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por Luna Bolívar Manaut
Su potencial energético duplica al de todos los hidrocarburos de la Tierra, pero en torno a los llamados hidratos de metano persisten aún muchas dudas. Científicos alemanes han contribuido a resolver algunas de ellas.
Se les denomina “oro blanco” porque su aspecto, fuera del fondo marino en el que se forman y que es donde se esconden sus yacimientos, se asemeja al de una pequeña bola de nieve. Su existencia se conoce desde hace un siglo y su estudio se inició en los años 70. Por su capacidad de combustión han estado considerados, y lo siguen estando, como la posible energía del futuro, la alternativa al petróleo y al gas para el momento en el que éstos se agoten.
Sobre los hidratos de metano se sabe aún muy poco. Muy poco sobre la tecnología necesaria para su extracción. Muy poco sobre el daño que su explotación podría causar al equilibrio ecológico del planeta, aunque se intuye que el daño sería significativo. Sin embargo, algo más se conoce sobre su proceso de formación y, en consecuencia, sobre los lugares en que podrían estar depositados en grandes cantidades gracias a la actividad de diferentes grupos de científicos alemanes, como los que trabajan desde el Instituto Leibniz de la Universidad de Kiel, en el norte de Alemania, o el proyecto dirigido por los profesores Walter Michaelis y Richard Seifert, de la Universidad Hamburgo, en el que participaron hasta 28 investigadores de Alemania, Rusia, Ucrania y Rumania.
Buscando “oro blanco”
Los hidratos de metano, como todos los hidratos de gas, están compuestos por agua helada y gas y se forman en condiciones de alta presión y bajas temperaturas, por lo que se encuentran en el fondo del mar. Se calcula que las reservas de hidratos de metano son dos veces mayores a las de los carburantes “clásicos” y que su capacidad de combustión es muy alta: un solo centímetro cúbico de hidrato de metano podría desprender, al derretirse el agua que lo mantiene unido, hasta 164 centímetros cúbicos de gas metano.
Uno de los problemas a la hora de hacer uso de los hidratos de metano para su explotación energética reside en localizar los lugares en los que están depositados en grandes cantidades. “Los yacimientos de hidratos de metano se extienden a lo largo de superficies enormes. Su extracción solamente es rentable allí donde se concentran en mucha cantidad. De lo contrario se consume más energía de la que se obtiene”, dice el profesor Klaus Wallmann, coordinador en Kiel del proyecto “El Océano del Futuro”.
Los hidratos de gas son compuestos muy frágiles que tienden a desintegrarse con rapidez cuando no se dan las condiciones de presión y temperatura apropiadas. Su extracción serviría para, una vez derretida el agua y rota su asociación con el gas, hacer uso del metano como fuente de energía. Los profesores Walter Michaelis y Richard Seifert y su equipo multinacional se dedicaron a estudiar los fondos del Mar Negro, donde encontraron diversas muestras de la existencia de hidratos de metano.
Peligros bajo el mar
La tecnología y la ciencia todavía no están lo suficientemente desarrolladas como para que la explotación de los hidratos de metano resulte factible y económicamente atractiva. Sin embargo, existe otra cuestión que preocupa a los investigadores: el equilibrio ecológico del planeta.
El metano es un gas altamente contaminante. Como ejemplo del peligro que entraña, científicos del Instituto Max-Planck de Múnich están trabajando ya en el modo de evitar que, en caso de que el calentamiento de los mares hiciera derretir las reservas de hidratos de metano, este gas no sea vertido a la atmósfera en grandes cantidades. Una molécula de metano tiene un efecto contaminante 30 veces mayor al de una de dióxido de carbono.
Además, existe otro punto a tener en cuenta: en el fondo del mar los hidratos de carbono funcionan como una especie de cemento que mantiene a los sedimentos allí depositados unidos entre sí. Es decir, si falta el hidrato de carbono, porque se proceda a su extracción o porque la temperatura de las aguas aumente y se desintegre la coalición de gas y agua, podrían producirse corrimientos de tierra en los fondos marinos que inevitablemente afectarían en la superficie.
Se calcula que este fenómeno se ha dado ya innumerables veces a lo largo de la vida del planeta y que fue el responsable de poderosos tsunamis, como el que afectó a Noruega hace 8.000 años, o a la Península Ibérica en 1755. Pero se desconoce la dimensión que podría tomar si se ve apoyado por la mano del hombre.
Deutsche Welle – 17.01.2007
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domingo, 14 de diciembre de 2008
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