoluta soberbia e impunidad.
En estos casos que estamos refiriendo, el Estado secreto se transformó en una máquina criminal de secuestros, vejaciones y exterminio, que funcionó en la más amenazadora clandestinidad. Y todavía, pese a las investigaciones y el tiempo transcurrido, una atmósfera de secreto encubre gran parte de estos episodios y del destino dado a muertos y desaparecidos. Los responsables de tales hechos parecen no sentir culpabilidad ni remordimientos. Antes bien, se sienten perseguidos por la sombra secreta de los vencidos y se creen víctimas expiatorias, mártires lacerados, de una revancha poco menos que diabólica. Es indudable que el secreto acompañó a estas historias abominables y que mostró su peor rostro.

Comunicación y secreto

La comunicación y la información aparecen como las instancias predilectas de la exposición y de la luz. Los discursos comunicativos e informativos constituyen, aparentemente, el desideratum de lo que se muestra, de lo que se pone a la vista de todo el mundo o, al menos, de los capaces de "leer" lo que se dice. Los análisis del discurso utilizan procedimientos que permiten develar una serie de ocultamientos, pero siempre a partir del corpus con que se cuenta. Esto es, sin duda, un paso importante para avanzar en el desenmascaramiento de intenciones, objetivos e, inclusive, deseos inconscientes inmersos en los discursos. Empero estos análisis son esclavos del material que poseen: no pueden trabajar sin él y están constreñidos a des-armar y construir sólo a partir de sus despojos. Como ya se dijo, es muy importante, pero insuficiente. Pues el secreto no está escondido solamente en el corpus sino debajo de él y, además, en otros lugares y en corpus secretos.
De acuerdo con lo dicho, se pueden establecer niveles de comunicación-información en relación con el secreto. Estos son:

• comunicación-información explícita . Este nivel comprende las subcategorías de: masivas / selectivas / segmentadas.
• comunicación-información secreta . Puede abarcar círculos de: restricción/exclusión.

Aquí establecemos una primera hipótesis que sostiene: toda la comunicación- información constituye un continuo cuyos extremos son "explícita" y "secreta". Esta hipótesis relativiza la potencia explicativa de los corpus y de los análisis discursivos, y especialmente, la claridad y la distinción de las relaciones de comunicación. Una segunda hipótesis se deriva de la anterior: es la que afirma que toda comunicación-información funciona en y sobre circuitos entremezclados y subterráneos de secretos.
Habermas, por ejemplo, ignoró el valor del secreto y la clandestinidad. Pese a que analizó complejas instancias de la comunicación, hizo de su teoría una especie de apología de la exposición, ya sea libre o dominada, científica o alienada. En su Teoría de la acción comunicativa (25) establece una diferenciación entre las concepciones que sostienen que la sociedad es un sistema y/o un mundo de vida, y trata de superarlas. La teoría crítica que desarrolla intenta incorporar ambas concepciones y darles un nuevo giro hacia su propuesta. La acción comunicativa se diferencia, según sus observaciones, de las acciones instrumentales y estratégicas porque mantienen la razón orientada al entendimiento, al acuerdo intersubjetivamente válido y a la comunicación libre de dominación. Así expone:
"Un acuerdo alcanzado comunicativamente tiene que tener una base racional; es decir, no puede venir impuesto por ninguna de las partes, ya sea instrumentalmente, merced a una intervención directa en la situación de la acción, ya sea estratégicamente, por medio de un influjo calculado sobre las decisiones de un oponente" (26)
Habermas critica la muerte del sujeto trascendental y racional en manos del sistema social de Luhmann (27) y del magma existencial de los "mundos de vida" del último Husserl, así como de los enfoques de Schutz (28) y de Berger y Luckmann (29) . Y realiza una simbiosis interesante entre ambos paradigmas, en versión crítica, tal como se desprende de la tradición de Francfort. En la acción comunicativa deben actuar el sujeto, la razón y la competencia intercomunicativa. Así dice:
"(...) no interesa tanto el contenido de un consenso como las condiciones formales de la obtención de ese consenso" (30)
Todo esto lleva al filósofo francortiano a desarrollar una teoría social que pretende rescatar las posibilidades de la "modernidad", para darle forma a su proyecto inacabado. Lamentablemente, no hemos encontrado nada, en sus trabajos, relacionado con las acciones secretas y clandestinas y con la incorporación del secreto a las prácticas discursivas.
Dice Van Dijk (31) que uno de los más fascinantes avances en los estudios sobre el discurso, es el análisis crítico y sociopolítico de los textos y del habla. Sin embargo, uno se pregunta qué pasa con los textos secretos, con los textos cifrados y con el habla oculta. Y qué sucede con los obstáculos, estratagemas y celadas elaboradas para que todo esto siga así, oculto y secreto. Además, uno querría saber cuáles pueden ser los mecanismos metodológicos y teóricos que posibilitan aproximaciones a esos entretelones y telones de fondo, y a lo que se encuentra "detrás". En una misma línea interpretativa, dice Irene Vasilachis:
"(...) el lenguaje es, a la vez, un recurso y una creación, una forma de producción pero, también, una forma de reproducción social. Asimismo, entendemos que el contexto -comunicativo y social- en el que el habla se produce, determina el significado y alcance de las emisiones, la producción de éstas y el contenido de las interpretaciones" (32)
Sucede que ese contexto, comunicativo y social, y esa producción textual o hablada, creativa y reproductiva, se apoyan en tramas densas y secretas, difíciles o imposibles de conocer; o al menos, de registrar. Productos lingüísticos y contextos sociocomunicativos son, muchas veces, las coberturas manipuladas de sordas y complicadas luchas, negociaciones y acuerdos subterráneos. En realidad, en muchos casos deberían funcionar como indicadores cifrados de lo que realmente ocurre, acompañando los análisis profundos de los acontecimientos, de los impactos y de los resultados, previstos e imprevistos, de los procesos sociales.
Luego, toda información-comunicación está mostrando y al mismo tiempo está desviando y ocultando lo que se podría saber. Las teorías de la comunicación deberían atender más a los mecanismos de manipulación que subyacen en todo proceso comunicativo social. Los políticos, los medios de comunicación de masas y todos los medios comunicativos comparten, en mayor o menor medida, esta situación compleja y paradójica. Es decir, se comunica, se tergiversa, se dosifica, se manipula y se oculta en todas y cada una de las actividades de las redes y los recipientes de información.

Conclusión

Este trabajo se inscribe en el desarrollo de una futura sociología o sociopolítica del secreto y del poder. Hemos visto hasta aquí sólo algunas facetas de este impresionante fenómeno de ocultamiento general. El secreto está en todos lados y forma parte indispensable de la vida de las personas y de las comunidades. En ciertos lugares, tiempos y desarrollos, el secreto parece cobrar nuevas fuerzas y tratar de ocupar mayores espacios sociales, estatales y personales. Aparece bajo formas que van desde el murmullo más recóndito hasta los mensajes más crípticos y las más sofisticadas tecnologías. Pero siempre se constituye en un movimiento paradojal que oculta su propio ocultamiento. Así, realiza el secreto del secreto y el poder del secreto. En las disciplinas sociales no encontramos nada que se refiera a esto o, en el mejor de los casos, aparecen breves disgresiones alusivas. Es un tanto inexplicable dada su extraordinaria importancia, pese a los mismos esfuerzos de la vida secreta para permanecer en la sombra. Es como si el secreto representara un valor inconfesable, indigno de figurar en los discursos de la cotidianeidad y en los de la ciencia. Y como si estuviera relegado a los indagadores marginales de pústulas nada recomendables. Es hora de levantar el velo que opaca el segundo velo; y de investigar el enorme, diverso y prolífico campo del secreto. Para saber; para mostrar, desenmascarar, controlar; y para lograr, incluso, una calidad de vida más libre y transparente.

Notas


1. Derrida, J. Deconstrucción y pragmatismo , Paidós, Buenos Aires, 1998, pp. 151-169.
2. Borges, J. L. Ficciones , en Obras Completas , Emece, Buenos Aires, 1997, p. 523.
3 . Murena, H.A. El nombre secreto , Monte Ávila Editores, Caracas, 1969.
4. Idem.
5. Bianchi Villelli, H; A, Georgieff. El secreto ¿escisión o integración? , Rev. de Psic., T. XXXVII, 6.
6 . Martinez Filomeno, A. Freud y Ginzburg, método indiciario y diversidad de interpretaciones , Tesis de Maestría, Universidad Nacional de La Matanza , 2004.
7. Donn, J. Freud y Jüng los años de amistad los años perdidos , J. Vergara edit., Buenos Aires, 1990, p. 210.
8. Freud, S; K, Abraham. Correspondencia , Gedisa, Barcelona, 1979, p. 209.
9. Donn, J. Freud y Jüng ....Op. cit. , p. 100.
10. Freud, S.; K, Abraham. Op. cit. pp. 212/213.
11. Freud, S; S. Ferenczi. Correspondencia completa , Síntesis, Madrid, 2001, p. 123.
12. Donn, J. Freud y Jüng ... Op. cit., p. 210.
13. Foucault, M., Historia de la sexualidad, vol. I, Madrid, Siglo XXI, 1996, p.105.
14. Ibidem .
15. Idem , p. 99-111.
16. Bobbio, N. Democracia y sistema internacional , en Revista de Filosofía Política , n° 4, Madrid, nov. 1994, p. 20.
17. Idem , pp. 20-21.
18. Bobbio, N., La strage ..., Editori Reuniti, Roma, 1986, pp. IX-XX.
19. Brutti, M., Democracia ..., en Rinascita , XLII, n° 33, 7 de sept. de 1985.
20. Brutti, M. Democracia y secreto , en El tratado secreto , Actas del Convenio de Estudios, Sassari y Alghero (24-26 de marzo de 1988), Dir.: Paolo Fuis, Padua, Cedam, 1990, pp. 16-31.
21. Canetti, E., Massa e potere , Adelphim, Milán, 1981, p. 353.
22. Weber, M., Economía y Sociedad, F.C.E., Milán, 1980, p. 744.
23. Idem , p. 704.
24. Idem , p. 1.000.
25. Habermas, J., Teoría de la acción comunicativa , Taurus, Madrid, 1988, 4 vols.
26. Idem , p. 368, vol. I.
27. Luhmann, N., Sociedad y sistema: ambición de la teoría, Paidós, Barcelona.
28. Schutz, A., El problema de la realidad social, Amorrortu, Buenos Aires.
29. Berger P. Y Luckmann, T., La construcción social de la realidad , Amorrortu, Buenos Aires, 1995.
30. Habermas, J., La lógica de las ciencias sociales, Tecnos, Madrid, 1990, p. 454.
31. Van Dijk, T. A., Estructuras y funciones del discurso , Siglo XXI, México, 1991.
32. Vasilachis, I., Discurso político y prensa escrita , Gedisa, Barcelona, 1997, p. 214.


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