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viernes, 7 de diciembre de 2007

Hacer ciencia para la sociedad

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Carl Djerassi, el padre de la píldora anticonceptiva, además de ser un destacado químico y creador de empresas biomédicas, es autor de novelas y obras de teatro que buscan explicar el mundo de la ciencia y su relación con la sociedad.

Padre de la píldora anticonceptiva, Carl Djerassi, se destacó como químico orgánico especializado en esteroides, como profesor e investigador de las principales universidades de Estados Unidos, como director científico en la década del ‘50 de la mítica empresa bio-farmacéutica Syntex, y como creador y director de varias empresas biomédicas de alta tecnología. A su vez, es coleccionista de arte, mecena de artistas de todo el mundo, novelista y autor teatral inspirado en la figura “ciencia en la ficción”, a través de la cual se propuso mostrar a la sociedad qué son y qué hacen los científicos.

Breve historia para llegar a “traficar” información

Nacido en Viena, Carl Djerassi escapó del Holocausto en 1939, emigrando a Estados Unidos. Se educó en ese país y comenzó su carrera como investigador en el grupo químico CIBA, donde participó en el descubrimiento de la Pirobenzamina, la primera droga anti-histamina. En la química medicinal sobresalió en el campo de la síntesis de contraceptivos orales, antihistamínicos y corticoesteroides tópicos. El mismo Djerassi escribió “otros inventos médicos han alcanzado a un número mayor de personas, como los rayos X o los antibióticos, pero inclusive en este sentido, la píldora no es un peso ligero: en Estados Unidos ¡el 80% de todas las mujeres nacidas después de 1945 la han usado! Pero en términos de impacto sociocultural, desde la religión a los derechos humanos, la píldora debe colocarse en primer lugar. Al separar el coito de la anticoncepción, la píldora inició uno de los movimientos más monumentales en los tiempos recientes: el gradual divorcio del sexo y la reproducción. Aunque la introducción de la píldora inició la revolución reproductiva, difícilmente los padres de la píldora pudieron anticipar todas las consecuencias que han surgido durante la edad media de su vástago de 50 años”.

Para orientar y controlar correctamente estos adelantos en virtud de que lleguen a todas las personas y no sólo a quienes puedan pagarlos, evitando así que se continúen incrementando las desigualdades sociales, es necesario que la población entienda y los poderes públicos orienten, participen, regulen y discutan los adelantos que trae constantemente la biología molecular o la biotecnología. En tal dirección, es necesario que se traduzcan y difundan los resultados de la investigación y que los científicos imaginen beneficios y riesgos, y hablen en un lenguaje “no críptico” para toda la sociedad. Esto fue bien comprendido e impulsado por Carl Djerassi, quien se dedicó a “traficar”, a transferir, los avances del conocimiento y llevar adelante su idea de “ciencia en la ficción”.

“Por fin lo había logrado la química al sur del Río Bravo”

La química de los esteroides era, en la década del 50, uno de los campos más fuertes de la investigación académica e industrial en todo el mundo. En México, existe una raíz gigante, no comestible, que crece de manera silvestre y es una fuente considerable de diosgenina que sirve, a su vez, de materia prima para obtener progesterona. En gran parte, esta riqueza natural de México fue lo que motivó la cristalización de una nueva empresa nacional: Syntex. Ésta reunió varios e importantes actores: el abogado y empresario Somlo de origen húngaro, el químico austríaco Djerassi, el químico uruguayo Zaffaroni y el químico húngaro Rosenkrantz. En pocos años, Syntex tuvo su producción de progesterona y a finales de los cincuenta, más de la mitad de la provisión mundial de las hormonas esteroideas se originaba en México.

En la primavera de 1949, Djerassi se incorporó a Syntex con la condición de publicar en las revistas los descubrimientos científicos que se hicieran en la empresa. Pero también sabía, por su experiencia en la industria, que antes de publicar cualquier resultado había que presentar la patente a través de la empresa. En parte, el éxito de Syntex se debió a que Rosenkranz y Djerassi se encargaron personalmente de registrar las patentes y la empresa estableció, a su vez, una estrecha colaboración con el Instituto de Química de la Universidad Nacional de México (UNAM); vínculo hoy reconocido como “relación de cooperación universidad-empresa”. En palabras de Jorge Sábato, Syntex es un ejemplo de “fábrica de tecnología”, es decir, de una industria de conocimientos a partir de los cuales generar nuevos productos. En 1959, Louis Fisher de la Universidad de Harvard analizó las referencias del libro “Steroids” de Djerassi y encontró que ningún otro laboratorio del mundo había publicado tanto como Syntex en el campo de los esteroides durante esos años. “Por fin lo había logrado la química al sur del río Bravo”. La clave estuvo entonces en facilitar la reunión de las personas adecuadas (científicos, tecnólogos y empresarios) a través de políticas públicas que promovieron la interacción pública-privada para crear nuevas empresas innovadoras en biotecnología.

“Ciencia en la ficción”: de científico 'duro' a científico 'más suave'

“Ahora, en el plano puramente personal, la píldora ha tenido un efecto monumental para mí. Me ha convertido de ser un científico 'duro' en uno más 'suave'. Progresivamente, me he ido ocupando de cuestiones más arduas y más ambiguas que el reto de encerrar átomos de carbono en formas hasta la fecha desconocidas y a menudo útiles: las consecuencias sociales provocadas por los desarrollos científicos y tecnológicos”. Estas reflexiones llevaron a Djerassi a producir nuevos papers sobre políticas públicas en reproducción humana, que seguramente fueron más citados que sus anteriores trabajos de científico ‘duro’. En este mismo sentido, Djerassi se propuso, a través de “la ciencia en la ficción”, mostrar cómo se desarrolla y se hace la ciencia, cómo son los científicos, sus modas, amores y odios, sus organizaciones y sus publicaciones, en fin, describir “la cultura tribal” de la ciencia y como ésta se mezcla con la sociedad y la va modificando a través de empresas, servicios, conceptos, ideas, símbolos, etc. “Cultura tribal” en tanto se establecen reglas, formas e idiosincrasias que se van adquiriendo casi osmóticamente del jefe (investigador principal) al alumno (becario) y que resultan muy extrañas para los que están fuera del sistema, pero quienes lo respetan como si fuese una iglesia. Al plantear su interrelación con otros sectores de la sociedad, se pueden discutir los dilemas éticos que no son tratados frecuentemente por discreción o por miedos. “El dilema de Cantor”, la primera novela de Djerassi, forma parte de una tetralogía que siguió con “Gambito de Bourbaki”, “Marx, el difunto” y “La semilla de Menachem”. Todas ellas tratan sobre diferentes temas de las ciencias naturales en el mundo actual. “El dilema de Cantor” habla del comportamiento de los científicos y la ética en la investigación; “La semilla…” plantea los desafíos de los nuevos métodos de reproducción humana, tema similar al de su obra de teatro “Inmaculada concepción furtiva”. También ha escrito varias obras de teatro sobre estos temas que se han estrenado en las principales ciudades del mundo. ¿Para cuándo en Argentina?

Quiero muy brevemente resaltar su novela “NO” donde vincula el mundo de la ciencia y de los investigadores con las empresas de biotecnología. “NO” es el símbolo químico del óxido nítrico, mediador biológico general que juega un rol esencial en la erección masculina, que permitió llegar al famoso Viagra. “NO” se refiere a una potencial terapia para la impotencia funcional masculina como forma de mostrar el rol de una empresa de biotecnología en la investigación biomédica actual. En esta obra agrega a la “cultura tribal” de los científicos, la nueva “subcultura” de las pequeñas industrias biotecnológicas en Estados Unidos, orientadas por la ciencia y creadoras ellas mismas de conocimientos. Justamente por ello han causado y crean problemas y debates legales, éticos y económicos en las universidades. “NO” es una novela educativa y muy entretenida sobre cómo se crean las empresas de biotecnología, la importancia y los conflictos de los científicos que comienzan a internarse en un mundo real y, a veces, tan despiadado como el de la ciencia. Junto a toda la obra de Djerassi, un texto recomendado para las escuelas de biotecnología.

Más información sobre Carl Djerassi: http://www.djerassi.com/La mayor parte de sus libros están publicados en castellano por el Fondo de Cultura Económica.

por Alberto Díaz
Revista Saber Como Nro. 59 Diciembre 2007
INTI Instituto Nacional de Tecnologia Industrial

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