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viernes, 28 de mayo de 2010

La relación Freud-Lacan

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Conferencia Ricardo Rodriguez Ponte
Conferencia dictada en el ciclo 'Psicoanálisis, problemáticas 1'.
Secretaría de Posgrado; Facultad de Psicología. U.N.R. - 1997.

(Versión desgrabada No revisada por el autor).





Desde hace años vengo trabajando los últimos años de la enseñanza de Lacan, y de alguna manera estoy desde ahí, tratando de pensar algunos problemas en función de la coyuntura, digamos histórico geográfica en la que vivo, que es la ciudad de Buenos Aires, además de una determinada Escuela, así como determinados modos de presentar los problemas, etc. Esto hace que en mi trabajo haya ido por determinados senderos y no por otros. Particularmente me refiero a lo que podríamos llamar la relación Freud-Lacan, es decir, ¿Cuáles son las consecuencias de posicionar esta relación Freud-Lacan de una u otra manera?, así como en el mismo hilo, ¿cuál es la relación de Lacan con Lacan? Tal vez esto quede en abstracto, pero una vez que lo vaya ejemplificando quedará un poco más concreto.

Hay determinados modos de posicionar la relación Freud-Lacan, tal que se tiende a lacanizar excesivamente a Freud. No se si ustedes comparten esta idea, pero hubo todo un intento en esa dirección, y formó parte de nuestra historia. Yo contribuí a ello también.

Ante el impacto de la enseñanza de Lacan, se ha encontrado en distintos lugares de la obra de Freud, que Freud era en verdad un lacaniano sin saberlo. Esto no tiene demasiada importancia para Freud mismo, pero el problema que yo empecé a comprender hace más o menos unos 10 años (cuando empecé a traducir estos últimos seminarios, que no estaban traducidos y que no estaban leídos, en término de la comunidad estoy hablando, ya que seguramente había gente que sí los leía, pero tratándose de la comunidad no estaban leídos y se hablaba de ellos como si se los hubiera leído. En ese sentido mi traducción fue una manera de intervenir prolíficamente en mi coyuntura histórico geográfica) es que más allá de esta cosa simpática de encontrar un Freud lacanizado sin saberlo, el problema que se encuentra es que esto, inevitablemente, deja de lado un estilo de lectura de Freud por parte de Lacan. Este estilo consistía en dejar de lado sectores muy importantes de la obra de Freud. Sobre todo hasta el período del '64, Lacan no decía: "en este punto no estoy de acuerdo con Freud", y sí decía que decía lo mismo que Freud, pero iba dejando de lado un montón de aspectos de la obra de Freud, como ser la metapsicología. Esto que no se esclarecía, influía luego en la lectura de la obra de Lacan.

Entonces, mi preocupación actual, gira en torno de la suplencia. No se si dije el título monstruoso que di el año pasado, es de esos títulos que uno da cuando se interroga: ¿sobre que diablos voy a hablar? Hace seis meses dije como título "De la estabilización y suplencia en la clínica de la neurosis y psicosis. Hacia una clínica de la suplencia generalizada". No piensen que voy a hablar de eso. Si embargo algo de eso diré, algo de eso.

Ando preocupado con eso, ando preocupado con la psicosis, y observo que ese modo complicado de pegotear Lacan con Freud lleva a que se desatiendan desarrollos muy importantes de Lacan, ya que se lo reduce al Lacan o al Freud ya sabidos. Así he observado que se toma el seminario 23 "Le Sinthome" como un especie de apéndice del escrito "De una cuestión preliminar...", como si del seminario 13 al 23 no hubiera pasado absolutamente nada.

Peor aún, traje aquí algunos testimonios, incluso algunos rosarinos, que encontré la semana pasada, donde aparece la idea de que el seminario 23 proporcionaría, finalmente, alegrémonos, el tratamiento posible a la psicosis. Tratamiento que no proporcionaba pero que de alguna manera parecía prometer el escrito del '58 "De una cuestión preliminar...". Desde ya ustedes verán que por esta manera de introducirme, estoy en franco desacuerdo con esa posición de lectura y también en lo que ello implica, ya que no hay sólo un problema teórico, sino también uno clínico.

Les decía que había conseguido un ejemplo, el que tenía anotado desde el año pasado y que es un breve recorrido sobre distintas posiciones sobre el concepto de inconsciente, no es un concepto banal, por parte de Lacan, que va indicando determinadas mutaciones de la posición de Lacan respecto al concepto freudiano del inconsciente. Esto hace impensable que Lacan esté diciendo en el seminario 23 lo mismo que decía en el seminario 3.

Por ejemplo, en el año 1945, en el texto "Acerca de la causalidad psíquica" Lacan habla de la noción inerte o impensable de lo inconsciente y dice: "Espero que muy pronto se ha de renunciar al empleo de la palabra inconsciente". Ya conocemos la historia, luego en 1953 plantea lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario, además del famoso retorno a Freud. Ahí Lacan recupera y valoriza el concepto de inconsciente y dice, por ejemplo, en "Función y campo de la palabra" texto del '53: "El inconsciente es aquella parte del discurso concreto, en cuanto transindividual, que falta a la disposición de un sujeto para reestablecer la conductividad de su discurso conciente". El inconsciente es definido como una parte sustraída pero que se puede reintroducir. Esta es la época del inconsciente como el discurso del Otro. El inconsciente es, o está, según como elijamos traducir, estructurado como un lenguaje. Lo que si está claro es que hay inconsciente. Ya en el seminario 11, que es del '64 encontramos algunas proposiciones relativas al inconsciente un poco raras, dice: "Su estatuto no es ni óntico ni ontológico", lo cual pone reservas sobre el uso de la palabra "es", el uso de la cópula. No se si recordarán, o habrán visto que Lacan en el seminario 20 cuestiona frontalmente el uso del verbo "ser" como propio del discurso entronizante del amo, cosa que está en juego en el discurso de hoy. Las famosas estructuras clínicas, ¿tienen un estatuto ontológico, son condiciones del ser?, ¿agregamos algo cuando decimos que este señor es neurótico, psicótico o perverso?

Vuelvo al '64, dice Lacan: "es del orden de lo no realizado, se constituye a fuerza de interpretar". En el seminario R.S.I, del año 1975 dice: "Una práctica que implica inconsciente como supuesto. Esto es decir que como todo supuesto ¿es imaginario? Es el sentido mismo del término sujeto, supuesto como imaginario". En el seminario el Síntoma, encontramos que expresa: "El inconsciente de Freud es enteramente reductible a un saber y lo Real es mi respuesta sintomática". En el '76/'77, en el seminario L'insue él propone transliterar el "unbewusste" freudiano. No se si van captando la idea, la que después va a ser monstruosa. Lo que digo en este breve pantallazo, es que hay un cuestionamiento muy fuerte de algunas cosas que nosotros damos por supuestas y que tendemos a dejar de lado cuando leemos a Lacan con la idea de que Lacan y Freud son un solo corazón.

Nosotros estamos en libertad de pensar que a partir del '76 Lacan chocheaba, que ya estaba viejo, gagá, que no sabía lo que decía. Tenemos todo el derecho del mundo a decirlo. No seríamos originales. Una buena parte de los post-freudianos dejó de lado todos los desarrollos sobre la pulsión de muerte de 1920, pensando que Freud estaba en duelo por la muerte de su hija. Aquí se abre una opción de hierro: o descartamos ciertos planteos por ser chocheras de Lacan, o los tomamos en cuenta. Entonces, si los tenemos en cuenta debemos preguntarnos: ¿cuáles son las consecuencias para lo que estamos haciendo todos los días?

Inconsciente es "unbewusste", que en nuestra traducción castellana es inconsciente. Está bien, no está mal traducido. En el '76 Lacan propone llama, nombrar, traducir al inconsciente, (porque ahí esta el problema de si sigue siendo el inconsciente freudiano; porque ya teníamos como antecedente que en el seminario R.S.I., Lacan había dicho que la hipótesis del inconsciente -para Freud el inconsciente no es una hipótesis- se sostiene al suponer al Nombre del Padre, el gran tema en esos años), entonces, en este seminario L`insue, contemporáneo de un texto que tal vez conozcan a partir de la Sección Clínica, donde Lacan dice: "En el campo freudiano el inconsciente es de Lacan". Ya no es de Freud. En ese momento propone traducir (van a ver que no es un mera traducción) "unbewusste" por un término que es: "une-bèvue", que significa una metida de para, un fallido, una equivocación. En verdad no es una traducción, ya que no es inconsciente, ya que la traducción francesa de "unbewusst" es "inconcient", igual que en nuestra traducción castellana es inconsciente. En realidad es una sustitución de nombres fundada en cierta homofonía, pero para Lacan, esta nueva nominación para el inconsciente, implica algo que va más lejos que el inconsciente. No crean que tengo todo esto claro. Mi esfuerzo de todos estos años es para construir una hipótesis que pueda dar acogida a todos estos enunciados. Evidentemente no he elegido la alternativa de pensar que Lacan chocheaba. No descarto que alguna vez llegue a pensarlo, pero me parece una manera demasiado cómoda de rechazar. En todo caso veré si esto me lleva a alguna parte, si me lleva a algún impasse, si es así lo rechazaré por otros motivos. Mientras tanto se trata de ver que puede implicar este punto.

Con todos estos antecedentes les quiero leer un par de frasecitas de estos años '77, '78 y '79: "El inconsciente Freud lo habría recogido de Hartman", no del Hartman de la escuela del ego, "Pero Freud no sabía en absoluto lo que decía". En 1978, en unas jornadas sobre el Pase dice "Creer en el inconsciente es una cosa completamente loca y por eso, como creer en el inconsciente es una cosa completamente loca, los pacientes que nos consultan son psicóticos. Son psicóticos que tienen un síntoma neurótico". No sabemos bien que quiere decir con esto, pero tal vez algo vaya resonando, y una cosa es que hay un problema en la noción de inconsciente. Otra, que esta frase dicha así, sin mucho fundamento está indicando que Lacan apunta a un modo de establecer la nosografía fundada no en la clínica psiquiátrica, sino en la transferencia. Y en un sentido muy cercano con el que Freud establecía la división entre neurosis narcisistas y neurosis de transferencia. Pero Lacan agrega algo más y dice "A esto lo he traducido como Sujeto Supuesto Saber". Pero, Sujeto Supuesto Saber era para nosotros, que lo seguíamos como podíamos, la abstinencia, ¿y resulta que ahora es la definición del inconsciente?, ¿no será esta una manera de decir que lo que está en juego en todos estos últimos años es menos el inconsciente que la transferencia?

Por último, en 1979 dice, "El inconsciente es un delirio de Freud". Como les decía antes, o todas estas proposiciones no tienen sentido, o si lo tienen obligan a revisar nuestra manera de posicionarnos en la clínica psicoanalítica y en relación a nuestros pacientes, así como también a lo que llamamos (en lo que hay de transmisible en el psicoanálisis, que es el saber y no la experiencia) las estructuras clínicas, neurosis, psicosis y perversión.

Antes de introducir una breve cosa sobre este punto quisiera mostrarles un fragmento de mi clínica, como una manera de invitarlos a que, en el intercambio que tengamos, hagan lo mismo y nos pongamos a pensar sobre eso. Creo que no se trata de llenarnos solo de nociones.

El caso es este: me llama por teléfono alguien a mi casa, atiende mi hijo y me dice que llama María Fernández. María Fernández era una alumna mía de un grupo de estudio. Tomo el teléfono y con mi estilo digo: ¡Que tal vieja! ¿Cómo te va?, entonces escucho una voz que no es la de María Fernández que dice: no, no, yo soy María Fernández pero no la que usted cree. Esto que fue totalmente azaroso fue muy útil para mí. El asunto fue así: esta María Fernández en verdad era la cuñada de la alumna mía. Tenía el mismo nombre y su apellido de casada era Fernández, el mismo que la alumna mía que era soltera. Ese azar permitió que el primer contacto fuera un poco gracioso y yo quedara un poquito en ridículo. Luego la veo a María Fernández y me dice que está absolutamente mal. Muy nerviosa, que maltrata terriblemente a los hijos, a los que quiere con todo su corazón, pero que su casa es un infierno. Le pregunto por qué, y tras algunas reticencias lo que empieza a desplegarse es un soberano delirio. Relata que en el trabajo siente que la gente hace gestos, tratos irónicos que ella sabe que están dedicados a ella, donde le significan todo el tiempo que es una prostituta, que ella se va por la Panamericana a levantar tipos, que cuando llega tarde al trabajo, no es porque llevó a su hijo menor al Jardín de Infantes, sino porque se fue a revolear la cartera a la Panamericana. Esto no sólo ocurre en el trabajo, sino que también recibe llamados telefónicos, donde escucha voces que le dicen cosas, todas alusivas a que los demás saben que ella es una prostituta. Esta situación que estaba primeramente restringida al campo de su oficina, empieza a expandirse, ya que ella nota, cuando lleva a su hijo menor al Jardín, por algún gesto raro, que la maestra piensa que ella es una prostituta.

Podría darles un infinidad de ejemplos que van en esa dirección. Vemos que hay un saber, o ella es tomada por, y el agente que la toma, por no estar localizado, se va expandiendo, amenazando con expandirse por todo el universo. No hay casi lugares donde ella vaya y donde esta idea de que ella es tomada por lo que ella no es, se extienda. Habría unos pocos lugares donde esto no está en juego. Son sus dos hijos, el menor y una nena de 13 años, su cuñada a quien tiene en alta estima y no le ha contado nada y a su marido, al que tampoco le ha contado, al menos de la manera en que me lo dijo a mi. Al marido se lo contó en términos de: me quieren poner nerviosa, me tienen rabia, quieren que me vaya del trabajo. A esto el marido le contesta que está loca, pero dice "estás loca" de una manera que no es consecuente con el enunciado, ya que se opone firmemente a que haga una consulta invocando cuestiones de dinero. Parece que el marido se había comprado un taxi y quería tener una flotilla, por eso había que ahorrar. Entonces la increpa y le dice que está loca y que vaya al psicólogo de la mutual. Se enoja mucho cuando pide la primera consulta. Se enoja tanto que termina haciendo que se vaya en tres oportunidades del tratamiento. En síntesis, el marido -no se por qué- no forma parte del grupo de los perseguidores y parece que a ese lugar la persecución no ha llegado todavía o se ha detenido. Los lugares donde no ha llegado la persecución serían su marido, sus hijos y la familia materna.

El problema que se presenta es: ¿Qué hacer con un paciente así?, ¿Cómo acoger un testimonio de este tipo?, ¿Qué hacer como analistas? Se pueden hacer muchas cosas con un paciente así, por ejemplo, medicarla si ella acepta o eventualmente medicarla a la fuerza si no. Ustedes conocen infinidad de situaciones de este tipo. Esto implicaría tomar una posición psiquiátrica, donde no hay nada que escuchar. Se trata de un delirio. El delirio sabemos que es irreductible porque el sujeto es incapaz de hacer una crítica del delirio, ya que no tiene conciencia de la enfermedad, no se asume como enfermo y por suerte tenemos medicación relativamente eficaz para estos casos.

Si uno no está en una posición tan tranquilizante, podría -como analista- preguntarse que hacer. Hay una respuesta primera, histórica que es: no hay nada que hacer, no hay transferencia en la psicosis. Es una afirmación tan temprana como el concepto mismo de transferencia. Podemos hacer muchas vinculaciones de saber, pero como el paciente no tiene el monto de libido flotante que se necesita para "atraparlo" y meterlo en la transferencia, no hay nada que hacer. Por supuesto, ustedes saben que esta afirmación freudiana de la cual Freud nunca se desdijo, nos lleva a poder encontrar contradicciones en su obra, como, por ejemplo, cuando afirma que lo que desencadenó la psicosis de Schreber fue provocada por la transferencia de Fleshig, lo que sería una contradicción. De todos modos Freud no cambia un ápice la idea fuerte de su tesis de que no hay transferencia en la psicosis y por lo tanto no hay nada que hacer.

La primera tesis de Lacan (no del Lacan psiquiatra, si de los seminarios 3, 5 y el escrito "De una cuestión preeliminar...", contemporáneo de dos clases del seminario 5), es que dado que lo simbólico determina lo imaginario, ya que hay una primacía del registro simbólico sobre los demás, produce que una perturbación en el orden simbólico -concretamente la forclusión del Nombre del Padre en el lugar del Otro- genera un trastorno en el eje imaginario, que lleva a los famosos episodios de lo que Lacan llama la regresión tópica al Estadio del Espejo. "Sin embargo -observa Lacan en ese texto- el mundo de Schreber no está completamente poblado de hombrecitos hechos a la ligera. Habría dos que se salvan, su mujer y nosotros los lectores de la tesis". Es decir, vemos que ya ahí, en pleno período de la supremacía de lo simbólico, Lacan deja el resquicio para pensar que hay algo de lo imaginario que tiene autonomía. Que la determinación de lo simbólico sobre lo imaginario no implica una absoluta perturbación de lo imaginario, sino que hay áreas que pueden estar conservadas y entonces deja la posibilidad de pensar que podemos intervenir, pero el asunto es ¿cómo podemos intervenir desde ese lugar conservado cuando tenemos la fortuna de poder situarnos en él? Lo que encontramos en los desarrollos de los psicoanalistas lacanianos más recientes, dado que esto no daba muchas posibilidades, es que encontraron que el seminario del Síntoma nos permitía tratar la psicosis, ¿cómo? produciendo un remiendo. Entonces tenemos un texto de Eric Laurent, "Procedimiento de remiendo" y otro que se llama "Estabilizaciones en la Psicosis". Formulaciones que pueden encontrar en la revista "Lazos", donde la idea es que mediante el concepto de suplencia que Lacan inventó, se podría estabilizar la psicosis. La posición básica es que no hay transferencia en la psicosis y que no hay sujeto en la psicosis, por lo tanto se trataría de intervenir terapéuticamente.

No tengo nada en contra de la terapéutica, la actividad médica me parece muy respetable. Yo soy médico y lo digo con cierto orgullo, por ahí no debería, pero es así. Es un orgullo un poco contradictorio porque sé que mi identidad médica es un obstáculo en mi profesión, un obstáculo contra el que he tenido que batallar desde hace 25 años. No tengo nada contra el deseo de curar, contra el deseo de educar, contra el deseo de criar, me parecen perfectamente lícitas. Mi pregunta es otra: ¿Qué deseo llevaría al analista a intervenir ahí?, ya que me parece que el deseo del analista no es el deseo de curar, respeta los deseos de curar pero no es esa su economía. Me pregunto entonces ¿Qué lleva a esos analistas a posicionarse como terapeutas en la psicosis?, allí donde no suponen -no digo que esté demostrado- una posición analítica en la psicosis. Entonces, mi gran preocupación ha sido: ¿cómo dar acogida a estos testimonios de una manera de no invalidar de movida la posibilidad de que haya lugar para el analista en cuanto tal? No el analista en tanto terapeuta.

Quise atacar el punto más central del ombligo de nuestra práctica. El tema es: si supones que hay análisis posible, ¿qué te lleva ahí?, si supones que no hay sujeto ¿qué haces ahí? Porque los analistas suponemos un montón de cosas y algunas de ellas son totalmente ridículas. Por ejemplo la posición esquizo-paranoide de Melanie Klein. Pero hay suposiciones lacanianas más ridículas todavía. Ridículas porque suenan estrafalarias. Además porque no sabemos nada sobre lo que pasa en la mente de un bebé. Pero Melanie Klein, con esas suposiciones estrafalarias, podía posicionarse analíticamente. Entonces la cuestión es ésta: hacemos muchas suposiciones y las podemos cambiar ya que el desarrollo de la teoría es un cambio constante de suposiciones. Pero hay una suposición que no puede cambiar, que es de hierro: es que la clínica tiene como condición necesaria, no suficiente, pero si necesaria, la suposición de un sujeto. Un sujeto que es responsable de lo que le pasa y que en el proceso analítico tendrá la chance de revisar su posición. Sin esta suposición, me parece a mí, no hay posibilidad de pensar la clínica analítica.

Para que no quede inconcluso, termino con el caso que comenté anteriormente. En el fragmento expuesto, la paciente María Fernández, está en una posición de testigo. Ella viene y dice: "mire lo que hacen conmigo", testimonia que sufre pasivamente la acción de alguien, ese alguien no localizado, polimorfo, de muchas figuras y que se extiende. Más aún, no sabe por qué le hacen eso. Aclaro esto, porque encontré que Eric Laurent dice que el psicótico se crea su Sujeto Supuesto Saber. Creo que de ninguna manera es así. El psicótico no supone un corno el Sujeto Supuesto Saber. Es al revés, el saber está localizado en el Otro, en esos otros que la persiguen. Ellos sabrán por qué. La paciente, lo único que sabe es que estos distintos gestos más o menos parecidos, esas frases equívocas, esas conversaciones escuchadas al azar, esos llamados telefónicos a las tres de la mañana donde nadie contesta cuando levanta el auricular, ella lo que sabe es que eso le atañe, que eso se dirige a ella, pero no sabe por qué se lo hacen.

Entonces hay una posición que es la del testimonio, la del testigo. Ella viene a testificar: "esto es lo que me hacen". Es parecido a lo que podríamos pensar con Schreber, pero es menos complicado.

Hay otra posición escrita por el discurso que podríamos llamar la de un Otro no localizado. Ella no dice que es alguien, como por ejemplo Dios, la que la persigue -como si podría haberlo dicho Schreber, aunque hasta por ahí nomás ya que el Dios de Schreber de dividía en 45 mil dioses- y lo que encontramos es un Otro que se expande, pero que tiene respecto del paciente, que está en una posición pasiva, una afirmación desubjetivante, es decir que hace de éste un objeto. En este caso particular sería: "tu eres una prostituta". Hay otro lugar problemático, y es una especie de semejante que podría recoger el testimonio, algo así como un pequeño otro. Un pequeño otro en donde no siempre puede situarse allí el analista y cuando se sitúa demasiado rápidamente en ese lugar puede virar al lugar del perseguidor. Basta que el analista tenga alguna intervención que lleve a posicionarlo como alguien que sabe, para llevarlo inevitablemente a ser uno más de los perseguidores. En este caso estaría el asunto concluido, ya que quedaría invalidado como receptor del testimonio.

Entonces tenemos varios aspectos, uno es "el azar" -llamémoslo así-, otro es el "cómo mantener ese lugar" y por último el "para qué". En este caso en particular creo que algo hubo -de azar- en ese encuentro cortito en el teléfono; el hecho de que mi alumna en ese momento estaba en gran transferencia conmigo -yo era el gran profesor- lo que permitió esas imágenes contradictorias. Por un lado era el gran profesor y por el otro el ridículo que la confundió, que apareció como no sabiendo con quien estaba hablando. Esto me permitió, en primer lugar, ubicarme como alguien al cual se le podía testimoniar. Mi problema era cómo mantener eso y luego, para qué.

Para poder mantenerme en ese lugar, sin llegar a codelirar con ella, en ningún momento hice un cuestionamiento de sus afirmaciones, en ningún momento dije: "esto no puede ser, su realidad está muy complicada". Por otro lado, ¿de dónde podría decirlo?, ya que la crítica de la realidad, en última instancia consiste en tratar de adaptar al paciente a la realidad del analista y desgraciadamente la realidad del analista, de todos nosotros que estamos más del lado de la neurosis que de la psicosis, es una realidad loca. La realidad, lo que nosotros llamamos realidad, puede ser tan inverosímil como la realidad testimoniada por estos sujetos. Ahora, si negamos, si cuestionamos su realidad, el paciente no tiene otra chance que reivindicarla. Les doy otro ejemplo: Díganle a la paciente enamorada que su amor no le corresponde ¿no despierta una reivindicación apasionada?, ¿le queda otra chance que hacer eso? Algo del mismo orden ocurre en estos testimonios.

Entonces, ¿cuál fue la estrategia que yo tomé en este caso? Alertado que iría al fracaso si la cuestionaba -no crean que descubrí el tratamiento de la psicosis- actué sin cuestionar de ninguna manera lo que ella afirmaba como cierto. Le propuse trabajar en primer término, aquello con lo cual había venido: ¿cómo esta realidad catastrófica influía en la manera en que ella trataba a sus hijos?, es decir, trabajamos sobre sus nervios, sobre su maltrato a estos hijos que ella quería tanto.

Poco a poco fui tratando de introducir esta sospecha: estos personajes que le hacen esas cosa, ¿saben por qué las hacen? Hubo algunos movimientos, porque esto, desgraciadamente, fue un éxito terapéutico y un fracaso analítico. El primer movimiento fue decirme (habían pasado dos o tres meses y luego de dos sesiones donde no pasó nada y donde interrumpí a los 30 minutos) que le diera 5 minutos más y me cuenta que le había metido los cuernos al marido. Lo interesante de esto es que no establece ninguna relación con el problema que traía y ella no se sentía culpable. Segundo movimiento: ella no se arrepentía de esa relación transitoria que tuvo, que fue con un compañero de oficina. Tercer movimiento, ella suspendió esa relación porque ama al marido. Cuarto, ella no sitúa ni sospecha que pueda haber alguna relación entre ese episodio y lo que ella cree detectar en los demás. Lo dice como quien confiesa un pecado. De pronto se disuelve la presión. No es que dijo: "yo antes estaba loca", en ningún momento. No dice: "ya no me pasa lo que me pasaba antes", nunca más habla de eso y mejora la relación con sus hijos y empieza a cobrar fuerza la presión del marido para comprarse otro taxi y por lo tanto, muy agradecida, interrumpe el tratamiento.

Al año volvió y se dio la misma secuencia. Viene muy mal, imposibilitada de vivir ya que los trastornos habían comenzado nuevamente hacía quince días. Llega totalmente trastornada, con el correr de las sesiones se aplaca y luego se va nuevamente. A los dos años se repite la misma secuencia. No supe más de ella. Solo por la cuñada se que sigue bien y por eso digo: un éxito terapéutico y un fracaso analítico. Es claro que no pude dar un paso en la dirección que les comentaba antes, en la dirección de la pregunta ¿para qué esa posición de analista?

[Público] ¿Cómo relató la paciente que ya estaba bien?

Expresaba que se sentía bien, que había mejorado mucho la relación con sus hijos. Empezaba a relatar escenas de la vida diaria donde se notaba por el relato que no seguían ocurriendo las cosas por las cuales ella se había estado quejando. De todos modos en ningún momento dijo: "ya no me lo hacen más". No hubo el menor cuestionamiento.

Era un paciente que se corría el riesgo de un pasaje al acto, de la posibilidad de que se fuera de la casa, de contarle al marido y a mi modo de ver contarle al marido era peligroso.

[Público] ¿En algún momento hubo alguna situación en que Ud. fuera el perseguidor?

No, en ningún momento. Por eso dije que actuaba de modo tal que corría el riesgo de codelirar con ella. Por supuesto que nunca le certifiqué lo que decía, pero tampoco nunca le mentí. Lo más allá que llegué fue cuando la llevaba a que ella interrogara lo que le sucedía, o sea un más allá del aserto desubjetivante y animarme a introducir algunos puntos de interrogación en donde a lo mejor "ellos" mismos no sabían lo que estaban haciendo. Eso fue todo, no más de eso.

[Público] ¿Ud. le cambió el nombre a la paciente? , porque le puso un nombre de virgen.

Si, de virgen...

[Público] Hablando del nombre, cuando Ud. toma el teléfono y dice "¡hola vieja ¿como estás?!", y ella responde "yo no soy la que Ud. piensa". Yo no soy la que Ud. piensa, en relación a ese delirio donde ella pensaba que era una prostituta y ella tenía que venir a testimoniar que no lo era.

Ella dijo "yo no soy la que Ud. piensa" no de manera reivindicativa. Por el tono de voz con el que hablé, yo estaba equivocado. Por eso digo que fue el azar el que me dio buenas chances. Era evidente por el tono de mi voz que yo no sabía con quién hablaba.

[Público] De todos modos Ud. la había confundido con esa persona que no era perseguidora de ella, la cuñada, y que ella la tenía en alta estima, como si Ud. la podía confundir con la persona que estaba en el lugar de la alta estima, ¿piensa algo respecto a eso?

Efectivamente, en ese punto yo no era como en la oficina. Ella se sentía valorada por mí, sentía que yo le respetaba el delirio.

[Público] Entonces quedaría el ¿para qué?

El "para qué" es éste: si yo pienso que ahí hay un sujeto (y no que ella es objeto del goce del Otro, que ella está hablada por el Otro como si fuera una marioneta, que yo tendría que introducir un corte simbólico en el Otro, castrar al Otro y hacer ahí un sujeto) yo supongo que ella es responsable de lo que le pasa, como cualquier paciente. Que hubo una operación efectiva por la cual ella decidió, consintió eso que le pasa y que por lo tanto en algún punto esa operación es realizada. Tal vez sea una extensión un poco amplia de la clínica de la neurosis. Pero creo que ésta no es la clínica de la neurosis y sí la clínica psicoanalítica. Creo que sin esa posición me veo llevado inevitablemente a la posición del terapeuta. Tal vez no haya otra, no lo se. Pero retomo la pregunta inicial, si no hubiera otra, ¿Qué me llevaría a esa posición?

Avanzo un poco sobre el tema. La cuestión no es si te toma o no como analista y esto vale inclusive para los neuróticos. No creo que sea condición necesaria para el análisis que uno sepa que se está analizando. No creo que el analista opere fundamentalmente por su investidura de analista. Creo que lo que opera es la transferencia. Soy de hacer proposiciones extremas, no importa, es extrema, pero no creo que haga falta que alguien diga "yo me estoy analizando" para que efectivamente se analice.

Entonces la cuestión no es si me toma por analista o no, mas bien es ¿en qué posición está uno en relación al Sujeto Supuesto Saber. Diría, sobre todo en la primera parte de mi intervención, que tomé a este paciente como si fuera un analista. El primer movimiento que hice: "a ver cómo usted reacciona en relación a esto", ¿no es lo que hacemos en la supervisión? En la supervisión, lo que el analista trae es el relato, viene en la posición de testigo. En cierta medida es como si yo hubiera hecho una especie de supervisión de su relación con ese Otro no localizado y en donde ella soportaba la transferencia.

No tomen esto como una receta, no creo tenerla. No tengo ninguna doctrina establecida que diga: "miren si quieren tratar la psicosis esto es lo que tienen que hacer". El que lo logre realmente va a merecer el premio Nobel. Pero sí creo tener pensado algunas cosas en relación a esto: que hay maneras de posicionarse que invalidan cualquier posición analítica. Creo que todas estas propuestas de las estabilizaciones -aparte de leer mal a Lacan- toman una posición en la que se destituyen como analistas. La idea de: "a este paciente le vamos a acotar el goce, le vamos a construir un remiendo, una suplencia por la cual pueda liberarse del goce del Otro, entonces le hacemos escribir". Hace 10 o 15 años en los hospitales todo el que tenía un psicótico lo mandaba a escribir, ya que se creía que Joyce era un psicótico y se había curado escribiendo. En ningún momento Lacan, en el seminario el Síntoma, dice que Joyce es psicótico. Personalmente pienso que si lo hubiera dicho, me lo paso por las pelotas, con perdón de las mujeres presentes, porque no tendría ninguna importancia. Para mí lo importante es que lo justifique. Comparto, aunque por otras razones, ya que del seminario el Síntoma tenemos lecturas muy diferentes, pero comparto en gran parte las opiniones de Ritvo - que es otro exagerado, igual que yo- donde dice que Lacan hace un psicoanálisis aplicado de la obra de Joyce. No comparto toda su lectura, pero en ese punto estoy de acuerdo. Si Lacan efectivamente hablara de Joyce como la gente cree que habla -aunque yo creo que no habla así- estaría haciendo un psicoanálisis aplicado de la peor especie, ya que confundiría el sujeto del enunciado con el sujeto de la enunciación, al autor con el personaje de la obra. Son confusiones que no vienen al caso, pero de todas maneras, en ningún momento del seminario Lacan dice que Joyce es psicótico. No es que tenga pudor en parecer un psiquiatra por hacer un diagnóstico, ya que no tiene problemas en decir que la hija de Joyce es una esquizofrénica. Lo dice dos veces. Más aún, después de haber dicho que en Joyce hay "verwerfung" de hecho, pero "verwerfung" es el término que supuestamente Freud habría usado para el mecanismo psicótico. Pero lo usó tres veces nada más, dos seguro: en "El Hombre de los Lobos" para hablar de la alucinación del dedo cortado y en "Neuropsicosis de Defensa". Pero en el caso Schreber no aparece la palabra "verwerfung" y Freud usa muchas más veces para hablar de psicosis "verleulung", que mi catecismo lacaniano me dice que hay que traducir por "renegación". Este es un tema del cual quería hablarles, ya que creo haber participado en la historia. Masotta trajo el identificar los tres grupos clínicos clásicos -neurosis, psicosis y perversión- con tres modos de defensa constitutivos, los llamaba él: represión, renegación y forclusión o rechazo, pero esto no está ni en Freud ni en Lacan.

Entonces, en Freud, "verwerfung" es un mecanismo que se dirige a una representación (en Neuropsicosis de Defensa, texto del '94) y es un modo de rechazo de la representación tan brutal que junto con la representación va el afecto acompañante y en su lugar viene una alucinación (es el caso de la madre que se le murió el hijo y acuña un leño o una muñeca). En el "Hombre de los Lobos" lo que rechaza es la castración, ya no una representación, sino un fantasma. La castración no es un observable, lo que se observa es el genital femenino, jamás una castración, por lo tanto si rechazo la castración, estoy rechazando un fantasma. Es decir, la interpretación fantasmática de la diferencia de los sexos como resultado de la intervención de un agente. Esto en Freud, cuando habla de Schreber, no menciona la palabra "verwerfung", usa otra palabra que los hegelianos suelen traducir por "superación". Ballesteros traduce todo por "represión", y el caso Schreber conviene leerlo por Amorrortu, que como toda traducción, también es discutible. Echeverry tiene la virtud de traducir los términos todos de la misma manera, con lo cual, uno puede estar en desacuerdo con la traducción, pero se sabe que donde uno lee "represión" es seguro que Freud dijo "verdrangung" y donde se lea desmentida, seguro que escribió "verleulung", y donde se lea desestimación es "verwerfung". Entonces en Schreber, Freud usa dos palabras que es "sofocación", traduce Echeverri, "underdrückung" que es "supresión", presionar para abajo (en el diccionario de Laplanche es supresión), y "aufebung" (Hyppolite dice que es una palabra hegeliana por excelencia y que se traduce por superación, anulación) que Echeverry la traduce por "cancelación". Entonces, Freud, en un momento, en el caso Schreber dice: "no era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada al exterior, sino que hay que decir que lo cancelado adentro, lo "aufebung" retorna desde el exterior". En relación a esto, Lacan hace una especie de pliegue entre Schreber y "el Hombre de los Lobos" y dice: "verwerfung", rechazo pero retorno en lo Real. Es la famosa frase: "lo que rechaza en lo simbólico, retorna en lo Real". Esto es interesante entenderlo en relación a lo que les comenté al comienzo respecto a lo que pasa con el inconsciente a través de los años. Esto pasa en cada seminario, por eso hay que leer a Lacan poniendo fechas, si no, uno no entiende nada o se divierte tirando aforismos. Es lo más divertido discutir la manera en que entendemos a Lacan, porque para cada aforismo que tiene uno, el otro tiene otro. Si quiero negar que el inconsciente sea una parte del discurso digo: "no, es del orden de lo no realizado", otro dice: "no, lo inconsciente es una suposición imaginaria"; nos divertimos y no vamos a ninguna parte.

Es muy interesante, por ejemplo, que al comienzo del seminario 3 Lacan habla de "verwerfung", allí donde Freud había dicho "ausstossung", la negación. Entonces Lacan opone "verwerfung - behajung". La posición freudiana en la negación es "ausstossung - behajung". En las primeras clases del seminario 3 Lacan dice "verwerfung - behajung", porque la "behajung" es la afirmación simbólica y verwerfung es rechazo de lo simbólico. Hace una especie de sustitución de "ausstossung" por "verwerfung", pero al final dice algo muy interesante: "no retorno a la noción de verwerfung de la que partí, la cual, luego de haberlo pensado bien, les propongo traducir por esto que me parece lo mejor, forclusión". Entonces ahora Lacan traduce, entre comillas, "verwerfung" por "forclusión"; pero "forclusión" no es la traducción en el sentido semántico de "verwerfung" -acá se le da mas importancia a la cuestión judicial, esa parte del proceso que una vez que no ocurrió ya no se puede hacer más- pero en francés "forclusión" es un modo de "forclusión". La negación forclusiva, la puso de relieve Pichón, es un modo de negar que descarta súbitamente, a diferencia de la negación discordancial que se parece más a la negación freudiana. Seguramente no hace una traducción semántica de verwerfung y si hace una traducción interpretativa. ¿Qué es lo que interpreta? Todo lo que ocurrió en el medio del seminario 3, que es la aparición de una doctrina del significante y de su autonomía. Entonces lo que sufre la "forclusión" ya no es más una representación y ya no es más un fantasma, como en Freud, sino un significante y no uno cualquiera. La forclusión es un concepto muy selectivo, es una operación que se realiza con un significante, el significante del Nombre del Padre y no como después inventaron los lacanianos que la aplicaban a cualquier cosa.

No recuerdo por qué dije esto, pero ya que empecé, sigo. Entonces "forclusión" y Nombre del Padre van a ir juntos y el problema serio es todo lo que pasó en el medio con el Nombre del Padre que cambia su estatuto ya que empieza a hablar de "los nombres del padre". Introduce el plural, mi idea es que lo hace porque el concepto Nombre del Padre, su estatuto, ha cambiado radicalmente. El tema es así: en "De una cuestión preliminar...", el Nombre del Padre es el significante del Otro como lugar de la ley, y de una manera menos cuidadosa -se cuida menos en el seminario- en la clase del 8 y del 22 de enero, Lacan dice que el Nombre del Padre es el Otro del Otro. Digo esto porque cada vez que Lacan diga "yo nunca dije eso", seguro que alguna vez lo dijo. El dijo: "yo nunca dije que hay Otro del Otro". Por lo menos lo hizo dos veces en el seminario 5. Dijo: "nunca hablé de la formación del analista", si habló de la formación del analista. Es una regla de lectura que me hice. Cuando Lacan dice que nunca habló de tal cosa, me interrogo y busco a ver donde lo dijo efectivamente. De todos modos, el punto es que a la altura del seminario 5 y del texto "De una cuestión preliminar...", el Nombre del Padre es el Otro del Otro. Luego, en el seminario 6, el gran secreto del psicoanálisis es que no hay Otro del Otro, lo que implica una mutación con respecto al Nombre del Padre, está tocado su estatuto.

Esta es la primera escritura de algo que tendrá muchas consecuencias, por ejemplo, la primera: no hay Otro del Otro, la segunda -en "Lógica del fantasma": no hay universo del discurso y la tercera y definitiva -en "L'etourdit", pero sobre todo en "El momento de concluir", como fundamento del psicoanálisis: no hay relación sexual. Esto quiere decir que hay una falla que es propia de la estructura. No es que el padre tiene que venir a castrar al Otro, o hacerlo el analista en lugar del padre. La falla en la estructura es fundante, es de movida, cosa que significa que no hay estructura que ande. La clínica es la manera de remediar esa enfermedad de la estructura, y por eso el remedio es peor que la enfermedad y la cura, de alguna manera, es llevar al paciente hacia esa enfermedad incurable que es la falla estructural. Digo esto, porque es en relación a esta falla estructural que aparece la noción de suplencia y no para curar la psicosis. Remarco que esta falla es una falla en la estructura y no es -como dice Colette Soler, sacado de J.A. Millar- una clínica en la forclusión generalizada, porque la forclusión es un mecanismo que afecta a un significante que tendría que estar y no está, es una operación, y esto no es una operación, ya que es la suposición básica de la estructura. No es una forclusión, ya que no haya significante de la mujer no quiere decir que el significante de la mujer está forcluido, porque no tiene porqué estar. Que no haya significante del sujeto de la pregunta, no quiere decir que esté forcluído ese significante, en realidad es que la inclusión del sujeto en la estructura del Otro lo descompleta esencialmente. Esto es subversión del sujeto. Por lo tanto de ninguna manera se pude hablar de forclusión generalizada, no hay forclusión generalizada. Tal vez haya suplencia generalizada, eso sí y entonces tenemos las suplencias que llamamos neurosis, psicosis.

Volviendo al tema que dejé en suspenso, hay que decir que previo al Nombre del Padre hay un cambio muy importante en Lacan, que es el seminario de La Angustia. Este seminario implica dos puntos clave: la invención, la formalización -no es que no hubiera datos previos- del objeto "a", por un lado y por el otro la posición del analista en ese lugar, que ya no es la posición de Otro. Creo que esta aparición novedosa del objeto "a" implica un cuestionamiento de la posición del padre. Ahora, que el analista no pueda ocupar el lugar del Otro significan dos consecuencias clínicas: que si lo ocupa -el lugar del Otro- infinitiza el análisis y que, además, el análisis sólo puede terminar en la identificación. Esto me sirve para que vean que no son meras especulaciones metafísicas ya que tienen consecuencias inmediatas. ¿Qué cosa más abstracta que el objeto "a", que al fin y al cabo es una letra?, pero implica que el análisis tiene fin, que no es un punto de vista puramente moralista sino doctrinal, teórico, que lleva a decir que el análisis no tiene que culminar en la identificación. Entonces, parece muy abstracto pero tiene consecuencias en la clínica.

Les voy a comentar algo que a mí me sirvió para posicionarme en la clínica, en relación a la psicosis. Cuando empecé, hace 25 años, enseguida llené mi consultorio, claro, lo llené con los pacientes que no querían mis supervisores, por lo tanto estaba lleno de pacientes psicóticos, cosa que es muy insalubre. Uno no puede tomar pacientes así para ocuparse a medias, si los toma, por ejemplo, no puede cortar el teléfono a la noche, lo cual implica que uno corre serios riesgos de separarse de su mujer. Bueno, es algo que recomiendo que no se haga. De estos pacientes, recuerdo uno que me sirvió, aunque en el momento no pude sacar las consecuencias. Era una mujer y yo atendía en un octavo piso, era verano y tenía la ventana abierta. En un momento, en pleno estado de persecución conmigo -yo era muy joven y quería hacer interpretaciones profundas- pega un salto y sube arriba del escritorio diciéndome: "me tiro". Entré en pánico si se me moría un paciente, iba a ser el primero. Sentí que estaba en juego todo, incluido mi futuro profesional, entonces en un momento de desesperación le dije: "si Ud. se tira yo suspendo el tratamiento", a lo que me contestó: "Ud. está más loco que yo".

Volviendo al tema, mi posición de lectura es que estos últimos años de Lacan, el seminario del Síntoma no es sobre el tratamiento posible de la psicosis. No es y no entiendo como se desconocen estas cosas ya que creo que está claro. Es, sí, algo que cuestiona toda la clínica psicoanalítica. También es probable, absolutamente probable que tenga que ver con la psicosis, ya que todo en Lacan está introducido desde la psicosis. Veamos la doctrina del narcisismo, la que no es la de Freud, está en otro lugar. El narcisismo en Lacan es alienación al Otro. El narcisismo de Freud es algo así como la célula en donde uno está encerradito y tiene que no mandar la libido para afuera. La doctrina de Freud de que no hay transferencia en la psicosis es tributaria de ese concepto de narcisismo. La doctrina del narcisismo en Lacan es totalmente distinta y eso habilita otra posición en relación a la psicosis.

La doctrina de la transferencia está pensada a partir de la psicosis, lo que no sería raro que en este seminario la psicosis también esté en juego; así como en lugares donde aparecen cuestionamientos del tipo ¿cómo es posible que no estemos todos locos? En resumen, hay una posición dentro de la psicosis que permite interrogar la clínica.

[Público] Ud. hacía referencia a algo de 'Una cuestión preliminar...', cuando Lacan toma la relación de Schreber con la mujer. Por lo que recuerdo que dice, esa relación se mantiene intacta, por fuera del delirio y hasta hay una relación amorosa.

Relación en el sentido de la amistad de Aristóteles.

[Público] Ahora, este vector imaginario, está sostenido..., no siempre se desordena en esta regresión...

(Público-otro) como que habría una autonomía...

(Público-otro) o sea, no siempre lleva al desorden...

Bueno, eso es un dato de ese año, después, por supuesto, a partir del R.S.I. está clarísimo que hay equivalencia en otros registros. Entonces, en el '58 tiene que decir que hay autonomía, lo simbólico determina pero hay autonomía. Luego con el R.S.I., pero ya mucho antes, esto -la primacía de lo simbólico- ni se plantea como problema.

El problema es, y es un problema todavía, cómo uno va armando la cosa en la lectura, lo que incluso influye en el modo en que uno piensa los casos. Pero es difícil liberarse de aquello en lo que uno está fuerte, porque nosotros como analistas y como pacientes pasamos por la primacía de lo simbólico, y si queremos dar un ejemplo, seguro que nos surge primero la metáfora, la metonimia, los juegos con el equívoco. Por lo tanto, hay que hacer todo un trabajo de ejercicio intelectual para poder dar acogida a todos estos desarrollos nuevos y pensar, por ejemplo, cómo planteo la cosa si, ahora, los tres registros son equivalentes. Uno lo sabe teóricamente, pero hacerlo en la clínica es otra cosa, por eso creo que la clínica del nudo está por hacerse. Está por hacerse ya que no es cuestión de elaborar cosas raras y jugar con nudos, porque eso lo hace cualquiera; la cuestión es que eso opere en la clínica. Es común ver algunos colegas que escriben: "...si, porque el nudo en la parafrenia...", es maravilloso como alguien logra escribir del nudo en la parafrenia y resulta que en todo lo que dice escribe a nivel del Lacan del año '58. Habla del nudo en la parafrenia y venía diciendo que no hay sujeto en la psicosis, que no hay transferencia en la psicosis, que no se encuentran metáforas y que los borders son por un déficit en lo simbólico, una degradación en lo simbólico. No entiendo, yo no entiendo nada, ¿se entiende lo que digo?

Una cosa es lo que uno puede elaborar teóricamente y otra cosa es el trabajo diario en la clínica. Lo que noto es que este trabajo mental va teniendo algunos efectos en mi práctica, ya que en algunas cosas me posiciono de manera distinta. Por ejemplo, no trato de meter una enfermedad psicosomática en el carril de lo simbólico, por lo tanto no me agoto en interpretar una lesión psicosomática como si se tratara de un síntoma histérico. Me doy chances de operar con otros registros. En la misma dirección está otra patología de moda, la denominada anorexia y bulimia.

[Público] Ud. decía que Lacan varía en sus últimos seminarios, en sus últimos años de producción, la noción de inconsciente, pero en "L'insue" con la frase que dice: "el fracaso del inconsciente sería el amor" estaría afirmando nuevamente la existencia del inconsciente.

Sí, claro, pero como toda frase, habría que ver qué sentido tiene. Personalmente lo interpreto de esta manera: el amor, lo que cuestiona y que por eso es uno de los términos que Lacan viene usando como suplencia -no es solamente el cuarto nudo, ya que suplencia viene hablando del seminario 4, el caballo de Juanito es una suplencia, el ideal del yo es una suplencia, el amor es una suplencia, el falo es una suplencia- es que el amor lo que hace es cuestionar la realidad sexual del inconsciente, ya que donde hay amor no se trata de sexo. Ahora, algo más de eso puede ser, porque eso es lo que vemos en el seminario 20, pero no sé cuando llega él en el 4, no sé. Es un seminario muy difícil, porque es la época donde Lacan no se toma el trabajo de argumentar y solo larga cosas. Mi estrategia ha sido proponerme que si no entiendo algo, no lo entiendo y punto, pero me niego a "entender" por el camino de reducir a lo ya sabido; por lo tanto cuando pueda dar un paso, doy ese paso y si no puedo, no lo doy.

[Público] Sería bueno si pudiera dar algún otro fragmento de su clínica, ya que es cierto que hace tiempo nos sentimos como idealizando la primacía de lo simbólico. Ud. algo ha dicho en relación a intervenir por el lado de lo imaginario, ¿y por el de lo real?

Creo que es necesario distinguir entre saber hacer y hacer saber, ya que creo que saber hacer forma parte de la experiencia y que saber hacer no siempre es saber hacer siempre. Es un hecho que hay pacientes psicosomáticos cuya lesión desaparece en el análisis como también lo es que hay bulímicas que no vomitan más.

Les relato un caso, aunque me será difícil recrear dinámica. Estas cosas ocurren a veces y otras veces no, por eso dije que saber hacer, no es saber hacer siempre, y esto, aún no es el saber hacer saber, es decir, transformarlo en un saber transmisible. Estos son los dos polos entre los que se mueve el saber en psicoanálisis. Por un lado, como decía Freud, tenemos que olvidarnos de todo ante cada nuevo caso. Por esto se dice que la clínica es una clínica de lo singular. Hay que poner en suspenso todo lo establecido y además el caso tiene una dimensión temporal dada por la transferencia. Esto ya objetaría la clásica clasificación entre neurosis, psicosis y perversión. Cualquier localización del paciente en un cuadro, por más sofisticación lacaniana que se le dé, liquida la dimensión temporal transferencial. Entonces, hay un punto en que la experiencia no sirve de nada, pero esto no es todo el psicoanálisis, ya que si dijéramos que esto es todo, nos quedaríamos en una práctica puramente inefable, intransmisible. Por lo tanto en nuestra práctica hay una exigencia, porque aunque no es una ciencia, no deja de tener una relación con la ciencia, y ésta es que el psicoanálisis debe poder producir algún saber transmisible. El pasar al campo de los enunciados sabemos que tiene un precio, ya que cuanto más transmisible se vuelva el saber, mas ausente va a estar el sujeto de la enunciación, pero de todos modos, los dos son necesarios. En un polo el psicoanálisis se confunde con el discurso universitario, en el otro con una práctica mística, inefable. El desafío es mantener los dos. Entonces, el saber hacer, que funciona en la práctica clínica, singular, individual, hace falta que se transforme en un hacer saber. En esto está el problema: en el hacer saber desprendiendo un saber transmisible que no sea reducido a lo ya sabido; porque siguiendo la misma posición que en la clínica, algo de eso se traslada al campo de los enunciados. Es decir, el analista tiene que tener una posición, incluso frente al saber establecido, de ponerlo siempre en suspenso.

¿Para qué era todo este prólogo...? Sigamos, porque creo que si decimos que "lo real es imposible", no descarto que uno peque con lo real, pero eso se vuelve muy problemático cuando se transforma en técnica. Por ejemplo, esas cosas que dicen: "si,...porque yo produje una escansión para producir un corte real", puede ser, ¿pero en qué posición de saber se ubicó para hacer eso?, ya que hay algo extraño, y es que en este tipo de intervenciones en lo real, pareciera que el analista está en posición de calcular su acto. Pero, ¿la clínica psicoanalítica no dice que el acto es incalculable?

[Público] Tal vez pueda pensarse en leerlo retroactivamente...

Ah, eso sí, entonces sí, ya que creo que la clínica psicoanalítica es de las más intransmisibles, en la medida en que no se puede planificar. El analista puede saber en términos de estrategia, de política, pero de intervención, si hay inconsciente, no hay técnica.

Así que de todas las intervenciones que me preguntaron, la más problemática para mí, es la de lo real. Resulta más fácil contestar en términos de lo imaginario, donde yo me he movido más.

Veamos un caso: se trata de una bailarina que consulta por bulimia y vómitos, con grave peligro para ella. Aunque el análisis de desplaza en muchos planos, mi estrategia de intervención fue pedirle que ella represente en el espacio virtual del consultorio, la imagen de su cuerpo. Fue pedirle algo así como que realice un despliegue verbal de lo imaginario. Apareció un cuerpo muy extraño, tipo bola, una bola vacía. Eso ha tenido algunos efectos, ya que hace dos años que no vomita y los ataque de comida son más controlados y tiene períodos muy largos donde eso no ocurre. Obviamente, mis intervenciones no van dirigidas a que no vomite y coma, pero he observado que en la medida en que se junta un ataque de bulimia y un sueño, o alguna circunstancia que la lleva a interrogarse sobre eso, al abrir más el campo, no en forma metafórica, interpretativa, sino a que despliegue en un espacio virtual algo que tiene que ver con su cuerpo -ella es además coreógrafa- puede inventar sobre eso en la medida en que está alentada por la transferencia. Creo que esto tiene efectos verdaderos y que ésta sería una manera de intervenir sobre lo imaginario. De todos modos, son intentos que hago y a veces resultan y a veces no.


Extensión Digital - Año Dos Nº 3 Diciembre 2009
Revista de la Secretaría de Extensión Universitaria.
Universidad Nacional de Rosario (U.N.R). Facultad de Psicología.



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