por Ricardo Sametband
Hace 4 años creó una distribución del sistema operativo libre Linux, y ayer presentó su nueva versión, la 8.10. Hace foco en la facilidad de uso para no expertos. Su visión del futuro de la PC
Desde ayer está disponible la edición 8.10 de Ubuntu, la distribución de Linux más popular hoy. Esta versión del sistema operativo libre creado por Linus Torvalds en 1991 ofrece una alternativa gratis para los usuarios de computadoras personales que no quieran pagar por una licencia de Windows u OS X, o que deseen explorar una manera diferente de interactuar con la PC, usando un entorno y unas herramientas similares a Windows (ver La compu).
Al igual que con otras distribuciones es posible probar Ubuntu sin modificar la instalación de Windows de la PC y sin pagar un centavo. En www.ubuntu.com está disponible para descargar la versión 8.10 (Intrepid Ibex). Hay que bajar un único archivo de 700 MB de tamaño, de extensión ISO, que deberá grabarse en un CD como imagen de disco . Si su software de grabación de CD no lo admite, puede probar con los freeware DeepBurner ( www.deepburner.com ) o CDBurnerXP ( www.cdburnerxp.se ). Si el disco se grabó correctamente, al insertarlo en la PC debe mostrar varios archivos y carpetas, no un único archivo ISO.
Luego se debe reiniciar la PC dejando el CD en la compactera. Si la PC lee primero la lectora de CD antes que el disco rígido, aparecerá (antes de que se cargue Windows) una pantalla que nos da la opción de ejecutar Ubuntu en modo LiveCD ; esto nos permite usar Linux sin modificar nuestro disco rígido. También puede hacerse con una llave USB, pero es más complicado.
La otra opción que ofrece Ubuntu es Wubi , una herramienta que funciona dentro de Windows y que debería autoejecutarse al insertar el CD en la PC; permite instalar Ubuntu en el disco, pero sin crear nuevas particiones ni afectar a Windows. Sólo pedirá que elijamos un nombre de usuario, una contraseña y una cierta cantidad de gigabytes libres del disco para comenzar; luego copiará unos archivos al disco, y listo.
Al reiniciar, un menú nos permitirá elegir entre Windows o Ubuntu. Al seleccionar esta última opción, la primera vez aparecerá un cartel que dice formateando el disco, pero no hay que entrar en pánico; está usando un archivo dentro de Windows como si fuera todo un disco rígido. Después de unos minutos tendremos ante nosotros el Escritorio de Ubuntu, listo para usar. Si no queremos seguir usándolo, podemos desinstalar todo desde el Panel de Control de Windows, como si fuera una aplicación más.
Ese esfuerzo para simplificar la instalación a los neófitos es una de las bases de Ubuntu (su lema es Linux para humanos ), y una de las misiones que se impuso Mark Shuttleworth, su creador. De origen sudafricano, Shuttleworth hizo una fortuna con la venta de su empresa de seguridad informática Thawte a VeriSign, en 1999, por US$ 575 millones. Gracias a esa venta viajó al espacio como turista, en 2002 (pagó US$ 20 millones).
"El viaje combinó mucha filosofía con un terror visceral, sobre todo en el despegue y el aterrizaje -dice en una entrevista telefónica con LA NACION-. Fuera de la Tierra tomás distancia de la historia, el color y la textura de tu vida, tu genealogía, tu cultura. Y a la vez notás lo cercanos que están los países, lo interdependientes que son. Es una sensación muy poderosa."
Con su fortuna también fundó Canonical, empresa madre de Ubuntu. Todavía no es rentable: al ofrecer su producto gratis, depende de ventas en soporte y servicios de valor agregado para sobrevivir. "Aunque Canonical tiene una facturación anual de varios millones de dólares, no tenemos todavía grandes clientes que preinstalen nuestro sistema operativo en sus servidores, como sí lo hacen con Red Hat, SuSe o Windows. Pero hay otros negocios que sí dan dinero", afirma. La compañía trabaja con integradores desarrollando una versión de Ubuntu para netbooks; además, su sistema operativo se ofrece en computadoras Dell. Esto, al igual que la inclusión de Linux en notebooks ultraportátiles, le ha dado mayor visibilidad a este sistema operativo.
"No creo que la gente común vaya a buscar Linux en forma activa para reemplazar su Windows -admite-. Para ser deseable en una categoría ya establecida, tenés que ser diez veces mejor que el resto. Y es difícil argumentar que Linux lo sea. Además hay que entender que los usuarios están cambiando la manera en que piensan a su computadora. La ven más que nada como un punto de acceso a la Web. En ese sentido, Linux tiene muchísimo para ofrecer como plataforma para la Web y otros servicios en línea."
-¿Cuál es su competencia, hoy?
-Apple es la compañía por vencer si es que queremos que los usuarios disfruten de una experiencia de usuario realmente atractiva. No hay que mirar a Microsoft por su participación de mercado y por ser el estándar, sino a Apple porque son muy buenos en lo que hacen, sobre todo en algo que históricamente la comunidad del software libre no hizo bien, que es diseñar una experiencia de usuario atractiva. Pero el talento está y creo que hemos sido capaces de atraerlo para la comunidad. Hay un cambio en favor de la facilidad de uso y la presentación atractiva de la información que tiene que ver con la Web, que es el sistema operativo del futuro, y es lo que le interesa a los usuarios comunes. Así que las plataformas que permitan acceder a la Web de una manera eficiente serán las que ganen seguidores; aquí podemos ofrecer algo igual de bueno que los demás.
-Pero si la Web es el foco, el sistema operativo pierde relevancia.
-Sí, en efecto. Estamos entrando en una era en la que este software se está transformando en un commodity . En un mundo así, uno aspira a tener la forma de producción más eficiente, y no hay una mejor plataforma para algo así que lo gratis. Este cambio no es problemático para nosotros, que basamos nuestro modelo de negocios en servicios adicionales antes que en ganar dinero por la venta de licencias, como Microsoft o Apple, que es un negocio que desaparece. Al construir servicios sobre algo que tiene cada vez más difusión, la situación para nosotros es muy positiva.
Diario La Nación 31/10/2008.-
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