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sábado, 9 de abril de 2011

Macro y micro

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por Enrique Pinti



En medio de las turbulentas crisis económicas que sacuden nuestro planeta, los datos fríos y muchas veces confusos de bolsas y mercados financieros nos dan la sensación de que todo está muy mal pero que lo "macro" y lo "micro" no tienen la misma valoración. Esto será muy claro y lógico para los expertos en economía, pero suena absurdo a los oídos de los ciudadanos rasos como el que esto firma. Desde muy pequeño aprendí que una buena economía es aquella donde se gasta menos de lo que se tiene para estar libre de deudas. Administrar lo que ganamos, ahorrar para eventuales problemas, buscar el equilibrio entre el debe y el haber y no meterse en gastos imposibles de afrontar eran las pautas aprendidas por aquella clase media de los años cincuenta y sesenta.

Las cosas han cambiado y es lógico que así sea, pero las valoraciones de lo que debe ser una economía sana deberían ser básicamente las mismas. La realidad, en cambio, muestra otra cosa. Se habla de "grandes potencias", de "gigantes asiáticos", de "Brasil, potencia mundial", así como en otras décadas no demasiado lejanas se hablaba de la Italia del boom, la Francia modélica, la Inglaterra o el Canadá como los países de la mejor salud socializada y gratuita para todos, la invencible Unión Soviética, rival temida de los Estados Unidos, la reina occidental fuente de adelanto, confort y sueño americano cumplido con creces. ¿Y qué pasaba, qué pasó y qué está pasando con amplios sectores de ciudadanos en esos y otros países?

Que las zonas de pobreza y marginalidad crecen día a día, que el desempleo hace estragos, que el crimen, la drogadicción y, cuando no, las guerras por petróleo o supremacías raciales y religiosas han destruido millones de familias. Pero, eso sí, la macro economía sigue ubicando a esos territorios en una tabla que parece un cuadro de honor de la mejor universidad. Se sigue elogiando en los grandes foros del poder económico a esos gobernantes que "hacen bien los deberes". Tales "deberes" son generalmente ajustes, congelamiento de salarios (que no está seguido por los correspondientes congelamientos de precios), reducciones de ayudas y apoyos para cultura, educación y salud pública, y un enérgico saneamiento de presupuestos que, en el caso de las grandes potencias, no incluyen los de armamento para eventuales guerras.

¿Y la micro economía? Mal, gracias. Las multitudes de pobres, locos y drogados que retornan de esas guerras destruidos por su paso por el infierno bélico en territorios hostiles, las concentraciones de pobres cayendo en el delito como modo de vida habitual, tráfico de drogas por calles y ramblas, inmigraciones desordenadas que modifican negativamente la vida de los ciudadanos, manifestaciones, piquetes, desórdenes y cortes de ruta (recordar el París de noviembre de 2010 que este vejete tuvo el "privilegio" de "gozar" en sus últimas vacaciones), matanzas como la de Arizona hace pocos meses, perpetrada por un joven de veinte años enloquecido por una campaña electoral llena de incitaciones a la violencia y al asesinato de rivales políticos irreconciliables. Pero, eso sí, la "macro economía" es la correcta, la de los deberes bien hechos y todos son premiados por rankings que ubican entre los diez mejores del mundo a países donde ocurre lo que ocurre. Perdón por ser básico, elemental y antiguo pero, con todo el respeto y la admiración que profeso hacia esos países a los que considero importantes a todo nivel, sigo pensando (y a los setenta y un pirulos es poco probable que cambie), sigo pensando, decía, que sin pretender perfecciones utópicas, cuando hay desempleo, miserabilidad, guerra, burbujas inmobiliarias, ambiciones de riqueza desenfrenadas, codicia, deshumanización, destrato, despidos masivos, abusos de bancos y corporaciones siniestras, y desprecio por los diferentes, difícilmente se pueda calificar con una buena nota esos deberes supuestamente bien hechos. Y esto incluye a mi querido país, que hizo los deberes y le fue como le fue, y ahora no los hace y le va como le va. ¡No me jodan con la macro! Sigo apostando a la micro.


La Nación Revista 10/4/2011


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