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martes, 16 de febrero de 2010

Cuando el vino dice algo más sobre la sociedad. Otra visión de Roma Imperial1

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por Marcela A. E. Cubillos Poblete
Doctora en Historia con especialización en Historia Antigua, Università degli Studi di Pisa (Italia)



OBSERVANDO OTROS RINCONES DE LA ANTIGÜEDAD:
LA MARGINALIDAD SOCIAL

El conocimiento del hombre Antiguo hoy es tan amplio que puede hasta desilusionarnos, por cuanto muchas veces revela más bien la pequeñez del ser humano -fenómeno universal- que su grandeza. Sin embargo, a nuestro parecer justamente son esos otros aspectos de la Historia, como también otros análisis -del discurso, epistemológicos, sociológicos, antropológicos, etc.- los que posibilitan una Historia verdaderamente Universal, vale decir que comprende todo el "universo" humano, y una disciplina con conciencia democrática y pluralista. En otras palabras, la construcción de nuevos "mundos de análisis" es El camino para lograr que los estudios históricos se actualicen y logren un mayor compromiso de quienes la aprenden.

En ese contexto la Historia de la Marginalidad es, sin duda, un aporte significativo. De reciente creación y nacida bajo el alero de la Historia Social y Teoría de las Mentalidades, la Historia de la Marginalidad se ocupa de temáticas por largo tiempo no consideradas relevantes y tradicionalmente postergadas por la Historiografía. No obstante su fortaleza más que en temas absolutamente nuevos, radica en el ángulo desde el cual observa el historiador, buscando alcanzar otros rincones de la Historia. Su objeto de estudio se relaciona con aquellos individuos "no-protagonistas", hombres y mujeres anónimos, ajenos al proceso decisional, a pesar de haberlo vivido y padecido en carne propia. Es más, estamos convencidos que la Marginalidad es un variado y complejo grupo que siempre ha existido.

Esto último resulta comprensible si aceptamos el hecho que toda sociedad implica, más allá de nuestras simpatías, convicciones o idealismos, una evidente distinción entre dos grandes categorías: los integrados o elite y los marginales o periferia social. Bajo esta lectura los "grupos medios", o sea quienes no pertenecen a la elite ni a la marginalidad pura, los entendemos como "transeúntes" de la marginalidad, deseosos de pertenecer a la elite, pero imposibilitados.

Ahora, dentro de la marginalidad social hay que diferenciar entre:

1. El marginado por decisión: quien decide marginarse producto de un acto consciente evidenciando su rechazo social, en especial de las elites de turno, y desea permanecer distante.

2. El marginado contra su voluntad: son los marginados por "naturaleza", habitualmente producto de un determinado contexto familiar, pertenencia socio-política, extracción económico y, sobre todo desde el siglo III d. C. en adelante, hasta confesión religiosa.

Antes de continuar, cabe señalar que la escasez de testimonios, que profundicen sobre esta categoría social, es uno de los principales obstáculos con que tropiezan las investigaciones de este tipo. Además, buena parte de las fuentes, por no decir todas, especialmente para ciertas épocas, han sido hechas por miembros de las elites de turno2, o sea no es una "voz" que provenga de la marginalidad, sino de todo lo contrario, es otra categoría social que los observa y comenta. De consecuencia, sus "opiniones" responden a intereses y turbaciones propios de esa clase social, a menudo bastante alejada de nuestros marginales. No obstante, vale la pena arriesgarse y abrir nuevos derroteros historiográficos. A este propósito resultan iluminadoras las palabras de Carlo Ginzburg3, cuando afirma que la subjetividad de una fuente no la invalida por completo. La subjetividad se puede convertir en un medio para acceder hacia el conocimiento de la intimidad, incluso del prejuicio social, ofreciendo detalles que otras fuentes, más "objetivas" generalmente no entregan4. Esto último lo interpreta perfectamente la obra que a continuación proponemos usar para acercarse a la sociedad grecorromana, las Sátiras de Juvenal.

UNA OBRA POÉTICA DESDE UN ÁNGULO "NO TRADICIONAL": LAS SÁTIRAS DE JUVENAL

Décimo Junio Juvenal nace entre el 50-65 d.C. (finales de los Julio-Claudio) y muere aproximadamente en el 130 d.C. (principado de Adriano). De probable origen itálico debido a su fuerte compromiso con la romanitas5, se lo reconoce como autor de una obra poética compuesta por dieciséis sátiras organizadas en la Tardoantigüedad en cinco libros. En ellas brinda una visión caricaturizada e irónica de la sociedad romana. Justamente esa mirada la convierte en una de las pocas fuentes grecorromanas claramente "sociales". Juvenal no sólo hace poesía satírica sino también toma una posición frente a la sociedad romana, dejando en evidencia una sensibilidad poco común en ese género literario, menos comprometido emotivamente con las situaciones descritas, tal es el caso de poetas como Horacio, Persio o el propio Marcial, supuestamente amigo del autor satírico.

Nuestro poeta observa Roma desde una posición estratégica y marginal tanto poética, como vivencialmente. Juvenal se siente subestimado y ajeno a las nuevas costumbres. Por eso, y a pesar de sentirse plenamente romano, insiste en recordar que su posición es distinta, que él se merece otra cosa, revelando a la larga una condición de marginalidad que lo convierte en un verdadero "vocero social inconsciente". Su rechazo es total hacia el dinero, los "poetas vendidos", el origen extranjero, las "malas" costumbres y los "buenos" contactos.

La vida del poeta se desarrolla durante el Alto Imperio, época de gran crecimiento, de complejos cambios socio-políticos, destacados flujos económicos y de un fuerte intercambio cultural en el Mediterráneo. Resulta comprensible pues por qué Juvenal testimonia la frustración de quien se siente desilusionado con la situación que lo rodea: en medio a tanto éxito a él no le ha ido bien.

Entre los siglos I y II d.C. la poesía había alcanzado una existencia independiente, con variados recursos literarios difundidos entre los conocedores. Los temas ya no se limitaban a la expresión del puro sentimiento del autor; la sátira se perfila como un género poético que canaliza la necesidad de autocrítica de toda la sociedad, demostrando el cambio de la concepción poética. Sin ir muy lejos, el propio Juvenal considera la poesía tradicional una evasión sin compromiso alguno; recurrir a ella significaba escapar, cerrar los ojos a la realidad (I.51-57) para no correr riesgos (I.162-164). De consecuencia, no es forzado pensar que Juvenal veía la poesía como un género que implicaba un compromiso. El poeta no podía ni debía transar sus ideales.

Así, desde el inicio, confiesa no poder evitar "contar hechos verdaderos" (I.17-21), es la sociedad romana que lo empuja. Por lo mismo, Juvenal critica fuertemente la clase responsable de esta situación: la elite romana. Mas junto con hablar de ellos, lo hace también de un heterogéneo grupo -nuestros marginales- que deambula por la ciudad: víctimas y victimarios son los sujetos de su obra poética. No está demás destacar que, según la mentalidad romana, las "víctimas" de un abuso, en especial de temas relacionados con la moralidad, igualmente eran considerados culpables y/o sujetos criticables, porque no se rebelaron frente a esa situación, dejándose envolver, lo cual subraya su pasividad, actitud profundamente criticada por la cultura romana6.

Los destinatarios de la obra juvenaliana son sus contemporáneos7, una sociedad donde el poder del "rumor" -el qué dirán- es fundamental. Existir en Roma quería decir interrelacionarse con otros, generando prácticas discursivas que daban sentido existencial a los individuos.

VIVIR A LA ROMANA8

Cenar en Roma no era sólo alimentarse, sino principalmente la ocasión para consolidar la propia existencia social. Durante la cena el pater familias socializaba con invitados seleccionados9, confirmaba su estatus y "trabajaba" para lograr nuevas metas. Todo ello se llevaba a cabo en un lugar especialmente habilitado para la ocasión: el tablinium. La sala ofrecía a los comensales todo tipo de placeres culinarios, poéticos, filosóficos, musicales, discursivos, etc.10, para acompañar las conversaciones y acuerdos obtenidos. Relajarse, comer bien y disfrutar en plenitud ese momento resultaría una característica esencial de la romanidad imperial identificada con el buen vivir "a la romana".

Con el cambio de la República al Imperio llegó el crecimiento económico, nuevos gustos y costumbres. La elite se fue sofisticando cada vez más, distanciándose de la austeridad republicana y dando origen a un nuevo "modo de vida" romano, ese vivir a la romano mencionado anteriormente. En efecto, arqueológicamente se ha demostrado que desde fines de la República la domus romana tradicional cambia, aumentando considerablemente sus dimensiones11, y la sala del tablinium no sólo crece, sino también en algunos casos se multiplica, creándose otras salas análogas para ser usadas dependiendo de las estaciones del año y del tipo de invitados. En sí el tablinium se identificó por exhibir determinadas características permanentes a lo largo del Imperio:

• de planta rectangular o cuadrangular,

• a pesar de no disponer de ventanas, las paredes estaban suficientemente decoradas según las modas imperantes12, en especial las representaciones de ventanas y paisajes campestres eran motivos recurrentes;

• en tres de sus lados se ubica un máximo de tres letigas (divanes), con capacidad aproximada para tres personas cada una, aumentada durante el Imperio al llegar la letiga semicircular con capacidad hasta para nueve invitados;

• se dejaba libre el cuarto lado para el personal de servicio y manjares en espera;

• la comodidad se aseguraba con numerosos cojines distribuidos por toda la sala.

En este contexto los símbolos de estatus de una familia se transmitían de diversas formas, desde la comida, los vinos, las frutas, la vajilla, hasta la decoración parietal.

Por otro lado, no debemos olvidar que el tablinium es un lugar sagrado, asociado al fuego y al cosmos13. En consecuencia la sala también comprendía un valor simbólico, sugiriendo la vida en su totalidad. De allí la existencia de ciertas prácticas ritualísticas en torno a la sala. Estaba prohibido:

• barrer durante la cena,
• recoger los alimentos caídos al suelo,
• entrar en la sala con el pie izquierdo,
• dar vuelta la sal,
• cortar la carne con la punta del cuchillo14,
• tratar temas tristes,
• comer con el brazo izquierdo, de mala fortuna usarlo,
• y que el número de comensales fuese par o superior a nueve15.

De la misma forma la vestimenta se debía adecuar a la ocasión: la toga no debía presionar el cuerpo, el cual debía permanecer libre y cómodo.

La comida estaba compuesta por tres platos que, usando una terminología contemporánea, podemos llamar antipasto, plato de fondo y postres. Al respecto no está demás dejar constancia que también estos platos se fueron sofisticando con el pasar del tiempo. De hecho, la obra del famoso shef Apicio ha sido una excelente fuente para conocer las variadas y nuevas costumbres culinarias de época Imperial.

Entonces, bajo esta perspectiva la obra juvenaliana refleja una nueva realidad social romana caracterizada por la pérdida de las costumbres ancestrales y la transformación de la cultura considerada estrictamente romana, sustituida por una más "universal" y cosmopolita. Dicha pérdida mostró un cambio en las costumbres culinarias, dando origen al concepto del buen vivir a la romana, realidad prohibitiva para una parte mayoritaria de la sociedad. Así entendido, comer y beber en Roma Imperial pueden ser vistos como índices de los contrastes sociales dominantes.

UN POETA OBSERVA EL CÓMO BEBEN ALGUNOS ROMANOS

Para el tema propuesto nos concentramos en dos sátiras de Juvenal donde observamos más claramente una alusión explícita al tema. No obstante, estamos trabajando en el resto de la obra según esta perspectiva a fin de obtener la visión total que sobre el tema ofrece la fuente.

a) Libro I, 4: la cocina como cuestión de Estado16

Son 154 versos que tratan sobre una cena organizada por el emperador Domiciano, caracterizada por los comensales, a los ojos de Juvenal, personas de dudosa fama.

Los platos de fondo están compuestos exclusivamente por productos del mar, sinónimo de refinamiento y alto consumo en la elite.

El pescado, propuesto como una delicia, se relaciona con distintos tipos según su proveniencia, por ejemplo el siluro de Egipto o aquellos de los "hielos meóticos" (Mar de Azov). También hace mención a la relación entre el tamaño del mismo y anuncios de prodigios futuros (v.125 y ss.).

Por otra parte, indica que no hay mejor regalo que un "plato exquisito" para agradecer (v.66ss.), vale decir la buena mesa como medio de pago, seguramente de favores concedidos.

En cuanto al vino menciona uno proveniente de Falerno, muy apreciado por los romanos como un vino para ocasiones especiales. Por otra parte, alude una antigua creencia popular. Se estimaba beneficioso el consumo de vino para el organismo17, reflejado en la hinchazón de los pulmones -mencionado por Juvenal- que lo acompañaba, convencidos que era ahí el lugar donde el vino se depositaba.

b) Libro I, 5: agasajos que son agravios

Son 173 versos que describen una cena organizada por un tal Virrón, un rico romano del cual no tenemos grandes antecedentes18. A los ojos de Juvenal, este romano "usa" la cena exclusivamente como ocasión para confirmar su estatus y poder social, práctica aparentemente bastante común en las nuevas elites romanas, particularmente snob de la época. Desde otra perspectiva, la cena descrita sirve como un discurso disuasorio dirigido a un amigo de nombre Trebio, a quien va dirigida la sátira: hay que convencer a Trebio de la "clase" de patronus que es Virrón.

En abierta ironía el poeta dice que la vida parasitaria es sinónimo de buen vivir porque el supremo bien es vivir "de la mesa ajena". Critica directamente la vida de excesos, distante de los antiguos mores maiorum que invitaban a la austeridad y privaciones como sinónimo de virtud. Según Juvenal las nuevas prácticas sociales, vinculadas al tema del comer y beber proponen hábitos reprochables, pero "normales" entre las elites.

Nuevamente la cena aparece como un legítimo medio de pago, revelando la difícil situación socio-económica de algunos19 y la transformación de las relaciones humanas. Para Juvenal la nobleza no es más que una clase donde priman las apariencias y la clientela -propia condición del poeta- ya no tiene nada que ver con un lazo fraterno entre dos individuos que confirman un acuerdo político. Según el cuadro descrito en la sátira, el cliente sirve sólo para rellenar espacio y la cena entonces es una vitrina social donde importa lo que se vea y no lo que verdaderamente es. Eso explica la insistencia juvenaliana en el tema de la dignidad. Es un nuevo código comunicacional muy parecido a los formatos del mundo contemporáneo donde los símbolos de estatus se ven exteriormente, sin por ello reflejar una base moral que sustente y oriente los comportamientos. Es el mundo de las apariencias, de los excesos, de las manipulaciones y de los "maquillajes".

En este contexto es muy revelador que, en la cena descrita, al comensal le da lo mismo el tipo de vino que le sirven; de hecho, el vino es tan fuerte que "no lo aguantaría ni la lana sebosa" (v.24), por lo cual el convidado se "verá convertido en coribante" 20 (v.25). En otras palabras, no importa el trato que el dueño de casa ofrezca, reflejado en la calidad de productos que entrega, mientras cotice a quienes asisten y los considere parte de su círculo.

En cuanto a vinos, menciona algunos refinados provenientes de los montes Albanos y Setinos21, caracterizados por ser vinos añejos, condición revelada en las etiquetas prácticamente ilegibles22 producto del "hollín abundante de la ánfora vetusta" (v.35 y s.).

Entre los v.24 y 38 se dan otros indicios muy interesantes. Por ejemplo, nuevamente salen a colación los antiguos conocimientos medicinales romanos que atribuían propiedades benéficas al vino; ello explica el pasaje del v.34 cuando dice "el amo sorbe un vino (...) sin estar dispuesto a mandarle ni un cuartillo a un amigo enfermo de corazón".

Otra referencia importante, tiene que ver con la datación de los vinos, "el amo sorbe un vino filtrado en tiempos de un cónsul melenudo...". O sea, la fecha del vino era dada por el nombre del cónsul y mientras más remoto el nombre de éste, mejor es el vino. Algo no muy lejano a nuestras prácticas asociadas al tema.

Muy reveladora es la diferencia entre los productos que consume Virrón y sus invitados.

El primero, por ejemplo, consume vino23 de antigua data, mientras sus comensales sólo "...botellas de Sagunto" (v.30), reconocidos como vinos de mala calidad24.

También Virrón se permite mezclar distinto tipo de invitados, humillando aún más la dignidad de algunos comensales. Puntualmente Juvenal se refiere a los libertos presentes en la cena, categoría social que al poeta resulta insoportable, sobre todo por el verdadero "ascenso" social que han logrado, desplazando en muchos casos a los clientes -caso del propio Juvenal.

Otro indicador sugerente es la consecuencia del vino consumido: los invitados se confunden en una riña que sirve de "espectáculo" a la cena.

Confirmando las evidentes diferencias sociales descritas está el uso de las copas "el mismo Virrón empuña copas con incrustaciones de (...) ámbar (...). A ti no se te confiará una copa de oro, y si, muy de vez en cuando se te entrega una, se pone a tu lado un guardia que cuente las gemas y te inspeccione (...)" (v.39-42). Es más, Juvenal se permite describir detalladamente la copa de un cliente común "tú vaciarás una copa de cuatro golletes, denominada según el zapatero de Benevento; estará rajada, su cristal roto ya reclama el azufre" (v.42-45)25, algo seguramente no tan común.

Por último, cuando no se ofrece vino de mala calidad a comensales poco relevantes, se da derechamente agua, pero incluso en ese caso habrá diferencias "...el agua que bebáis también será distinta" 26(v.52).


BIBLIOGRAFÍA27

1. Traducciones de Las Sátiras de Juvenal

a) Bilingüe latín-italiano

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b) Español

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Balasch M., Gredos, Madrid, 2001.

2. Historia Social de Roma

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1 Con algunas modificaciones el presente artículo reúne nuestra participación en el IV Simposio de la Asociación Internacional de Historia y Civilización de la Vid y el Vino, Haro, España (Junio, 2004) y en la XIX Semana de Estudios Romanos, Pont. Universidad Católica de Valparaíso, Viña del Mar, Chile (Octubre, 2002).
2 Cfr. Ginzburg C. Il formaggi e i vermi, Einaudi, Torino, 1976. [ Links ]
3 Idem.
4 Idem. Cfr. Sharpe J. "Historia desde abajo", en Burke P. Formas de hacer historia (trad. esp.), Alianza, Madrid, 1996. pp. 11-37. [ Links ]
5 También se le ha relacionado con la ciudad de Aquino debido a un famoso epígrafe, suficientemente estudiado en décadas precedentes, que menciona el nombre "Juvenal", detrás del cual muchos han visto a Décimo Junio Juvenal.
6 El tema de la "pasividad" ha sido abundamente trabajado, en especial en relación a la sexualidad. Cfr. Cantarella E. Secondo natura. La bissesualità nel mondo antico, BUR, Milano, 1995; [ Links ] Foucault M. Storia della sessualità (trad. it.), Feltrinelli, Milano, 1996, 3 vols.; [ Links ] Ariés P.(et al.) Sexualidades Occidentales (trad. esp.), Paidos, Bs. Aires, 1987. [ Links ]
7 No deja de ser paradójico el hecho que Juvenal no tuvo el éxito esperado en la Antigüedad sino en la Edad Media, cuando por razones incluso extra-literarias, su obra se transformó en una herramienta del sermón eclesiástico contra la inmoralidad pagana, finalidades de seguro ajenas al poeta, hombre romano y profundamente pagano.
8 Cfr. Robert J.-N. I piaceri a Roma (trad.it.), Rizzoli, Milano, 1985. [ Links ]
9 No con toda la familia (esposa e hijos) como en principio se podría pensar. Sin embargo a diferencia del mundo griego, donde estaba prohibido, en Roma tempranamente se integraron las esposas a la cena.
10 Un muy buen ejemplo es la cena de Trimalción descrita por Petronio en el Satiricón.
11 De Albentiis E. La casa dei romani, Longanesi & C., Milano, 1990. [ Links ]
12 Pensemos en los numerosos estilos de pinturas parietales reconocidas en Pompeya. Cfr. Idem.
13 Recordemos el caso de la domus aurea de Nerón, cuyo tablinium fue concebido como una reproducción del universo.
14 Entendido como herir a un muerto.
15 Es más, existía el refrán que decía "siete invitados son una buena cena, nueve son una gran confusión", traducción nuestra de Robert J.-N. Op cit. p.125.
16 Los títulos de las Sátiras reproducen los propuestos por la edición de Francisco Socas, Alianza, Madrid, 1996.
17 Otra creencia popular, no mencionada por Juvenal, relaciona la tos con problemas estomacales cuyo remedio era un buen vino. Robert J.-N. Ibidem.
18 Cfr. Ferguson J. A Prosopography to the Poems of Juvenal, Bruxelles, 1987. [ Links ]
19 Al respecto el poeta también menciona el hecho que el estómago se contenta con poco (v.6) y, a propósito de los mendigos menciona puentes, aceras o esteros como lugares incluso más dignos. De igual forma propone los "mendrugos para los perros" como alternativa culinaria más honorable.
20 Los sacerdotes de la diosa Cibeles, conocidos por las festividades orgiásticas y sanguinarias. Trad. de Ettore Barelli, BUR, Milano 1992. p.318.
21 Cfr. v.34
22 Estas etiquetas se encontraban en las ánforas, indican el origen del vino y la fecha de elaboración. Cfr. Trad. de Manuel Balasch, Gredos, Madrid, 2001. p. 95.
23 "Es decir, muy añejo, de la época en que los romanos no se afeitaban". Ibidem. p.95.
24 Cfr. Trad. de Francisco Socas. Ibidem. pp. 136 y s.
25 Cfr. Trad. de Manuel Balasch. Ibidem. p. 96.
26 Idem.
27 Abreviaciones según Année Philologique.


CUBILLOS POBLETE, Marcela A. E. Cuando el vino dice algo más sobre la sociedad: Otra visión de Roma Imperial. Universum, Talca, v. 20, n. 2, 2005 . Disponible en . accedido en 16 feb. 2010. doi: 10.4067/S0718-23762005000200002.

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