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sábado, 30 de julio de 2011

Memorias de un científico de la memoria

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El prestigioso científico Iván Izquierdo pasó por la UNC en calidad de invitado a las jornadas de Jóvenes Investigadores en Neurociencias. Recibió en su visita el reconocimiento de Doctor Honoris Causa de la Casa de Trejo. Izquierdo es un profuso investigador de los procesos neuronales de la Memoria, y uno de los científicos latinoamericanos más citados del mundo. Fue profesor de la UNC en las décadas del sesenta y setenta. Luego se radicó en Brasil, donde vive hasta hoy. 




“Me formé como médico en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Desde el comienzo tuve mucho interés en las neurociencias, pero cuando yo ingresé a la facultad no había desarrollos importantes. Recién en 1955 volvieron algunos neurocientíficos con trayectoria, especialmente Eduardo De Robertis. Lo conocí siendo muy joven, y él fue muy importante en los comienzos de mi carrera”.
Cómo operan las memorias en nuestro cerebro es algo hasta ahora no definido con precisión. El proceso es difuso, como si se ingresara a una interminable biblioteca por borrosas puertas. De acuerdo a los modelos más aceptados formulados por las neurociencias, la producción de memoria se estructura en cuatro grandes momentos: la adquisición de información a través de los sentidos, por un lado, y la consolidación de la información, cuando ésta se convierte en memoria: es el momento en el cual el cerebro se encarga de seleccionar determinadas informaciones. Luego vienen dos instancias también muy importantes: la conservación y la evocación.
El olvido, así, estaría caracterizado por la pérdida de memoria. “La mente hace, transforma, reprime, y extingue u olvida memorias”, señala Iván Izquierdo, el médico argentino que fundó en Brasil los estudios en este campo. Olvidar es una condición de posibilidad del recuerdo.
“Mis primeras experiencias prácticas fueron en el antiguo Instituto de Biología y Medicina Experimental, como discípulo de Bernardo Housssay, allá por 1957. Mi interés inicial estaba en hacer Neurofarmacología. Por consejo de De Robertis, realicé mi tesis doctoral con mi padre, Juan Izquierdo, en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. El comienzo de mi carrera estuvo marcado por el brillo de la figura de De Robertis. Comencé estudiando los reflejos condicionados como forma de aprendizaje en gatos (un área muy de moda en aquel entonces)…”
¿Y qué pasa con el aprendizaje? ¿Se lo puede separar de los procesos de memoria?. Para Iván Izquierdo son parte del mismo proceso: “El aprendizaje consiste en la adquisición de memoria. La adquisición y el aprendizaje son parte de lo mismo. ¿A través de qué conseguimos memoria? Pues cuando aprendemos”, argumenta el científico. Se han realizado también experimentos en los últimos años que llevaron a concluir que el aprendizaje usa memoria a través de la repetición. “La memoria es muy sensible a la repetición, como cuando repetimos una poesía para aprenderla o en un movimiento físico que repetimos para aprender”.
“También, en mis comienzos, estudié lo que se refiere a todo el sistema nervioso periférico, específicamente en los receptores y neurotransmisores del intestino”.
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La memoria, o las memorias, son clasificadas por los científicos de muchas maneras. La separación más común se vincula a la duración (cortas medias o largas). Pero el Doctor Izquierdo remarca que las memorias “declarativas” (clasificación por función) son muy importantes en los procesos cerebrales –son las que se pueden expresar y conllevan la fabricación de memoria-; diferentes son, por ejemplo, las de “procedimiento”, que dan cuenta de cómo una persona sabe, por caso, hablar en inglés.
“Desde 1962 a 1964 estuve en la Universidad de California (EE.UU.) donde aprendí mucho con el Dr. José Segundo y John Green. En 1964 me incorporé a la Facultad de Farmacia de la UBA, primero como Jefe de Trabajos Prácticos y luego como Profesor Adjunto…”
La maquinaria de la memoria opera en lugares diferentes de nuestro cerebro. ¿Pero dónde se forman y dónde se almacenan las memorias? Estas preguntas son claves. Algo se cree saber. Inicialmente, casi todas las declarativas se formarían en el hipocampo, durante la consolidación. Pero allí, parece, no están siempre, se mantienen algunos días. Del hipocampo se comunican con el resto del cerebro y se almacenan, algunas, en la corteza (la superficie del cerebro).
Izquierdo es uno de científicos latinoamericanos más citados del mundo. A sus investigaciones, que continúan hasta hoy, se las considera clave ya que permitieron avanzar en el conocimiento de las bases moleculares de los procesos de memoria en el sistema nervioso central. 
La definición “técnica” de la memoria que postula el médico es la siguiente: “La memoria es una cadena compleja de procesos bioquímicos, mediados por procesos eléctricos”.
Ahora bien, esta “cadena de complejos procesos” es vastísima y poco accesible. En su mayoría, las bases experimentales de las investigaciones en neurociencias realizadas hasta ahora son elaboradas con animales. Se está muy lejos aún, por ejemplo, de poder “mapear” el cerebro y ver qué procesos se producen allí cuando recordamos. Una gran apuesta actual es la utilización de la Resonancia Magnética Nuclear (RMN), para observar qué zonas del cerebro se “prenden” en ciertas circunstancias. También falta, por supuesto, “traducir” lo que se conoce a un nivel fisiológico y luego, a un nivel comportamental-psicológico.
“Ejercí la docencia durante un par de años en la UBA. Una tarde de 1966 conocí en Buenos Aires a Ranwel Caputto, quien me ofreció ir a trabajar a la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Acepté mudarme a Córdoba con mi familia. En la UNC gané un concurso de cargo titular de la cátedra de Farmacología. Luego, en la FCQ, creé y dirigí el Departamento en esta especialidad. Allí también formé profesores y tesistas. En Córdoba tuve la suerte de conocer y trabajar junto a Otto Orsinggher, un gran científico y mejor persona”.
Los neurotransmisores son partes de este oscuro eslabón de mecanismos. Gran parte de los estudios de Izquierdo se han enfocado en el rol que tienen en los procesos asociados a las memorias neurotransmisores tales como la dopamina, la adrenalina y otros (por ejemplo, la adrenalina se pude liberar cuando se está aprendiendo algo). En general actúan como mediadores de la actividad sináptica entre las neuronas, las cuales, a su vez, tienen cada una receptores para establecer “puentes” mediantes neurotransmisores.
“Un poco asustado por el contexto político del país, en 1973 decidí trasladarme a Brasil, en donde vivo hasta hoy. En Brasil primero fui profesor de Farmacología y después de Neuroquímica en la Universidad de Río Grande do Sul. Estuve, desde 1975 hasta 1978, en la Escuela Paulista de Medicina. En 2003 me jubilé, pero inmediatamente fui contratado por la Universidad Católica de Río Grande do Sul, donde fundé el Centro de la Memoria, que agrupa a investigadores de diversos países”.
Lo que se cree en la actualidad es que estas pequeñas hormonas (los neurotransmisores) no sólo poseen el rol de “transmitir” algo de una neurona a otra, para que pase el impulso nervioso, sino que también ayudan al crecimiento neuronal, formando nuevos procesos, como por ejemplo: memoria.
La memoria se crea por contacto con otras neuronas, esta es la hipótesis más aceptada hoy en día. Los neurotransmisores ayudan a crear redes eléctricas nuevas, que son precisamente las memorias consolidadas de una persona (o de un ratón en el laboratorio), y quedan fijas. Antes se creía que las neuronas estaban todas en el mismo lugar, ahora se especula con que se dividen en algunas zonas específicas del cerebro. Para cada suceso se crea una nueva red y es a la que nosotros o los ratones vamos a recurrir en el futuro a la hora de recordar.
“A partir de mediados de la década del ´70 comencé a estudiar las bases biológicas de los procesos de modulación de la memoria. Inicialmente, investigamos sobre los roles comportamentales de algunos neurotransmisores como la adrenalina, la dopamina y otros”.

En 2007, una línea de investigación encabezada por Iván Izquierdo dio cuenta de la posible acción de un mecanismo de persistencia en las memorias. Según el científico, el hipocampo luego de algunas horas queda susceptible a una acción estimulante (un hecho, un suceso emocionante) y ello sería lo que establece la persistencia de la memoria. Pero el mecanismo decaería luego de los 40 años de edad.
“En el fondo de estos trabajos hay una hipótesis muy fuerte: el cerebro elige qué quiere guardar, a veces conscientemente, pero muchas veces inconscientemente”, admite Izquierdo. Y no duda en asegurar: “El cerebro sabe lo que le interesa, mucho mejor que nosotros”
“Mis investigaciones sobre la memoria siguen hasta hoy. Hace diez días recibí de mano del Ministro de Ciencia y Tecnología de Brasil el premio nacional a la ciencia (el más importante de este país). Y aquí estoy hoy, muy reconfortado porque la Universidad Nacional de Córdoba me nombró hace pocas horas Doctor Honoris Causa”.


UNC - Universidad Nacional de Cordoba - Divulgación 18/06/2011.-


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