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martes, 14 de diciembre de 2010

La filosofía y los límites de la justicia

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por Ivana Acosta




Reconocida como una de las mentes más lúcidas del pensamiento actual, la norteamericana Martha Nussbaum bucea en la historia de la ética antigua y moderna para iluminar dilemas actuales. Los límites de nuestro derecho sobre los animales, la ineficacia del liberalismo para garantizar la justicia en un mundo lleno de inequidades y el uso político de las emociones son algunos temas de esta charla.




En 1993, el fotógrafo Steve Pyke hizo un bello libro de retratos de filósofos. Setenta y nueve pensadores fundamentales del siglo XX, entre ellos Hans Georg Gadamer, W.V. Quine, John Rawls, Paul Ricoeur, Donald Davidson, Jacques Derrida y Karl Popper, explican en ese libro qué es para ellos la filosofía. Allí también fue retratada Martha Nussbaum —ya entonces era evidente su talento—, y cuando se le pidió que definiera su oficio, ella respondió con una cita de Epicuro: "La filosofía es una actividad que utiliza el razonamiento y la argumentación rigurosa para promover la eudaimonía"; es decir, "para promover la felicidad" o "la plenitud de la vida". La obra de Nussbaum ha sido fiel a este ideal helenístico que concibe la práctica de filosofar como "un arte comprometido en la lucha contra la desdicha".

Dedicada inicialmente a la historia de la filosofía antigua, sus primeros libros analizan la tragedia en relación con la filosofía (La fragilidad del bien), así como la ética y la estética aristotélica, estoica y epicúrea (La terapia del deseo, El saber del amor, Justicia Poética). Pero la voz del pasado aparece en ellos como inspiración argumentativa y como espejo en el que se proyectan dilemas actuales. Hoy Profesora Emérita de Ley y Etica en la Universidad de Chicago, vinculada activamente con programas internacionales, como el Instituto Mundial para la Investigación del Desarrollo Económico de la ONU —uno de sus fundadores fue su pareja, el Premio Nobel Amartya Sen—, Nussbaum se dedica hoy, sobre todo, a discutir aspectos de la justicia social (Sex and Social Justice), el feminismo (Women and human development) y el uso de las emociones —vergüenza, asco, ira— como argumentos legales o judiciales: tema de El ocultamiento de lo humano, que ahora se publica en la Argentina. Su libro más reciente, Frontiers of Justice, todavía no traducido, es un intento por avanzar más allá de las dificultades del liberalismo político —de quien John Rawls es figura rectora— y encontrar nuevos argumentos para hacer frente a la injusticia y a la inequidad en el ámbito internacional, en relación con los discapacitados y con los "animales no humanos".

Uno podría pensar que una aspiración como la que Nussbaum expresa al comienzo de su libro La terapia del deseo: que "la filosofía misma, sin dejar de ser lo que es, cumpla también funciones sociales y políticas que aporten algo al mundo mediante la aplicación de sus métodos y técnicas característicos" es de una gran inocencia, casi una falta de profesionalidad. La especificidad técnica del saber filosófico actual —podría uno pensar, desde una concepción más bien endogámica— no tiene nada que ver con los mecanismos directos por los que se lucha contra la desdicha personal, social o política. Sin embargo, Nussbaum no está reivindicando una lógica multidisciplinaria, transversal o heterodoxa. Ella forma parte de una tradición del pensamiento positivista liberal, que analiza las concepciones de la vida en términos de buenas o malas, justas o injustas, mejores o peores. Y partiendo de la historia de la ética —entendida no como historia de las doctrinas sino "como la historia de las prácticas de argumentación e interacción psicológica con vistas al cambio personal y social"—, ella discute los problemas en el llano. La educación de las mujeres musulmanas, el trabajo esclavo en las multinacionales, la internacionalización de la justicia, la protección de la pornografía o la legitimidad de "torturar" al ganado. Claro que es muy difícil no preguntarse si, en el tránsito de los textos antiguos hasta los argumentos y sentencias de los jueces norteamericanos, por discutir en el llano los dilemas actuales —lo que la obliga a argumentar sesuda y tenazmente contra reflexiones a veces recalcitrantes o insólitas—, la filosofía de Nussbaum no ha perdido parte de su brillo singular.


La emoción y la ley

- —En su ensayo - El ocultamiento de lo humano- afirma que el asco proviene del deseo humano de no ser animales, un "deseo irracional". Pero podría ser muy racional: cuando rechazamos la ley de la fuerza y el canibalismo, o cuando negamos que el género tenga que ser estigma en la vida social deseamos racionalmente no ser animales.

- —Por supuesto, somos una especie animal y la prohibición del canibalismo exige conciencia de esa diferencia; para mí no es gran cosa porque estoy en contra de comer animales y me parece que mejor sería no mirar esa diferencia específica con tanto interés. No deberíamos olvidar que también somos una clase de animal. Yo creo que el asco ilustra el deseo de negar que tenemos cuerpos mortales que generan basura, por ejemplo. Muchos textos con los que discuto dicen: Los hombres son pura razón y sólo las mujeres (o los negros, u otros grupos) son seres corpóreos. Y quiero hacer manifiesta esta irracionalidad. No me preocupa el asco que proviene de un objeto primario —heces o cadáveres— sino otra forma de asco, más ideológica: el asco que proviene de sólo pensar en algo, un asco más indirecto, porque siente repulsión por el pensamiento de algo que simboliza lo que nos produce asco, donde se cuelan fácilmente formas de sexismo y racismo.

- —La ira es una emoción mucho más constructiva y legítima, dice, porque responde a las inequidades. En - Frontiers of Justice- señala también el papel de la protesta airada: "la protesta es el único mecanismo que puede dirigir la atención hacia los problemas morales más urgentes". ¿Hasta qué punto es legítimo el uso de la ira en el terreno de la justicia transnacional?

- —La ira puede ser mal conducida, claro, pero si está fundada en creencias correctas es una emoción muy razonable. Uno tiene que estar seguro de que ve correctamente lo que está ocurriendo; puedo estar equivocada respecto de una persona, de un hecho, o porque estoy sobreestimando la importancia de algo. En los Estados Unidos, los ricos sienten ira y protestan porque tienen que pagar más impuesto a las ganancias que los pobres, pero su protesta no es legítima. Ahora, ¿qué hacemos con la ira? Recientemente estuve escribiendo sobre Martin Luther King Jr. y su uso de la retórica política: él era muy bueno para proyectar emociones —entre ellas, la ira— en su auditorio; pero a la vez estaba comprometido con los métodos no violentos en la línea de Gandhi, y lo hacía saber. No creo que cualquier uso de la violencia sea incorrecto (Martin Luther King, tampoco), pero creo que un movimiento de protesta en democracia es, probablemente, muy mala idea. La violencia está justificada en la revolución contra un poder colonial, pero no en la mayoría de las protestas en los países democráticos.

- —El derecho de protesta de los movimientos de desocupados es precisamente un debate pendiente en nuestro país.

- —La violencia es el último recurso. Durante la Depresión, Franklin Roossevelt enfrentaba la posibilidad de una rebelión violenta, pero respondió a las protestas con programas efectivos. Pero un gobierno debe tener una respuesta eficaz, si no la gente no se va a sentar a esperar.

- —Usted traza una analogía entre la pornografía, que refuerza los estereotipos de misoginia, y cierta literatura antisemita. ¿Cuál sería el ideal de "protección" para la pornografía y las expresiones antisemitas?

- —Esa es una de las áreas en las que cada país debería adoptar las propias normas de acuerdo con su historia y tradición. En Alemania no se pueden publicar o exhibir literatura antisemita, ni organizar partidos antisemitas pero la sociedad norteamericana está acostumbrada a la protección del derecho de expresión; cuando un grupo antisemita quiso marchar en un barrio judío, la Corte consideró que estaba en su derecho. En EE.UU. hay antisemitismo, pero no es el que hay en Alemania; por eso Alemania hace bien en sostener una política mucho más restrictiva.

- —¿Qué opina de la condena a tres años de prisión, en Austria, para el historiador británico David Irving, que niega la existencia del Holocausto?

- —Me parece que Alemania y Austria, por su horrible historia, hacen bien en tener leyes más restrictivas, que no funcionarían en EE.UU. El nazismo es un peligro constante en todas partes. Fíjese si no en la violencia contra los judíos en Alemania.

- —Y en Francia, también.

- —Por cierto. Alemania es una historia con final feliz, porque ya no hay partidos antisemitas con poder, pero sí hay en Francia. Si miramos Alemania y Francia, tal vez sí necesitamos restricciones porque —quién sabe— quizá sin ellas habría un rebrote nazi.


Fronteras de la justicia

- —En sus críticas al contractualismo de Rawls, llaman la atención sus buenos argumentos para reconsiderar, contra toda la tradición secular, las apelaciones de Grocio o Pufendorf a la ley natural como base más sólida para la justicia internacional.

- —Quisiera aclarar que mi reivindicación de la ley natural retoma el estoicismo griego y romano y la tradición protestante que desciende de allí, en Grocio, Kant y otros. Es muy diferente del intento del catolicismo por reflotar una cierta política basada en la ley natural. Mi posición es diversa en tema y contenido, y también porque insiste en que estos principios morales son parte de una sociedad liberal que distinguió entre la concepción política y las visiones con las cuales los seres humanos deciden vivir su vida. Retomo la distinción que traza Rawls en su gran Liberalismo Político entre una doctrina política y una doctrina comprehensiva. Digo sólo que necesitamos ciertos principios morales como base para una vida política en conjunto. El interés nacional no puede ser base suficiente para las relaciones internacionales. Por lo tanto, creo que coincido con Grocio en cuanto a la moralidad que necesitamos discutir entre las naciones. Por supuesto, esta discusión se entiende en un modo liberal y no "realista" (que para todas las religiones y para los que no tienen religión.

- —La "dignidad humana" es un criterio no religioso pero sí filosófico, establecido más allá de cada vida humana, sobre el cual se supone que el estado liberal tampoco debería pronunciarse.

- —Bueno, si lo que quiere decir es que tiene cierta estabilidad, entonces sí. No pensamos que sea un acuerdo de corto alcance. Buscamos una pauta que tenga larga vida y estabilidad en la historia. Pero no creo que esté más allá de la vida humana: se supone que tiene que identificar notas muy comunes y duraderas acerca de la vida sobre cuya importancia estemos de acuerdo.


Animales y humanos

La reflexión sobre los diversos niveles de sensibilidad o "racionalidad" que adscribimos a los animales no es una novedad en la historia de la filosofía ni patrimonio de ninguna corriente. Derrida, Buber, Levinas, Nussbaum, Sorabji, Singer, entre muchos otros, reflexionaron al respecto. Pero sí se volvió un tema recurrente, como una deriva, una vía obligada del racionalismo, en la que se entrecruzan, a veces contradictoriamente, las aspiraciones altruistas y egoístas del pensamiento secular. ¿Deberíamos defender el derecho de las vacas o el de los productores ganaderos de los países pobres? ¿Exigimos el "desarrollo de la vida ética" de los pollos y defendemos el derecho de negárselo a un feto? Nussbaum dedica parte de su más reciente ensayo a mostrar por qué los "animales no humanos" son "sujetos éticos", "sujetos de justicia". Uno de los puntos más altos de su análisis histórico del problema es la referencia a la legislación británica que, en el siglo XVIII, impedía a los carniceros y a los medicos formar parte de los jurados, por su inconmovible familiaridad con la muerte.

- —Me resulta difícil ver qué niveles de racionalidad o de vida sensible deberíamos adjudicar a los animales como para considerarlos sujetos éticos (así como hallar un criterio válido para ello). Tampoco veo la importancia de insistir en el tema cuando el acuerdo sobre los derechos humanos es tan precario.

- —Déjeme contestar a su última observación. Creo entender que su posición es que deberíamos esperar a que los derechos humanos estuvieran en mejor estado antes de enfocar los otros derechos. Muchas veces encuentro esta resistencia en el mundo en vías de desarrollo. Sin embargo, nunca diríamos Los derechos de las mujeres no están muy bien reconocidos pero esperemos hasta que los derechos de los hombres estén totalmente asegurados. No pensamos así porque creemos que los derechos funcionan como un sistema integrado, y no podríamos sostener nuestra integridad como defensores de los derechos humanos si no apoyamos los de todos. De los derechos de los animales pienso lo mismo. Si realmente estamos en contra de infligir dolor y sufrimiento y contra la tortura, y todos los días comemos carne que proviene de criaderos de ganadería intensiva, que incluyen tortura física de los animales, creo que hay un problema. El dolor de una vaca no es distinto del de un ser humano. Si dijera Tráiganme un buen argumento que admita que las vacas pueden ser torturadas y los hombres no, creo que la mayoría no lo encontraría. En cuanto a qué niveles de vida sensible buscamos, depende de qué prácticas nos preocupan. En la ganadería intensiva un problema está dado por la necesidad de movimiento del animal. Observando la vida de cada especie, vemos que para su desarrollo es frustrante vivir encerrado en un cajón toda su vida. La capacidad de voto, en cambio, es una función compleja que está fuera de la capacidad del animal no humano. En cada caso deberíamos pensar qué clase de sensibilidad esta comprometida. En el libro discuto también algunas cuestiones complejas alrededor de los seres humanos con severas discapacidades; creo que deberían tener una especie de guardianes de sus derechos. Y lo mismo para los animales: guardianes que protejan sus derechos y exijan aplicación de las leyes.

- —Si su punto de partida es la condena del comer carne no hace falta que la filosofía empiece a establecer guardianes.

- —No es el punto de partida sino la conclusión de un argumento. Peter Singer y Jeremy Bentham dicen —y estoy de acuerdo— que si se mata a los animales sin dolor, al cabo de una rica y buena vida, no siempre debería estar mal el matarlos. Coincido con Singer y Bentham en que los animales no prevén el futuro como el ser humano, y la diferencia es relevante. De hecho, yo como pescado, pero no carne; porque creo que la calidad de vida del animal y falta de dolor en su muerte son cruciales. El problema es que la industria alimentaria no cree en estas distinciones sino sólo en cuánto gana con el criadero de cerdos, pollos y vacas.

- —Bueno, también hay cría intensiva de peces...

- —Pero el pescado tuvo una buena vida, nadando por ahí. Se lo puede matar sin infligir dolor. También me parece que en la investigación neurológica sobre los peces es claro que no tienen capacidades cognitivas complejas para forjar proyectos que la muerte venga a frustrar, cosa mucho menos clara en las vacas.

- —En relación con esto, me gustaría conocer su opinión sobre el estatuto del feto, o del niño no nacido. ¿Deberíamos considerarlos sujetos cuya capacidad de vida ética debería ser desarrollada y protegida o no?

- —Es una pregunta muy dura. Hay una diferencia crucial entre el feto y el animal no humano: el feto es totalmente dependiente del cuerpo de otra criatura individual, su madre. Y a veces la vida de la madre corre riesgos para llevar a término el feto. También hay casos en que no consintió en tener ese feto (violaciones o cuando no se tiene acceso gratuito a los métodos anticonceptivos). Así que pienso que si viviéramos en una sociedad en la que no hubiera violación, ni sexo coercitivo en el matrimonio, y anticonceptivos gratis (son muy caros en EE.UU.) y educación sexual, entonces podríamos empezar a ver el problema de qué deberíamos decir de la mujer que voluntariamente concibe un niño y luego quiere abortar. La mayor parte de los abortos no son de este tipo. Por otra parte, una de las causas más grandes de muerte de mujeres en el mundo es el aborto selectivo en países en los que antes se mataba a las bebas o se las dejaba morir negándoles la comida. En India es un problema terrible, y creo que el aborto selectivo debe ser ilegal. Algunas feministas en India creen que la única manera es restringiendo, en general, todos los abortos; yo espero que no sea así. Pero tampoco se puede decir Aborto a demanda para todo el mundo porque sería malo para las mujeres en todo el mundo.

- —¿Es correcto estar en contra del aborto selectivo y no del aborto de hombres y mujeres?

- —Hay diferentes posiciones que podría uno defender. Uno podría decir que las únicas buenas razones para el aborto son el riesgo de la madre, la violación o el no consentimiento. Es una posición muy coherente siempre que tengamos acceso subsidiado a los anticonceptivos. Otra posición es que podemos admitir el aborto a elección, en la primera parte del embarazo, siempre que no sea un aborto selectivo. Sería una posición perfectamente buena.

- —Un feto es totalmente dependiente de la madre, decía. Su defensa de los derechos de los discapacitados focaliza su dependencia respecto de toda la sociedad, pero en el análisis del aborto, el punto de vista ya no es el del ser dependiente.

- —Creo que ese punto de vista no está en absoluto ausente del debate; de hecho, se lo utiliza emocional y engañosamente: los religiosos traen esas fotos de fetos sugiriendo que son efectivamente bebés y no se preocupan por el costo de la madre. En cada caso tenemos que preguntarnos qué está en juego y, sobre todo, si hay una diferencia entre vida potencial y vida que tiene reales posibilidades de una vida separada.



Diario Clarín 8/7/2006.-


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