por Marcio Iorio Aranha
Profesor de la Universidad de Brasilia
INTRODUCCIÓN
Constituye el principal objeto de preocupación de este artículo el enfrentamiento del siguiente asunto: ¿Hay algún concepto ó conjunto compartido de conceptos sobre el término mundialización, que no se pierda en imágenes mas o menos obscuras, capaz de, al fin, orientar una visión crítica sobre el asunto de la cultura en una sociedad mundial? ¿Hay un significado ó, conjunto de significados, de matriz semejante capaz de fijar la lectura en una idea socialmente compartida? ¿Qué significados del término mundialización pueden reclamar el reconocimiento de nuevos enfoques en el discurso de las ciencias sociales? En fin, ¿la comprensión del bien económico del análisis de los sistemas mundiales es suficiente para la investigación científica social?
Este artículo enfocará estos significados no en la tentativa de uniformizar el concepto en cuestión, sino en la de detectar la novedad y la antigüedad de sentidos que el término mundialización resucita y a los cuales da una nueva visión; retirándose de ahí su importancia no necesariamente en evidenciar fenómenos nuevos, sino en revelar nuevas formas de viejos fenómenos y enriquecer, con eso, el arsenal discursivo que un nuevo término proporciona en su incesante proceso de modelación social. Recuérdese que el hecho de ser "plurívoco" –que sirva de testimonio los 21 conceptos de paradigma encontrados en la Estructura de las Revoluciones Científicas de Thomas Kuhn1– no lo desautoriza en su pretensión de innovar enfoques, que por si solo representa un momento creativo del vivir científico.
SENTIDOS Y ORÍGENES DE LA MUNDIALIZACIÓN
Categorizar los sentidos de mundialización y sus orígenes es un buen punto de partida para el reconocimiento de nuevos enfoques. En este esfuerzo, se puede identificar básicamente dos tipos conceptuales claramente distintos por sus orígenes y formas de presentación en autores representativos.
El primero privilegia una dimensión específica de la mundialización centrada en enfoques políticos y económicos; privilegia el enfoque de la mundialización como reflejo de un significado predominante y orientador de los demás. Ya el otro tipo conceptual se centra en enfoques eminentemente socio–culturales, revelando exposiciones sobre la mundialización como categoría multi–causal, presentándose como noción, resultado de contribuciones más imprecisas, en fin, de síntesis aún indeterminada de una realidad compleja de transformación de las relaciones políticas, económicas y sociales.
Mundialización sobre parámetros determinantes políticos y económicos
Encarado como término que abriga enfoques unilaterales predominantes sobre los puntos de vista políticos y económicos, la mundialización, en este sentido, representa orientaciones polarizadas por los conceptos de Estado nacional y de sistema–mundo y, por tanto, pautada en cogitaciones tan antiguas cuanto estos conceptos.
Wallerstein identifica el sistema–mundo (world–system) como unidad de análisis para comprensión de los cambios de la sociedad. Al definir el sistema–mundo como su herramienta conceptual, busca huir a la crítica de que, al estudiarse la modernidad a partir de los conceptos de Estado soberano ó de sociedad nacional, se estaría estudiando "evoluciones dentro de evoluciones"2, o sea, se estaría estudiando unidades de análisis que delimitarían artificialmente un sistema social. El único sistema social capaz de reflejar la modernidad seria, el sistema–mundo. El sistema–mundo moderno de Wallerstein se presenta como una entidad económica y no política, que se define a partir de la economía–mundo capitalista europea de final del siglo XV e inicio del siglo XVI.3 El significado del sistema–mundo no se da, por tanto, por la remisión a un sistema que englobe todo el planeta, mas porque "él es mayor que cualquier unidad jurídica ó políticamente definida"4.
Dentro de los significados abarcados por esta topología, existen cuatro significados más evidentes: el primero de ellos utiliza la mundialización como la forma especial de aceleración de la movilidad mundial atingida con el declino del modelo de Estado del Bien Estar Social del siglo XX. Designaría tanto la causa como la consecuencia de este estado de cosas característico del debilitamiento del Estado del Bien Estar Social. En este sentido, la mundialización reflejaría el abandono del individuo a su suerte por el debilitamiento del poder y de la voluntad normalizadora estatal. Aquí, la mundialización se destaca del interés específico de un grupo ó de un agregado económico y se reviste de vivencia propia plasmada en el respaldo estatal, cuya convivencia con las fuerzas generadas de sus debilidades, solo depende de su voluntad.
Así, la mundialización se institucionalizaría en este movimiento de decadencia estatal mediante las caídas de las reglamentaciones ecológicas, sindicales, asistenciales y fiscales, estas últimas principalmente en relación al comercio internacional, y este movimiento ya pasa a ser atribuido a una orientación de política estatal de sumisión a determinaciones cuyo poder no es mas posible de oposición por los Estados nacionales.
En este sentido, ya se está adoptando otro enfoque de mundialización. Se trata de la política de la mundialización. En términos más precisos, se quiere con esto decir que el discurso de la mundialización es apropiado para designar una postura diseminada por los Estados nacionales de sumisión a los designios de un mercado transnacional: es la reacción estatal frente a la amenaza, como también la acción estatal en dirección al deseo de acompañar el movimiento de su fragilización. En este último sentido estarían incluidas las propaladas políticas de desreglamentación de sectores económicos y de subsistemas jurídicos –ecológico, laboral, asistencial, sindical, fiscal, sanitario, educacional, energético, telecomunicacional, de consumo–. Este segundo sentido del tipo conceptual firmado en parámetros determinantes políticos y económicos es también designado de forma más ácida y menos limitada como la mundialización de la política, en que la economía subordinaría la política, bloqueando la tentativa de esta última de determinación de espacios jurídicos, sociales y ecológicos de la economía.
Una visión más profunda, entretanto, del fenómeno que sale del binomio simplificador Estado–mercado, es expresa en Fredric Jameson al analizar el fin del arte en Hegel en su comparación entre modernismo y pos–modernismo. Sobre este enfoque, por el bien de la verdad ya destacado de una predominancia de la economía por sus presuposiciones teóricos, pero aun preso a la idea de mercantilización de la realidad en escala mundial, por intermedio de la des diferenciación de la pos–modernidad, habrían sido borradas las fronteras entre cultura, política y economía.5
El otro lado de la moneda del enflaquecimiento del Estado refleja el tercer sentido del presente tipo conceptual. Se habla de la autogestión de la actividad económica con la subsiguiente posibilidad de imposición por el mercado de rumbos a la actividad política y del establecimiento de limites, inclusive puniciones, a los Estados que no se aliñaren al padrón de demandas económicas. Este concepto es sensible internamente en Estados federados desde su creación, por intermedio del que se convenció llamar de guerra fiscal, pero la novedad de lo que se intenta calificar como mundialización está en la posición y grandeza de los factores del mercado, que, por intermedio de pactos globales, serian capaces de generar enfrentamientos entre Estados nacionales ó aun entre locales de producción en busca de menores tributos y facilidades de infra–estructura. A esta capacidad de negociación más allá del poder político tradicional intra–estatal, se acostumbra designar, en las lecturas de mundialización, de sub–política.6
Un cuarto sentido del presente tipo conceptual es resultado de la unión entre la mundialización como la política de la mundialización, o sea, como sumisión de la política estatal a los designios del mercado mundial, y la mundialización como sub–política, o sea, como autogestión de la actividad económica por un poder de mercado supranacional. Hay, inclusive, una propuesta para la terminología propia en este caso, que reflejaría un estado ideológico encubridor de las ventajas del concepto de mundialización.
Se tiene por globalismo7 la expresión para la mundialización económica entendida como institucionalización del mercado mundial. Se refiere, por tanto, a la mundialización como ideología de fortalecimiento del mercado en detrimento del control estatal y comúnmente referida como neoliberal; de predominio del aspecto económico aislado de su contexto, y que voces discordantes acusan de no tener ninguna relación con el Consenso de Washington.8
El globalismo se basa en el hecho de que la mundialización económica eliminaría la distinción fundamental y cara a los Estados nacionales entre economía y política. Aquí, el globalismo es subordinador de las políticas públicas estatales en la medida en que estas representan la delimitación de fronteras jurídicas, sociales y tecnológicas, de las cuales la actuación económica depende para ser socializada y se torna legítima. Es en este sentido que la mundialización adquiere en los discursos de sus opositores su presentación como imperialismo de la economía sobre los Estados nacionales. Este sentido linear y extremo tuvo el don de despertar polaridades. Ciertos grupos proteccionistas son identificables por polarización a dicha expresión del movimiento globalizador:
Proteccionistas negros lamentan la decadencia de los valores y a pérdida de significado de lo nacional (...) Proteccionistas verdes identifican el Estado nacional como un biotipo político amenazado de extinción, protegen el standard ambiental contra la opresión del mercado mundial (...) Proteccionistas rojos sacan el polvo de las vestimentas de la lucha de clases para todas las ocasiones; la mundialización es para ellos una variante de la expresión 'teníamos razón'. Festejan un renacimiento del marxismo"9 y lo hacen con base en el argumento rescatado de Marx ligado ala obtención de los limites espaciales de un capitalismo tardío.10
El cuarto sentido del presente tipo conceptual puede ser resumido como la división mundial del trabajo entre clases o entre sociedades. Él es el más palpable en discursos inflamados nacionalistas, pero carece de cualquier originalidad. Su descripción remonta a Marx11 sobre el tema del capitalismo moderno y se desarrolla en Wallerstein en el enfoque del sistema capitalista mundial iniciado en el colonialismo del siglo XVI. La referencia a impedimentos al comercio mundial causados por diferencias culturales y políticas entre los estados nacionales, no obstante puntual, aun es más antigua.12 Son justamente estos sentidos del presente tipo conceptual que dejan un sabor amargo en la boca al parecer simplemente reavivar con una nueva figura los mismos fenómenos ha mucho tiempo estudiados: una "nueva versión de la vieja orden mundial".13
Mundialización sobre parámetros socio–culturales
La mundialización también puede representar el reconocimiento de sociedades de conocimiento y de información, para cuya defensa se alega que, a partir de la evolución de las telecomunicaciones, restaría eliminado el monopolio de comunicación interestatal, minando con eso la ortodoxia nacional–estatal por intermedio de una distinción entre dos fases de la política internacional: la era de la política internacional caracterizada por el monopolio del escenario internacional por parte de los Estados nacionales; y la era de la pos–política internacional, en que los Estados nacionales estarían obligados a dividir el escenario del poder global –y no a salir de escena– con organizaciones internacionales, compañías transnacionales y movimientos políticos y sociales transnacionales. Esta segunda fase da política internacional caracterizase por una necesaria autorización silenciosa del Estado nacional para la mundialización en un nuevo medievalismo centrado en la figura de Estados transnacionales y direccionado por una sub–política transnacional, que abrigaría diversos actores diferentes, como organizaciones transnacionales y comunidades transnacionales en una arena en que disputan por una agenda política inmersa en cuestiones transnacionales y de eventos transnacionales, en fin, una política mundial poli–céntrica, en que habría un juego sin cartas marcadas –una tensión permanente–, oponiéndose a la teoría de que la última palabra estaría siempre con el mercado.
La visión de los sentidos de este tipo conceptual aproximase de los sentidos atribuidos antes al primer tipo conceptual analizado en este estudio por partir de un factor norteador de los demás, no obstante se tengan apartado de los últimos por atribuir a dicho factor una relación polarizada de tensión y de inestabilidad permanente: riqueza global –pobreza local; movilidad del capital– inmovilidad de los trabajadores14; capitalismo–disminución de puestos de trabajo; evolución tecnológica–foso tecnológico; seguridad de inversiones–enflaquecimiento del Estado nacional; conciencia ecológica–desventajas económicas nacionales; industria cultural mundial–exposición de culturas locales. Tiene sus argumentos fundados en la escuela inglesa de la cultural theory, contra–argumentando la idea común de una McDonaldización del mundo, refutando, por tanto, el significado de homogeneización mundial. Seria el entendimiento de mundialización como un proceso antiguo, mas con efectos distintivos recientes oriundos de la preponderancia de causas que se sobresalen.
Se habla, en este sentido, en una sociedad mundial multi–causal en la línea weberiana de pluralismo teórico que abrigue aspectos variados en el mismo punto de vista de estudio. La mundialización significaría un movimiento contingente y dialéctico entre global y local en una contraposición receptiva entre estos aspectos perteneciente al campo temático de una sociología de la mundialización, defendiéndose que la idea de espacios aislados seria ficticia, asegurando, con esto, la trascendencia de las fronteras ahora no sobre el enfoque económico, mas de convivencia cultural en sus diversos sentidos –económico, político, social–. Sobre este enfoque, adquiere sentido hablar en sociedad mundial representada por el conjunto de las relaciones sociales que no están integradas a la política del Estado nacional ó que no son determinadas por ella, mas sino por otros factores, notadamente, a la media mundial expresa como telas de comunicación interactivas y interdependientes bien al gusto de la imagen de capa preferida de los libros sobre mundialización. A los Estados nacionales no son reservados espacios de actuación reglamentar de control económico de las empresas en si de información, cuya discusión descansa en el primer tipo conceptual de mundialización descrito, pero en espacios de interferencia en el contenido de la información en si. La noción de sociedad mundial incorporada a la noción de medios de identificación entre las esferas locales suscita un efecto social de compartimiento de destinos, que permite la manifestación de fenómenos que ultrapasan las fronteras nacionales para presentarse como externos a las políticas nacionales:
formas de producción transnacionales y concurrencia en el mercado de trabajo, diarios televisivos globales, boicotees transnacionales de compradores, modos transnacionales de vida, crisis y guerras al menos percibidas como 'globales', utilización pacífica y militar de poder atómico, destrucción ambiental etc.15
La mundialización, en este sentido, significa un proceso en que los Estados nacionales sufren interferencias cruzadas de factores transnacionales en su soberanía, identidad, redes de comunicaciones, en fin, sus oportunidades de poder como un proceso irreversible iniciado en el propio surgimiento de los Estados nacionales. Este sentido es apuntado como el sentido viable a la interferencia política, por desplazar del centro de la discusión política la lógica del globalismo –el centro de la cuestión económica–. Tratase de la pluri–dimensionalidad de la globalidad entendida la globalidad como un momento que se niega a ceder para un periodo de estabilidad; que se niega a ceder para un Estado mundial.
Para esta corriente, la mundialización es un proceso contradictorio. Toda mundialización seria, más allá de un movimiento de des–localización, debe ser una re–localización.16 Adoptase, inclusive una nueva terminología de hecho poco sonora: la 'glocalización', significando una nueva consideración del elemento local, pues no se concibe en esta teoría la idea de sociedades individuales aisladas dentro de sus respectivos espacios culturales. Es de su naturaleza un proceso inminentemente dialéctico de mundialización –una mundialidad–. La estrategia de las multinacionales de la no construcción de fábricas en todas las partes del mundo, mas de tornarse parte de cada una de las culturas, está expresa en el término localización global y resalta el carácter de aproximación cultural local demandado en el ámbito de la mundialización.17
En fin, a partir de los enfoques de este segundo tipo conceptual, la mundialización potencializaría la diversidad, mas necesariamente calificada por conexiones. La dinámica de centralización –de capital, de poder, de conocimiento, de riqueza, de tecnología– generaría descentralización; generaría lo que Beck propone llamarse diferenciaciones inclusivas. Con base en esto, todo pasa a interesar. Por lo tanto, lo que se encuentra fuera del espacio territorial nacional deja de ser entendido como el otro y pasa a tener el sentido de nosotros mismos, fenómeno visible en la detección tardía de los llamados derechos difusos, cuya característica proviene de la imposibilidad de su apropiación exclusiva por el particular, ó mismo de su protección por un solo Estado; por un solo espacio territorial. Hay, a partir de esta visión, el necesario re–direccionamiento de los ciudadanos para el eje global–local, cuya novedad viene de tres puntos de vista: espacial, de ultrapasar las fronteras; temporal, de su aceleración; y de densidad social de las redes de comunicación, que se tornan más reales a cada manifestación informativa y que coloca en posición de interés diversos acontecimientos del globo.
Este tipo conceptual se origina en una pléyade de justificativas, que parten de la ampliación geográfica y de la creciente interacción del comercio internacional, de la conexión global de los mercados financieros y del crecimiento del poder de las compañías transnacionales y están inmersos en temas como los de la continua revolución de los medios tecnológicos de información y comunicación, de la exigencia universal por derechos humanos, de la pluralidad de factores de la política mundial, de la pobreza mundial, de la destrucción ambiental y de conflictos transculturales localizados.
La sociedad mundial de que se trata en los sentidos de este tipo conceptual, sociedad sin Estado mundial y sin gobierno mundial, evidencia una convivencia global desorganizada en su culto a la diversidad y a la indeterminación en la ausencia de un poder hegemónico ó régimen internacional económico ó político y, al mismo tiempo, de ausencia de identificación del sujeto con un lugar determinado de la modernidad hasta hoy visto como nacional. Se habla, entonces, de una sociedad topo–plural no territorial, no integrada, no exclusiva, algo bien distinto de las concepciones del primer tipo conceptual y destinado a la descripción de un movimiento uniformizador. Estas últimas tienen su punto débil en ignorar las contra tendencias, como la influencia de culturas no occidentales en el Occidente. Como resultado de los sentidos del segundo tipo conceptual de pluri–dimensionalidad, hay una tensión constante entre las manifestaciones de la mundialización (sociales, económicas, ecológicas, políticas, culturales) que se contraponen unas a otras. Este sentido sirve al análisis del propio punto de vista sociológico, revelando una relativa fragilidad de la concepción de sociedades modernas como sociedades apartadas unas de las otras por intermedio de su clausura en los espacios de los Estados nacionales, de donde nutren su homogeneidad interna asentadas que están en la padronización normativa y en se encarar en su identidad nacional en los estrictos límites de un container social estatal. Así, hay una sociología de la mundialización como aquella no remolcada a la identificación territorial nacional.
Este sentimiento de sociedad mundial puede ser disecado en varias dimensiones que lo generan: mundialización informativa; mundialización de la información; mundialización ecológica; mundialización económica del segundo tipo conceptual; mundialización de la cooperación ó de la producción en el trabajo; mundialización cultural; mundialización política; mundialización de las biografías.
El aspecto tecnológico de la mundialización como sociedad mundial es traducido por el término mundialización informativa como red global de información, representando la pérdida de la soberanía de información por parte de los Estados nacionales. Las ganancias tecnológicas del siglo XX derribaran a la posibilidad de monopolio estatal de flujo informativo más allá de las fronteras. El ejemplo del discurso del presidente soviético Boris Yeltsin en Moscú, del alto de un tanque, contra los comunistas sublevados, que no fue transmitido por las estaciones de radio soviéticas, aun en las manos de los antiguos comunistas, pero si por la CNN vía satélite, es revelador.
La mundialización económica del segundo tipo conceptual tiene sentido distinto del globalismo expuesto anteriormente. Aquí, ella no está denotando la ideología norteadora de la subpolítica transnacional de predominio de mercado, pero exactamente algo lógicamente anterior a esto: la conciencia social paulatinamente concretizada de interdependencia entre los agentes económicos, la interdependencia de estos frente a las políticas de gobierno, como también la interdependencia entre las políticas económicas estatales, resultando en la visualización de una sociedad mundial por intermedio de la interdependencia de su dimensión económica.
Otro aspecto de la sociedad mundial, ahora menos ligado a las ideas y más ligado a la estructura, está en la mundialización de la cooperación ó de la producción en el trabajo. Subsiguiente de las facilidades de tráfico de datos, paulatinamente el trabajo se va desvinculando del aspecto presencial y la transferencia de mano de obra tornase mucho menos importante para la cadena de servicios. Plasmase la conciencia de que condiciones diferenciadas de costos sociales en otro país pueden interferir en la decisión empresarial de encerramiento/abertura de unidades en determinados espacios estatales y consecuente aumento/disminución del índice de empleos nacionales.
Un quinto sentido a la mundialización encarada sobre parámetros socio–culturales está en la mundialización cultural, que viene asociada a la transformación de las culturas y representada, de un lado, por una hipótesis de convergencia de la cultura global, de símbolos culturales y de formas de convivencia, como una McDonaldización de un mundo de mercancias, mediante unificación de estilos de vida, de símbolos culturales y de formas transnacionales de convivencia. Por otro lado, dicha mundialización viene definida por la progresiva presentación de las culturas locales en ámbito mundial, revelando una dupla vía de la mundialización, que reconocería la diversidad y la abertura recíproca y permitiría ver el mundo como una imagen plural y cosmopolita18 del otro y de si mismo. Es en este sentido que se enfatiza una sociedad mundial sin Estado mundial19 mediante la construcción de una red societaria desterritorializada.20 La presencia de culturas transnacionales en lugares no compartidos por sus tradiciones21 es clara evidencia de los nuevos temas traídos por una sociedad culturalmente mundial.
En el mismo contexto de orientación del discurso por intermedio de la idea de sociedad mundial, se puede hablar en mundialización política como la afirmación de que las decisiones de determinado Estado nacional tienen: a) que buscar su sociedad fuera del territorio22 b) que contemporizar ó reaccionar a la subpolítica descrita en primer tipo conceptual c) que reconocer que el macro regionalismo convive con micro regionalismos necesarios al mantenimiento de la identidad cultural y a la defensa de intereses locales en las instituciones centrales macro regionales, pues el movimiento de superación de fronteras nacionales se uniría a movimientos de regionalización y de sub–regionalización, como ocurre en la Unión Europea.
Finalmente, la mundialización de las biografías trae la visión de la mundialización en sus efectos individuales, en la topo poligamia transnacional, que hace con que las contradicciones expresas en la convivencia global–local sean evidenciadas no solamente del lado de fuera de la vida de las personas en aspectos económicos, políticos, o de conciencia social, mas también en el centro de la vida de cada uno, que deja de ser localizada simplemente en el ámbito geográfico territorial nacional y se presenta como asentada en distintas localidades transnacionales. Este sentido es íntimamente dependiente de los discursos de novedad de la media, de superación del tiempo y del espacio a partir de una programación de vinculación de espacios y tiempos elegidos y reproducidos en escala, haciendo con que residir en un lugar no signifique más convivir en el y convivir en un lugar no signifique tener en él domicilio. La mundialización de las biografías se utiliza de una vida como momento de síntesis entre mundos antes separados por el nacionalismo metodológico de la primera modernidad, en que "sociedad y Estado cubren un mismo espacio y son pensados, organizados y vivenciados como siendo un mismo límite"23.
MUNDIALIZACIÓN: CONCEPTOS IMPRECISOS
La variedad de significados para los dos tipos conceptuales del término mundialización resulta cierto exagerado cuando de él se proyectan conexiones causales. El ambiente propicio a esto está localizado en los sentidos de mundialización destinados a la crítica de orientaciones políticas nacionales e internacionales. En el afán de posicionarse ideológicamente contra este ó aquel programa de gobierno, se tiene la pretensión de contaminar este discurso político con una confusión entre históricos de temas económicos con históricos de conformación de derechos humanos en la protección de esferas individuales. Una demostración de imprecisión que obscurece los sentidos de mundialización está en la afirmación del concepto de mundialización como forma especial de aceleración de la movilidad mundial, de que la mundialización seria la ruptura de la "histórica alianza entre economía de mercado, Estado de Bien–Estar Social y democracia, que legitimó e integró, hasta el presente momento, el modelo occidental y el proyecto del Estado nacional para la modernidad"24. La predominancia del sentido económico atribuido a la mundialización acaba por transformarla en un desorden aglutinador de cualquier argumento mismo que no ligados entre si. En términos jurídicos, por ejemplo, es el Estado del Bien–Estar Social que rompe con la lógica de derechos absolutos supranacionales, cambiándolos por expresiones normativas intra–nacionales dependientes del Estado nacional, transformando la lectura de los enunciados normativos en expresiones de atributos siempre relativos, objetivos y caracterizados por la exigencia de prestaciones positivas estatales de índole concreta y de índole normativa para definición de sus extensiones. Sobre el punto de vista de las transformaciones normativas y de concepción de los derechos, hay una nítida separación, a partir de la adopción de modelos constitucionales analíticos referidos a núcleos esenciales de derechos25, entre la categorización de los derechos y la postura estatal de intervención ó abstención frente al mercado, mismo que no se esté queriendo con esto apartar la íntima relación de estas opciones con los modelos normativos de distribución de competencias estatales, estos sí, pertinentes a la discusión de fondo sobre la transformación de la política de bien–estar. Esta separación entre aspectos jurídicos y económicos de la mundialización por si solo hace aflorar el error de la tendencia discursiva uniformizadora de perspectivas traídas sobre el primer tipo conceptual unido a aspectos puramente económicos de predominio mundial del mercado.
En fin, el término mundialización sirve para facilitar afirmaciones por remeter a una pluralidad de factores en un único enunciado y justamente por eso acaba generando imprecisión de lo que se está atacando. Las preguntas que el lector es obligado a hacer a cada frase referida a la mundialización es: ¿Qué origen histórico pauta la idea de mundialización emanada del autor? ¿Qué sentido de mundialización, de entre tantos, está siendo utilizado? ¿Qué efecto? ¿De qué concepto? ¿De que origen se trata? Esto, por si solo, no invalida la utilización del término, pero con seguridad deposita en el autor el peso de esclarecer anticipadamente con cuál, ó, normalmente, con cuáles conceptos estará mencionado su discurso.
MUNDIALIZACIÓN: PUNTOS EN COMÚN
Al respecto de los excesos en la utilización del término mundialización, este tiene ciertos índices comunes capaces de situar al lector en presuposiciones discursivos. La ruptura de las fronteras de los Estados nacionales, bien como la negativa de que se vive e interactúa dentro de los espacios cerrados y mutuamente delimitados de estos Estados es una constante verificable en los diversos significados de los tipos conceptuales sintetizados anteriormente. La conjetura común es el de la desnacionalización del Estado con el tema de la uniformización societaria que lo envuelve. En sentido amplio, mundialización seria la experiencia cotidiana de la acción sin fronteras en el espectro de espacios vivénciales –economía, información, ecología, técnica, cultura, sociedad civil–, que transcienden las distancias en formas de vida transnacionales. Tratase del desencaje hablado por Giddens entre la actividad social y los contextos localizados.26
Cuando se habla en neutralización de la distancia como causa de la caída de las fronteras, esta no está localizada en el colonialismo, mas en el siglo XX, por intermedio del dominio tecnológico de transporte de bienes y de información –mundialización informativa–, generando el reconocimiento de una historia artificialmente temporizada27; generando la radicalización de la reflexividad28, que surte efecto en la historia de las ideas, pues la conciencia reciente de esta transnacionalidad en la media, en el consumo, en el turismo, en el trabajo, en el capital, en la comunidad, en los riesgos ecológicos, que, por obvio son todos fenómenos antiguos, abren espacio para la percepción del otro trans–cultural en la propia vida de las personas, que se transforman en terrenos fértiles a la circulación de una industria cultural global.
Por tanto, hay puntos relevantes subsiguientes de la sistematización de los sentidos atribuidos al término mundialización para la discusión de las ciencias sociales, que ultrapasan las reacciones multifacetadas a sus innumeros significados y van mas allá de los aspectos pertinentes a la configuración de la política y de la economía –primer tipo conceptual con sus innumeras discusiones sobre temas como politización del mercado, desnacionalización de la economía, exacerbación del foso de distribución de renta, posibilidad de exportación, por empresas transnacionales, de puestos de trabajo, entre otros– y a las reacciones variadas de repudio y prenuncio de cataclismos, de renacionalización ó mismo de optimismo en la compostura de los maleficios causados por el modelo nacional de Estado, todas explicadas por un nuevo estado de polarización antes centrado en bases territoriales e ideológicas relativamente bien definidas –izquierda x derecha– y ahora fijado en los movimientos pro y contra–mundialización en todos sus sentidos. Aunque plurifacético y muchas veces redundante, el término mundialización viene plasmando sentidos capaces de estimular el esfuerzo de distinción entre los fenómenos.
Si no es posible identificar un único sentido para mundialización, como pocos términos lo definen, se podría argumentar que seria al menos posible identificar el crecimiento científico en focalizar sus significados, aunque mezclados asistemáticamente en un mismo término, desde que sean capaces de funcionar como paño de fondo a una comunicación. Entretanto, es precisamente esta postura que lleva a la utilización sin pudor de la mundialización para todo tipo de crítica, eligiéndola como culpada del estado de cosas y de todas las cosas no deseadas en el presente; es la personificación del mal no más en naciones, pero en ideas, a pesar de siempre estar por detrás de las naciones que albergan los avatares de la mundialización. Esa postura de atingidos por una maquinación internacional –ó hasta supranacional–, hace con que tales discursos se desinteresen de encontrar los problemas nacionales en el interior de la propia nación y de sus valores históricamente construidos. El globalismo no puede servir de disculpa al marasmo político y a la procura por los otros lados de la discusión dicha global. La idea por tras de tasarse la mundialización como causa difusa de todos los problemas es que lleva a la descreencia de su utilidad científica muy en virtud de los malabarismos mentales que el empleo desordenado de varios sentidos dispares hace trasparecer.
MUNDIALIZACIÓN CULTURAL, INFORMACIONAL E INFORMATIVA: SOCIEDAD MUNDIAL COMO HERRAMIENTA CONCEPTUAL PARA LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA SOCIAL
La perspectiva que se abre es la de encarar seriamente lo que hay de nuevo en el término mundialización para iluminar de una nueva forma los objetos de la investigación social. Es en esta dirección que se puede, por ejemplo, detectar la importancia del concepto de mundialización cultural asociado al de mundialización de la información y al de simultaneidad informativa ó mundialización informativa29 para la comprensión del diálogo inter– e intra–cultural iniciado con la descubierta del Nuevo Mundo. La sociedad mundial expuesta puede servir de parámetro en la definición del otro no como un enemigo, ó amigo, ó inferior, ó superior, mas como oportunidad de crecimiento por medio del auto–conocimiento; por medio de la aproximación de opiniones interculturales. Seria el término que permitiría la persistencia de esta temática antigua del diálogo intercultural; permitiría su contextualización en la visión presente de la repartición de destinos.
Una caricatura muestra los conquistadores españoles adentrando al Nuevo Mundo con sus armas relucientes. 'Vinimos hasta aquí', dice el conquistador, 'para conversar con ustedes sobre Dios, verdad y civilización'. Y un grupo de nativos perplejos responde: 'Pues bien, ¿que usted desea saber?' (...) La acidez de este humor se debe al hecho de que el observador sabe más de que aquello que la situación revela, pero el caricaturista juega con esta conciencia. El observador sabe cual es el futuro real de esta imagen. El sabe de las destrucciones y del derramamiento de sangre que victimó el mundo gracias al despotismo de la conciencia que cerró los ojos para el extranjero.30
El concepto de sociedad mundial solamente puede ser expuesto cuando sus integrantes se perciben a si mismos, aunque diferentes y en medio a relaciones específicas, partícipes de un mismo mundo de forma reflexiva. La sociedad mundial seria, por tanto, un horizonte mundial que se abre cuando la comunicación comprueba su realidad – concepto de mundialización informativa. "Por esta medida, el descubrimiento de América, las Cruzadas ó la política cosmopolita del siglo XIX aun no habrían sido acontecimientos socio–mundiales"31 y es aquí un parámetro para encarar dichos fenómenos. Por eso, la introducción de este nuevo punto de vista reflexivo pelo bies de uno de los únicos sentidos realmente innovadores de la mundialización puede ayudar a revelar significados obscurecidos por la ausencia de transparencia mundial de aquel diálogo intercultural del cual somos todos productos y que efectivamente imposibilita la sobre vivencia de un separatismo fundado en la idea utópica de enclave – Eldorado de Cândido32– ó isla paradisíaca –la isla de Utopía de Hitlodeu33–, que flotaría "muy alto, en el medio del mar violento de crueldades, miserias y opresiones"34, capaz de llevar al ser humano la virtud por su aislamiento, como si pudiésemos, en figura de estas conquistas de ruptura de la artificialidad de las fronteras no por una economía mundial, mas por una conciencia compartida en el tiempo y en el espacio de una sociedad mundial reflexiva, ver al otro sin mirarnos a nosotros mismos.
La importancia del concepto de mundialización cultural asociado al de mundialización de la información y al de simultaneidad informativa ó mundialización informativa es que, cuando se habla en neutralización de la distancia como causa de la caída de las fronteras por intermedio del dominio tecnológico de transporte de bienes y de información y, por lo tanto, cuando se habla en el reconocimiento de una historia artificialmente temporizada en la radicalización de la reflexividad, la unidad de análisis de Wallerstein para comprensión de lo cambio social –el sistema–mundo como su herramienta conceptual– no puede más transparentar solamente el aspecto económico, sino una concepción de des–localización cultural; una concepción de sistema–mundo informativo–comunicacional.
Referencias
1 Margaret Masterman, "A natureza do paradigma", en: I. Lakatos y A. Musgrave (coord.), A crítica e o desenvolvimento do conhecimento, São Paulo, Editora Cultrix/Editora de la Universidad de São Paulo, 1979, pp. 72–108. [ Links ]
2 Immanuel Wallerstein, The modern world–system I: capitalist agriculture and the origins of the european world–economy in the sixteenth century, San Diego, Academic Press, 1974, p. 7. [ Links ]
3 El sistema–mundo "siempre fue una economía–mundo" (Immanuel Wallerstein, World–systems analysis, Durham, Duke University Press, 2004, p. 23). [ Links ]
4 Immanuel Wallerstein, The modern world–system I: capitalist agriculture and the origins of the european world–economy in the sixteenth century, San Diego, Academic Press, 1974, p. 15.
5 La novedad pos–moderna es exaltada como "una des–diferenciación de campos, de modo que la economía acabó por coincidir con la cultura, haciendo con que todo, inclusive la producción de mercaderías y la alta especulación financiera, se tornase cultural, mientras que la cultura se torno profundamente económica, igualmente orientada para la producción de mercaderías. (...) Debemos, por tanto, adicionar una calificación significativa a esa identificación del pos–modernismo con la concepción del velo de Kant y Hegel, que tiene que ver con la educación, con la esfera pública y con la era de la informática y de la cibernética. Esto nos lleva a enfatizar un desarrollo histórico marcante de nuestro tiempo, o sea, la inmensa expansión de la cultura y de la mercantilización en todos aquellos campos –la política y la economía, por ejemplo– de los cuales ellas eran correctamente diferenciadas en la vida cotidiana del período moderno. El grande movimiento de des–diferenciación de la pos–modernidad borró tales fronteras (...) mezcla la cultura y la economía al mismo tiempo en que transforma la economía envarias formas de cultura. Es por esto que parece apropiado enfatizar la inmensa culturización general de la vida cotidiana y social en nuestro momento pos–moderno, que justifica descripciones proféticas de nuestra sociedad como la sociedad del espectáculo ó de la imagen. (...) El retorno del velo en el posmoderno [es descrito como] la colonización de la realidad por formas visuales y espaciales, que es también la mercantilización de esa misma realidad intensamente colonizada en una escala mundial" (Fredric Jameson, La cultura del dinero: ensayos sobre la mundialización, Petrópolis, Voces, 2001, pp. 73, 87–88). [ Links ]
6 Ulrich Beck (trad. André Carone), O que é globalização? Equívocos do globalismo, respostas da globalização, São Paulo, Paz e Terra, 1999, pp. 17–18. [ Links ]
7 "Globalismo designa la concepción de que el mercado mundial substituye, él mismo, la acción política; se trata por tanto de la ideología del imperio del mercado mundial, de la ideología del neoliberalismo. El procedimiento es mono causal, restricto al aspecto económico, y reduce la pluridimensionalidad de la mundialización a una única dimensión –la económica–, que, por su vez, aun es pensada de forma linear y deja todas las otras dimensiones –relativas a la ecología, a la cultura, a la política y a la sociedad civil– sobre el dominio subordinador del mercado mundial". (Ibidem, p. 18.)
8 En debate conmemorativo de los 50 años del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), el entonces Ministro de Economía del Gobierno Fernando Henrique Cardoso, en Brasil, Pedro Malan, discordando de los presentes, defendió la distinción entre orientaciones neoliberales y los principios imaginados por John Williamson, que tendrían servido de base al Consenso de Washington. (Pedro Malan, Malan faz a defesa dos princípios do 'Consenso', en: Gazeta Mercantil, 16 de septiembre del 2002, p. A–5). [ Links ]
9 Ulrich Beck, op. cit., pp. 28–29.
10 Algunas palabras de un seguidor del materialismo histórico son ilustrativas: "El concepto del 'fin de la historia' [a que] Fukuyama da voz es el resultado de limites espaciales nuevos y más fundamentales, no es el resultado del fin de la Guerra Fría ó del fracaso del socialismo, mas de la entrada del capitalismo en un tercer periodo nuevo y su penetración en partes del mundo no colonizadas por la mercadería, lo que torna difícil imaginar cualquier tipo de ensanchamiento del sistema. Un Marx diferente (el de los Grundrisse más de que el del Capital) siempre insistió que el socialismo no seria posible asta que el mercado mundial tuviese alcanzado sus limites y que todo, inclusive la fuerza de trabajo, tuviese sido mercantilizado del universalmente. Hoy nos encontramos mucho más próximos de esa situación del que en los tiempos de Marx ó de Lênin." (Fredric Jameson, op. cit., pp. 91–92).
11 El traspasar de las fronteras nacionales por la burguesía fue analizada por Marx y Engels y el antídoto propuesto en la frase final del Manifiesto Comunista (Working men of all countries, UNITE!) no es, en último análisis, su negación, mas precisamente su sello ahora por la unión del proletariado. Se transcribe trechos reveladores del discurso de la época cuanto a la crisis del localismo estamental feudal, cuanto a la atribución de un cierto determinismo originario de las necesidades del nuevo mercado y hasta mismo cuanto al proceso de uniformización normativa aun sobre el manto de los Estados nacionales: "The discovery of America, the rounding for the Cape, opened up fresh ground for the rising bourgeoisie. The East Indian and Chinese markets, the colonization of America, trade with the colonies, the increase in the means of exchange and in conmodities generally, gave to conmerce, to navigation, to industry, an impulse never before known, and thereby, to the revolutionary elenent in the tottering feudal society, a rapid development. [aquí se visualiza la perplejidad con un mercado mundial y con la rapidez de los cambios tan constantes en los discursos actuales de la mundialización] The feudal systen of industry, under which industrial production was monopolized by closed guilds, now no longer sufficed for the growing wants of the new markets.(...) Modern industry has established the world market, for which the discovery of America paved the way. This market has given an immense development to conmerce, to navigation, to conmunication by land. (...) The need of a constantly expanding market for its products chases the bourgeoisie over the whole surface of the globe. It must nestle everywhere, settle everywhere, establish connections everywhere. The bourgeoisie has through its exploitation of the world market given a cosmopolitan character to production and consunption in every country. To the great chagrin of reactionists, it has drawn from under the feet of industry the national ground on which it stood. All old–established national industries have been destroyed or are daily being destroyed. They are dislodged by new industries, whose introduction becones a life and death question for all civilized nations, by industries that no longer work up indigenous raw material, but raw material drawn from the renotest zones; industries whose products are consuned, not only at home, but in every quarter of the globe. In place of the old wants, satisfied by the productions of the country, we find new wants, requiring for their satisfaction the products of distant lands and climes. In place of the old local and national seclusion and self–sufficiency, we have intercourse in every direction, universal interdependence of nations. (...) The bourgeoisie, by the rapid improvenent of all instrunents of production, by the immensely facilitated means of conmunication, draws all, even the most barbarian, nations into civilization [el termino podría ser hoy fácilmente sustituido por 'mundialización'] (...) The bourgeoisie has subjected the country to the rule of the towns. It has created enormous cities, has greatly increased the urban population as conpared with the rural. (...) [de aquí se podría enfatizar la tentativa de identificación de una sociología de la mundialización como fundada, de entre otras cosas, en la sociología de las grandes metrópolis] Just as it has made the country dependent on the towns, so it has made barbarian and seni–barbarian countries dependent on the civilized ones (...) [The bourgeoisie] has agglomerated populations, centralized means of production, and has concentrated property in a few hands. The necessary consequence of this was political centralization. Independent, or but loosely connected provinces, with separate interests, laws, governments and systens of taxation, became lunped together into one nation, with one government, one code of laws, one national class interest, one frontier and one customs tariff [este discurso de uniformización es perfectamente aplicable a la vista de mundialización económica, substituyéndose las provincias por naciones y 'one nation' por 'one market']." (Karl Marx; Friedrich Engels, "Manifesto of the conmunist party", en: David Fernbach (coord.). Karl Marx: the revolutions of 1848. Political writings, vol. 1, New York, Vintage Books, pp. 69–72) [ Links ]
12 Refiriéndose al constreñimiento impuesto a los negociantes holandeses de pisar el crucifijo cuando viajaban al Japón para probar que no se amenazaba la religión imperial japonesa. (Ver: François Marie Arouet (Voltaire), Cândido, 2aed., trad. Maria Ermantina Galvão, São Paulo, Martins Fontes, 1998, p. 21. [ Links ]
13 Maria Elisa Cevasco, "Prefácio", en: Fredric Jameson, A cultura do dinheiro: ensaios sobre a globalização, Petrópolis, Voces, 2001, p. 7–16 [ Links ]
14 Sobre la relación entre los propietarios ausentes ó elites extraterritoriales y el restante de la población local, ver: Zygmunt Barman (trad. Marcus Penchel), Mundialização: as conseqüências humanas, Rio de Janeiro, Jorge Zahar Editor, 1999. [ Links ]
15 Ulrich Beck (trad. André Carone), op. cit. p. 30.
16 "Global quiere decir –en una traducción menos abstracta– 'en varios lugares al mismo tiempo', o sea, translocal [translocal entendido no como sin localización, mas como aquel que comprende el local. (Ulrich Beck, op. cit., p. 125).
17 Obligación de re–localizar las tradiciones des–tradicionalizadas dentro del contexto global, del diálogo, del intercambio y del conflicto trans–locales (Ulrich Beck, op.cit., p. 91–92).
18 Este "cosmopolita" no está a la procura de nichos culturales para polarización mundial como defiende Huntington.
19 Por sociedad mundial sin Estado mundial se entiende "una sociedad que no está políticamente organizada y en la cual nuevas oportunidades de poder y de intervención surgieren para los factores transnacionales, que no poseen legitimidad democrática. Esto significa la abertura de un nuevo espacio transnacional de la moralidad y de la subpolítica, tal como ella se manifiesta, por ejemplo, en los boicotees de compradores, mas también en temas de comunicación y crítica transcultural." (Ulrich Beck, op. cit., p. 58).
20 Entendiéndose la mundialización como un proceso de edificación de una red societaria desterritorializada a partir de la antigua comprensión de universalidad de derechos humanos, se llega a otra causa de la ruptura de las fronteras por la equivalencia de preceptos encarnadores de derechos humanos. A partir de este enfoque, la red societaria desterritorializada (mundialización) tendría que haber sido impulsada por el factor de justicia y legalidad asociado a factores de seguridad internacional y de orden económica internacional, algo bien distinto de lo que se abordará como real novedad de una sociedad transnacional. Siguiendo el raciocinio, la existencia de una red societaria desterritorializada demandaría la substitución, y no la extinción, de instituciones de control. En el estudio de las relaciones internacionales, serian testigos de esta tendencia el surgimiento de las organizaciones internacionales destinadas a la manutención del equilibrio geopolítico entre naciones (sistema westfaliano, representado más recientemente por la Ligas de las Naciones y por su sucesora, la ONU) y, principalmente, de las instituciones que surgieron en el ámbito de esta corriente nacional, mas capaces de transcenderla: los tribunales internacionales, inicialmente militares, que aunque apoyados por Estados, adquieren legitimidad por referirse a derechos obtenidos cada vez más como supranacionales; y las instituciones financieras internacionales volcadas a la estabilización económica mundial expresas por el conocido Sistema Bretton Woods (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial). Puede verse claramente que esta forma de encarar la mundialización no se confunde con el que viene siendo expuesto como tipo conceptual B, por privilegiar la tendencia de instituciones globales uniformizadoras. (Para una exposición que comprende la mundialización en este último sentido, ver:, Eugenio José Guilherme de Apagao, Mundialização: um processo histórico de remotas origens e novos impactos. p. 43, 47, 51; [ Links ] y: Ser Social, Brasilia, Departamento de Serviço Social/UnB, n. 8, 1° semestre de 2001, p. 43–58. [ Links ]
21 El ejemplo a seguir pertinente a una cultura africana transnacional es esclarecedor: "Del punto de vista de aquellos que elaboran las danzas y las máscaras del 'carnaval africano' en Nottingham África ya no posee un lugar geográfico. Para ellos, la África designa una visión, una idea que pode ser derivada a partir de una estética negra. Y esto no sirve, en último análisis, al objetivo de fundar, sustentar y renovar una identidad nacional africana para los negros en la Gran–Bretaña. Esta (anti–) África es, en el sentido estrito de la palabra, una 'comunidad imaginada' (imagined conmunity). Ella sirve para romper y anular la sensación de extrañamiento de los grupos afro–caribeños en la Inglaterra. Por tanto, 'existe' una África en Nottingham." (Ulrich Beck, op. cit., p. 60).
22 Esta característica de manifestación política nacional para fuera del Estado, que no implique convencimiento en relaciones tradicionalmente internacionales –e.g. política externa norte–americana–, es visible en la propaganda política mexicana en territorio norte–americano en el aspecto del peso político de las asociaciones de inmigrantes que forman redes de apoyo mediante ofrecimiento de servicios especializados, grupos de solidariedad, asistencia advocatícia etc, grupos responsables por el desarrollo de espacios sociales transnacionales. (Ulrich Beck, op. cit., p. 62–64). Es sintomática la inexistencia siquiera de estudios que indiquen algo semejante en la relación turcos alemanes.
23 Ulrich Beck, op. cit., p. 121.
24 Ulrich Beck, op. cit., p. 25–26.
25 Ver: Antonio Lopez Pina (coord.), La garantia constitucional de los derechos fundamentales: Alemania, España, Francia e Italia, Madrid, Editorial Civitas, 1991; [ Links ] además: Antonio–Luis Martínez–Pujalte, La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1997. [ Links ] Magdalena Lorenzo Rodríguez–Armas, Análisis del contenido esencial de los derechos fundamentales enunciados en el art. 53.1 de la Constitución española, Granada, Editorial Comares, 1996; [ Links ] y: Márcio Iorio Aranha, Interpretação constitucional e as garantias institucionais dos direitos fundamentais, São Paulo, Editora Atlas, 2000 [ Links ]
26 Las tres fuentes, que, según Giddens, son dominantes del proceso de radicalización de la modernidad, están expresas: en la separación entre tiempo y espacio; en el desarrollo de mecanismos de desencaje; en la apropiación reflexiva del conocimiento. Entiéndase por desencaje de los sistemas sociales el "desplazamiento de las relaciones sociales de contextos locales de interacción y su reestructuración a través de extensiones indefinidas de tiempo–espacio" (Anthony Giddens (trad. Raul Fiker), As conseqüências da Modernidade, São Paulo, Editora Universidade Estadual Paulista, 1991, p. 29). [ Links ] La mundialización es, entonces, definida como "la intensificación de las relaciones sociales en escala mundial, que unen localidades distantes de tal manera que acontecimientos locales son modelados por eventos ocurriendo a muchas millas de distancia y viceversa." (Idem, p. 69).
27 "Los diferentes tiempos en las diversas regiones del mundo son compactados en un único tiempo mundial normatizado y normativo, lo que no se da apenas porque la simultaneidad de eventos no simultáneos puede ser producida por la media, tornando así todo evento no simultaneo y talvez local ó regional una parte de la Historia Mundial. Esto se da también porque la simultaneidad sincrónica se transforma en no simultaneidad diacrónica, pudiendo de esta manera producir una cadena artificial de causas y efectos" (Ulrich Beck, op. cit., p. 48).
28 "La reflexividad de la vida social moderna consiste en el hecho de que las prácticas sociales son constantemente examinadas y reformadas a la luz de información renovada sobre estas propias prácticas, alterando así constitutivamente su carácter" (Anthony Giddens. op. cit., p. 45).
29 Sobre las conexiones entre industrialismo, transformación de las tecnologías de comunicación, reflexividad, desencaje de sistemas sociales y mundialización cultural, vide: Anthony Giddens. op. cit. p. 81
30 Ulrich Beck, op. cit., p. 142–143
31 Ulrich Beck, op. cit., p. 159.
32 François Marie Arouet (Voltaire), op. cit., p. 73–86.
33 Thomas Morus (trad. Ana Pereira de Melo Franco), Utopia, 3aed., Brasília, Editora Universidade de Brasília, 1992. [ Links ] La defensa que Morus hace de una filosofia más sociábel y prática de reconhecimento del teatro del mundo, puede ser interpretada, en el diálogo con Rafael Hitlodeu, como la propuesta de un equilibrio a ser alcanzado en Europa a partir da visualización de un nuevo mundo capaz de sensibilizar, por la perfección, el movimiento de transformación europea, pudiéndose describir Utopía como "un de los más terribles libelos revolucionarios del siglo XVI" (Afonso Arinos de Melo Franco, O índio brasileiro e a Revolução Francesa: as origens brasileiras da teoria da bondade natural, 3aed., Rio de Janeiro, Topbooks, s/a, p. 135). [ Links ] La Utopía, aquí, es el ideal inalcanzable, que permite revelar los defectos de convivencia social impregnados en la práctica europea. Aunque este representado en la cultura occidental como ideal aislado en un espacio y garantizado por su hermetismo, el foco de Morus parece mucho más enfocado al mejoramiento moral del pueblo auxiliado por instituciones pensadas y asimiladas en aquello que ellas revelan de factible en una dada realidad social bien presente.
34 Afonso Arinos de Melo Franco, op. cit., p. 139.
ARANHA, Márcio Iorio. Mundialización informativa, informacional y cultural. Polít. cult., México, n. 26, 2006 . Disponible en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-77422006000200004&lng=es&nrm=iso. accedido en 08 mayo 2011.
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