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jueves, 15 de julio de 2010

Entrevista a Ilya Prigogine. El reencantamiento de la naturaleza

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por Cristiane Raczynski



Por su contribución a la termodinámica, Ilya Prigogine ganó en 1977 el Premio Nobel de Química, pero han sido sus ideas acerca de la ciencia las que le han dado notoriedad mundial hasta consagrarlo como uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo.

"Dios no juega a los dados", señaló Albert Einstein, queriendo indicar con ello que existe una verdad divina en el universo, independiente de la vida contingente de los hombres. Los descubrimientos de Ilya Prigogine y otros científicos parecen contradecir esta concepción de la ciencia que parte de un ser divino garante de las leyes eternas. No es a Dios a quien este científico trata de desmentir, sino al concepto de ciencia clásico, a su juicio materialista y falto de creatividad, que progresa en forma lineal desentrañando las leyes inscriptas en el universo. Su universo es mucho más rico y complejo, sujeto más que a leyes a probabilidades infinitas.

Este químico, considerado uno de los pensadores del siglo XX por la revista Figaro Magazine, a quién la enciclopedia "Who is who", en general escueta y parca en adjetivos, dedica una página, estuvo en Santiago invitado por la Universidad de Chile. Modesto, paciente para responder y evasivo cuando se tocan temas cercanos a las creencias y valores, se refirió a las consecuencias y perspectivas de esta nueva ciencia, que a juicio del pensador Vintilia Horia "elimina la posibilidad de que nuestro universo sea mecánico, como pensaban los materialistas, sino más bien termodinámico, y ofrece una posibilidad de corregir, en un feed back último, los tremendos errores heredados desde la época del iluminismo humanista".


- Usted nació en Rusia, en 1917. Ese fue un año crucial para la historia del mundo y del pensamiento. ¿Bajo qué circunstancias tuvo que abandonar su país natal?

- Mi padre, que era ingeniero, había montado una pequeña fábrica, por eso quedó automáticamente clasificado como burgués. Como era evidente que la situación se tornaría cada vez más difícil, decidió emigrar. Fuimos primero a Lituania, luego a Alemania y por último, en 1929, a Bélgica, porque mi madre hablaba muy bien francés.

- ¿Cree usted que sus ancestros rusos han marcado su pensamiento?

- Realmente, es difícil responder a esta pregunta. Salí de Rusia a muy temprana edad. Yo hablaba en ruso con mis padres y ellos se preocuparon que tuviera una cultura con la orientación de mi país. Por eso leí a todos los clásicos rusos, como Tolstoi y Dostoievsky. No sé si eso orientó de alguna manera mi destino. Lo cierto es que fuimos de Rusia a Alemania y de ahí a Bélgica, y tal vez lo que me impresionó más fue la inestabilidad y la incertidumbre, elementos que quizás han contribuido a despertar mi interés por el tiempo, la arqueología y la historia.

Agitador y destructor
- Se lo ha señalado como el "agitador y destructor del pensamiento contemporáneo". A su juicio, ¿Qué se quiere insinuar con esta afirmación?

- No comprendo su significado. El pensamiento contemporáneo es multifacético. Yo he destacado los aspectos temporales de las ciencias, pero siempre dentro del marco científico. Como básicamente tenía una formación científico-humanista y siempre me interesó el problema del tiempo, al estudiar las ciencias me sorprendió en alguna medida lo poco que éstas dicen sobre este fenómeno. No fui el primero en hacer esta observación, muchos ya la habían hecho, pero tal vez con diferentes actitudes. Bergson o Heidegger, por ejemplo, señalaron que la ciencia no se refiere al tiempo. Para ellos existe una impotencia de la misma al respecto, por lo cual habría que descartarla absolutamente, reemplazándola por algún nuevo tipo de conocimiento, metafísico o propio de una construcción intelectual. Bergson estudió ciencias y matemáticas y descubrió que el tiempo es sólo espacio, que no tiene dirección en la ciencia, por lo cual quiso introducir un nuevo concepto del tiempo, relacionado con lo que él llamaba duración. Otras personas hicieron la misma observación, pero asumiendo una actitud totalmente distinta. Del hecho de que la ciencia no se refiriera al tiempo dedujeron que éste es ilusorio. Yo, de alguna manera, casi instintivamente, adopté una actitud diferente; pensé que si la ciencia se refería tan escasamente al tiempo era porque se estaba ocupando de situaciones o movimientos muy simples, como el del péndulo o el de los planetas alrededor del Sol. Tenía la esperanza de que el tiempo sería descubierto cuando nos adentramos en el estudio de sistemas complejos. Apliquemos esto a un ejemplo sencillo, la historia de la arquitectura. No se puede hablar de ladrillos, ya que éstos no constituyen aspectos realmente distintivos de las diferentes épocas; sólo si se observa cada edificio como un todo aparecen las verdaderas diferencias, entre una catedral gótica y una construcción del siglo XIX. Por consiguiente, para mi rea importante descubrir la complejidad, a través de la cual se podría redescubrir el tiempo.

El tiempo en las ciencias.
- ¿Podía usted explicar qué significa esta incorporación del tiempo en la física y las ciencias en general?

- Se trata de una historia compleja y dramática. El punto de partida de nuestra visión científica del mundo estaba basado en la idea de la naturaleza, con un carácter irreversiblemente determinista. Para eso existían antecedentes ideológicos, incluso teológicos muy fuerte, porque se pensaba que nuestra ciencia debe ser para Dios, y para Él no hay diferencia entre el pasado y el futuro. Por consiguiente, la eliminación del tiempo era sinónimo de perfección del conocimiento. Este problema se formuló muy claramente en la época de Newton, porque él quería describir procesos irreversibles en términos de dinámica y la gente le decía que eso era imposible, ya que son reversibles en el tiempo. Esa fue la primera época. En un segundo período se descubrió el rol constructivo y creativo del tiempo en todos los procesos de equilibrio, en la estabilidad, en la reacción química. Actualmente resulta imposible pasar por alto el rol de la irreversibilidad en el mundo que nos rodea. Lo vemos claramente en la ecología. En ese momento, el problema consiste más que nada en la manera de incorporar esto en la estructura microscópica.

Se discute mucho sobre este problema. Una persona que me entrevistó en Buenos Aires me contó que durante una reunión de físicos en España se votó sobre el carácter del tiempo como propiedad básica de la naturaleza. Para la mayoría, el tiempo podría eliminarse por no constituir una propiedad básica de la naturaleza. Ese es el punto de vista, por supuesto, de Stephen Hawking en su libro "Breve historia del tiempo". En el futuro próximo, sostiene, estaríamos en condiciones de leer la mente de Dios, en cuyo caso el tiempo ya no sería necesario. Su libro, que fue un best seller mundial, muestra que sigue teniendo mucha fuerza la idea de un universo geométrico, sin tiempo. A mi eso me parece muy difícil, ya que en un universo puramente geométrico todo estaría predeterminado. En el momento de la gran explosión inicial la vida ya habría estado potencialmente presente, pero no solo la vida, sino también usted, nuestra reunión, esta entrevista. Para mí es muy difícil aceptar eso y creo en un rol más constructivo del tiempo, que el futuro no existe y sólo es potencialidad que se realiza.

- De acuerdo con esta visión el mundo excede a cualquier imaginación.

- El futuro es una construcción de la que estamos participando, tanto el hombre como la naturaleza.

- Y esto que usted deduce de sus estudios. ¿Tiene consecuencias en las ciencias sociales?

- Ciertamente, sobre todo algunos aspectos de las ciencias sociales, ya que éstas a menudo consideraron la física de Newton como un modelo. En una época se hablaba de equilibrio y procesos lineales, lo cual era una excesiva simplificación. En la actualidad, muchas personas reconocen que la economía es también una ciencia histórica, llena de bifurcaciones, de aspectos no lineales. Es muy importantes para ellas que se hagan las cosas a su debido tiempo. Cualquier innovación debe hacerse cuidadosamente, porque las moléculas no se comportan como los seres humanos y los seres humanos no se comportan como las moléculas. Creo que un elemento muy importante del comportamiento humano es lo que yo llamaría libertad. Cuando actuamos en un momento dado tenemos imágenes alternativas del futuro, que determinan en cierta medida lo que procuramos hacer en ese momento. Por eso es muy importante contar con un amplio espectro de alternativas futuras, y por esa razón soy muy partidario de tratar de encontrar nuevas utopías sociales, nuevas maneras de pensar que permitan abrir la gama de posibilidades en un momento dado.

El problema de Dios.
- ¿Y cómo se conjuga esto con el cristianismo?

- No puedo hacer comentarios al respecto. El problema de Dios siempre será un asunto en el cual cada uno decide por sí mismo. En los últimos años se han escrito muchos libros sobre Dios y la nueva ciencia y la influencia de las creencias en la cosmología. Me inclino por una cierta prudencia. En la perspectiva clásica, el hombre todavía estaba un poco separado de la física, mejor dicho de la naturaleza, y era tal vez mayor la necesidad de un Dios, creador de este mundo extraño. Actualmente, al pensar en un mundo que se organiza a si mismo, vemos que esto sólo es posible porque existen unas relaciones muy curiosas entre diversas constantes universales. Sin el exacto valor de la velocidad de la luz, la constante de Planck y la constante gravitacional sería imposible el paso de la gran explosión inicial a la vida. Por consiguiente, este mundo también es extraño, tal vez de otra manera y quizás aún más extraño. Detrás de todo esto hay una especie de posibilidad de evolución conjunta. Este sería un argumento para los que quieren hablar de Dios.

La verdad es que todos estamos sorprendidos por el mundo que vemos, y nuestra sorpresa puede darse en varias formas. Por consiguiente, creo que una de las lecciones que debemos deducir del estado actual de la física es la tolerancia frente a los diversos puntos de vista.

- En Francia ha tenido gran repercusión el libro 'Dios y la ciencia', texto que reproduce una conversación entre los hermanos Bogdanovic y el filósofo Jean Guitton. Este último afirma allí: "Actualmente no existe una prueba Dios no es algo que necesite demostrarse-, sino una especie de base de apoyo científico para las concepciones propuestas por la religión". ¿Qué piensa sobre esta afirmación?

- No estoy de acuerdo. No siempre puede recurrirse a la ciencia para probar la existencia de Dios. Es posible verlo como base del principio de evolución del universo, pero eso no constituye una prueba de Dios ni del universo. La evolución del universo tampoco es una demostración de la existencia de Dios. Estamos comenzando a comprender los mecanismos que hacen posible la evolución. Estos mecanismos suponen notables coincidencias, una notable relación entre las constantes universales. Desde este punto de vista el mundo resulta a la vez más extraño, más complejo y más simple de lo que se ha dicho hasta ahora.

Una red de "relaciones"
- Actualmente el universo se concibe no tanto como una máquina sino como una red de "relaciones". ¿Qué influencia han tenido sus estudios en esta visión?

- La visión actual del universo es el resultado de la confluencia de muchos estudios de cosmología, de física experimental y sobre todo el mundo que nos rodea. El punto de partida de todos nosotros es nuestro cambio total de perspectiva sobre la naturaleza de la materia. De acuerdo con el punto de vista clásico newtoniano ésta estaba constituida por puntos materiales que nunca aparecen ni desaparecen. Actualmente, se concibe en forma mucho más sofisticada, con partes que aparecen, partes que se crean...

Esto significa una transformación total de la idea de materia. Está la materia y la antimateria, siempre en transformación. Es un punto de vista totalmente distinto. Tenemos una visión completamente distinta del espacio, del tiempo y de la relatividad. Tenemos otra perspectiva sobre la cosmología.

Y también concebimos de otra manera el rol del tiempo, con estructuras no equilibradas, con sistemas dinámicos inestables. Todo esto contribuye a generar una nueva visión del universo físico. El cambio es tan profundo que no puede mirarse aisladamente a ningún área. Una característica notable es el hecho de que todo se esté dando conjuntamente, en un momento en que la humanidad está pasando por un período de transición en el que todos realmente sentimos las inestabilidades y la comunicación permite una visión global del mundo, con aspectos no lineales muy marcados. Me parece que esto realmente creó una nueva atmósfera intelectual en este fin de siglo. Pero ella no es producto de una sola persona o de un solo grupo aisladamente. Todo se da simultáneamente, en forma paralela. En este sentido estamos en un período notable. Confluyen muchos elementos para construir una nueva visión del mundo y de la relación entre el hombre y la naturaleza y entre los hombres.

- Se advierte hoy una preocupación ética por parte de los científicos. ¿Se debe esta preocupación al hecho de que en la actualidad los descubrimientos científicos están muy vinculados con las aplicaciones prácticas?

- La ciencia no puede seguir siendo una cosa marginal, ya que se está ocupando realmente de los problemas del hombre, y estos problemas son en parte sociales y en parte éticos. Ya no se puede hablar de ética sin pensar en la situación científica, en el problema genético. A la inversa, no es posible considerar algunos aspectos de la ciencia sin pensar en lo social y en lo ético. No siempre es muy simple. Por ejemplo, en el problema de la energía nuclear existen diferentes puntos de vista, ya que por una parte mucha gente lo considera peligroso y por otra parte se genera una energía no contaminante. Aquí tenemos un problema en parte ético, ya que nos preguntamos si tenemos derecho a amenazar a la humanidad con ciertas fuentes de energía, y por otro la consideración de que es importante no contaminar la naturaleza. Vivimos en un mundo que debe ir mas allá de la fragmentación y por eso debemos superar la separación entre ética y ciencia. Esto sólo era posible mientras la ciencia se consideraba como una especie de doctrina bien definida, que se ocupaba de leyes deterministas y reversibles en el tiempo, que tenía escasa relación con el mundo humano. Kant, el gran filósofo, hizo una distinción entre el mundo fenoménico y el mundo nouménico. El mundo fenoménico obedecía a las leyes de Newton y era determinista. El mundo ético estaba totalmente separado, con preguntas como estas: "¿Qué pueden esperar los hombres?; ¿qué pueden hacer los hombres?; ¿qué es bueno y que es malo?" Actualmente, ambos mundos están interrelacionados.

Este es un mundo de posibilidades, pero también de mucha tensión e incertidumbre. En la evolución, el mundo no necesariamente va hacia lo mejor. Actualmente sabemos que algunas bifurcaciones pueden esencialmente aprisionar a la sociedad y no necesariamente brindarles buenas condiciones. Necesitamos modelos de lo que puede llegar a ser el mundo, de las posibilidades.

- Estamos presenciando en la actualidad el fenómeno que ha sido llamado "el colapso de las ideologías". ¿Tendrá esto importancia para las actividades científicas?

- Es verdad que hemos presenciado el colapso de ciertas formas simplificadas del pensamiento. En este sentido vemos el colapso de una ideología como el comunismo y el socialismo tal como fue concebido en el siglo XIX, porque ya no correspondía a una situación real. Una de las razones del colapso de la Unión Soviética es ciertamente el hecho de que su sistema no pudo adaptarse a las nuevas formas de creatividad científica, mucho más versátiles, con períodos de tiempo muchos más breves.

Si los modos de producción hubieran seguido siendo los mismos -grandes industrias, centralización, evolución lenta- probablemente no se habría producido semejante crisis en el mundo comunista. Actualmente se requiere de una cierta combinación de elementos, con algunas formas de prosperidad económica y algunas formas de solidaridad humana, para mantener un estado de bienestar en una sociedad económica abierta a la innovación. Es una posición difícil, ya que es peligroso tener una sociedad demasiado competitiva y puramente capitalista y también lo es una sociedad donde el bienestar de las personas no se considere un elemento importante. Actualmente tenemos que encontrar y cruzar por un paso muy estrecho, lo cual ciertamente nos tomará algunos años.


Artículo publicado en el diario 'La Nación', el 15 de marzo de 1992.


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