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Eric Drexler inventó la nanotecnología, pero lo que el creyó que había inventado no es lo que ha ocurrido.
Es indignante ver que te han robado tu invento. No obstante, Eric Drexler no cree que eso es lo que le ha pasado a él. Más bien , y para peor, cree que le han robado el nombre de su invento y se lo han aplicado a otra cosa. Ese nombre es nanotecnología, y el Dr. Drexler está enojado porque siente que el robo le ha impedido continuar con su visión original, puesto que el término nanotecnología, que alguna vez tuvo un significado preciso, si bien remoto, ahora está en boca de cualquier individuo que tiene un proyecto para elaborar cosas muy pequeñas y la necesidad de conseguir una subvención oficial o reunir un capital empresario de riesgo.
Es evidente que la miniaturización no es una idea nueva. Uno de los objetivos más consistentes de la innovación ha sido el de hacer cosas lo más pequeñas posible. La pequeñez ahorra lugar, hace posible que las cosas sean portátiles, que se puedan juntar más componentes para lograr objetivos más sofisticados, y para mejor, ahorrar en la cantidad de materiales utilizados y por lo tanto en el costo. Fue Richard Feynman, uno de los físicos más famosos y eclécticos del siglo XX, el que primero tuvo la idea de que la miniaturización podía recorrer todo el camino hasta llegar al nivel molécula, y que se podrían fabricar artefactos con componentes hechos de una cantidad definida y contable de átomos. Así lo hizo en 1959, en una conferencia titulada: “Hay mucho lugar en el fondo”: -No sé cómo hacer esto en pequeña escala y de una manera práctica, pero sí sé que las computadoras son muy grandes, llenan cuartos. Por qué no podemos hacerlas muy pequeñas, con minúsculos alambres, elementos chicos, y cuando digo chicos quiero decir chicos. Por ejemplo, los alambres tendrían que tener de 10 o 100 átomos de diámetro y los circuitos una transversalidad de unos pocos miles de angstroms. Todos los que han analizado la teoría lógica de las computadoras han llegado a la conclusión de que las posibilidades de éstas son muy interesantes, si se pudiera hacer que fueran mucho más complicadas por medio de varios órdenes de magnitud. Si tuvieran tantos elementos millones de veces, podrían emitir juicios...Y en muchos otros aspectos tendrían nuevas características cualitativas-.
A fines de los cincuenta la visión de Feynman no era más que una idea fantástica. Pero ayudó a provocar el interés del joven Eric Drexler que llevó sus meditaciones al Instituto Tecnológico de Massachusetts a fines de los 70, convirtiéndolas en un Doctorado en Filosofía y en un libro titulado “Los motores de la creación”, publicado en 1986. Su visión consistía en una revolución en la tecnología de la fabricación. En lugar de ser fabricados de arriba hacia abajo, moldeando y motorizando cosas grandes para hacerlas pequeñas, los objetos se fabricarían de abajo hacia arriba, a partir de sus átomos constituyentes. Es crucial que esto no se haría por medio de los procesos químicos conocidos. Estos implican reacciones en soluciones, en los que al menos un componente es un líquido o un gas. En cambio, el Dr. Drexler imaginó un mundo de “coordinadores moleculares”, - máquinas del tamaño de una molécula que tomarían átomos individuales y los ubicarían exactamente donde hacen falta en el artefacto en construcción. No habría ningún líquido ni gas. Para diferenciar este proceso de la “fase -solución” de la química tradicional, el Dr. Drexler describió esta fase como “fase - máquina”. Los objetos juntados por los coordinadores podrían ser pequeños (dispositivos médicos del tamaño de una molécula que podrían penetrar en las células y retorcerlas, por ejemplo), o grandes (motores de cohetes, por ejemplo). Pero el punto clave era que serían construidos en forma activa, más que juntarse por medio de los procesos fortuitos de difusión que gobiernan la química de la fase - solución.
Una idea atrevida. Pero para vender una idea hace falta el marketing y el Dr. Drexler se las ingenió para lograr un ardid por el que la mayoría de los gerentes de marketing daría cualquier cosa. Acuñó una palabra que ha penetrado en la conciencia popular. Las dimensiones moleculares se miden en la billonésima parte de un metro, y se las conoce como nanómetros, de manera tal que llamó a su visión “nanotecnología”. Uno de los temas de “Los motores de la creación” es la idea de replicadores noveles - algunas clases de la nanotecnología implicarían aparatos moleculares que podrían reproducirse a ellos mismos-. Pero el libro también menciona otro tema, la idea que Richard Dawkins, un biólogo de la Universidad de Oxford, tenía acerca de cómo describir la cultura humana en términos de “memes” o unidades mínimas de información y replicación cultural.
Tal como la describe el Dr. Drexler, la nanotecnología puede llegar a ser o no. Lo que es innegable es que ha creado un nuevo replicador. El término nanotecnología se convirtió en uno de los “memes” más exitosos del pasado siglo XX. También ha ilustrado otra de las propiedades de los replicadores, su tendencia a mutar. Como un gen que originariamente tenía una función, y luego desarrollaba otra distinta, la nanotecnología se utiliza actualmente para significar algo bastante distinto de la visión original del Dr. Drexler. Irónicamente, eso parece ser así porque fue, en primer término, una buena herramienta de marketing.
¿Hay espacio disponible?
El nicho ecológico en el que la palabra nanotecnología habita actualmente está mucho más cerca de la química tradicional que del mundo Drexleresco de los coordinadores y la fabricación molecular. Prácticamente cualquier cosa que implique el fabricar moléculas con un poco más que algunas docenas de átomos en ella es subirse al carro de los triunfadores. Por supuesto que los cínicos, que son muchos, dudan de que en realidad la palabra describa algo concreto, más allá de una tendencia que se hubiera producido de cualquier modo para lograr una química aún más precisa. Los cínicos tienen motivos para ser escépticos, porque la única cosa que el término nanotecnología sin lugar a dudas sí describe es presupuestos elevados. La llamada Acta de Investigación y Desarrollo Nanotecnológico del Siglo XXI, por ejemplo, fue convertida en ley por el Presidente George Bush en diciembre pasado. Este Acta propone agregar 3,7 billones de dólares al presupuesto de la Iniciativa Nacional de Nanotecnología del gobierno norteamericano entre el 2005 y el 2008.
No obstante, los cambios ecológicos no se producen sin ninguna razón, ya sea en la biología o en la sociología. Y aunque mucho de la “nueva ola nanotecnológica” se hubiera producido de cualquier modo, en realidad no está sucediendo como fabricación molecular. Todavía hay pocos productos comerciales, pero algunos ya aparecen claramente en el horizonte. Los objetos llamados nanotubos de carbono, por ejemplo, se emplean en una nueva generación de unidad de exposición que combina el método agudo de generación de imágenes usado en los tubos de rayos catódicos con una pantalla tan chata como la de un exhibidor de cristal líquido. Los nanotubos también pueden ser la base de un nuevo conductor eléctrico que sería tan bueno como el cobre para la transmisión de energía, pero más barato y seis veces más liviano. Los transistores del tamaño de una molécula y otros componentes electrónicos semejantes ya se han creado, y los investigadores están tratando de descubrir cómo ensamblarlos. Las “nanopartículas” de dimensiones controladas se han utilizado hasta en las pantallas solares.
Pero los nanotubos proceden de los gases utilizando catalizadores tradicionales. Y los transitores y nano-pantallas solares de tamaño molecular también se sintetizan sin que haya a la vista un coordinador molecular. ¿Importa? En el grandioso esquema de las cosas, probablemente no. Tal como lo dijo Shakespeare, “¿Qué hay en un nombre? Aquello que llamamos una rosa olería igual de dulce con otro nombre’’. Si los nanotubos, la electrónica molecular y hasta las pantallas solares terminan oliendo dulces- en otras palabras, generando productos útiles y lucrativos- al usuario no le importaría si los métodos utilizados para producirlos se llaman química o nanotecnología. Pero tal vez haya otras dos razones más sutiles por las que preocuparse sobre la mutación mimética que ha identificado la química con un rótulo completamente nuevo.
¿Una previsión acertada?
Una de estas razones es que la nanotecnología no es el único “meme” que el Dr. Drexler ha desencadenado. También inventó el término “plaga gris”. En “Los motores de la creación” debatió la idea de que los coordinadores autoreplicadores podrían comerse todo lo que tuvieran a su alrededor y convertirlo en más coordinadores. La masa resultante sería, -sugirió-, una “plaga gris” que podría apoderarse del planeta. Hay muchas clases de motivos por los que, aún si la nanotecnología Drexleresca de la máquina - fase se llegara a producir, la “plaga gris” no es una consecuencia plausible. Pero eso no ha bastado para impedir que el miedo, con la pequeña ayuda de ciertos grupos temerosos a la tecnología, se instalara en la imaginación pública. Hasta el heredero del trono británico ha expresado su preocupación por la nanotecnología, como consecuencia de haber leído acerca de la “plaga gris”. No es probable que esta noción vaya a detener el progreso, pero podría hacerlo. La oposición a la biotecnología agrícola se hizo fuerte sin demasiado fundamento científico.
Un segundo libro, “Nanosistemas”, publicado en 1992 demostró bien que los nanoaparatos funcionarían si pudiesen fabricarse, pero fue vago acerca de cómo lograr que eso fuera posible. Muchos químicos importantes creen que eso se debe a la imposibilidad de fabricarlos utilizando coordinadores moleculares. Su objeción la esbozó Richard Smalley, de la Universidad Rice de Texas, en un intercambio reciente de correspondencia cono el Dr. Drexler en “Chemical and Engineering News”. El Dr. Smalley, cuyos proyectos incluyen el trabajo sobre transmisores de energía nanotubos, dice que las consideraciones de la geometría, las dimensiones de los átomos, y el espacio disponible para trabajar significan que los coordinadores jamás podrían hacer las clases de trabajos que el Dr. Drexler les asigna. El Dr. Drexler niega esto con vehemencia y alega que el Dr. Smalley y quienes lo apoyan han interpretado mal los razonamientos.
No obstante, por el momento, el Dr. Drexler parece haber sufrido el destino de los profetas a través de los tiempos - no estar deshonrado más que en su propio país, la república de la ciencia. Actualmente trabaja desde una organización llamada el Instituto de Previsión, que fundó para explorar el futuro de la nanotecnología. Está por verse si él verdaderamente ha visto ese futuro, por así decirlo.
Eric Drexler promovió el estudio de nanotecnología, introduciendo el término en 1986 para describir la visión de Richard Feynman sobre la miniaturización a escala molecular. Actualmente preside el Instituto de Previsión, una organización que tiene el propósito de investigar sobre las tecnologías emergentes y sus impactos en la sociedad, especialmente sobre la nanotecnología.
Publicado en “The Economist” el 11 de marzo de 2004
Revista Saber Como. Nº 22 Nov. 2004
Instituto Nacional de Teconología Industrial
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martes, 26 de febrero de 2008
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