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Popper y Adler, elementos para la discusión
sobre los entre pisos del psicoanálisis.
“Sin nuestras dudas sobre nosotros
mismos, nuestro escepticismo
sería letra muerta, inquietud
convencional: doctrina filosófica”
Cioran.
José Eduardo Tappan M.
Universidad de Viena en 1928 con una tesis sobre: El método en la psicología de I.
- El 29 de noviembre de 1993, apareció en la portada de la revista TIME el rostro de Freud con la leyenda: ¿Freud está muerto?. La respuesta resulta ser evidente, puesto que propone que existen modalidades psicoterapéuticas que han demostrado ser más eficientes, menos costosas, y se trabaja en periodos mucho mas cortos a lo que se hace en el “psicoanálisis ortodoxo”, entonces hasta la pregunta parece absurda. Además, también surge la duda de ¿cómo puede ser
posible que un científico del primer tercio del siglo pasado, sea llamado a rendir cuentas frente a los avances tan evidentes de la neurología, la psicología, la psicofarmacología, la psiquiatría etc.?. Por si esto no fuera suficiente tendríamos que ver que la sociedad, altamente represiva, sobre todo en sus hábitos sexuales se encuentra totalmente rebasada, hoy la libertad sexual es un triunfo innegable de las dos generaciones de las post guerras. La revista nos quiere crear la idea,
de que el psicoanálisis como cualquier producto, es perecedero y que por lo tanto, no puede escapar de los inexorables tiempos de vigencia histórica.
Aquí comienzan los problemas, prácticamente cualquier medio de comunicación, se siente capacitado para discutir la pertinencia del psicoanálisis, como si se tratara de un asunto de sentido común o donde otros “los especialistas” hablan lo que es para ellos “el grave problema del psicoanálisis”, “vaticinando su cercano fin”, sin mayor evidencia o base argumental que su propio e ignorante punto de vista, temen que el psicoanálisis se halla transformado en una especia
de secta más llena de glamour que de efectividad. Se considera que es un asunto simplemente de fe, de credulidad de un grupo de ingenuos.
La posición de la revista TIME podemos calificarla de esquemática y reduccionista, pero no del todo equivocada, tienen razón los periodistas de temer a cierta clase de psicoanálisis, que se encuentra entronizado en las latitudes del planeta, en donde circula esa revista. Existen, sin embargo, otras posiciones opuestas a la desesperanzada visión del TIME, que plantean que la producción freudiana es indudablemente actual y vigente, sugieren que su propuesta clínica
no ha prescrito; ambas propuestas, aunque antagónicas, por lo general se sostienen en argumentos muy pobres. Como los que están de acuerdo con el psicoanálisis pero lo entienden a la manera religiosa, como si se tratara de un pensamiento doctrinario y que por lo tanto, debe ser seguido sin mayor elaboración crítica. Este planteamiento doctrinario, es presentado a la comunidad, como si se tratara de una teoría científica y que por lo tanto, este carácter
científico es fácilmente demostrable. Así la perspectiva extrema dentro de esta posición ve al psicoanálisis como algo eterno, infalible y que necesariamente pasará sin mácula por los críticos más devastadores. En cualquier caso, con la excepción de algunos psicoanalistas, el resto de la comunidad científica e intelectual, ha tomado partido por alguna de estas dos propuestas polares, muy pocos han optado por posiciones fundamentadas epistemológicamente. No se trata de buscar el justo medio aristotélico, sino de reconocer las características ideológicas y políticas de estas posturas encontradas, para reconocer sus implicaciones en la teoría y en la clínica.
Regresando a la pregunta: ¿Freud ha muerto?, ésta intenta cuestionarse la vigencia del psicoanálisis en el mundo contemporáneo, que aparece mal parado cuando se compara con las nuevas psicologías y psicoterapias, además de poner en tela de juicio la pertinencia de las propuestas teóricas de este pensador.
Son estas críticas, como la del TIME, poco informadas y repletas de prejuicios, lo que ha roído y desgastado al psicoanálisis, mucho más que las críticas fundamentadas, es decir, se trata de un efecto de corrosión o de erosión que generan las críticas simplistas y superficiales sostenidas por el “sentido común”, (ab hoc et ab hac); fenómeno que tanto ha lastimado a la inteligencia y al
pensamiento en general, pero también las defensas dogmáticas han causado un enorme daño, ya que la supuesta mirada inteligente he informada puede permitirse comentarios, con los que tendríamos que estar de acuerdo y afirmar con ellos, que el psicoanálisis es una payasada.
Estas dos posiciones polares esbozadas al inicio, han generado posiciones que a su vez han formado escuelas dentro de la psicología y el psicoanálisis: la posición que niega la actualidad del pensamiento freudiano se sostiene en una teoría evolucionista, un esquema desarrollista, ampliamente difundido, ya que propone que todo lo nuevo siempre será mejor que lo anterior, que las nuevas teorías tienen argumentos más depurados que sus antecedentes, que el progreso
teórico se da siempre de manera progresiva y cualitativa, que las tesis contemporáneas son mas atinadas y eficaces, que las de antaño, que la sociedad de antes sobre las que se construyó la teoría no es la misma que la de hoy, etc. El argumento de fondo es: la ciencia ha llegado a tal adelanto y grado de desarrollo, que lo anterior siempre queda sin pertinencia. Bajo esta manera de mirar el problema, el concepto de lo clásico es desconocido, se entienden las cosas bajo
una simple antinomia: lo viejo es caduco versus lo actual que es eficiente. Se trata de una forma reducida de pensar, ya que se basa en argumentos superficiales sin contradicciones, pero que quizá ese sea su principal atractivo, lo que lo hace popular. Este tipo de propuestas, pertenecen las teorías “de moda”, ellos son los que sostienen lo que todos suponen, y generan críticas demoledoras, al que llaman, “psicoanálisis ortodoxo”; basándose en juicios superficiales y en
propuestas más de orden efectista que en argumentos sólidos.
La segunda posición, defiende el lugar de Freud y del freudismo dentro del psicoanálisis contemporáneo, que podríamos a su vez, subdividirla en: a) una manera dogmática y b) una perspectiva crítica que nos conduce a pensar la naturaleza de lo clásico, que evidentemente se trata además de la propuesta que considero más fecunda de trabajar por encontrarse más fundamentada.
Por lo tanto, es necesario abundar en el sentido de lo clásico, porque atañe directamente al psicoanálisis. Podemos decir, que un texto es clásico cuando por algún motivo, el asunto que trata, logra rebasar las barreras de la historia y atiende a elementos que le son contemporáneos o propios al hombre. La antropología cultural, ha dirigido su estudio a las particularidades, a las condiciones específicas que tiene cada sociedad, cada grupo étnico, es decir, a lo que es distintivo y característico de una cultura, a lo que la hace singular y diferente; sin embargo la antropología estructural ha estudiado las características que podríamos llamar universales, aquello que permanece, que se encuentra presente en todos los momentos de la historia y que hace semejantes a los hombres de todas las épocas, de todas las clases y de todas las culturas. El psicoanálisis dirige su mirada hacia estos fenómenos que construyen las estructuras que organizan la subjetividad humana. Como lo dice Lacan en 1960 en la Subversión de sujeto y la
dialéctica del deseo en [...] “Una estructura es constituyente de la praxis llamada psicoanálisis.” Bajo esta perspectiva el aparato psíquico, sería lo que en última instancia determina el pensamiento y la conducta humana; lo social, la cultura cambian constantemente de “ropa”, dependiendo de las épocas, de las exigencias de la naturaleza, de los hombres etc. Sin embargo existen muchos elementos que permanecen, que se mantienen y que no dependen propiamente de las circunstancias coyunturales o locales, las trascienden, se trata por lo tanto de fenómenos tranculturales y transhistóricos. Los autores llamados clásicos como:
Confucio, Sócrates, Shakespeare, Cervantes, Dostoyevski y Freud entre otros, son los que han atinado a dar cuenta de “la naturaleza humana”, del hombre universal, los autores que alcanzan a dar cuenta de ésta perspectiva, generalmente son trascendidos por su propio trabajo.
Es verdad que el psicoanálisis, hoy en día, es mucho más complejo y rico que el que esbozara el propio Freud, pero no por ello, se puede desconocer la tradición que genera Freud como autor de una discursividad, como generador de una actitud y una perspectiva. Foucault muestra el fenómeno que significa ser autor. Podemos decir que Nietzsche, Freud y Marx (entre no muchos otros) producen: una manera particular de pensar al hombre y a la sociedad, que eran
inéditas para la historia, por ello, cada uno es generador de un modo, de una forma y fondo particular, de una cualidad fácilmente reconocible; otros pensadores se inscribirán dentro de la corriente establecida por los autores; a partir de los cueles podremos diferenciar y distinguir: él es marxista, ese otro no es freudiano, se trata de un planteamiento nieszcheano, etc. La autoría se reconocería por la existencia de un estilo, una lógica interna, una perspectiva propia, además, de una intencionalidad, que paradójicamente rebasan al propio autor; es decir: Freud no
siempre fue freudiano, como lo dice Élisabeth Roudinesco al proponer que Freud se fue alejando paulatinamente, de las bases filosóficas que le dieron vigor y un carácter revolucionario en sus orígenes.
Sin embargo, algunas corrientes psicoanalíticas, propugnan por un psicoanálisis transformado en psicología general, dirigido por las modas intelectuales del momento, principalmente impulsadas por una necesidad cientificista. En esta perspectiva aparentemente incluyente, la cual, dicho sea de paso, da cabida a posiciones profundamente esquemáticas y fundamentalistas, que se encuentran repletas de sentencias y juicios que se presentan como “verdades” inescrutables.
Por consiguiente, en las teorías que se levantan sobre maneras simplificadas de pensar, dependemos de esas falsas seguridades, que como ya hemos dicho son populares, y que conducen a juicios maniqueos sobre el hombre y el mundo; todas éstas construcciones teóricas, arriban como fenómenos anodinos. Ocupadas de presentar un simple claro-oscuro idealista, en donde los matices y los entre tonos no son percibidos y por supuesto no son entendidos, se
escapa precisamente aquello particular sobre lo que se construye el conjunto de rgumentaciones, desaparece el motivo mismo de la teoría: “el inconsciente”, “el conflicto psiquico”.
Para analizar al psicoanálisis desde una perspectiva crítica no es necesario montar una propuesta “sui géneris”, pero sí es indispensable que este informada y sea rigurosa. No creo que todo el mundo se encuentre capacitado ni tenga información, para discutir sobre la pertinencia de la física cuántica, pero sobre el psicoanálisis opinan periodistas, intelectuales, psicólogos, sacerdotes y psicoanalistas, generalmente llenos de prejuicios y de ideas más o menos vulgares, trasladando la discusión a lugares francamente ridículos o estériles: los que niegan versus. los que creen; sin argumentos, en la mayoría de los casos, y los que encontramos sin ser dignos de tomarse en cuenta, pero se ha dicho y escrito tanto, que sus efectos no dejan de perturbar y enrarecer, incluso a los exámenes más críticos y rigurosos.
II.- Existen otras críticas que han desgastado al psicoanálisis desde dentro. El psicoanálisis como la mayoría de las disciplinas académicas ha sido víctima de actitudes reduccionistas y ataques que lo han simplificado y banalizado, transformándolo en una práctica acartonada, llena de recetas y pasos a seguir, que han convertido al “psicoanalista” en un “plomero psíquico” o “cosmetólogo del alma”. Es a partir de la falta de rigor en los planteamientos teóricos, en el uso de los conceptos de manera descontextualizada, lo que ha coadyuvado a que hayan proliferado las llamadas psicoterapias alternativas y otras corrientes dentro del campo de la psicología; ya que estas disciplinas se establecen conforme a las expectativas consideradas socialmente aceptadas, y que por lo tanto no generan una crítica a los modelos de vida que promueve la sociedad de consumo y sus medios de comunicación masiva. Las “terapias”, han ido aumentando e imponiéndose como moda, pero quisiera enfatizar que muchos de los académicos e intelectuales, tienen una importante responsabilidad en el estado actual del problema. Además del desgaste que ha sufrido el psicoanálisis por el vulgo, la academia y algunos de los autodenominados psicoanalistas. Tampoco podemos olvidar el desgaste y trivialización del psicoanálisis, por las “teorías o escuelas psicoanalíticas”, con propuestas mediatizadas por la cultura hegemónica, como por ejemplo: en el cambio de lugar de la noción de inconsciente dentro de la teoría psicoanalítica, de un región principal a una posición marginal; se trató de una
modificación estructural, que resulto del descentramiento del inconsciente, ocupando ahora la periferia dentro de las lecturas y propuestas posteriores a Freud. Me refiero especificamente
a lo que sea ha producido desde Adler, Anna Freud, Hartmann, Mahler, Kohut, etc. que caven en la llamada escuela americana; por supuesto con las excepciones de lo que se llamó escuela inglesa encabezada por Melanie Klein y la francesa que dirigía Jaques Lacan. Quienes conservan
principios epistemológicos, que son fundamentales en la propuesta freudiana: como el lugar de la sexualidad, de la pulsión de muerte, del inconsciente etc. etc.
Nos recuerda Rudinesco en la biografía de Lacan: que Jung le contó (a Lacan) la escena en que Freud mirando desde la cubierta del barco las costas de Norteamérica, cuando éste fue a dictar sus conferencias a la universidad de Clarck, dijo: “no saben que les traemos la peste”, lo que ignoraba Freud es que el auditorio, así como los más entusiastas seguidores del psicoanálisis en ese país, al ser fundamentalmente una sociedad mediatizadora, ya tenía las vacunas contra
esa supuesta peste; por lo que el psicoanálisis no irrumpe, entra en el cauce de la moral y de las instituciones académicas en ese país. Totalmente diferente era el psicoanálisis en Europa, nutrido por la actitud crítica frente a los conformismos sociales, frente a la cultura, hablando incluso de un malestar que le era propio a la sociedad; discutiendo abiertamente contra la moral y las religiones, ya que a la luz del psicoanálisis aparecían como simples formulismos sociales, repletas de hipocresías y de dobles discursos; sobre la religión incluso mostraba que se trataba simplemente de una ilusión, sólidamente justificada por condiciones de dominación, que se arraigaron en la historia de las sociedades. Esto en cuanto a su posición y actitud crítica, sin perder de vista que lo radicalmente innovador y revolucionario del psicoanálisis, fue el demostrar que son los resortes inconscientes, los que determinan la conducta humana y no la conciencia y que el “yo” no es más que un súbdito, un vasallo de un gran número de procesos
inconscientes, de los que ni siquiera tiene noticia, como se suele decir, el “yo” no es dueño ni de su propia casa; asunto que los norteamericanos cambiaron rápidamente, alterando todo el sentido que tenía la teoría y la práctica freudiana.
Esta dirección crítica y cuestionadora, es lo que caracteriza el espíritu de la propuesta freudiana, espíritu que debe ser entendido como lo hacen los juristas: como el sentido y justificación de una ley. Si se oculta o destruye este espíritu, se pierde un aspecto muy importante; yo iría más lejos al decir, que se pierde algo de la esencialidad misma del psicoanálisis, lo que le da consistencia y unidad de discurso, lo que podríamos llamar: una intencionalidad freudiana, visto de esta
manera el freudismo es también una subversión que penetra además de la concepción del hombre en algunos sectores de la cultura.
Es importante recordar, también, como el mismísimo Freud hablaba de las resistencias, que encontraba en los espacios universitarios y académicos, es evidente que las resistencias se daban porque, se trataba de la posición del psicoanálisis crítico, no en sus versiones “ligh”, que confieren un destacado lugar al “yo” y a los procesos secundarios ó conscientes. Por lo que conviene diferenciar a los críticos (como método de conocimiento), de los criticones (como herramienta de destrucción), estos últimos caracterizados por la resistencia a mirar al hombre de otro modo (como la psicología del yo). Una imposibilidad que entra en el perímetro de la antropología filosófica, es decir de las diferentes concepciones del hombre influidas por la ilustración, como la del hombre es bueno por naturaleza, el hombre que existe porque piensa, el hombre es un animal racional, el hombre es hombre en la medida que se explica a si mismo, etc. Se trata de una misma perspectiva, que se ha llamado enfoque humanista, que imposibilita o por lo menos dificulta el conocimiento del hombre más allá de su bonomía, mas allá de la conciencia y la racionalidad.
Dentro del complejo campo del psicoanálisis freudiano, se articulan diferentes teorías y conceptos, cuya importancia varía dependiendo del peso que tengan éstos dentro del paradigma; es decir, los conceptos y las teorías, no tienen el mismo valor, ni el mismo peso estructural, por ello, es necesario distinguir con toda claridad las bases argumentativas de cada posición. En cada propuesta, como en las distintas teorías es imprescindible identificar lo que podríamos llamar
el núcleo duro, para posteriormente establecer los contrastes o comparaciones con las escuelas psicoanalíticas o del pensamiento, lo cual, implica además, asumir una posición necesariamente crítica, que conduce precisamente en mostrar que el pensamiento, la conciencia y la racionalidad no tienen independencia, que son instancias psíquicas multideterminadas; todo un complejo
andamiaje teórico que descansa en la primacía del inconsciente; centro a partir del cual se teje la discursividad freudiana. Pero la teoría del inconsciente no fue lo único que golpeo a la sociedad de su tiempo, también lo hicieron las ideas de la sexualidad infantil, como sabemos, que escandalizó fuerte y profundamente a la moral, y la teoría de la sexualidad. Conmoción que también sacudió al arte, la filosofía y a las distintas ciencias sociales, humanas o de la conducta.
Por todos lados el psicoanálisis freudiano irrumpe y trastoca a la sociedad y la cultura de su tiempo, los asuntos que pone a la vista, son lo suficientemente dolorosos, como para que aún en nuestros días, continúe existiendo una resistencia frente a estas propuestas alejadas del tradicional enfoque humanista; lo que despierta grandes resistencias y reproches.
III.- Es el momento de abandonar “las críticas” que se han realizado desde la “vox populi”, dentro y fuera del campo psicoanalítico, que tristemente representan la mayoría de los planteamientos que examinan y generan una corriente de opinión sobre el psicoanálisis; ahora caminaremos de la mano de uno de los críticos mas destacado e influyentes de Freud y del psicoanálisis como Karl Popper, que a mi manera de ver, tiene un planteamientos calificado y aceptado por la comunidad académica, aunque no muy documentado, pero su punto de vista, merece ser revisado nuevamente, no sólo porque se trata de un planteamiento clásico sobre el que han regresado diferentes autores críticos, sino también porque la propuesta popperiana, por paradójico que parezca, tiene mucho que ver con la metodología empleada por el propio Freud, aunque Popper crea ser un crítico de psiacoanálisis, yo propongo que fue freudiano aún sin saberlo.
Karl Raimund Popper nace en Viena en 1902, se doctoró en lapensar. Con gran visión de los problemas sociales que vendrían, emigra a Inglaterra en 1934, sólo un año después de que Hitler arribara al poder. Al finalizar la segunda guerra Popper ya era profesor de lógica y de metodología de las ciencias en Londres.
Se define él, a sí mismo, de diferentes formas pero quizás la más importante es que se reconoce como crítico y racionalista. Sobre este último, el racionalismo, convendría precisar más, ya que para el metodólogo vienés, existen tres usos de este concepto: en el primero, podemos decir que trata, de una actividad intelectual que se sostiene en la observación y la experimentación, no,
simplemente opone al empirismo, crítica muy valiente, sobre todo, si consideramos la gran importancia, que tenía para los científicos y filósofos ingleses los modelos empiristas. La segunda forma de usar el concepto de racionalismo, se refiere a la actitud de resolver problemas apelando a la razón y a la experiencia, más que a las emociones y pasiones, creo que el interés de Popper, no era el de restarle importancia a las emociones, sino el de poner atención, a que los argumentos estén sostenidos con evidencias, con datos, con juicios rigurosos y no por la simple elocuencia, por simpatías o afinidades. La tercera forma de emplear este concepto de racionalismo, se adecua más al pensamiento del Popper maduro, se refiere sencillamente al ejercicio abierto e irrestricto de la crítica, esto aplicado a los juicios propios como a los de los demás. De esta manera aprender, es efecto de nuestra capacidad de preguntar y de criticar, no es efecto de la simple acumulación de datos o de información. Además, por supuesto, de ser principalmente riguroso en el uso de las argumentaciones y de la observación, tratando siempre de tener suficientes elementos para formarse un juicio, con ello, debe generarse un efecto de la claridad respecto al conjunto de las propuestas, una visión panorámica que conduce a la toma de una posición heurística y epistemológica.
También podríamos llamar escéptica a esta perspectiva, ya que se trata de ir más allá del conjunto de las ostentaciones de las que se sirven fanfarronamente algunos científicos, preguntarnos sobre el soporte de los mismos, sobre el suelo y los entresuelos en los que descansan cada una de las teorías; discutir sus inexactitudes, la manera en que justifican su método o la manera de aproximarse al psicoanálisis, sobre las características de la información, de las fuentes de la misma, en el conocimiento en general, valdría decir que el escepticismo es una conducta permanente en Freud y Popper.
En este momento Popper pone el acento en la actitud del científico, no se trata de seguir un método determinado de manera ciega, la actitud es fundamental y se encuentra de manera implícita más que explícita en el proceso de conocimiento, la encontramos en la mera de cuestionar, de preguntarnos; en la forma en que nos dirigimos para aceptar o negar una propuesta, siempre como el resultado de un análisis riguroso y crítico.
Es algún tiempo después, que otros filósofos de la ciencia y epistemólogos, ampliaran y desarrollaran el importante lugar que tiene la expectativa y la actitud en el proceso de investigación científica; por ejemplo Bachelard en la década de los cuarentas, nos muestra como la postura que se tenga frente a la información puede impedir o facilitar el proceso mismo de conocimiento. Son principalmentelos prejuicios y el sentido común lo que aniquila a cualquier intento de reflexión y de pensamiento.
Popper no apuesta a las astucias de la razón, ya que considera que es relativamente simple, construir argumentos a favor de razonamientos equivocados. Es muy fácil legitimar e incluso proponer los soportes de un juicio erróneo. Demostrar la pertinencia de una teoría es la tarea más fácil y cómoda, ya que se puede hallar siempre el ejemplo adecuado para probar la supuesta
veracidad de ésta. Es por ello, que para el autor la actitud racionalista convive con la aceptación de la diferencia, con el disenso, con la alteridad; mientras que los seudorracionalistas son siempre más autoritarios y generalmente se encuentran peleados con la crítica, por lo que no pueden obtener ninguna enseñanza de ella.
Antes de continuar con lo que sería su biografía científica, conviene para el motivo del presente ensayo mostrar la vía por la cual Popper conoció el psicoanálisis.
“Yo mismo entré en contacto personal con Alfred Adler y hasta cooperé con él en su labor social entre los niños y jóvenes de los distritos obreros de Viena, donde había creado clínicas de guía social”2. Al parecer el contacto fue muy importante para el joven Popper, ya que su colaboración no se limitó al trabajo social que realizaba, se familiarizó también ampliamente con la teoría adleriana.
Nos cuenta Popper en su libro Conjeturas y refutaciones, que en una ocasión en 1919, acudió frente a Adler, para exponerle un caso, que pensaba no cabía dentro del marco explicativo de la teoría del complejo de inferioridad y la protesta masculina, “pero él no halló dificultad alguna en analizarlo en términos de su teoría de los sentimientos de inferioridad, aunque ni siquiera había visto al niño. Experimenté una sensación poco chocante y le pregunté cómo podía estar tan
seguro. “por mi experiencia de mil casos”, respondió a lo que no pude evitar contestarle; Y con este nuevo caso, supongo, su experiencia se basa en mil un casos”. Lo que yo pensaba era que las anteriores observaciones podían no haber sido mucho mejores que la nueva; que cada una de ellas, a su vez, había sido interpretada a la luz de “experiencias previas” y, que al mismo tiempo, considerada como una confirmación adicional”3
En su libro de Conjeturas y refutaciones se ocupa de desmantelar lo que a su juicio son tres propuestas pseudocientíficas: La teoría de la historia de Carlos Marx, la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud y la psicología individual de Alfred Adler; me ocuparé únicamente de estos dos últimos.
Comenzaré con exponer la propuesta adleriana ya que por ella Popper comienza a cuestionar la validez del psicoanálisis ¿Cuál es el aspecto de la propuesta adleriana que hiciera de Popper primero un seguidor, después un crítico y finalmente un enemigo?. Para responder a esta pregunta, es necesario primero conocer la trayectoria de Adler, ya que además, se trata de uno de los disidentes y críticos ilustres (aunque no necesariamente riguroso y fundamentado) que se
hiciera del psicoanálisis.
Alfred Adler nace en los suburbios cercanos a Viena 1870, es el segundo de seis hermanos posición en la estructura genealógica, que le afectó mucho, ya que en las familias judías existe un privilegio orientado al primogénito de la descendencia, opinan sus biógrafos; por ello, se establece una rivalidad con el celado hermano mayor, que se llamaba Sigmund (lo cual nos permite especular sobre el significado, que esta coincidencia tuvo en su relación con Freud). Se cuenta que la madre lo rechazó desde temprana edad, además padeció de raquitismo y una alformación, todo ello sumado a una salud muy frágil; eran frecuentes las enfermedades en su infancia. Durante su juventud, sigue un camino profesional muy parecido al que hiciera algunos años antes Freud.
En su teoría aparecen más importantes los vínculos entre los hermanos, que las relaciones que se establecían entre padres e hijos, lo que lo llevó a no asignarle mucha importancia a la teoría edípica de Freud. Por ello, la familia era simplemente un modelo de la sociedad, su célula fundamental, perspectiva que lo obliga a tener una lectura abierta y explícitamente sociológica de muchos de los problemas psíquicos; además, desde joven se preocupó por los problemas
sociales, principalmente los relativos a la desigualdad entre las clases, por lo que abraza la teoría marxista. Se casa con una muchacha que representaba de alguna manera a la intelligentsia judía en Rusia, por su conducto establece una relación con León Trotski, como con jóvenes revolucionarios rusos.
Abandona el judaísmo y se convierten al protestantismo junto con sus dos hijas en 1904, al parecer no era un practicante, ya que continuó con su misma actitud librepensadora.
En 1902 comienza a frecuentar las reuniones psicoanalíticas de los miércoles, durante ocho años mantuvo con Freud una relación cercana, hasta que en 1910 presentó algunas de sus propuestas, en las que sobresalía la idea de que la aparición de la neurosis, derivaba del fracaso de la “protesta masculina” frente al conflicto entre lo masculino y lo femenino. La crítica de Freud se hizo cada vez más consistente, principalmente por el empleo excesivo del concepto de inferioridad, por continuar con la visión netamente social de la sexualidad, una perspectiva social de la diferencia entre los sexos, y por considerar a la herencia como una posibilidad de transmisión de las neurosis; Adler fue uno de los pioneros, en la construcción de una psicología del yo mucho más del lado de la adaptación social, completamente privada de las nociones de complejo de Edipo, inconsciente, represión y libido.
Pero quizá sea más productivo, seguir los aspectos, que el propio Adler presentaba como críticas a las propuestas de Freud.
En primer lugar sustenta que el cocimiento de la teoría psicoanalítica se realizó desde tiempo antes al de Freud. Propone a Pierre Jenet como continuador de la célebre escuela francesa sobre todo al introducir el concepto de “sentiment dincomplétude”, que lleva a Adler por el derrotero de la inferioridad y tiempo después a Lacan por el de la incompletud propia del sujeto deseante. Sitúa a José Breuer como el inventor del psicoanálisis, ya que él buscaba el significado de los
síntomas, su origen y finalidad, interrogando directamente al paciente. Para Adler, Freud es simplemente una persona que perfeccionó e introdujo nuevos derroteros, de los que a su juicio “tres son erróneos y susceptibles de bloquear el camino hacia una progresiva comprensión de la neurósis”. A continuación presentaré sus críticas:
1.- “La primer de esas concepciones objetables es la que considera a la libido como fuente y causa de malestar [...] De esta manera se logra suscitar la impresión de que todas las tendencias y todos los impulsos humanos están plenos de libido, siendo que, en verdad, no se hace más que encontrar en ellos lo que previamente se había introducido”4. Es fácil ver que para Adler, toda la teoría libidinal no permite dar cuenta de las causas del malestar, que se trata más bien, de un elemento que se introduce tramposamente para justificar a la teoría que la sustenta. Continúa Adler con su crítica: “Las últimas interpretaciones psicoanalíticas (ideal del yo) permiten suponer que la teoría freudiana de la libido se acerca a pasos agigantados a nuestra teoría del sentimiento de comunidad, de la dependencia de la sociedad y la aspiración a un ideal de la personalidad.”5
Es clara la importancia que asigna Adler a la dimensión social, la manera, que según él, lo social conforma el psiquismo, que podemos advertir en el sentimiento de comunidad; Adler se introduce en los ideales, como si estos se trataran de prototipos, de arquetipos de lo que es lo socialmente adecuado y admirado, mismos que se transforman en aspiraciones o metas que tienen incluso mayor peso que cualquier resorte inconsciente o que la fuerza libidinal; lo que centra el asunto del psicoanálisis en el “yo”sus identificaciones, sus motivaciones, sus
incapacidades, restándole por lo tanto, importancia a las motivaciones inconscientes, con lo que desarticula toda la teoría psicoanalítica y destruye todo lo que respecta a las teorías dinámicas y económicas.
2.- “La segunda concepción freudiana a la que también considero errónea, es la de la etiología sexual de la neurosis, concepción a la cual Pierre Janet ya se había acercado notablemente [...] Pero el psicólogo no debe dejarse engañar por apariencias. El contenido sexual de los fenómenos neuróticos tiene su fuente principal en la oposición conceptual “masculino-femenino”, en la protesta viril [...] Es extraño que un conocedor tan sutil del simbolismo como Freud no haya
advertido todo lo que en la apercepción sexual hay de simbólico; que en las imágenes sexuales no haya entrevisto un simple dialecto, una “manera de decir”6. El asunto de la sexualidad debía ser leído, según Adler, a través del lente de las relaciones sociales, a través de las formas en que es representado lo sexual; parece que se trata de una imposibilidad para Adler, ya que su perspectiva le impedía mirar directamente lo sexual, que sabemos era mucho más que
genitalidad para Freud, Adler propone atraer la atención a lo simbólico, visto como
formas o representaciones sociales, como los códigos de la cultura; pero las representaciones son eso, meras representaciones de fenómenos. Freud, pienso, que quería dirigirnos a la naturaleza del fenómeno propiamente dicho, a lo que constituía el núcleo duro de la problemática: la sexualidad como apremio a la vida, o bien como la naturaleza misma de la pulsión, aún de la pulsión de muerte (¿se trataría de una erótica de la muerte?).
Podemos observar de la lectura de las dos críticas (y de la siguiente), que Adler discute lo que él llama tres concepciones freudianas erróneas, como si una perspectiva teórica se construyera con la suma de distintas teorías o propuestas, que podemos intercambiar, que pudiéramos modificar sin afectar al resto, al conjunto de lo que podríamos llamar: la teoría general. Sobre este asunto, Carlos Marx atina al decir, si no recuerdo mal, que el todo no es efecto de la suma de las
partes sino de la articulación que se establece entre ellas, es decir, creo que se tratara de un proceder ingenuo el de Adler, por la ignorancia que tenía de la propia teoría psicoanalítica. Cada uno de los conceptos esta relacionado con los otros, generando un efecto de entreverado, no podemos sacar uno o substituirlo, sin alterar el conjunto, de la trama en producción total. Cada propuesta se articula con la siguiente, formando interacciones e interdependencias. Pasemos ahora a presentar su última crítica.
3.- “su teoría según la cual el neurótico se encuentra bajo la compulsión de deseos infantiles, particularmente incestuosos, que reviven por la noche (teoría de los sueños), y a menudo también en la vida de vigilia.”7 En esta crítica simplemente desconoce la teoría del Edipo y la teoría de la interpretación de los sueños. Aquí se ocupa nuevamente de proponer que los psicoanalistas son los que hacen inducir forzadamente en los pacientes, la idea o la creencia, de que todos sus problemas son efecto de “una metáfora incestuosa”, dice Popper de Adler. “Cuando mayor sea la inseguridad, con tanta mayor intensidad se aferrará esta joven a su ficción, hasta tomarla literalmente como una realidad.”8 El malestar es para este autor, el resultado de un problema que se sustenta en la inseguridad del paciente, por ello, el verdadero problema es esa inseguridad; que tendría que ver con la formación del “yo”, como con la adopción de feroces ideales, además de que ocurra una adecuada “protesta masculina” frente a la ambigüedad del binario masculino-femenino; para Freud esa inseguridad no era causa sino efecto, de problemas que tendrían que ser rastreados hasta la constitución misma de la sexualidad infantil y del inconsciente.
Por la naturaleza de la propuesta adleriana y su crítica al freudismo, podemos entender que en 1926 su movimiento alcanzara una dimensión internacional, pero sobre todo en Estados Unidos; único país, en el que al parecer tuvo un verdadero arraigo, crecimiento y desarrollo; en la actualidad es un movimiento prácticamente inexistente.
Freud, francamente molesto con Adler y con la propuesta adleriana, como podría esperarse: en su famosa carta dirigida a Arnold Zweig con motivo de la muerte de Alfred Adler dice: “Para un muchacho judío de un suburbio vienés, una muerte en Aborden es una carrera poco habitual en sí misma, y una prueba de su ascenso. El mundo lo recompensó real y generosamente por el servicio que prestó al oponerse al psicoanálisis”9
Sabiendo que Popper había tenido una cercanía con Adler, no debe de asombrarnos, su deseo en demostrar que su psicología individual, no cumplía con los requerimientos mínimos de exigencia metodológica y menos de cientificidad, lo mismo que el psicoanálisis freudiano y el marxismo. Estas tres disciplinas que él catalogaba dentro del rubro de las propuestas seudo científicas, como hemos dicho, en donde se encontraba también la astrología, y todo tipo de conocimiento que se soporte en creencias o actos de fe, pero que no tienen bases documentales y metodológicas válidas, para sostener sus argumentaciones y menos sus conclusiones, es decir, carecen de un piso firme sobre el cual se puede sostener su edificio teórico.
Me parece interesante hacer el recorrido de las críticas que realiza Adler al psicoanálisis, por la facilidad con la que niega una propuesta, sin presentar demasiados elementos de juicio, sin argumentos, sin una propuesta que fije criterios sólidos y claros, supone el que se considere errónea la propuesta freudiana y acertada la propia es suficiente. Critica las propuestas freudianas sin mayor evidencia, sin ningún rigor, sin mayores exigencias metodológicas, lo único
que aparece es su propio criterio, nos advierte incluso de que no nos dejemos engañar por el psicoanálisis, pero no elabora una crítica consistente, sin embargo, también representa un punto de vista que podríamos llamar consensuado, de la vox populi. Es un buen botón de muestra, de la manera en que generalmente se han realizado las críticas al psicoanálisis, repletas de anfibologías, falacias de predicción vaga, falacias por generalización inadecuada, falacias “ad nóminem”, además de los ya consabidos prejuicios e inexactitudes, careciendo de algún tipo
de rigor o exigencia metodológica, más que la de la experiencia que le da “los mil y un casos”. Con ello, vemos que el modelo teórico adeleriano, más que buscar comprender “la realidad” lo que intenta es, simplemente, encontrar las evidenciasn que legitime sus argumentos; conduce la discusión crítica a una confrontación de puntos de vista, trata de deslegitimar a Freud y de allegarse confianza de los lectores o discípulos.
Popper sin embargo no es despiadado en su crítica, podría ser mucho más duro, creo que la crítica es pertinente, y muestra que el conjunto de las argumentaciones no cumplen con las exigencias mínimas de fundamentar lo que se dice, en reclutar información para dar cuenta de lo que se asevera; al parecer para Adler es suficiente, la responsabilidad de sostener su palabra, únicamente con el punto de vista personal o el prestigio obtenido, por la “larga experiencia
resultante de los más de mil y un casos”. Con el malestar de esta actitud Popper, amplía la crítica a la propuesta adleriana a la teoría psicoanalítica freudiana, sin embargo, creo que lo que más le molesta es la actitud de los analistas: “Los analistastas freudianos subrayaban que sus teorías eran constantemente verificadas por sus observaciones clínicas”10 Esta manera de proceder sustrayendo rigor a la lectura de la propuesta freudiana, y trasladando parte de la discusión a un simple debate de opiniones y de puntos de vista.
Para Popper la ciencia se desarrolla por reemplazos paradigmáticos, por lo que un nuevo paradigma llega a remplazar al anterior, por tener la posibilidad de explicar las áreas que la teoría anterior no podía, sin embargo se trata de una propuesta que no escapa de la teoría de la evolución gradual de la ciencia, como si las diferentes escuelas del pensamiento se fueran sucediendo unas a otras, en un camino progresivo cualitativa y cuantitativamente. Piensa que los cambios se dan por revoluciones, tomando la propuesta de Thomas Kuhn, que es presentada
en su libro, ya clásico: La estructura de las revoluciones científicas; sin embargo, la manera en que alcanzan legitimidad científica las diferentes teorías, no es científica para Kuhn, se trata simplemente de un asunto de consenso, que puede alcanzar una propuesta por la comunidad científica, lo que molesta a Popper, por la facilidad que tiene cualquier teoría de verificarse a si misma. Es este asunto, lo que lo hace romper (no del todo) con la tradición de la epistemología en su vertiente historicista, para demostrar, que los consensos de la comunidad de científicos, no son suficientes para validar o demostrar que una propuesta o una teoría sean científicas; para ello, se requiere de un procedimiento muy riguroso pero simple en su aplicación, ya que consiste en buscar las propuestas falseables de una teoría, es decir, el campo que no puede ser cubierto por el ámbito de explicación de una teoría. Esa sería la metodología falsacionista; si no
encontramos espacios donde la teoría se ve imposibilitada, con una carencia, con la dificultad de dar cuenta de todo un campo del conocimiento, y no de sólo de una pequeñísima parte, entonces tenemos frente a nosotros una teoría seudo científica, como ya se ha mencionado, lugar en que para este autor se localiza el psicoanálisis.
La historia de las ideas, ha mostrado dos tendencias: una conservadora, que intenta preservar el orden instituido, de manera poco inteligente, pero con mucho entusiasmo, además, de que busca mantener las formas dogmáticas del pensamiento; la segunda sería la búsqueda de legitimidad y consenso, a partir de convencer a las elites intelectuales de los diferentes momentos, así los nuevos argumentos, debían ser expuestos de manera convincente, para obtener partidarios; se trataba de un ejercicio intelectual, dentro del terreno de la retórica, que busca convencer, no probar, fuera entonces del sentido racionalista que tanto defiende Popper, ya el racionalismo como perspectiva se apuntala por el sentido que le da a “la ratio”, vista esta voz latina, como la necesidad epistemológica de preguntar directa y explícitamente: la razón necesaria o razón suficiente, para una propuesta pueda ser considerada válida, condiciones que son ineludibles en una argumentación, más si esta intenta dar algún tipo de explicación dentro de alguna
propuesta teórica.
Como podemos observar en la crítica de Adler a Freud, los argumentos más elocuentes, ganaban adeptos y desplazaban a los que tenían menos posibilidades de esgrimir una defensa, dando lugar a las actitudes y argumentaciones vacías pero efectistas, los problemas y los tropiezos se
ocultaban, para que no aparecieran los flancos débiles, el talón de Aquiles frente a los enemigos, ya que la crítica es vivida como destrucción; por ello, era legítimo emplear la trampa y el encubrimiento para ganar a cualquier precio. Esta es la parte de la historia de la ciencia que se tiende a ocultar, como si la naturaleza de los científicos implicara necesariamente, una devoción por la verdad, y no sufrieran de hambre, de envidias y celos, es decir, de los sentimientos y los
problemas de los que somos víctimas todos los seres humanos.
Teorías como el marxismo, el psicoanálisis, y la psicología individual no son científicas, puesto que no pueden ser falsebles, opina Popper: “No puedo imaginar ninguna conducta humana que no pueda ser interpretada en términos de cualquiera de las dos teorías (psicología individual y psicoanálisis). Era precisamente este hecho –que siempre se adecuaban a los hechos, que siempre eran confirmadas- el que a los ojos de sus admiradores constituía el argumento más fuerte a favor de esas teorías. Comencé a sospechar que esta fuerza era, en realidad, su debilidad”11. Pero podemos ubicar un problema aún mayor al de verificar la teoría “buscando-encontrar” siempre evidencias para justificarla, y es cuando aparece la realidad metamorfoseada, la realidad adaptada a las expectativas de la teoría, lo cual puede ser encontrado en las ropuestas teóricas de Spitz y Mahler, entre otros. Ahora bien, el tener un piso o sustento errado, no impide que tenga seguidores, sin embargo se requiere que sean acríticos y estén dispuestos a seguir la teoría de manera dogmática. Eso mismo opina Popper con respecto a la popularidad del Psicoanálisis y el marxismo: “que tienen un atractivo psicológico para los hombres: lo explican todo”.
El papel que debe perseguir la ciencia es más modesto, propone el epistemólogo vienes, debe simplemente explicar, con alto grado de profundidad un solo aspecto, una pequeña parcela dentro del vasto universo del conocimiento, se trata de poder penetrar y así explicar una pequeña área, delimitada con toda cabalidad, entre lo que le es pertinente y lo que no lo es, se trata de un espacio de competencia explicativa; abandonando este campo la teoría no se hace
responsable de las explicaciones que bajo su nombre se construyan. Se intenta, además, no aceptar los intentos de las seudo ciencias, de hacer elásticas algunas explicaciones para ampliar su campo de pertinencia.
Podríamos resumir la propuesta de Karl Popper en cinco aspectos que serían fundamentales:
1.- Es fácil obtener confirmaciones o verificaciones para casi cualquier
teoría, si son confirmaciones lo que buscamos.
2.-La confirmación es válida, sólo si se produce en una búsqueda por
refutar a la teoría.
3. - Toda teoría científica restringe su ámbito de competencia, limita su
capacidad explicativa. Cuanto más prohíbe una teoría, tanto mejor es.
4.- Una teoría que no es refutable por ningún suceso concebible no es
científica.
5.- Todo genuino test de una teoría es un intento por desmentirla.
Con base a lo dicho presenta su más fuerte argumento: “las dos teorías psicoanalíticas mencionadas [...] Simplemente, no eran testables, eran irrefutables. No había conducta humana concebible que pudiera refutarlas. Esto no significa que Freud y Adler no hayan visto correctamente ciertos hechos. Personalmente no dudo que mucho de lo que afirmaron tiene considerable importancia, y que bien puede formar parte de algún día de una ciencia psicológica testable. Pero significa que esas “observaciones clínicas” que los analistas toman, ingenuamente, como confirmaciones de su teoría no tienen tal carácter en mayor medida que las confirmaciones diarias de los astrólogos creen encontrar en su experiencia”12
Es verdad que a Freud le preocupaba verificar su teoría, pero también falsearla, ello es resultado de que el padre del psicoanálisis se suma a la actitud crítica y de falsación frente a las disciplinas científicas de su tiempo, que intentaba explicar las patologías mentales; en donde estas disciplinas pretendidamente científicas no hacían más que autoverificarse (unas a otras, como a sí mismas).
El psicoanálisis surge al generar una propuesta, que se nutría de las constantes inexactitudes y actitudes incuestionables de los neurólogos, psiquiatras y psicólogos. Por ello, el sentido crítico es consubstancial al psicoanálisis.
La delimitación del campo en el que el psicoanálisis es competente, fue continuamente explicitado y demarcado por Freud, frente a las seducciones que tenían sus discípulos y el mismo, de otros saberes, de otras ciencias, de otras propuestas filosóficas, antropológicas, médicas etc. Las propuestas de sus discípulos eran constantemente revisadas y reordenadas, lo que lo condujo a romper con ellos y generar “las disidencias”, por su puesto, que algunas de las
cuales también lo fueron por razones políticas.
Efectivamente muchos de los desarrollos subsecuentes de la teoría siguieron distintos derroteros, pero la mayoría de ellos, con la misma pobreza argumentativa y falta de rigor, además de un manejo conceptual errático.
Margaret Mahler siguió el decurso de la propuesta freudiana del desarrollo psicosexual, sólo que ella, lo hizo al pie de la letra, es decir como si se tratara de un proceso de maduración biológica; su investigación fue documentada con películas, que como siempre, verificaban lo que se pensaba de antemano. Para esta autora norteamericana, la metáfora freudiana del despliegue de la libido por distintos puertos: oral, anal y fálico, desapareció para dar pie a una nueva teoría evolucionista unilineal; que podía predecir los diferentes tipos de patologías por los distintos tipos o clases de eventos que un niño había atravesado en su infancia, por ello, si algún suceso extraño hubiera ocurrido, por ejemplo en la etapa anal, con seguridad tendríamos una patología predominantemente obsesiva; se trataba de una reedición de la teoría del trauma que opera en una realidad (histórica) que preexiste y determina a la realidad psíquica, son estos eventos traumáticos de los cuales el sujeto aparece, como una víctima pasiva, podríamos decir incluso más, es simplemente efecto de las condiciones que intervinieron en su desarrollo madurativo; se trata de una“víctima de las circunstancias”.
Por supuesto que esta perspectiva “historicista”, descuidaba la importancia de una constelación muy grande de elementos como la voz, la escucha, la piel, la imagen, el cuerpo, entre otros, que no aparecían como puertos erógenos, en donde pudiera arribar la pulsión. Como también, pasaba por alto el concepto de realidad psíquica, donde el sujeto siempre es responsable, el destino como efecto de circunstancias externas no existe para Freud, siempre existe una posibilidad, para que el sujeto elija el camino que recorrerá, la manera en que se historizará, siguiendo o huyendo de las fuerzas de su deseo.
Michel Foucault 13 , en una de las clases que da en Brasil, el propósito era mostrar la importancia del drama de Edipo, como un cambio en las formas jurídicas tradicionales de la antigua Grecia, por lo que en su cátedra presenta, el asunto del juicio y de la ley. Es interpelado por el psicoanalista Hélio Pelegrino, sobre lo que él supone es la lectura freudiana del Edipo, y las conclusiones que de ella se derivan para el campo del psicoanálisis. Pelegrino dice: “Existen unas
experiencias de un psicoanalista muy importante llamado René Spitz, que muestra el fenómeno del hospitalismo. Los niños que no han tenido contacto con la madre mueren por falta de “madre materna.” 14. Se trata de suponer que existe evidencia muy clara de la necesidad e identificación temprana de los niños con su madre, del amor que ellas puedan prodigar a su criatura, y cita, para validar su argumento, el estudio que realizara en México, Spitz en una investigación que lo lleva a concluir que los niños privados del cariño materno mueren, a lo que llama: “hospitalismo”. Foucault escucha el pobre argumento y simplemente responde:
“Comprendo. Eso no prueba que la madre sea indispensable sino que el hospital no es bueno” 15 ; los niños mueren no porque este presente o ausente la madre, esta investigación no prueba que sea indispensable su presencia, sino simplemente que esos hospitales son malos. La conclusión que obtiene Spitz es simplemente una verificación, encuentra lo que buscaba. Es precisamente, esta manera de emplear a la teoría pseudo psicoanalítica, lo que más lastima al propio cuerpo de conocimiento psicoanalítico; ya que tiende a mezclar los fenómenos
estructurales y los fenomenológicos; confunde además el concepto de función, con la historia fáctica; el sujeto con el personaje de la novela familiar; las construcciones teóricas con los fenómenos empíricos; los conceptos son desarraigados de su campo explicativo y usados en circunstancias muy diferentes para los cuales fueron creados, prácticamente sin ningún tipo de restricción.
Es precisamente esta mala lectura de la teoría psicoanalítica, la que impulsó a los antropólogos a buscar contra ejemplos culturales de la teoría del Edipo freudiano, para demostrar que se trataba simplemente de un punto de vista etnocéntrico, pensaban los antropólogos como B. Malinowski: que Freud se sustentaba en un equívoco, al universalizar e incluir en su teoría lo que sería un fenómeno particular, la condición de la familia burguesa dentro de la sociedad vienesa de principios de siglo; ya la etnología comparada, sabía que existían muchas culturas en donde el Edipo no aparece como en la tragedia de Sófocles, sin embargo, el complejo de Edipo no se refiere a un ejemplo extraído de la literatura para mostrar el odio del hijo por el padre y su deseo por la medre, simplemente intenta dar cuenta de un fenómeno estructural, que es condición del
psiquismo y de la construcción de la sexualidad infantil, es cierto, que este tipo de lecturas poco rigurosas y descontextualizadas como la de los antropólogos culturales, llevan a refutaciones y validaciones en lo que podríamos llamar el territorio de lo imaginario. Discutiendo las distintas versiones que se podían generar, por cada uno de los antropólogos o psicoanalistas.
Concuerdo con Popper en la falta de rigor de muchas de las propuestas teóricas de algunas escuelas psicoanalíticas, como en la carencia de una actitud crítica por parte de los psicoanalistas en general, entre los que se encontraba, ahora, Adler. Que conducen al psicoanálisis por el territorio de lo doctrinal, de lo intestable, que lo llevan al mundo de la creencia. ¿cuál es la responsabilidad de Freud frente a lo que los supuestos freudianos dicen al hablar en su nombre?. Se trata de un problema grave para el psicoanálisis, en donde la irresponsabilidad de los psicoanalistas al vulgarizar el paradigma, lo han trivializado, quitándole el piso, su base de apoyo.
La crítica popperiana al psicoanálisis muestra: que es verdad parte de ella, no todo el conjunto del cuerpo de conocimientos psicoanalítico freudiano recibió el mismo tratamiento de rigor, por parte del padre del psicoanálisis; muchas de las teorías sólo fueron bosquejadas, otras tantas cambiaron consecutivamente a lo largo de la vida de este autor. Pero el soporte de toda su discursividad es la posibilidad de dar cuenta de lo que dice, de justificar con evidencia lo que afirma; para Freud no existen axiomas ni principio de fe.
El actuar de Freud, fue generalmente crítico, molesto de las actitudes irracionales, lleno de ese racionalismo que tanto gusta a Popper, además, como hemos señalado, no se dejaba seducir por los consensos de la comunidad científica, lo que le origino grandes problemas a lo largo de su vida. Lo que no podía comprender, simplemente no lo aceptaba, sólo después de seguir las cadenas de los argumentos, de cada uno de los autores que estudiaba (que generalmente eran los representantes de las diferentes posiciones sobre el problema que estaba estudiando), realizaba un examen de las evidencias de que se servían estos autores, sólo entonces Freud proponía una metodología crítica, que lo conducía a construir su argumento; lo cual no puede ser generalizado
dentro de la comunidad psicoanalítica, ya que aquí, las posibilidades doctrinarias son las más socorridas y populares.
Un ejemplo que parecería popperiano, es extraído del actuar freudiano, Groso modo: el caso trataba de un muchacho con una gran ansiedad y que sufría de insomnios, por los pensamientos “obscenos” que tenía; el médico le diagnosticó: “anemia cerebral” y la manera de curarlo, era que “el púber”, saliera al campo para respirar aire puro y alimentos frescos y saludables. Al regresa algunos años después, confiesa que lo que tenía era un gran deseo sexual, pero que reprimía por considerarlo inmoral e inapropiado; la pregunta es ¿de donde sacó el médico la idea de anemia cerebral?. Es lógico pensar, que estaba simplemente confirmando (verificando) una propuesta médica sin ningún tipo de vínculo o relación con los síntomas, más que los que construía el médico. “Freud nos da el ejemplo de la tesis de medicina sostenida en 1881 por Debacker, quien presenta sus conclusiones dejando de lado todos los datos clínicos registrados durante la
observación. En lugar de ellos aparecían teorías médicas totalmente desvinculadas del discurso del enfermo. Tal actitud (que, con modalidades diferentes, podríamos encontrar también en la actualidad) llevó a Freud a denunciar el peligro de una “falsa ciencia” contraria a toda genuina
investigación” 16
Como sabemos por la infinidad de biografías de Freud; su actitud fue permanentemente ciencista, apostaba a la explicación científica más que a la filosófica, siempre se mantuvo a una distancia prudente de las posiciones cientificistas o pseudocientíficas, como podemos rastrear, con infinidad de actitudes y comentarios a lo largo de toda su vida. Es verdad que no es su actitud, no es suficiente, para sostener que por lo tanto el psicoanálisis sea científico, no es este el lugar donde se presentarán los argumentos a favor o en contra de su legitimidad científica, pero sí para saber que se trata de una disciplina rigurosa, con un campo de competencia específico, que será real mente refundado con la propuesta lacaniana; deslindándose de los ingenuos planteamientos de la psicología del yo; recentrando el campo del psicoanálisis y de la práctica analítica. La importancia de Lacan, fue la de releer a Freud, salir a su encuentro con una
perspectiva sustentada en distintas disciplinas, además de abrir el psicoanálisis a la crítica, a la discusión, a la instauración de la rigurosidad. De aquí que es impensable un lacanismo sin Freud.
Creo que la propuesta popperiana es importante, porque efectivamente presenta de manera clara lo que es un problema para el psicoanálisis, independientemente de si este debe o no, buscar su legitimidad dentro del campo de la ciencia. Existe en las disciplinas “psi” un campo demasiado amplio para la charlatanería, para el empleo de aforismos que se repiten sin saber siquiera que es lo que se esta diciendo, se emplea una lengua oscura, pero que es obscurecido
por la falta de claridad no por la profundidad de los planteamientos.
Es la falta de rigor y de fundamentación frente a lo que se dice o propone, la falta de diálogo, el pensar que los críticos, aunque estos propongan, sean vistos como enemigos, las formaciones doctrinarias del seudo-psicoanálisis lo destruyen poco a poco, al querer actualizarlo a tontas y locas, siguiendo un furor cientificista. Así que cuando preguntamos ¿Freud está muerto?, lo esta para una grán parte de la comunidad académica, intelectual e incluso para muchos profesionistas del campo “psi”, hay que pensar en los que vulgarizan el complejo andamiaje teórico y conceptual, aquellos, que sin entender el espíritu crítico del psicoanálisis, piensan que Freud esta muerto, ya sean periodistas, epistemólogos, filósofos, científicos o incluso autodenominados psicoanalistas. Se trata de ese espíritu lo que se constituye en el piso mismo sobre el que se erige el psicoanálisis.
1 Conferencia presentada en el CIEP, México.
2 Popper K. Conjeturas y refutaciones. Ed. Paidos. 4ª reimpresión 1994 Barcelona. p. 58
3 Op. cit. P59.
4 Adler Alfred. El carácter neurótico. 2ª. Reimpresión Barcelona 1993 Ed. Paidos. P. 45
5 Adler Alfred. El carácter neurótico. 2ª. Reimpresión Barcelona 1993 Ed. Paidos. P. 45
6 Adler Alfred. El carácter neurótico. 2ª. Reimpresión Barcelona 1993 Ed. Paidos. P. 46
7 Adler Alfred. El carácter neurótico. 2ª. Reimpresión Barcelona 1993 Ed. Paidos. P. 47
8 Popper Karl. Conjeturas y refutaciones. Ed. Paidos. 4ª reimpresión 1994. Barcelona. p. 60
9 Las negritas son mías.
10 Popper Karl. Conjeturas y refutaciones. Ed. Paidos. 4ª reimpresión 1994. Barcelona. p. 59
11 Popper Karl. Conjeturas y refutaciones. Ed. Paidos. 4ª reimpresión 1994. Barcelona. p. 60
12 Popper K. Op. cit. p. 62
13 Foucault Michel. La verdad y las formas jurídicas. Ed. Gedisa. 1998. Barcelona.
14 Foucault. Op. cit. p149
15 Foucult. Op. cit. p 149
16 Mannoni Maud. El niño su “enfermedad” y los otros. Ed. Nueva Visión. Buenos Aires 1987. pp. 8 y 9.
BIBLIOGRAFÍA CITADA.
Adler Alfred. El carácter neurótico. 2ª. Reimpresión Barcelona 1993 Ed. Paidos.
Foucault Michel. La verdad y las formas jurídicas. Ed. Gedisa. 1998. Barcelona.
Mannoni Maud. El niño su “enfermedad” y los otros. Ed. Nueva Visión. Buenos Aires
1987 Popper Karl. Conjeturas y refutaciones. Ed. Paidos. 4ª reimpresión 1994. Barcelona
Revista Vigencia del Psicoanálisis Año1 Nº 1 Setiembre 2005
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domingo, 10 de febrero de 2008
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