Los cambios ambientales producidos a lo largo de dos millones de años han influido en el crecimiento del cuerpo y del cerebro humano. Para satisfacer la alta demanda de energía que requirió este proceso, se necesitó mejorar la calidad y cantidad de la dieta. Pero una vez pasada la transición de una vida de subsistencia a la vida moderna sedentaria, se ha producido un desequilibrio energético muy rápido que ahora juega un papel muy importante en la obesidad.
Debe prestarse atención tanto a los patrones de actividad como al consumo de alimentos poco saludables para revertir la tendencia mundial evolutiva a la obesidad, según ha explicado el antropólogo William Leonard, presidente y profesor de antropología en la Universidad Northwestern, en chicago (Estados Unidos).
Hoy en día, los humanos modernos utilizan casi un cuarto de la energía de reserva necesaria apra alimentar nuestros cerebros, mucho más que los primates que otros mamíferos. Para apoyar el alto gasto de energía de nuestros grandes cerebros, los seres humanos tienen dietas mucho más ricas en calorías y nutrientes que las de otros primates. "Mientras los grandes cuerpos de nuestros parientes simios (chimpancés, gorilas y orangutanes) pueden subsistir a base de hojas y frutos, nosotros necesitamos consumir carne y otros alimentos ricos en energía para apoyar nuestras demandas metabólicas", dijo Leonard.
Sin embargo, una reducción de la intensidad de la actividad física para los adultos que viven un estilo de vida moderno en el mundo industrializado, ha reducido drásticamente los costes metabólicos de supervivencia. El desequilibrio entre el aporte y el gasto de energía de hoy es la causa de la obesidad en el mundo industrializado. Según Leonard, "los human cazadores-recolectores del pasado, solían desplazarse 8 millas al día para buscar alimentos. Por el contrario, hoy podemos simplemente llamar por teléfono y obtener comida a la puerta de casa".
Esa disminución del gasto diario de energía no sólo contribuye a la obesidad, sino también a otras enfermedades crónicas del mundo moderno, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Los datos sugieren claramente que la epidemia de obesidad no puede entenderse únicamente teniendo en cuenta el consumo, subrayó. "Durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva, la adquisición alimentos de alta calidad requería un gasto importante de energía y de traslación en zonas mucho más grandes que para los otros primates."
Redacción Diario Médico
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