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por José A. Plaza
Decir que la informática se ha ganado a pulso el adjetivo de imprescindible en la interpretación de la información genómica no es algo novedoso. Pero que una de sus ramas, la robótica, haya dado un paso al frente y ya no se conforme con trabajar con los datos que el ser humano le ofrece, quizás sí. El robot Adam puede haberse convertido en la primera máquina que crea nuevo conocimiento científico, sin la ayuda del hombre pero en beneficio suyo. Science publica hoy su historia, que más de uno interpretará como una de las ideas literarias de Asimov hecha realidad.
El idilio entre informática, robótica y biomedicina sigue su curso. Cada vez son más las aportaciones de las dos primeras disciplinas y los logros del robot Adam, un sistema informático desarrollado por científicos del Consejo de Investigación de Ciencias Biológicas y Biotecnológicas, en el Reino Unido, sólo suponen un paso más en la colaboración entre hombres y máquinas.
Adam parece haberse convertido en el primer robot que descubre, de forma independiente, nuevos conocimientos biomédicos gracias a un sistema informático capaz de automatizar el proceso científico. ¿Alguien se acuerda del 'Yo, robot' de Asimov?
Ross King, de la Universidad Aberystwith, junto a colegas de la Universidad de Cambridge, han trabajado sobre Adam para hacerle capaz de superar cada uno de los pasos del proceso científico sin ayuda humana; según publica hoy en Science, el resultado ha sido positivo.
El robot está lejos de poder sustituir la labor del hombre (un objetivo que ya no parece ciencia ficción), pero sí ha sido capaz de aportar nuevos conocimientos científicos en torno a la genómica de la levadura Saccharomyces cerevisiae. Los datos que ha aportado Adam son de carácter sencillo, pero se ha comprobado que las hipótesis lanzadas por el robot son ciertas: experimentos paralelos han confirmado la novedad y certeza de los nuevos datos.
Con la ayuda de Adam se facilita el trabajo con organismos complejos, modelos que obligan a la obtención de datos con gran detalle, ya que esta tarea, compleja y muy duradera para el hombre, es sencilla y más breve para una máquina.
La inteligencia artificial es la base del funcionamiento de Adam, cuya aportación está ligada al hallazgo de genes de levadura específicos para enzimas catalizadoras de reacciones bioquímicas. El robot no sólo ha descubierto los genes; también ha llevado a cabo ensayos para probar sus predicciones, ha interpretado los resultados y ha repetido el ciclo de investigación para corroborar la información.
Como si del Génesis bíblico se tratara, Adam no estará solo en el futuro. Eva es el nombre del siguiente robot en el que trabajan los investigadores, una evolución del original masculino. King cree que las funciones de esta máquina femenina serán más completas que las de su predecesor, y que será capaz de mejorar la búsqueda de dianas farmacológicas en patologías como malaria y esquistosomosis.
Aunque la tecnología robótica suponga mayor complejidad de desarrollo, persigue lo contrario: facilitar la resolución de problemas biomédicos. La automatización, según los creadores de Adam, es una de las mejores bazas para la ciencia más eficiente. Han explicado que no hay más que volver la vista atrás y comprobar que las máquinas permitieron la evolución en los siglos XIX y XX, una tendencia que se confirmará en el siglo XXI con la robótica como punta de lanza.
Douglas Kell, director ejecutivo del Consejo de Investigación de Ciencias Biológicas y Biotecnológicas, cree que la informática es y será un pilar básico en el diseño de fármacos y la secuenciación genética. Así, el futuro de estos robots científicos se está convirtiendo en una necesidad para manejar la ingente cantidad de información biomédica: una nueva era del conocimiento en la que hombres y robots, tal y como Asimov escribió, comparten más cada día.
Algoritmos
Investigadores de la Universidad de Cornell han enseñado a un ordenador a localizar comportamientos regulares en el mundo natural que pueden convertirse en leyes de la naturaleza. El algoritmo desarrollado se ha comprobado con éxito en sistemas mecánicos simples, por lo que los investigadores, coordinados por Hod Lipson, publican hoy en Science que esta herramienta se podría aplicar a la resolución de problemas complejos en campos que van desde la biología hasta la cosmología.
Sobre una base de cambios aparentemente aleatorios, el algoritmo infomático permite hallar constantes que se pueden interpretar como ecuaciones que describen el funcionamiento de un sistema. Por el momento, estos datos exigen interpretación humana... Pero tiempo al tiempo.
Orden mental
Los robots no sólo crean conocimiento; también actúan. Honda y Shimadzu han presentado el Interfaz Cerebro-Máquina (Brain-Machine Interface, BMI), que puede leer e interpretar el pensamiento humano sin necesidad de implantes cerebrales. El equipo de Yasuhisa Arai ha logrado que el robot ejecute unas pocas acciones (mover ambas manos, los dos pies y la boca) después de que un ser humano, equipado con un casco especial, se lo ordene con el pensamiento.
Diario Médico 3/4/2009.-
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sábado, 20 de junio de 2009
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1 comentarios:
Hay que apurarse a juntar billetes para comprarse uno.
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