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miércoles, 5 de diciembre de 2007

- Un término escurridizo para médicos, psicólogos y psicoanalistas: A propósito de la palabra psicosomático

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Conocida es en nuestros días la palabra “psicosomático/a” y de uso común en el discurso corriente. Es evidente el carácter escurridizo de lo llamado psicosomático.

El solo enunciado establece una relación entre dos términos –“psique” y “somático”- y es , por lo tanto, solidario con un discurso que supone una división entre mente y cuerpo, condición para el consiguiente establecimiento de una relación entre ambos.
Pero bien, antes de proseguir es necesario aclarar de qué hablamos cuando hablamos de lo psicosomático.

UN VACÍO
Como una primera aproximación, podemos recortar a la enfermedad psicosomática como un conjunto de afecciones para las que la medicina no encuentra respuestas acabadas a pesar de los avances en el campo científico. Se ve al paciente psicosomático realizando excursiones por consultorios de distintas especialidades médicas, cuando no, recurriendo a terapias alternativas.
Podemos decir que lo psicosomático pone de manifiesto un vacío dejado por la ciencia en el cuerpo.
Freud también habló del tema en cuestión, aunque no utilizó el término “psicosomática”. A los síntomas corporales que tenían como base un conflicto psíquico los designó “conversiones histéricas”, esto es, trasponer una cierta suma de excitación al cuerpo, por ejemplo una parálisis o renguera frente a “vivo dando pasos en falso en la vida y trastabillando”.

LAS HOLOFRASES
Desde una perspectiva psicoanalista lacaniana se plantea que en lo psicosomático se encuentran holofraseados el primer par de significantes (S1 y S2). Holofrase se utiliza para designar una palabra que adquiere el valor de toda una frase, por ejemplo: “Socorro”, “Fuego”, “Auxilio”. Con una palabra como éstas no hace falta preguntar nada más, sólo cabe responder: salir corriendo, llamar a los bomberos, etc. Por lo tanto estas señales funcionan como signo, es decir que significan algo para alguien.
En lo psicosomático falla la cadena de representaciones, no hay posibilidad de elaboración, razón por la cual se descarga directamente en el cuerpo.
Por tanto, en el fenómeno psicosomático no hay relación entre el “síntoma” y lo que al sujeto le sucede.

EXTRAÑEZA
En el paciente psicosomático hallamos una especie de extrañeza referida al propio cuerpo, una ausencia de interrogación por el mismo. Es algo que está por fuera del yo.
Para Lacan los fenómenos psicosomáticos no están incluidos en el campo de las neurosis. No hay inscripción simbólica del cuerpo. Aparece como una lesión en lo real que carece de articulación.
No se puede historizar y poner palabras a lo que al cuerpo le acontece.

DIAGNÓSTICO
Veamos el Diagnóstico Diferencial entre Neurosis (Histeria de Conversión) y el Fenómeno Psicosomático.
Se puede constatar que en ambos fenómenos lo comprometido es el cuerpo, más específicamente un órgano o un conjunto de ellos. El objetivo es poder discernir de qué modo el órgano está “afectado” en cada uno de ellos.
“La respuesta psicosomática implica la existencia de una lesión, corte o discontinuidad real en un órgano o conjunto de órganos, visible a simple vista o no, dolorosa o no, que como marca en los tejidos se distingue de un trastorno funcional”.

CAUSA MÉDICAS
Tales lesiones, para ser consideradas psicosomáticas deben carecer de causa médica. Pero a partir de la lesión corporal y la necesidad de su curación, o al menos de la disminución del sufrimiento, es convocada la medicina en dos formas: diagnostica la falta de nexo biológico pero participa de la terapéutica debido a la lesión corporal. Y por último debe estar asociada en su misma existencia a sucesos biográficos de la vida del sujeto.

NEUROSIS, HISTERIAS
En cambio, la neurosis implica un síntoma, por ejemplo una parálisis en un brazo. Este síntoma conversivo se nos presenta como formación del inconsciente, pasible de ser articulable en la cadena significante. Por esta misma razón, lo afectado es lo simbólico del cuerpo. Afecta la función de órgano, pero no su anatomía. En el fenómeno psicosomático se afecta lo real del órgano.
En la histeria lo que hace sufrir es el recuerdo. Freud afirma: “El histérico padece por la mayor parte de reminiscencias” . Esto es lo que se ausenta en el fenómeno psicosomático: no hay recuerdos, no hay registro del malestar, queda mudo ante aquello que le sucede, con lo cual no hay manera posible de asociar ni encadenar.

CÓMO RESPONDER
¿Cómo se trabaja con un sujeto que no se implica en lo que le sucede? ¿cómo se interroga una lesión que no es síntoma? ¿cómo se responde en donde no hay demanda?
Lacan intenta una solución a este conflicto: “En esto podemos esperar que el inconsciente, la invención del inconsciente pueda servir para algo. Lo que esperamos es darle el sentido de aquello de lo que se trata”. ¿Cómo se inventa el inconsciente? Se trata entonces de que el significante del acto del analista pueda encadenarse con los significantes holofraseados del paciente: la historización en el adulto, el juego en el niño. El analista debe “prestarse” a esta tarea.

RECORDAR, RESCRIBIR
Me baso en la siguiente afirmación de Lacan, tomado de la experiencia freudiana:
“... se trata menos de recordar que de rescribir la historia”. Es decir, se intentaría que lo que se encuentra tomado al cuerpo como signo pueda tener una significación en la historia personal del sujeto. En algún punto, a lo que se aspiraría es “neurotizar” al paciente, destituyendo el goce psicosomático. “Lo que cambia radicalmente es la relación del sujeto con el trastorno orgánico”.
Duro objetivo, pero posible. Justamente de lo que se trata es del orden del deseo y de una apuesta que uno hace allí, cada día, en cada nuevo y singular paciente.

Jimena Arribillaga Licenciada en Psicología
La Opinión de Trenque Lauquen 13/10/2007

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