por Inma Salazar Burgos
La Genoeconomía estudia la interacción genética con el ambiente social para explicar comportamientos económicos, la percepción del riesgo y, en última instancia, para identificar la base genética de la diversidad humana, según Arcadi Navarro, del Instituto de Biología Evolutiva.
La Genoeconomía, palabra acuñada hace unos años por investigadores islandeses, consiste en el estudio de la interacción de la variación genética individual con nuestro ambiente social para explicar caracteres de tipo económico, todos específicamente humanos, como nuestra percepción sobre la justicia de un intercambio o nuestra capacidad de pensamiento estratégico.
Éstas han sido algunas de las conclusiones de Arcadi Navarro i Cuartiellas, del Instituto de Biología Evolutiva y del Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados, que ha impartido la conferencia Genes, Dinero y Darwin: una nueva aproximación al estudio de la evolución humana, dentro del II Ciclo de Conferencias Visiones del Ser Humano, organizado por la Cátedra Tomás Pascual Sanz-Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana.
La Genoeconomía está llamada a proporcionar respuestas a algunas de las preguntas que Darwin se hizo. Para el investigador "se trata de un campo multidisciplinar muy emocionante que responderá preguntas que nos acercarán a la historia evolutiva. Será una fuente de nuevas preguntas que ahora mismo no podemos concebir". Puede ofrecer una nueva visión a cuestiones como por qué los humanos pasamos de estructuras económicas basadas en tribus o agrupaciones pequeñas de decenas de personas con intercambios muy sencillos a tener estructuras económicas complejísimas.
Navarro ha explicado a DM que las investigaciones en neuroeconomía "han servido para poner a prueba y acabar rechazando algunas de las preconcepciones más básicas de la economía. Por ejemplo, estos experimentos mostraron en los ochenta que los humanos no somos individuos egoístas ni maximizadores racionales del propio beneficio. Resulta sorprendente también que haya genes que parecen estar relacionados con nuestro comportamiento económico". Precisamente, una de las tendencias humanas demostradas por los economistas experimentales, "y cuya base genética no comprendemos, es que los humanos tenemos una percepción errónea del riesgo, no somos capaces de entender riesgos a largo plazo que impliquen probabilidades extremas, eventos improbables o casi seguros; no estamos programados para eso porque en el Pleistoceno no se daban".
Comportamientos
Por tanto, los humanos "tenemos preferencias respecto a nuestros semejantes, al riesgo, al tiempo, más o menos paciencia, más o menos cariño hacia el prójimo, y esta diversidad de comportamientos nos diferencia de otras especies, al igual que algunos comportamientos sorprendentes". En esta línea, los maximizadores racionales del beneficio propio, los que son el Homo Economicus de los que hablaban John Stuart Mill o Adam Smith, son los chimpancés. "Es sorprendente que nuestros parientes evolutivos más cercanos se comporten como el Homo Economicus y nosotros no".
La novedad que aporta la Genoeconomía al estudio de la evolución humana es doble. En primer lugar, "aspira a entender la estructura genética de algunos comportamientos humanos básicos relacionados con el comportamiento económico, que está en la base de nuestro comportamiento social" y, en segundo lugar, una vez entendida esta arquitectura genética, "podemos empezar a hacer genómica comparada. Si identificamos cuál es la base genética de la diversidad humana en distintos comportamientos podremos ver cómo son estas variantes genéticas en otros organismos vivos, como los chimpancés, pero también extintos, como los Neandertales".
Diario Médico 28/4/2011
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