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domingo, 21 de octubre de 2007

Poderoso caballero

Poderoso caballero

Por Enrique Pinti



El poderoso caballero don dinero todo lo compra, todo lo corrompe, todo lo desvirtúa y todo lo trastoca, ya lo sabemos, pero, como poderoso que es, impone respeto en el mejor de los casos y miedo en el peor. Es por eso que desde el más grande hasta el más chico le rinden pleitesía. Después de la rueda debe de ser el más grande y duradero invento de la humanidad. El metal, el billete o el cheque han recorrido el largo derrotero de la historia sembrando a su paso guerras, debacles y transformaciones violentas. El caballero en cuestión compra el remedio que alivia el dolor y financia el arma que lo causa. Tiene distintas denominaciones y valores, pero pierde sus características individuales cuando compra, vende o permuta lo que sea, al precio que sea; calma los nervios, abre puertas, se adueña de conciencias y principios y determina nuestro valor monetario en la escala social. Los Ben Laden hacen negocios con los Bush hasta que por razones complejas pero contundentes, los negocios dejan de ser viables, el socio se vuelve enemigo, el enemigo se transforma en amenaza y la amenaza se convierte en satánica guerra sin cuartel. China es el repugnante comunismo con el que no se debe ni siquiera dialogar hasta que el viejo y sabio dragón liberaliza su economía y, sin cambiar nada de su estructura asfixiante y rígida puertas adentro, ofrece un variado abanico de inversiones ventajosas y ahí, como por arte de magia, China se avecina, China es “sustentable”, “confiable” y “negociable”. Y allá van los gobernantes del mundo democrático a sacarse fotos para la antología del ridículo ofreciendo el siniestro carnaval de ver en la primera plana de todos los diarios del mundo a Putin, Bush y la señora Bachelet, vestidos con coquetas túnicas pekinesas. Flotando sobre los abrazos forzados y las sonrisas de ocasión está la figura del poderoso caballero sin banderas, sin fronteras, sin pudor. Faltó a la cita nuestro pingüinus irritabilis, que ya estuvo por los pagos de Confucio y ahora prepara el bolero Más que amor frenesí a dos voces con chévere Chávez. En tanto, una periodista es asesinada en Rusia por investigar casos de torturas en Chechenia y un ex espía es envenenado con comida radiactiva en Londres mientras come sushi con un italiano que a su vez agoniza; Putin mira para otro lado y envidia al premier israelí del que se dice que violó a varias mujeres, y el hermano de Fidel expresa su deseo de diálogo con Estados Unidos, que pide democracia primero y diálogo después mientras reconoce que va perdiendo la guerra de Irak, como todo el mundo (menos ellos) lo sabe desde hace un año y medio, y un piquetero argentino hace causa común con Irán y nuestro irritabilis le pide al chévere que remueva al embajador que a su vez hizo causa común con el piquetero argentino de pronto proiraní. Y uno sabe que detrás de todo ese horrible sainete internacional el poderoso caballero cabalga con la seguridad del que tiene bien en claro que todo depende de él, patrón y socio, amo y señor, mediador y juez, hacedor de milagros y orquesta sinfónica para que baile el simio. Hay gente que lo aprovecha para bien, en algunos casos para lavarlo, en otros para salvarse de impuestos, pero al menos una mínima parte de los desposeídos y desnutridos del mundo pueden experimentar un alivio momentáneo pero muy bienvenido a sus muchas calamidades gracias a esas olas de solidaridad. El caballero don dinero es como todo en este mundo: necesario en medidas dosis, asfixiante y perjudicial cuando abruma con su abundancia o angustia por su ausencia. Sin él no se puede vivir, pero vivir sólo para él es desperdiciar la oportunidad de ser un poco más dignos del término “ser racional”, que nos diferencia de las bestias. El autor es actor y escrito

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