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domingo, 31 de julio de 2011

La presencia digital: Internet y las transformaciones culturales en el contexto del fin de milenio.

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por Mgter. Claudio Asaad
docente e investigador de la UNRC - Universidad Nacional de Rio Cuarto





El término “Internet” se convirtió en uno de los vocablos novedosos más utilizado por investigadores y especialistas de diversas disciplinas científicas cuando los temas centrales de discusión son la globalización, las nuevas tecnologías o el análisis del efecto de los nuevos medios de comunicación en las sociedades. La preocupación por definir el espacio que ocupa este nuevo medio tecnológico en la vida de las personas recién ha empezado a perfilarse. El interés de estos estudios se instala en la elaboración de algunos planteos teóricos que intentan configurar un perfil más concreto acerca de qué estamos diciendo cuando hablamos de Internet, Red de Redes, Telaraña mundial, etc.
Pensar en las ventajas o desventajas de su uso o el análisis de los contenidos que se trasmiten a través de la diversidad de sus servicios, actualizan la problemática de indagación en comunicación que se inició varias décadas atrás con la prensa, la radio y la televisión. En este sentido en esta primera etapa, han adquirido especial relevancia los estudios orientados a describir el “usuario tipo de Internet”. Datos como: cantidad de personas conectadas, tiempo de conexión, lugar desde donde se accede al servicio, tipo de uso y grado de satisfacción, son algunas de las informaciones que recogen empresas privadas y organismos públicos para obtener una visión un poco más acabada de la presencia de este medio en las distintas sociedades. Más popular aún son los estudios encarados por Sherry Turkley (1998) acerca de la construcción de las identidades individuales. En su trabajo, Turkley muestra que en las comunidades virtuales se generan identidades múltiples “mucha de las manifestaciones de multiplicidad, en nuestra cultura, incluyendo la adopción de personajes electrónicos, están contribuyendo a una reconsideración general de las nociones tradicionales de identidad” (1998:327). Turkley observa que los usuarios generan estas identidades de modo paralelo lo que les permite mantener muchas “vidas” distintas en diversas comunidades virtuales. El uso de la red por parte de personas con diferentes intereses e instalados a puntos distantes unos de otros conectados entre sí ha generado, además, una importante polémica que tiene su eje en el problema de la transculturación que se produce, sobre todo, en la relación entre países con desiguales posibilidades de acceso a los mensajes y en el efecto de esta tecnología en las culturas nacionales. Son frecuentes preguntas como: ¿Internet tendrá un efecto de alteración o devastación de las culturas regionales y nacionales? (Delarbre, 1996: 206) ¿Es Internet un nuevo espacio público? (Cebrián, 1998) O al menos, ¿ redefine el ámbito de lo privado y lo público?.
Para poder acercarnos a algunas de estas cuestiones es necesario situar nuestras reflexiones en un marco conceptual que nos ayude a comprender los alcances de Internet en la cultura y en las sociedades.

Internet como medio de comunicación

Es indudable que Internet crece con mucha rapidez. En tres años se conectaron 50 millones de usuarios en todo el mundo. La radio demoró 35 años en lograr la misma cantidad de oyentes, la televisión 15 y el video cable 10 años hasta obtener el mismo número de espectadores. Se calcula que hacia fines de 1998 había 147 millones de internautas conectados a la red. Claro que si desglosamos estos datos nos encontramos que 87 millones pertenecen a Estados Unidos y Canada, 33 millones a Europa; 22 millones se conectan desde Asia y el pacífico y sólo 4 millones y medio lo hacen
desde Sudamérica y 8000 mil desde Africa 1.
De cualquier manera el costo de la tecnología necesaria para realizar la conexión, el pago de servicios y tarifa telefónica aparecen como obstáculos reales a la hora de pensar a Internet como el medio democrático por excelencia. Este argumento de falta de oportunidades de conexión para todos suele confundirse con las posibilidades potenciales que la red ofrece al permitir posibilidades de comunicación y de intercambio de experiencias entre personas y grupos que antes, si bien recibían los contenidos de los programas televisivos, no contaban con ningún medio donde poder elaborar contenidos para presentarse a si mismos y crear espacios de encuentros con otros. Todo análisis o alusión a las ventajas o desventajas de Internet para las sociedades requiere que tengamos en cuenta las realidades políticas, culturales y sociales de los países. La política de comunicación que adopte cada estado y la situación socioeconómica y cultural que viven las personas, condiciona cierta tendencia de algunos autores u observadores críticos a universalizar algunas afirmaciones acerca de los efectos de la Red en nuestra vida cotidiana. Poco aún sabemos sobre estos temas. Internet es un medio muy complejo de analizar. Minuto a minuto se transforma y crece. A febrero de 1999 el índice de penetración de Internet en el mundo era de 4,5 % para América Latina, en comparación con el 33,7 % de Europa. A Junio de 1998 se habían realizado en el mundo un promedio de 650 millones de conexiones, se supone que hay un incremento mensual de conexiones de un 20%1.
La red crece por lo menos en dos sentidos: en cantidad de conexiones y en cantidad de contenidos. Los usuarios no sólo se conectan para conversar y buscar información o bajar datos a sus unidades de almacenamiento, también incorporan sus propias producciones, en forma de sitios personales, o enriqueciendo la red contemáticas relacionadas con sus intereses particulares. ¿Qué implica este desplazamiento de lo privado a ese espacio público y global?
Para algunos autores el uso de Internet por parte de un segmento de la población implica sólo una ampliación del ámbito privado, un lugar donde las oportunidades de comunicación es para algunos pocos, por lo tanto estaríamos hablando de un ámbito virtual y no público, sino “como espacio de interacción de la sociedad civil” (Adazko, 1998:105).
Esta forma de comprender este fenómeno deja de lado las consideraciones acerca de la dinámica de crecimiento y avance de la red hacia puntos insospechados de la geografía mundial donde esos contenidos están constantemente expuestos y son parte del viaje interminable que recorren los datos por su marcha en el ciberespacio. Un promedio de casi dos conexiones por minuto se realizan a esta red.
Esta doble incidencia y cambio que puede producir potencialmente cada usuario sobre la red modifica nuestra visión clásica acerca de la relación de los medios de comunicación y las personas. Si aceptamos que existe una fuerte relación entre la comunicación y la cultura en tanto la primera crea los espacios de expresión de los contenidos simbólicos y significativos de los distintos grupos sociales estamos otorgando a la comunicación un papel preponderante en el proceso de constitución del sentido de identidad de las sociedades.
Lo que conocemos acerca de las relaciones que establecen las audiencias con los medios nos ha ayudado a comprender cómo los contenidos de los mensajes son permeables al sistema de valores y modos de vida definidos por las personas organizadas en grupos que comparten un sistema de conductas, significaciones y visiones de la vida y el mundo.
La bibliografía que nos brinda la comunicación acerca de Internet, por el momento, concentra su atención en intentar definir ante qué tipo de medio de comunicación nos encontramos cuando las personas se conectan a Internet. ¿Puede hablarse de un medio de comunicación masivo?, ¿o estamos frente a un medio de comunicación social tan novedoso que implica definir nuevos modos de abordaje de los problemas comunicacionales?
Bettetini y Colombo asumen que uno de los grandes avances de los nuevos medios de comunicación reside en la capacidad de trasmitir grandes cantidades de información cubriendo importantes distancias y además a una velocidad considerable. Los autores destacan el cambio radical que se produjo al pasar de una información análogica a digital y la aparición de nueva tecnología en telecomunicación (satélites, fibra óptica, redes de ordenadores).
Una de las características distintivas de este nuevo medio de comunicación es la interactividad entendida como la capacidad de respuesta del usuario a través de una interfase que media entre él y la computadora.
En una etapa posterior el ordenador traduce estas intenciones de cambio del usuario en una serie de cálculos y de transmisión de datos en la memoria de una máquina o en la comunicación entre dos. Este proceso, que se da en un lapso corto de tiempo produce una serie de respuestas coherentes en la relación hombre-máquina (Bettetini y Colombo, 1995:20-24).
El término Cibercultura aparece en el vocabulario técnico-científico definido como “La cultura que se sostiene por los nuevos medios electrónicos basados en la tecnología informática; una tecnología que analiza y sintetiza en lo digital, lo cual genera nuevas formas culturales” (Contreras, 1998: 94).
Internet es un producto cultural, en el cual los datos digitales son el cuerpo invisible que configura a los mensajes que se trasmiten por un complejo sistema hacia un usuario-espectador individual.
Pero, si bien como sistema de intercomunicación puede ser comprendido como una unidad, ofrece al usuario en la pantalla de su monitor diferentes tipos de servicios comunicacionales, que implican modalidades de comunicación diferentes. Un modo de clasificación general podría realizarse entre la comunicación en tiempo real (on line) y la comunicación con respuesta diferida (off line) (Bettetini y Colombo, Ibid:20–25). Sin embargo cada una de estas modalidades agrupa una serie de servicios diferenciales.
Entre los servicios on line, el más popularizado es el de la Web, publicaciones electrónicas que permiten al usuario acceder a información de los más variada a través de la conexión en línea a un servidor remoto donde están almacenados los contenidos en forma de datos. Cada vez que el usuario “navega” dentro del sitio Web envía una orden al servidor que le responde mostrándole en su pantalla las imágenes y textos que correspondan a ese vínculo activado por el usuario. Este servicio representa para muchos “(...) un nuevo soporte cognitivo tan o más importante que la imprenta.” (Piscitelli, 1998: 180)
En el caso del Chat, dos o más personas conversan en tiempo real utilizando el texto, la voz o incluso imágenes de vídeo. Se trata de una conversación interpersonal mediada por la computadora. Entre los servicios off line, el más popular es el del correo electrónico, que recupera las modalidades del género epistolar tradicional. Se envían cartas electrónicas que quedan guardadas en los buzones personales de los usuarios.
Estos ejemplos nos demuestran que Internet puede ser mejor comprendido si lo asumimos como una red de servicios comunicacionales que implica una serie de prácticas y de implicancias diferentes. Javier Matuk, lleva más al extremo esta idea e intenta una definición que pone su peso en las posibilidades de acceso “Internet es el conjunto de computadoras conectadas alrededor del mundo y sólo le servirá si se puede enlazar desde otra computadora... es un concepto más que un producto o un servicio”(en Delarbre, 1996: 56). 2
Como mencionáramos más arriba, Internet supone la incorporación de contenidos a la Web, esto permite a las personas, los grupos, las instituciones y los estados exponer sus ideas, mostrar lo que hacen y construir una imagen de sí mismos para presentárselas a los demás. Para Rheingold el Ciberespacio parece ser el lugar donde imágenes, palabras, contactos virtuales etc. son expresados por la gente a través de sus computadoras (Rheingold, en Delarbre, op cit: 56), este es el sitio donde las imágenes de la cultura encuentra otro espacio de entrecruzamiento, vínculo y traducción.
Un espacio paralelo al de las ciudades donde es posible que conversen un japonés, una argentina y un inglés e intercambien puntos de vista, costumbres culturales y reconstruyan para cada uno y para sí sus visiones del otro, sus formas de vida y sus ideas de lo inglés, lo argentino y lo japonés, a través del uso de unas modalidades nuevas de encuentro y dialéctica cultural.

Cultura e Identidad

En todas las sociedades existen una serie de modos de otorgar significación a su relación con los objetos y personas del mundo que las particulariza de las demás. Esto nos lleva a poder describir la diferencia entre el modo de entender y representar algunos sentimientos o ideas acerca del pasado, la libertad o la justicia, entre otros tópicos. La idea de identidad sugiere un sentimiento de pertenencia a una cultura, una forma de lo que Jürgen Habermas llama “el espacio público”. Un espacio que Josep Rota define como un “sentimiento de participación en un imaginario colectivo” (Rota, 1994: 4).
Para Max Weber el concepto de cultura está conformado por símbolos y significaciones elaborados por las sociedades, compartidos y que poseen un carácter convencional (Geertz, 1992:215). Talcont Parsons desarrolla más esta idea al afirmar que la cultura tiene su base en tratar de comprenderla “como un sistema de símbolos en virtud de los cuales los hombres dan significación a su propia existencia” (Geertz, Ibid, 1992: 216).
La identidad cultural implica aspectos de la cultura que representan a las personas dentro de un sistema de vínculos y de significaciones compartidos. En términos más específicos la cultura supone para Clifford Geertz –retomando a Weber- la idea de que el hombre se mueve en un entramado de significaciones que él mismo ha creado 3.
Geertz insiste con la idea de que la cultura no está instalada en nuestro nivel de conciencia a pesar de que es generada por ideas. Una vez que la hemos comprendido como acción simbólica nos liberamos de su conceptualización ontológica, por lo tanto no importa demasiado si podemos o no definirla en términos de “subjetiva” u “objetiva”. ( Geertz, op cit, 217).
Es por la cultura común que las personas son capaces no sólo de comprenderse sino de tomar ciertas decisiones a partir de unos parámetros desde los cuales estas conductas podrán ser entendidas, aprobadas o no. En este aspecto es la comunicación la que genera una dinámica activa de movilización de estos significados entre las generaciones y los miembros de esa sociedad y es la cultura la que hace que podamos compartir un idioma y entendernos a través de gestos, no sólo lo que el gesto dice sino la significación que adquiere en determinados contextos y frente a situaciones concretas.
Tanto Rota como Delarbre remarcan la importancia de defender la identidad cultural ante el desarrollo de los medios de comunicación, la competencia con medios de países más desarrollados y el poder de aculturación que estos pueden ejercer sobre las sociedades más debilitadas por las crisis sociales, económicas y políticas. La idea que prevalece es que ante ciertas situaciones de crisis ideológica, los individuos dejen de sentirse representados por la idea de nación, adquieran unas nuevas valoraciones y
miradas acerca del mundo hasta que finalmente se pierde el sentido de grupo para convertirse en una sociedad donde prevalezcan las individualidades y la suma de intereses particulares 4.
La pregunta ¿cómo entonces, se resuelve el problema de la Identidad cultural y la democracia global? es probable que halle su respuesta en la observación de lo que sucede con el repliegue de las sociedades hacia la recuperación de elementos de identidad local que son llevados al ámbito de lo trasnacional. Esta especie de desplazamiento de lo propio al “escenario del mundo” en un intento de readaptación y acomodamiento, implica una reflexión más profunda de cómo las crisis de los estados-nación, el surgimiento de nuevas regiones culturales y el estallido de nuevos conflictos sociales dibujan lo heterogéneo y diverso en una pretendida visión posmoderna 5 .
Al fin, lo que importa comprender aquí no es el sentido de lo diverso, sino como éste se integra con la alteridad en una dialéctica que redefine la constitución de sus propios fines. Para poder comprender las transformaciones culturales que Internet pueda estar produciendo o vaya a producir en el seno de nuestra sociedades, es necesario tener cierta claridad acerca del modo en que se van cristalizando los procesos de movilidad y desplazamiento de los bienes y símbolos de las culturas de la modernidad en el escenario de finales de siglo. Globalización, migración, convergencia económica y construcción de identidades en medio de procesos de hibridación cultural esbozan los escenarios donde se instalan y desplazan las sociedades hacia finales del segundo milenio. La globalización es el concepto que parece encerrar en sí la explicación a todos
los males y la cosmovisión de un mundo que transita de lo diverso a lo homogéneo. Para algunos “la globalización supone aquella universalidad abstracta y genera, en consecuencia, formas de integración satelizante que mutilan las soberanías de las partes en el todo” (Casalla, 1987:75)
En plena era de la globalización, Internet aparece como su mayor representante y ejecutor, amparado por intereses políticos y empresariales. Es puesto a funcionar en un espacio que se concretiza en la relación hombremáquina. Las comunicaciones de todos con todos son posibles más allá del lugar donde nos encontremos. Inclusive, así juzgado, aparece como el espacio democrático por excelencia, un lugar donde todos se encuentran, un sitio que es de todos y de nadie (Millán 1996:27). Sin embargo este proceso de acercamiento del mundo hacia un espacio común, no se inicio con esta tecnología; el desarrollo de los satélites artificiales que “permitieron acercar en el tiempo y en el espacio los sistemas de distribución de señales televisivas” parecen ser los verdaderos articuladores de este proceso que continúa con la distribución y administración de señales en el centro de las redes de telecomunicación. (Cebrian, 1998:73).
La televisión y los sistemas de transmisión vía satélite iniciaron mucho antes que Internet este viaje hacia puntos remotos del planeta acompañados de contenidos culturales producidos en los países con poder hegemónico: el crecimiento de los servicios de video cable terminaron por instalar la variedad de contenidos de distinto origen en los hogares. Internet aparece como fusionando tecnologías y lenguajes, recicla las posibilidades de la comunicación telefónica, las particularidades del lenguaje audiovisual y la plasticidad de la informática en un momento histórico en que los procesos de surgimiento de las identidades locales se producen en el mismo escenario de lo global utilizando muchas veces la misma tecnología y los mismos canales comunicativos. Es en ese proceso de integración en redes complejas donde los contenidos de las producciones de los medios, incluido Internet e incluso las ciudades empiezan a parecerse. (Grillo, 1997: 40)
El uso de las nuevas tecnologías, sobre todo la idea de la relación de la persona con la computadora, despierta ciertos temores, no sólo a la pérdida de la propia identidad cultural, por los inevitables procesos de aculturación que pudieran producirse en el uso de Internet, por ejemplo, sino a que implique una descentración de la identidad del hombre moderno hacia un ser sin independencia de pensamiento. Un paso hacia el infinito de la pantalla donde se confunden “lo real con lo representado, la realidad con el simulacro, lo auténtico y lo artificial, lo original y lo falso” (Chambers, 1994:85).
Internet es aún en nuestro país una tecnología que utilizan sólo algunos usuarios más entrenados con la informática y el uso de las computadoras. Esto es por lo menos lo que aparece de la lectura de los datos de la última encuesta nacional de Internet realiza por la secretaría de Comunicaciones de la Nación a mediados del año pasado.
Un 86, 31 % son hombres en su mayoría de entre 25 y 35 años de edad un 40,71% tiene estudios universitarios. Un 45, 05% es empleado y utiliza en un 76,99% de los casos la computadora habitualmente. El 27,99% hace más de dos años que está conectado, el 84,5% lo hace a través de la línea telefónica, el 61,52 % paga el servicio con sus ingresos, el 50, 99% se conecta más de una vez al día. El 56,19% utiliza la Web y el 42,86 el mail. El 42,17 % lo utiliza para sus tareas profesionales o de trabajo. La mayoría navega más de una hora por día a pesar de las quejas por la velocidad de trasmisión y el costo de la tarifa telefónica (Cnc.gov.ar, 1999) Esta información que aún no ha sido interpretada por quienes realizaron la encuesta nos muestra sólo algunos modos de uso de este medio. Falta tiempo aún para que, por lo menos en nuestros países, podamos llegar a ciertas certezas respecto de lo que sucede en la relación de este medio con las personas en el contexto de su cultura. Las investigaciones que se acercan a observar las prácticas de consumo de los usuarios y la construcción de los sentidos en los mensajes configurados en las páginas Webs, seguramente nos darán las primeras luces para poder interpretar con certeza hacia donde se abren los caminos de evolución y uso de esta tecnología que multiplica las posibilidades comunicativas y
complejiza aún más la interpretación de los fenómenos de la cultura y la sociedad hacia finales de este siglo.
Indudablemente, Internet como fenómeno cultural debe ser analizado en el conjunto de otras prácticas, en el contexto de una diversidad de fenómenos sociales, culturales y políticos que predominan en este final de milenio.



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Notas



1 Estos datos corresponden a la Ponencia que presentó la Doctora Rosa Franquet en el
Primer Congreso Internacional Comunicar en la Era Digital”, realizado en Barcelona en
febrero de 1999
2 Delarbre cita a Matuk en “La nueva alfombra mágica ” (1996)
3 Geertz aclara que el concepto de cultura que propugna y cuya utilidad se propone demostrar en su obra es esencialmente semiótico. Cree con Max Weber que el hombre es un animal inserto en trama de significación que el mismo ha tejido y aclara “considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto no una ciencia experimental en busca de leyes sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones” (Ibid, 1992:20)
4 En sus distintos trabajos acerca de la identidad cultural Josep Rota insiste en la idea de que los países latinoamericanos deben defender su identidad cultural afianzándola
mediante acciones concretas. Por su parte Raúl Delarbre adhiere a una posición semejante aunque no de un modo tan directo.
5 Elsa Flores Ballesteros “Arte identidad y Globalización” en "Globalización e Identidad Cultural”. Bayardo Ruben y Lacarrieu Mónica, compiladores.(1997)




Revista Temas y problemas de comunicación AÑO 7. Vol. 9. 1999
Ciencias de la Comunicación y delCiencias de la Comunicación y del Centro de Investigaciones en  Comunicación (CICOM), 
Facultad de Ciencias Humanas,  Universidad Nacional de Río Cuarto. Río Cuarto. Argentina.




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